Confundida, sin saber dónde estaba, o como había llegado, la mujer que había decidido responder por el mismo nombre que el del avatar de su juego, se encontraba con una niña en brazos, intentando encontrar la salida de una cueva que se estaba derrumbado.
Por el camino a veces encontraba a uno de los encapuchados, pero estos salían corriendo apenas ella se acercaba. Sin ganas de querer tenerlos con su Orden Imperial, simplemente los dejó escapar mientras ella buscaba la salida en silencio con la pequeña niña dormida en sus brazos.
Debo buscarle una cama para que duerma…
Se dijo mientras apartaba un mechón de cabello de su cara.
Hmm, no tengo una ninguna habilidad que creé una casa o algo similar, pero ¿Había conservado el inventario?
Concentrándose, las imágenes de un fin sin cachivaches aparecieron en su mente. En el juego, los jugadores tenían 4 espacios para llevar mochilas, y las mochilas más grandes del juego podían contener hasta 30 objetos. Sin embargo, como ella constantemente se la pasaba buscando errores, por lo que siempre se la pasaba probando combinaciones bastante raras de objetos, había hecho bolsas especiales solo para los desarrolladores que podían contener más de cien. Y aún con tanto espacio, siempre tenía las bolsas llenas de basura debido a que se le olvidaba vaciar su contenido después de una tarde cazando fallos.
Levantando la mano, intentó probar la función de desarrollador de crear objetos de la nada, pero por primera vez, algo no le funcionó.
Bueno…
Se dijo a sí misma mientras pensaba en su saturado inventario lleno a rebosar de objetos varios.
Tengo el inventario lleno de "basura" estoy segura que algún uso le podré dar en este mundo.
Después de recorrer pasillos por casi media hora. A lo lejos sintió una pequeña briza, y el olor del bosque. Siguiendo sus sentidos, logró encontrar la salida, y al atravesarla, encontró pudo ver una mar de árboles que se extendía a la distancia.
Mirando a su alrededor, volvió su atención a la cueva.
Creo que ya todos deben haber escapado. Debo bloquear la entrada, si en ese lugar aparecen dragones no-muertos de forma natural, es demasiado peligroso como para que la deje abierta.
Pensando en únicamente retirar la furia de Gea, y dejar que el derrumbe continuará, una idea terrible cruzó por su cabeza.
¿Y porqué no? de todos modos debería probar cómo funcionan mis habilidades.
Mirando a su alrededor con sus poderosos ojos para los que no existían tinieblas ni distancias, finalmente encontró lo que buscaba, una pequeña colina.
Observando la distancia que le separaba, por un momento penso en caminar, pero ¿Porque hacer algo tan aburrido?
Inclinado sus rodillas, pegó un gigantesco salto, y cayó grácil como una pluma sin siquiera despertar a la pequeña niña. Con una sonrisa en sus labios, tomó aún más impulso, y probando los límites de su cuerpo, salió disparada al cielo como si fuera una bala.
Desde las alturas, mirando la inmensidad del bosque, y el increíble cielo estrellado, se sintió libre…
¿Libre de qué?
No lo sabía, simplemente se sentía libre, poderosa, invencible. Se sentía tal y como era en sus profundas fantasías.
Había creado a Sazshen exactamente como ella deseaba ser. Siempre fue una chica bajita, con pánico de hablar en público, sin muchos amigos, y solo con un par de novios con lo que tampoco llegó muy lejos.
Pero Sazshen era una Emperatriz, era hermosa, poderosa, segura de sí misma, con una voz que hacía que todos la escucharán.
Era todo lo que deseaba ser y no podía.
Incluso en su vida adulta, todo su éxito se lo debía a Sazshen. Ella era el gran misterio que atraía a los jugadores, era la que manejaba los hilos desde la sombras, era la persona que cuando imitaba, se volvía un poco más valiente, e incluso se sentía un poco más alta.
— y ahora… finalmente soy ella…
Dijo sin creer esas palabras, mientras finalmente empezó a caer.
Apretado a la pequeña niña contra su pecho, cerró los ojos, y simplemente se dejó caer acostada sin importarle la caída.
Sin nada que la detuviera, o la amortiguara. Impacto contra la colina creando un pequeño cráter a su alrededor.
Sin embargo, tirada en el piso, en un cráter de casi 10 metros, simplemente abrió los ojos. No le había dolido, una caída de más de 100 metros y apenas le había hecho cosquillas.
Quizás por el sonido del impacto, o la sacudida al caer, abriendo levemente sus ojos, la pequeña Bea despertó.
— lo siento ¿Te desperté?
Preguntó la voz tranquila de su gran Emperatriz.
— escuché un ruido…
Dijo la pequeña mirando a su alrededor, y encontrándose con el inmenso cielo estrellado.
— perdón por despertarte, puedes volver a dormir.
Mirando a su alrededor, la pequeña Bea noto que estaban en una especie de cráter, teniendo la duda de cómo habían llegado ahí cuando estaban en la cueva hace un momento, negó con la cabeza y dijo.
— no tengo sueño.
Por un momento, su gran Emperatriz permaneció acostada. Mil razones para eso pasaron por su mente. ¿Esta herida? No, ¿que en el mundo podría herir a una Emperatriz? ¿Está cansada? Quizás, acaba de volver, y los cultistas dijeron que cuando alguien era invocado, siempre tenía hambre.
Por su mente empezó a rondar una pregunta que no se había hecho hasta ahora, ¿Porque me salvó? ¿Porque de todos en la cueva, porque me salvó sólo a mí?
De la nada, empezó a sentir movimiento, su Emperatriz se ponía de pie, y con esa voz suave que hasta ahora solo le había escuchado cuando se dirigía a ella, le preguntó.
— ¿sabes qué son los fuegos artificiales?
— ¿Fuegos artificiales…?
Repitió de manera triste al no saber a qué se refería. ¿Era algo que buscaba? ¿Era algo que le permitiría volver de donde vino? Bea no lo sabía, y no se atrevía a preguntar, pero casi como si, su Emperatriz le llegará la mente, su pregunta fue contestada.
— Los fuegos artificiales son un espectáculo, algo muy bonito de ver, te lo pregunté porque quería saber si te gustaría ver unos ahora.
Asintiendo, y pensando en que podrían ser los fuegos artificiales, vio que su Emperatriz levantaba una mano, y un gigantesco trono de oro macizo, con gemas incrustadas apareció.
Sin una palabra más, la gran Emperatriz se sentó en su trono, y colocó a la pequeña en su regazo, y acercando su cara a la suya, le señaló un lugar en el bosque.
— ¿puedes ver que hay ahí?
Le preguntó su Emperatriz mientras apuntaba a un sitio. Entrecerrando los ojos, Bea forzó la vista, y a lo lejos consiguió ver la entrada de la cueva donde estuvo varias semanas encerrada.
— ese lugar…
Dijo con tristeza, y un toque de miedo en su voz.
— ¿no te gusta ese lugar?
Le preguntó su Emperatriz con esa voz suave que a Bea le hacía sentir tanta calma.
— no…
Dijo mientras negaba con la cabeza.
Por un minuto, su Emperatriz se quedó callada, mirando fijamente a la cueva que tan malos recuerdos le traía.
— pues ya no existe. Disfruta los fuegos artificiales.
Con estas palabras, una extraña luz iluminó el cielo, y con esa muchas más, muy, muy alto en el firmamento, pequeños puntos brillantes aparecieron, y con fuerza, una inmensa bola de fuego cayó sobre la cueva, y con ella otra, y otra, y otra y otra, y otra…
Era una espectáculo terrorífico, y su primer impulso fue asustarse, pero el brazo de su Emperatriz la rodeó, y la pegó contra su cuerpo, y con ese único gesto, todo el miedo desapareció, y con una leve sonrisa en los labios, tuvo que admitir, que en aquel evento casi apocalíptico, había cierta belleza difícil de apreciar.
— señora…
Comenzó a decir la pequeña, pero se detuvo porque no quería hacer esa pregunta. ¿Que va a pasar conmigo ahora? Se preguntaba una y otra, completamente ignorante que su "señora" se estaba haciendo esa misma pregunta en el mismo momento.
¿Qué será de mí ahora? Se preguntaron ambas mujeres mientras la lluvia de fuego cesaba.
— lo siento…
Se disculpó la gran Emperatriz aunque Bea no sabía por qué.
— no puede encontrar a tus padres, se borró de la cabeza cuando…
— ellos están muertos…
Interrumpió la pequeña, reuniendo el valor para decir eso en voz alta.
— o al menos eso es lo siempre me han dicho. Todos en la aldea dicen que mis padres murieron, o que ellos…
Con un dolor en la garganta, no fue capaz de decir que la habían abandonado. Esas eran las únicas dos opciones que tenía, y simplemente no le gustaba ninguna.
El brazo de su Emperatriz la abrazó con más fuerza, y de nuevo, esa sensación de calma y de que todo iba estar bien la invadió.
Por un par de minutos, simplemente contemplando la estela que la lluvia de fuego había dejado, su Emperatriz se había mantenido en silencio, pero cuando habló, unas palabras que llevaba mucho tiempo esperando escuchar fueron pronunciadas.
— ¿te gustaría quedarte conmigo?
Con una expresión extraña, Bea miró a la inusual mujer que había aparecido en el ritual. Había obligado a una multitud a arrodillarse con solo dos palabras, había derrotado a una horrible bestia solo con la punta de sus dedos, había creado una lluvia de fuego, o "fuegos artificiales" para destruir un lugar que no le gustaba.
¿De verdad esa mujer le estaba preguntando si quería quedarse con ella?
— si…
Respondió con una vocecilla que apenas podía ser escuchada.
— Está bien.
Replicó su Emperatriz pegándola un poco más a su cuerpo, y haciendo más cálido su abrazo.
Sentada en el Trono absoluto. Sazshen miró de reojo a la pequeña niña que había prometido cuidar. Se había vuelto a quedar dormida. Quitando un mechón de cabello que cubría sus ojos, suspiro y se puso a pensar en que se había metido.
¿Cuidar a una niña? ¿Ella de verdad serviría para ese trabajo?
Con un largo suspiro, miro al frente, y levantando la mano, hizo un leve gesto con un dedo, y un millar de soldados de piedra, tan poderosos cada uno como un jugador de nivel 100, aparecieron. Sin bajar la mano, está vez usando dos dedos, un centenar de caballeros de élite, tan poderosos como sub jefes de una mazmorra del nivel máximo, llegaron para reforzar la formación.
¿Había algún límite de cuántos podía crear? ¿Alguna especie de costo? ¿Algo que ofrecer?
Para nada, podía seguir así de manera infinita.
Si así lo deseaba, ¿algo podría oponerse de que tomará el mundo entero?
No. Nada en el mundo podía oponerse a Sazshen, así había sido creada, no para ser un personaje jugable, si no únicamente como una fantasía de poder. Y si había perdido, era únicamente por el "espectáculo" en esa batalla, ella solo usó una colección de habilidades robadas de los jefes finales más representativos de Fantasy Wonderland.
Por eso los jugadores sabían cómo contrarrestar todo lo que hacía, porque todas eran habilidades que ya habían visto, toda aquella pelea no era más que un espectáculo que tenía como propósito recordar las mejores épocas del juego. Sin embargo, en esa pelea, no había usado apenas las habilidades propias de Sazshen.
— Si así lo deseó, nada puede oponerse a mí…
Dijo a la inmensidad de la noche, contemplado el gran ejército que esperaba sus órdenes.
Sin embargo, mirando de reojo el escombro humeante que había destruido solo por "diversión" pensó en una frase que en toda su vida no había encontrado tanto sentido como ahora.
— El poder corrompe…
Declaró mientras observaba su propia mano, que con una leve sacudida, hizo desaparecer al ejército de piedra.
Volviendo su atención a la pequeña niña que dormía abrazada a ella, acarició levemente su cabeza y se dijo.
Primero, debo buscarle un hogar bonito y cálido a la pequeña Bea, ya después… ya veré qué hacer.
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Comments
lechuza 🦉
si y siempre lo hará
2023-02-13
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lechuza 🦉
realmente será un pensamiento del avatar de la chica ya que al no tener más un mundo que vigilar se sentirá libre
2023-02-13
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