Para la princesa Charlotte, una persona que a su más tierna edad ya estaba por alcanzar los límites conocidos de la magia, lo que veía a su alrededor estaba más allá de sus fantasías.
Cuando llegaron a la colina, había pasado un par de minutos examinando la tienda, y sabía que debía tener más o menos 3 metros y medio de alto, con unos 6 metros de largo y 4 de ancho. Era de un tamaño bastante respetable, pero lo que le había llamado realmente la atención fueron sus vivos colores y el extraño material imperdible del que parecía estar hecho.
Sin embargo, ahora que había entrado lo que veía escapaba a la razón. El techo ahora debía medir al menos 5 metros, y el espacio dentro de la tienda debía ser alrededor de unos 100 metros cuadrados.
Había una elegante tina de madera en una esquina, una gran mesa con manjares a medio comer, dos camas bastante grandes pero de aspecto cómodo, quizás no tenía el lujo al que ella estaba acostumbrada pero había algo que debía tomar en cuenta, este solo era un "refugio temporal".
Ya he visto lugares así.
Pensó mientras volvía a admirar las proporciones de la tienda que era mucho más grande por dentro que por fuera. En el mundo habían algunos lugares con dichas características, la inmensa mayoría ruinas y templos abandonados, que parecían pequeños y destartalados por fuera, pero por dentro tenían el tamaño de ciudades. Hasta el día de hoy, los eruditos discutían qué tipo de magia producía tal encantamiento, y habían intentado replicarla sin el menor éxito.
Una de las magias perdidas de la historia, y ella la usa en su tienda de campaña.
Pensó mientras miraba a la extraña mujer de una manera diferente y una extraña idea daba vueltas en su cabeza.
Caminando en medio de la habitación, la mujer señaló con la vista un par de inmensas sillas, a lo que su siempre leal sirvienta no tardó en jalar una y traerla para su señora.
De un salto, Charlotte se trepó en la silla aún sin decir una sola palabra, y ya sin sorprenderse, vio qué la extraña mujer agitaba levemente la mano, y un gigantesco trono de oro macizo apareció.
Sentándose en su trono, la mujer levantó a la pequeña niña, que ni siquiera ofreció resistencia, quizás por estar acostumbrada a ese tipo de trató, y la sentó en una de sus piernas.
Centrando su atención a la princesa y a la criada, declaró.
— tengo un par preguntas para ustedes dos.
De pie frente a su princesa, la nerviosa sirvienta miró de reojo a su señora y vio que aún tenía esa extraña expresión que hacía cuando estaba pensando, sabiendo que cuando finalmente abriera la boca algo muy malo iba pasar, dio un largo suspiro y decidió hablar por las dos.
— le responderemos lo que podamos.
Respondió intentando calmar sus nervios mientras seguía pensando en lo mucho que le gustaría volver a casa.
— ¿Cómo se llama este país, y este bosque?
Preguntó la alta mujer mientras con una mano había empezado a acariciar la cabeza de la niña.
— Este es el reino Califery, una nación al sur del continente occidental. Y este es el bosque de Radas, un bosquecillo que colinda con nuestro país vecino de Kurokor.
Asintiendo la alta mujer se puso a pensar mientras la sirvienta hacía lo propio.
¿Ni siquiera sabe el nombre del reino?
Eso quiere decir que no es de aquí.
— ¿Hay alguna ciudad cercana?
Volvió a preguntar la mujer.
— si, la ciudad más cercana es Golimery, está a solo unas horas en carruaje en dirección al noroeste, de ahí si viajas más al norte encontrarás muchas pequeñas aldeas agrícolas y ganaderas, pero tardarás al menos dos días en llegar a otra ciudad del tamaño de Golimery.
Volviendo a asentir, la mujer hizo una pregunta bastante extraña.
— ¿Qué tan fuertes son las personas de este mundo? ¿Cuál es el nivel promedio?
— ¿Disculpe? ¿Nivel?
Reformulando su pregunta la mujer volvió a insistir.
— si lo comparas con la princesa, las personas suelen ser más o menos fuertes.
Con un suspiro de no terminar de entender la pregunta, la sirvienta hizo lo que pudo.
— bueno, es difícil de decir, no diría que la princesa es la persona más fuerte del mundo, ni siquiera es la mejor maga del reino pese a que ya está entre los mejores aún con su corta edad, pero hay una diferencia del día y la noche entre ella y un mago promedio, ya no decir del resto de los ciudadanos.
Volviendo a asentir, la mujer levantó la mano y una extraña bruma apareció, al sacar la mano de la bruma, un puñado de medallones de oro habían aparecido.
— ¿Esto tiene algún valor? ¿O es solo basura?
Temblando, la pobre sirvienta tomó entre sus manos uno de los medallones que la mujer le ofrecía. Eran pesados y casi del tamaño de su puño, quizás para anormalmente alta mujer fueran monedas, pero para alguien de tamaño normal eran medallones.
— ee…. Esto… esto es de oro…
Dijo tartamudeando.
— si. ¿Vale algo o dirías que es basura?
Mirando el pesado medallón que tenía que sujetar con las dos manos, no se atrevió a fijar un precio.
— yo...yo… no sabría decir… ¿princesa usted qué opina?
La princesa que hasta ahora había permanecido en perfecto silencio, miró de reojo el medallón que tenía la sirvienta en sus manos y sin mucho interés declaró.
— solo por el peso del oro, te estarían estafando si te dieran menos de 20 coronas.
— ¿Eso es mucho?
Preguntó la alta mujer levemente interesada.
— yo…
Comenzó a decir la sirvienta que todavía no podía creer lo que tenía en sus manos.
— yo solo ganó una corona al año…
Declaró mientras las palabras apenas y podían salir de su boca, y aterrada por tener algo tan costoso en sus manos, se acercó a la mujer para devolver el medallón con los brazos extendidos, pero lo único que consiguió, fue que está le depositara en ellos el resto de medallones que tenía agarrados.
— se… se… señora usted… eh…
— quédate los si quieres.
Dijo la emperatriz sin siquiera mirarla a la cara.
Temblando, en parte por el peso del oro y en parte por la incredulidad, rápidamente contó los medallones que tenía en sus brazos, habían 14 de ellos. 14 que hacían un total de 280 coronas, que en otras palabras eran 280 años de trabajo.
— s...s...se…se…se…
Empezó a decir pero las palabras ya no le salían de la boca. Y sus rodillas finalmente fallaron haciéndola caer al suelo, pero sin dejar caer uno solo de los medallones.
Tanto la emperatriz como la princesa estaban sentadas con una expresión estoica completamente perdidas en sus propios pensamientos, y la única que prestó atención y parecía bastante preocupada por la sirvienta que parecía haber sufrido una especie de colapso fue Bea, que atrapada debajo de la mano que le acariciaba la cabeza tampoco podía hacer nada por ayudar.
— Podrían por favor traer a uno de los guardias, tengo un par de preguntas que solo ellos podrían responder.
La sirvienta seguía en el suelo abrazando su oro mientras parecía haber sufrido una especie de colapso, y la princesa seguía sentada sin apenas reaccionar a nada de la conversación. Como ninguna de ellas parecía tener intenciones de obedecer, la pequeña Bea levantó la voz.
— ¿Ehh? ¿Puedo hacerlo yo?
Dijo la pequeña niña mirando a su Emperatriz a la cara.
Asintiendo, dejó libre a la niña, que de un salto, bajó de su pierna y fue corriendo en dirección a la puerta, y en un par de minutos volvió con el capitán y un par de más soldados que ayudaron a la sirvienta a ponerse de pie y salir de la habitación.
Sabiendo lo que pasaría a continuación, Bea simplemente levantó los brazos y un par de manos la atraparon y la devolvieron al que por alguna razón se había vuelto su lugar.
Aclarando su garganta, y sin tiempo para maravillarse por el extraño edificio que era más grande por dentro que por fuera, el capitán hizo un saludo militar y preguntó.
— ¿Deseaba hablar conmigo?
Asintiendo, la alta mujer se inclinó para quedar cerca de la pequeña niña que tenía en su regazo y le susurró unas palabras al oído.
— ehh, mi señora quiere saber cuál es la mayor amenaza que podrían enfrentar tu y tus hombres.
— ¿Amenaza?
Repitió el capitán algo confundido.
Volviendo a susurrar algo en el oído de la niña, está corrigió.
— Mi señora quiere saber qué pasaría si apareciera un dragón No-muerto en tu ciudad.
— rezar por nuestras vidas, y pedir que la guardia real venga pronto.
Respondió el viejo capitán sin la menor gracia en su voz.
Por casi una hora, usando a Bea como intermediaria, Sazshen hizo muchas preguntas acerca de los monstruos y amenazas que existían en el mundo, y cuál era el nivel máximo de amenaza que los soldados de a pie eran capaces de enfrentar.
Cuando ya sentia haber aprendido todo lo que un capitán de una ciudad fronteriza podía saber, asintiendo, Sazshen estaba satisfecha. Había aprendido mucho de lo que quería saber. Su moneda tenía valor, tenía una idea bastante buena para encontrar una ciudad, tenía una idea vaga del nivel de fuerza de los habitantes del mundo, y para terminar, había descubierto un método para poder hablar con los adultos. Solo tenía que usar a la pequeña Bea como intermediaria.
Estando bastante satisfecha, apenas pegó un sobresalto cuando la princesa que había permanecido callada de la nada pegó un gritó y se levantó de la silla.
— ¡Ya lo he decidido!
Gritó con los puños apretados y señalando a la alta mujer.
— por favor adoptame.
Declaró de la nada causando conmoción en Bea y en el capitán, pero sin ocasionar una reacción en la siempre aburrida expresión de Sazshen.
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Comments
lechuza 🦉
hija nueva a la orden
2023-03-13
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lechuza 🦉
la sirvienta por dentro : soy rica ✧◝(⁰▿⁰)◜✧(☆▽☆) siiiiii
2023-03-13
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lechuza 🦉
jajaja y no es por lujo
2023-03-13
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