Cincuenta figuras encapuchadas se encontraban de pie entonando al unísono un cántico gutural que hacía eco en las paredes de piedra.
La habitación en la que se encontraba era extensa, fácilmente podría contener un millar de personas de pie, pero en este momento, se encuentra casi vacía y en una oscuridad casi total que solo era perturbada por dos inmensos braceros que ardían a cada lado de la habitación.
En el centro de la misma, en un intrincado dibujo que había sido tallado en el suelo de piedra, otras dos figuras encapuchadas empezaron a verter un líquido rojizo que poco a poco empezó a soltar un tenue brillo mientras el dibujo era rellenado.
Docenas de inmensos barriles fueron necesarios para terminar el trabajo, y cuando la última gota cayó, el extraño líquido empezó a cristalizarse, indicando que el pago había sido aceptado.
Desde un pequeño palco, una solitaria figura con el rostro enmascarado, observaba que todo marchara según lo planeado y cuando desde su elevada posición, noto como el suelo empezó a brillar y palpitar, apenas y fue capaz de contener una risotada.
El sonido de los cánticos hacían un eco bastante extraño que parecía que te penetraba hasta los huesos, y aterrada, una pequeña niña sucia y vestida con harapos apenas podía contener su miedo. Sin embargo, un hombre bastante grande la tenía bien sujeta del brazo, y no podía escapar por mucho que lo intentará.
Había llegado "tarde" eso fue lo que les escuchó decir, había llegado tarde y no fue parte de la ofrenda, pero el grupo estaba convencido que después de su largo sueño, "su señor" como así lo llamaban, estaría hambriento.
El ambiente se sentía más y más pesado, y el aire apenas respirable, algo estaba apunto de ocurrir, algo, estaba apunto de llegar, sin embargo, desde su elevada posición, la figura enmascarada noto algo extraño, algo fuera de lugar.
— ¡Detengan todo!
Gritó la figura enmascarada desde lo alto, pero ya era tarde, la luz rojiza que iluminaba la habitación, había tomado un tono dorado con destellos de plata, y en una inmenso haz de luz que obligó a todos los presentes a cubrir sus ojos, una alta silueta apareció en medio de la habitación.
Justo en el lugar donde debería estar su señor, una extraña "mujer" había aparecido. Le decía mujer porque era imposible determinar su raza pero sus rasgos eran femeninos.
Era alta, imposiblemente alta, más de 3 metros contando los cuernos que salían de su cabeza. Un largo cabello como hebras de oro caían hasta su cintura, y en algunas partes de su piel escamas esmeralda brillaban con la luz que desprendían los braceros.
— ¿una dragonante?
Se preguntó la figura enmascarada al contemplar a la intrusa.
— no, ni los dragonantes son tan altos, y esos cuernos parecen de demonio. Pero…
Casi como si lo hubieran escuchado, la alta figura abrió los ojos, revelando unos ojos escarlata que parecían iluminar toda la habitación.
Con una expresión estoica, la alta figura empezó a contemplar su propio cuerpo, admiró largo rato sus manos y sus largas uñas, comprobó de una manera un poco desvergonzada su amplio escote, y admiro sin mucho interés todo lo que había a su alrededor. Durante todo este tiempo, nadie se atrevió a hacer un solo movimiento, estaban tan conmocionados por la criatura que había aparecido.
Llevando su mano hacia un bolsillo dentro de su túnica, la figura enmascarada dudó un momento, pero terminó apartando la mano. No podía gastar eso aquí. No era el momento.
Al balcón donde se hallaba, uno de sus subordinados llegó corriendo bastante aterrando.
— mi señor, ¿Qué es esa cosa?
Negando con la cabeza, el enmascarado solo pudo decir.
— no tengo idea.
Admirando a la "intrusa" la figura enmascarada comenzó a aclarar su garganta para "entablar una conversación" sin embargo, apenas se disponía a dar un paso, la alta figura movió levemente la boca, y con una voz que retumbó en toda la cámara dijo.
— De rodillas.
Ante esta única frase, dicha sin apenas ser más fuerte que un susurro. La multitud entera cayó al suelo arrodillándose, y casi pegando el rostro contra el piso de roca.
La alta figura miró con gesto altivo como toda la multitud la había obedecido, y pese a que su expresión apenas denotaba interés, desde su perspectiva, las cosas eran muy diferentes.
¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Dónde estoy? ¿Qué está ocurriendo?
Eran las preguntas que rondaban su cabeza.
Al abrir los ojos, ya no estaba en la pequeña oficina de su casa, si no en una extraña cueva rodeada de figuras encapuchadas.
¿Quién es esta gente? ¿He sido secuestrada por una especie de culto?
Por dentro solo podía sentir el más absoluto pánico, sin embargo, su cuerpo apenas reaccionaba a lo que su mente sentía.
En ese momento se dio cuenta de algo extraño, la cueva apenas estaba iluminada, y sin embargo, podía ver tan claramente como si fuera de día.
Levantando una mano, se dio cuenta que no llevaba sus lentes, y fue ahí que vio que las manos que aparecieron en su campo visual no eran las suyas. Ella tenía manos pequeñas y con dedos regordetas, y las uñas muy cortas debido a que le molestaba tenerlas largas cuando tenía que teclear, sin embargo, sus manos ahora eran diferentes. Sus dedos eran largos y blancos como el marfil, y haciendo contraste, sus uñas eran largas y estaban pintadas de negro.
Por más de un minuto, examinó sus propias manos sin saber qué pensar al respecto. Lo que veía no tenía sentido, y queriendo comprobar si el resto de su cuerpo estaba en su sitio, inclinó la cabeza, pero algo bloqueó completamente la visión de su vientre y sus pies.
Dos montañas gemelas acaparaban todo su campo visual, impidiendo la vista de cualquier cosa más abajo, aún más incrédula que al contemplar sus manos, con miedo tocó los perfectos melones albinos que salían de su pecho, y estrujando los, comprobó que efectivamente eran suyos.
Ehh… gracias… supongo…
Fue lo único que fue capaz de pensar en esa situación.
Tocando levemente su rostro, notó que su cabello era largo, y dorado, al tocar su piel sintió unas escamas en su cuello y en la parte baja de su mentón, y subiendo un poco más, dos grandes cuernos en U, crecían a cada lado de su cabeza.
Esto no puede ser…
Dijo para sí mientras empezaba a reunir las piezas.
Largas uñas negras, cabello dorado como el oro, escamas esmeralda, cuernos que se elevaban en lo alto, y unos enormes pechos copa XXX, no había duda. Se había convertido el avatar que usaba en su juego.
Solo… solo hay una forma de comprobarlo…
Se dijo para sí bastante asustada, y concentrándose, una especie de pantalla con los iconos de sus habilidades aparecieron en su mente, sin embargo, cada habilidad era más destructiva y peligrosa que la anterior, sin embargo, en una esquina estaba la que siempre fue su habilidad favorita, y cuando mentalmente apretando el botón, de sus labios salió una frase.
— De rodillas.
Dos palabras suyas bastaron para que la multitud que la rodeaba y que no sabía cómo reaccionar en su presencia, cayeran al suelo arrodillados. Su habilidad "Orden Imperial" requería una cantidad exorbitante de "Temple" para ser resistida, e incluso los jugadores de más alto nivel tenían problemas para hacerlo si no estaban equipados con las mejores armaduras para su clase.
Mirando a la multitud y que nadie había sido capaz de siquiera oponerse a su orden. Con gesto aburrido, de manera instintiva, dijo la típica muletilla característica del personaje de Sazshen.
— que diminutos son…
Espera…
Se dijo abriendo mucho los ojos y volviendo a recordar su situación.
Esto no tiene ningún sentido, estaba en una especie de cueva rodeada por un culto extraño, y había tomado la forma del avatar de su juego…
Todo era tan absurdo y tenía tan poco sentido que solo podía creer que estaba soñando o se había vuelto loca.
Debo preguntar qué está pasando aquí y dónde estoy…
Mirando a la multitud arrodillada, se dio cuenta que esas figuras encapuchadas le provocaban bastante miedo.
Siempre había tenido pánico escénico, nunca le había resultado fácil hablar en público, no había sido mucho problema cuando solo era una diseñadora gráfica encargada de hacer escenario y crear armaduras. Sin embargo, desde que la pusieron a cargo del desarrollo, y tenía que hablar ante el resto de su equipo, y a la fría mesa de directiva de la compañía, había adoptado un método para poder hablar.
"Imagina que eres Sazshen"
Se repetía a sí misma antes de cada reunión o cada plática motivadora. Imitando el tono seguro y autoritario de la más grande Emperatriz que había visto Fantasy Wonderland, se le había hecho más fácil hablar en público. Sin embargo, ahora que se había convertido de verdad en Sazshen, se había dado cuenta que su voz le aterraba incluso a sí misma.
Alguien normal por favor…
Se dijo mientras miraba alrededor buscando con quién hablar. Y fue en ese momento que entre un pequeño grupo en una esquina, había una niña bastante pequeña. Suspirando aliviada, pensando que su pánico escénico no le afectaba cuando hablaba con niños, se dijo que había encontrado a la persona idónea.
— tu, pequeña, ven aquí.
Dijo intentando sonar lo más amable que podía, pero la voz imponente de Sazshen hacía que todas sus palabras sonarán como las órdenes absolutas de una monarca.
Con paso lento, ya libre del control de la "Orden Imperial" la pequeña niña camino bastante confundida en dirección a la alta mujer. Debía estar asustada, todos sus sentidos le decían que debía estarlo, sin embargo, al mirar a la persona que le devolvía la miraba con expresión interesada, una sensación de calma la invadía. Era hermosa, era por mucho la mujer más hermosa que había visto en toda su vida. Rememorando los relatos que había escuchado en su más tierna infancia, la niña había escuchado hablar de princesas de reinos de fantasía, y reinas que gobernaron bastos territorios que eran más grandes de lo que alcanza la vista, sin embargo, esas figuras fantásticas producto de su imaginación, nada tenían que hacer con la "persona" que había aparecido enfrenté de ella.
Quedando frente a la inmensa mujer, a la que apenas superaba la altura de sus rodillas, y sin esperarlo, esta se sentó en cuclillas para acotar la distancia entre ambas.
— ¿Cómo te llamas?
Le preguntaron con una voz que expresaba interés, y quizás hasta un poco de ternura.
— Bea…
Respondió tartamudeando, pensando en cuándo fue la última vez que alguien le preguntó su nombre.
— Bea…
Replicó la alta emperatriz, contemplando a la pequeña niña con un verdadero interés.
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Comments
Rico caldo
supones bien
2023-02-14
0
Rico caldo
pues si es alta
2023-02-14
0
lechuza 🦉
gracias por el cap
2023-02-13
0