Estoy enamorado

Me despierto y noto que estoy en la habitación de Marc, él está a mi lado durmiendo profundamente. Siento mis mejillas calentarse mientras recuerdo lo de hace un momento. Me meto bajo las sábanas y siento mi pecho latir con fuerza.

—«¿Te avergüenzas ahora?» —Por alguna razón Cero lucía más joven y sus ojos brillaban en ese tono carmesí.

—¿Qué te pasó?

—«No sé, evolucione, supongo».

Me quería reír, pero me contuve para no despertar a Marc.

—«Pídele una casa a tu padre, tenemos que secuestrar a Marc».

Asiento tranquilamente. Sí le digo que maté a alguien y que pienso seguir haciéndolo, huirá de mí. Mejor amarrarlo ahora.

Me entierro en el pecho de Marc, deseaba que ese momento no se acabará nunca, y que durará para siempre. Sin embargo, ese momento acabó tan pronto como se despertó. Él era alguien que pensaba en la sociedad, las leyes y esas mierdas. Su semblante luce sombrío y arrepentido, me pide disculpas varias veces, a pesar de ser él quien no puede bajarse de la cama, debido al dolor.

—Deja de pedirme perdón, no me has hecho nada. Y ya te dije que cuando estés conmigo, olvídate de las leyes. —Me levanto de la cama, obviamente molesto. Ya le había explicado sobre mis sentimientos, pero él nunca me acepta. Debo apurarme con eso de la casa, aunque tengo algo en mente, debo saber si mi padre está de acuerdo.

Me baño y me visto con mejor ropa. Miro el delantal colgado en la cocina ¿Debería intentar hacer algo? Marc no puede levantarse. Sonreí sabiendo que yo he sido quién lo ha dejado de ese modo. Hecho un desastre.

En búsqueda marqué tutorial de cocina, ni sabía qué hacer. Lo primero que me apareció le di Play. Primero tenía que preparar los vegetales, limpiarlos y cortarlos en trozos. De la nevera tomo ajíes, zanahorias, verduras y papas.

Los lavo y procedo a cortarlos en cubitos, me corté más de una vez con el cuchillo, ya iba por la quinta curita. Nunca pensé que cocinar sería tan difícil.

Sopa de fideos, tal vez debí de hacer algo mejor y no elegir lo que me pareció más fácil. Sin embargo, estoy a mitad de camino, así que, no hay vuelta atrás.

Echo los vídeos en el agua hirviendo con los vegetales, que antes le había echado. Pruebo y resulta que sabe mejor de lo que esperaba.

—«Ay, el amor». —Cien desde hace un momento no paraba de soltar suspiros cada vez que me miraba.

—Ya deja de hacer eso tonta. Le vas a dañar el sabor a la sopa.

—«Le vas a dañar el sabor a la sopa». Me imita Cero con su típico sarcasmo. O lo que sea.

—¿No pueden irse y desaparecer como lo hacen? Molestan.

Vuelvo a remover la sopa como me lo indica el vídeo. Ahí es donde llega el vídeo y comienzo a sufrir una crisis de nervios, porque no sabía que hacer.

No podía respirar bien y mi pecho latía rápido.

—«Deja la escena, solamente apágalo. Está cocinado». Este tipo ya me tiene harto. Me muevo incómodo y apago la estufa. —«No me mires así, bien sabes que son escenas». No lo son, yo realmente me siento mal, siento que voy a morirme, no lo hago buscando la atención de nadie, realmente Cero no me entiende. —«Si te entiendo. Pero tus escenas son poco creíbles, en vez de sentir pena o lástima das risa». No te escucho, no te escucho y no te escucho.

—¿Alex?

Doy un pequeño brinco del susto. Marc me mira con preocupación. Niego con la cabeza, aunque todavía siento la opresión en mi pecho.

Trae puesto una camisa azul marino y unos shorts negros. Me quedo viendo sus piernas, todas lampiñas ¿Se afeita o nació así?

—¿Estás bien? —Me toca el rostro con sus manos tan suaves como una nube. Dejo de mirar abajo y lo veo a los ojos, inconscientemente dejó de respirar con dificultad y mi respiración vuelve a automático.

—Sí, mejor gracias a ti. —No le doy tiempo a reaccionar y le robo un beso. Cuando me alejo luce sorprendido y pronto sus mejillas se enrojecen.

—Deja de hacer eso, muchacho.

—Deja de tratarme como un niño.

—Pues eso eres. —Mira detrás de mí y se acerca a la olla. —¿Cocinaste? Huele bien.

Me siento feliz por ser halagado y sonrió como bobo.

—Fue muy difícil. —Intento verme tierno —seguro luzco como un idiota— le muestro mis manos y mis dedos con varias curitas mal puestas.

—No debiste de cocinar, mira como te has dejado los dedos. Este es muy profundo. —Mira la cortada del dedo del medio.

—Sí, llega muy profundo.

Él siguió revisando los demás dedos y cuando se dio cuenta dijo.

—Pervertido.

Fue en un susurro, pero lo escuché claramente. Sonreí contento mientras seguía observando las facciones de su rostro, es tan perfecto que hasta parece irreal.

—Deja de mirarme de esa manera, me pones nervioso.

—Te quiero coger.

Me pega con el dedo en la frente y yo arrugo esa zona.

—Eres un niño malo. Después de curarte esto, te voy a sacar de aquí. Ah, desayuna primero.

Claro, como si fuera fácil librarse de mí. Cuando quiero algo, lo debo tener sí o sí. Lo sigo mirando y él también me miraba haciendo que nuestras miradas se encontrarán, pero él desviaba la vista, obviamente avergonzado. Esto me está divirtiendo bastante.

—Listo.

—Prométeme algo —Marc me mira sin entender de qué se trata. —Acompáñame a mi casa.

—Está bien. ¿Le dijiste a tu madre o no está?

—No, no es a su casa. Le voy a pedir a mi padre que me regale su casa de campo, quiero que sepas dónde vivo.

—No es tuyo aún y me invitas. —Sonríe de una manera que me pareció coqueta. Este hombre me tiene loco.

—Estoy 99% seguro de que va a ser mío.

—Si tú dices.

Él saca dos platos y echa la sopa en cada uno. Tomo una cuchara, recibo el plato y me siento en la mesa.

Sopla y toma la primera cucharada, miro cada uno de sus movimientos.

—¿Te sigue doliendo la espalda?

Se atraganta y me levanto para darle palmadas en la espalda.

—Dios, me quieres matar. Estoy seguro. —Dice tomando aire.