Hospital

Siento este horrible pesar, esa carga tan pesada sobre mi pecho, así también el zumbido que retiembla en mis oídos. Todos son molestos. Mientras despierto tengo algo así como una visión; estoy en una gran cima, tengo alas y dentro de mi pecho hay una luz que brilla de una manera tan atractiva.

—¡Hijo! ¡Oh por Dios! —Lo primero que veo al abrir mis ojos, es a mi madre llorando y sonriendo porque no me he muerto. O tal vez porque vivo aún.

—Tienes un terrible desorden alimenticio. —El doctor dice mientras escribe en una hoja, tal vez medicamentos que me iban a recetar. Los odio, odio beber tantas pastillas simplemente para mantenerme vivo, odio depender de esas porquerías.

—Señora. —Se dirige a mi madre. —Su hijo necesita un psicólogo urgentemente, las terapias le ayudarán bastante y si su caso es más grave lo mejor serán los antidepresivos.

—Tan mal está mi hijo… —Llora desconsolada. Pésima atención. —N-Nunca pude ver el comienzo de este problema, soy una mala madre…

—Le haremos más exámenes, luego podrá llevárselo a casa. —Mi madre asiente al doctor. El sonríe y se despide de nosotros con un balanceo de su mano.

—Perdón hijo, perdóname por no darme cuenta.

—No importa, jamás te darías cuenta. Seguro si fuese Alexander lo habrías notado. Pero no he hecho esto por tu atención, solamente estoy harto de tener una vida de mierda.

—¡Alex! —¿Por qué le molesta? Solamente estoy siendo honesto—.

—Hasta mi nombre… Hubieras sido más creativa. —No hay que fingir, soy el hijo no deseado.

—¡Alex! —Se levanta de su asiento. —Iré a llamar a tu padre. Cuando dejes de hacer berrinches vendré a verte. —Sale y cierra la puerta detrás de ella. Lo mismo de siempre.

«Te acaba de evadir, ósea te dejaron en visto».

—Cristal es una mentirosa. —Unas lágrimas resbalan por mi mejilla. Me hizo tener esperanzasése qué no debí haberlo tenido. Conozco a mi madre desde que tengo memoria y sé que jamás se procurará por mí seriamente.

«Lo dices por lo de la mañana: Nuestros padres estarán triste si se enteran». Me río un poco por la forma en que ese sujeto imita la voz de mi hermana. «Si quieres puedo hacer desaparecer a todos los que te molestan, así puedes sonreír como lo has hecho ahora».

—Cállate estúpido. Suenas como un asesino.

«Solo trato de protegerte».

—No pedí tu protección. Y ahora sal de mi vista, quiero pensar con calma.

«Si lo dices. Hablamos luego».

Me acuesto en la cama y descanso un poco mis ojos.

Tuve un sueño, uno extraño y estúpido desde mi punto de vista. Dos lunas azules iluminado toda la tierra, estaba en una especie de campamento, sentado en unos troncos cortados, seres desconocidos a mi alrededor tocaban guitarras y uno cantaba. Sentí gran necesidad de correr, sin embargo, mis piernas estaban enterradas en el suelo, solamente pude escuchar el horrible canto del ser desconocido, y ni hablar del sonido de las guitarras, esos fueron escalofriantes cada vez que uno tocaba una cuerda del instrumento.

—Alex despierta. —Es Cristal. Consigo llevaba una bolsa blanca, por lo que observo parece ser aquello comida que trae para mí. No tengo ganas de comer.

«Parece que no te dejará en paz». —El sujeto aparece nuevamente y se sienta en la camilla dónde me encuentro.

—Te traje esto. El doctor dijo que necesitas comer algo antes de tomar las pastillas recetadas. —Saca de la bolsa un plato reciclable acompañado con una botella de jugo.

—Gracias Cristal. —Mi voz suena baja y con cansancio extremo, parecida más a la de esas personas que están en el lecho de su muerte y dicen sus últimas palabras. –Sin embargo, no hace falta todo esto, no tengo hambre.

—No comas por tener hambre, hazlo para estar saludable. —Su mirada es suplicante. Por un momento pensé que me gritaría e iba a forzarme a comer; sin embargo, ella parece rogarme hacerlo. Me siento culpable por alguna razón.

—«¿Sientes culpa?». —El sujeto acaricia su mentón y después suelta una risita sarcástica. —«No pensé que tuvieras el corazón tan blando». —Se levanta de la camilla, camina hacia la puerta y se apoya en esta. –«Los hospitales son demasiados aburridos» —Suspira y luego desaparece frente a mis ojos.

—¿Alex?

—¿Eh? —Me centré tanto en el sujeto que olvidé si mi hermana estaba en la habitación. —¿Qué miras en la puerta? —Mira curiosa el lugar donde fijé mi vista antes. —¿Viste algo o alguien? Escuché que es frecuente ver fantasmas en estos tipos de lugares, ya sabes, como hospitales, escuelas o lugares abandonados… —Olvidé que mi hermana cree en estos tipos de cosas, como fantasmas, demonios y tercer ojo oculto.

—No nada. Solamente me distraje un momento. —Tomo la comida, destapo el plato y tomo un bocado. «¿Ese sujeto es un fantasma?». Sacudo la cabeza por mi estúpido pensamiento. «No. Los fantasmas no existen, mejor dicho no creo en fantasmas, esas cosas existen para tipos de personas como mi hermana».

—Madre dijo que te convenciera para que hicieras eso, ya sabes. —Dejo de masticar cuando escucho aquello. —Sé que no quieres hacerlo, pero para mantenerte en buenos términos con ella, inténtalo ¿Sí?

—Olvídalo. No lo haré ni muerto. —Sonrío con la menos gracia del mundo y sigo masticado. De vez en cuando siento que masticar es una de las cosas que para hacerla necesitas mucha energía, porque cada vez que mastico un bocado siento que toda mi fuerza se drena.

—No te voy a presionar más. —Dicho esto hubo un silencio entre nosotros. No intento interrumpirlo solamente me dedico a comer toda la comida que hay en el plato. No recuerdo desde cuando comí tanto como hoy, creo que por esa razón siento ganas de vomitar luego de haber terminado de comer.

—Toma. —Me entrega una pastilla rosa y una amarilla. —Bebe este primero. —La trago con el mayor miedo. Cada vez que trago una pastilla siento como si alguien soltara una roca por el tubo de mi garganta, porque es un martirio para pasar y además me pone ansioso porque pienso que puede atorarse en esa parte y matarme de asfixia. Escuché que una de las peores formas de morir es por asfixia y dijeron que es muy, pero muy doloroso.

Después de pasar por ese horrible sentimiento, tuve que forzarme a repetirlo. Luego Cristal se despide, según lo que dijo tiene algunas cosas que hacer y también me dijo que mañana me dan de alta, además de que tengo que ir a una consulta y conocer a quién desde mañana será mi psicólogo, como dijo ella: mi guarda secretos y un buen consejero.

—«Será difícil para ti hablar». —Aparece tan cerca de mí que me hace sobresaltar del susto.

—¡No hagas eso estúpido! —Pongo una mano sobre mi pecho e intento controlar los latidos intensos.

—«Oh… por fin hablas, por un momento pensé que te habías vuelto mudo o que un gato te comió la lengua». —Se sienta sobre mis piernas y puedo confirmar que ese sujeto no es ningún fantasma. Pesa muchísimo.

—Dios, eres muy pesado. ¿Quién eres? —Cuando pregunto su rostro parece transformarse a una cara un poco sombría. —¿Qué eres? ¿Fantasma? ¿Demonio?

—«Preguntas demasiado. No recuerdo tener un nombre, tampoco soy fantasma o demonio. Pero por lo que puedes notar soy un hombre, aunque pensándolo bien puedo nombrarme a mi mismo…». —Acaricia su mentón de forma pensativa. «¿Cero? Sí, llámame así desde a partir de ahora».

—¿Cero? ¡Por Dios, que nombre! —Empiezo a reír a carcajadas. —Eres terrible poniendo nombre. Cero… No suena tan mal tampoco. —Hizo una extraña mueca que a mí parecer se vio como un intento de sonreír con más sentimiento.

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Comments

xiomara antinao

xiomara antinao

Me encantó este libro, me atrajo mucho ya que también sufro de depresión.
Pero la verdad es uno de los pocos libros de esta app que me gustó tanto.

2024-03-31

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