Voces

—«Si quieres puedo hacerlo por ti. Puedo matarla y también deshacerme del cuerpo». —Me sobresalté un poco, había olvidado si él estaba ahí, por lo silencioso que permaneció. No le respondo y sigo caminando. —«¿No quieres hacerlo?». —Vuelvo mi rostro a su dirección, veo la macabra expresión en su rostro y parece que matar a alguien le parece excitante, debido al rostro enfermo que expresa. «Mi madre sigue mis pasos, no quiero que ella escuche nada de lo que digo» sin embargo, la respuesta que recibo a lo que dije, no era por parte de Cero, sino de otra voz, una femenina y madura.

—«¿Te da miedo que sepan de tu locura?». —Me pregunta esa voz. —«No debería sentir eso, tú no estás mal, el mundo lo está». —Me asusto demasiado que mi corazón empieza a latir con intensidad, Cero parece notar esto y pregunta si estoy bien, más no le respondo porque mi madre pensará que estoy loco, y no estoy loco ¿Cierto? Agarro mi pecho con fuerza, masajeo la zona con prisa mientras intento no caer desmayado. Y es ahí es cuando llegó frente a la puerta, quién toca es mi madre y como antes el Dr. Santos abre. —Lo siento, de vez en cuando mi hijo se pone un poco malcriado, es mi culpa por no educarlo mejor. Sin embargo, el trabajo quita mucho de mi tiempo. —Sigo con la vista al suelo, es como si ver mis zapatos negros es lo más interesante del mundo. —Entonces lo dejo en sus manos. —Y cuando mi madre se iba a ir, el hombre la detuvo.

—Señora, espero que las agresiones físicas no vuelven a ser repetidas desde el día de hoy. —Eso fue algo que me hizo sentir feliz, jamás nadie me defendió, ni Cristal o mi padre. Sin embargo, ese hombre no solo me defendió sino que le puso un alto a mi madre, no estoy seguro si funcionará, pero sin importar, eso me alegró y quito mi vista del suelo para observar al hombre, que justo ahora parecía una divinidad a mi vista que un simple mortal.

—Solamente se me fue la mano, él tiene la culpa por hacerme enojar. —Ah, cierto. Me olvidaba que mis decisiones eran motivo de su enojo, el querer ir por un camino que no le convenía me volvía alguien rebelde y maleducado, si respondía en protesta, aquello sería una falta de respeto y todo lo que haga siempre es algo malo para ella, llegando al punto de decir que no hago nada y lo peor es que creo en sus palabras y me culpo por ser alguien inservible.

—Eso es abuso y usted qué es alguien con gran conocimiento debería saberlo bastante bien. Su hijo sufre depresión y sus «correcciones» como usted dice, agravian más su estado mental. Y por favor deje de pensar que con golpes se puede educar a alguien. —El hombre luce molesto por las palabras de mi madre. Creí que ella le haría un escándalo; sin embargo, simplemente se dio la vuelta y se fue sin despedirse, aunque eso no me sorprende en nada. —Ven chico, necesito curarte eso. Se ve terrible. —Apunta con su dedo anular la parte lastimada de mi rostro. En ese momento me avergoncé mucho por lo horrible que podía lucir mi rostro.

Lo sigo y entro después de él. Me hace sentar en la misma silla de antes y busca algo debajo de su escritorio, regresa con un botiquín de emergencia. Empieza a untar una pomada en mi rostro y cuando termina regresa la caja a su sitio. Se sienta en frente en la silla de su escritorio, toma algunas notas y luego pregunta.

—¿Cómo es la relación con tu madre? —Me molesta un poco por la palabra relación, si algo me une a ella es la sangre luego nada más.

—No hay tal cosa, solo estamos unidos sanguinamente. —Digo mirando fijo a la mesa, no me atrevo a verle la cara.

—¿Tuviste algún problema o malentendido para pensar eso de ella? —Cuál malentendido ni que nada, es simple no la soporto porque ella me odia y fin de la historia.

—Ella es la que me hace pensar eso, siempre engrandece a mi hermano mientras que a mí me humilla. —Empiezo a recordar momentos tristes, como cuando se olvidó de mi cumpleaños a pesar de estar tres días de distancia del de mi hermano, me hicieron sentir la necesidad de llorar, pero contuve con todas mis fuerzas esas lagunas saladas que pedían salir.

—Hace que sientes celos… —Niego rápidamente con la cabeza, miro ahora al doctor directamente.

—No envidio a mi hermano, tampoco quiero la atención de mi madre, es solo que… me cansé de vivir. —Luego de decir esto bajé la mirada apenada y comencé a juguetear nervioso con los dedos. A muchas personas les parece asquerosas las personas que decían querer morir, según sus argumentos la vida es tan maravillosa como para no vivirla, aunque por mucho que he buscado nunca le encontré lo maravilloso. Él no es como esas personas ¿cierto?

–¿Qué es lo que provoca ese cansancio, esas ganas de no querer vivir más? —Nunca me plantee algo como buscar que es lo que me producía esas ganar de querer morir, tampoco pregunté del porqué no quería vivir, de un momento a otro ya estaba sumido en la oscuridad insaciable y por mucho que cortase mi piel jamás fue suficiente. Me parece irónico decir que odio el dolor, cuando soy alguien que por cada derrumbe se corta la piel y busca satisfacción con intentar morirse.

—Eso… No lo sé. —Dije algo confundido.

—Bien, si no te molesta me gustaría que buscarás esa razón del porqué te cansa vivir. —No era una tarea, él me daba la posibilidad de elegir hacerlo, eso también me pareció algo bonito por su parte. Nunca encontré a alguien que fuese tan considerado conmigo. —Me dijiste que tienes un hermano ¿Es él único?

—También tengo una hermana mayor. —Dije en respuesta.

—Quiero que uses tres palabras para definir a cada uno. —El hombre se apoya sobre sus manos y esa pose de relajación luce guapa a mi vista.

—¿Tres palabras? Cristal es fuerte, amable y alegre. Y Alexander es inteligente, talentoso y educado.

—¿Y para ti? —Siento como me observa esperando mi respuesta, trago con algo de incomodidad.

—Yo… Triste… —Con solo decir mi primera característica sentí como si alguien me apuñalara justo en el corazón.

—«Hahahha. ¿Me dejas describirte? Solitario, estúpido y depresivo. Pero hay más como: suicida y psicópata, también está antipático, inhumano…».

—¡Cállate de una maldita vez! —«No es cierto, no puede ser». Quise correr cuando me di cuenta donde estaba, Cero a mi lado no paraba de reírse por mi error. Se supone que no debí caer en su juego, sin embargo no pude soportar su maldita voz. El Dr. me mira extrañado por mi repentina actitud, me vuelvo a sentar y bajo la mirada avergonzado. —Perdón por gritar, creo que no soy bueno para describirme. —Dije una extraña excusa y el hombre asintió.

—Entonces, por hoy es suficiente. —Eso me hizo pedazos el corazón. Se enojó ¿Cierto?

—No… prometo no gritar, por favor… —Estaba a punto de llorar, hasta podía escuchar mi voz comenzar a quebrarse.

—Tranquilo, no vemos mañana a la misma hora. Y no estoy molesto si es lo que piensas. —Gracias al cielo, suspiré con alivio.

—«Ese hombre tiene gran habilidad para conectar con las personas». —Cero observaba dando una mirada de pies a cabeza al hombre. —«Aunque creo que también es porque tu rostro es muy obvio cuando quieres llorar». —Me levanto del asiento.

—Entonces me iré, nos vemos. —Él asintió y salí cerrando la puerta detrás de mí. —Y tú, cállate de una maldita vez.

—«Que aburrido eres, Alex».

Cuando llego afuera veo a mi madre conversando con otras señoras. Ella voltea hacia mí luego de que una de las mujeres me señalara. Ella se acerca con tranquilidad, me observa y luego pregunta.

—¿Escapaste de nuevo? —Niego con la cabeza.

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2023-08-14

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