Cosas

—¿Los hombres? No pienso nada de ellos, nunca me sentí de esa manera hacia alguien de mi mismo sexo. Puedo decir que tampoco me importaría tanto, si en algún momento llegase a sentirlo. Te conté antes que con el tiempo me convertí en alguien de mente abierta. —Era la mejor respuesta, superó mis expectativas.

—Mi madre es alguien que no tolera esas cosas. Ya sabe, el querer alguien de tu mismo sexo. Debido a ello me prohibió hacer aquello que ella consideraba para una mujer, a pesar de que me gusta la cocina, ella no me permitió aprender porque eso era el trabajo de una mujer. Aunque si se lo permitió a Alexander. —Fruncí mis cejas. —Siempre admiré a los chefs, son personas que saben hacer arte con sus manos y el sabor de sus platillos es el cielo mismo. —El señor Marcos sonríe de una manera hermosa, yo también le sigo la corriente. —¿No me cree usted?

—Te creo y confirmo tus palabras. Ellos saben hacer arte con sus manos. —Sonríe nuevamente. —Es una pena que no aprendieras las artes culinarias, porque pienso que serías uno de los mejores en ese campo. —Bajo la mirada algo avergonzado. —¿Puedes hablarme de alguna de tus historias? —Inclina la cabeza de un lado, lo que hace que luzca más atractivo de lo que ya es.

—Mis historias son simples y algo aburridas. —Digo algo avergonzado.

—Puedo escucharlas y luego diré si realmente son aburridas. —Dijo. Aunque luego su rostro se iluminó como si tuviese una grandiosa idea. —Lo mejor, me das una copia de una de ellas y la leeré. ¿Qué te parece?

—Hmm está bien. —Charlamos más rato mientras comíamos lo que quedaba de la cena y después de finalizar lavamos juntos los platos. Él no quería que yo ayudara, pero lo convencí luego de insistir por mucho tiempo.

Me dio sábanas, ropa limpia y cepillo para lavarme mis dientes. Supuse que la ropa era suya, debido a que me quedaba algo grande. Tiré el bóxer en alguna parte de la habitación y me acosté con la camiseta que ahora luce en mí como un vestido. No sería malo probar algún día un vestido.

—«¿Te vas a dormir?» –Ignoro al estúpido que se queda como estatua justo al lado de la cama. —«¿Me ignoras?»

—Cierra la boca, me siento cansado. —Cuando no lo escucho protestar, cierro los ojos y empiezo a imaginar un mundo de lo más feliz antes de dormir.

Otro sueño de nuevo. Camino por la calle algo dañadas hasta llegar a la parada de autobuses, allí encuentro al doctor Marcos. Él me ignora y se va a hablar con dos mujeres que andan semidesnudas. Siento los celos hervir en mi sangre.

Me despierto sobresaltado luego de pegar un grito. Escucho los pasos del seños Marcos acercarse.

—¿Sucede algo? —Pregunta desde atrás de la puerta. Que buenos sentidos.

—Solamente una pesadilla. —Respondí.

—No dudes en llamarme si te sientes mal. —Lo escucho alejarse.

Miro la hora; 1:45 am, tenía más de veinte llamadas perdidas, la mayoría de Cristal y me sorprendió ver una de Alexander. Es raro que sepa mi número. Tiro el celular en la mesa de al lado, e intento dormir. Cosa que fue imposible.

En la mañana saludo con normalidad al señor Marcos.

—¿Dormiste bien? Me preocupé luego de escucharte gritar anoche.

—Dormí cuatro horas, es un récord. —Sonreí con sarcasmo. Creo que no es bueno que me junte tanto con Cero. —No se preocupe, es normal dormir poco, ya que tengo insomnio. —Digo rápidamente al notar mi forma de hablar.

—Y no te han recomendado nada para dormir. —Creo que el señor Marcos, se olvidó por unos segundos que era mi psicólogo. Lo noté por la expresión que hizo luego de decir eso.

—Demasiadas me han recomendado, sin embargo, tengo la mala suerte de ser casi inmunes a ellas, solamente funcionan por dos semanas como más y luego no me causan nada. —Tomé la taza de café ofrecida. Me siento en la mesa y le sonrió. —o tenga esa mirada, me pondrá triste también.

—Sufres bastante. —Se acerca y se sienta a mi lado. —Me duele ver como un niño sufre tanto. —Lo miré confuso y arrugué mis cejas. Sí, creo que está empatizando mucho conmigo. Le recuerdo a su hija, es eso.

—No soy un niño. —Me acerqué a él, sus labios estaban a centímetros. Sentí su aliento y pude oler su nerviosismo. —¿Sabe? Usted es realmente guapo. Alguien tan hermoso que deslumbra todo su alrededor. —Parpadeo varias veces sin creer mis palabras, intentó alejarse, pero, lo detuve con mis manos. Acune su rostro en mi mano. —Cuando se sonroja de esa manera dan ganas de devorarlo. Me acerco poco a poco hasta que mis labios probaron esa suavidad embriagadora. Y quise profundizar, me alegro bastante que se me permitiera ir más profundo.

—Espera. —Se alejo jadeando en busca de aire. —Esto está mal, eres un niño. No deberíamos hacer esto. —Dijo luego de recuperar un poco el aliento. —Podría ser tu padre. —Baja la mirada algo triste.

Sonrió al darme cuenta de que mi beso no le asqueo, más bien le gustó tanto que se siente culpable por ello.

—No eres mi padre y no soy un niño. Tampoco está mal. —Iba a volver a hablar, pero no sé lo permití. Volví a saborear sus labios mientras él solamente se derretía en mis brazos debido a mis movimientos tan placenteros. La lujuria empezó a controlarme, y no solo quería besar, también tocar, sí, tocar cada parte de ese cuerpo tan hermoso. Bajo desde su cuello pasando con suaves caricias por su cadera hasta llegar donde estaba su miembro esperando por mí ansiosamente. Cuando lo toque, volvió a separarse del beso.

—Espera… No podemos hacer eso. Eres mi paciente… ¡Mierda! Tus manos están hechizadas o que! —Se alejó con prisa y cuando quise acercarme se mantuvo lejos a toda costa. Sonríe por lo tierno que se veía intentando escapar de mí. Le tiré un beso en el aire y luego me metí al baño. Allí dentro me derrumbé todo sonrojado. Nunca pensé poder hacer eso.

—No digan nada. —Les hablé a esos dos. Quería que se quedarán callados por el momento. Cien asintió par de veces y Cero me ignoro. Seguro está molesto por lo de anoche. Me quito la camiseta y me visto con lo que llevaba puesta la noche anterior. Salgo del baño, tomo el café tibio y le doy un sorbo. Miro sus movimientos mientras prepara el desayuno. Llego desde atrás y lo abrazo.

—¡Ah! No hagas eso. —Sigue cocinando, no aparta mis manos. Eso quiere decir que puedo seguir. Meto las manos por debajo de su camisa blanca. —Jah… —Ese sonido me activo los sentidos. —Espera… no toques ahí. —Sonreí al darme cuenta que le cuesta huir de mis manos.

—¿Por qué? Me gusta tocarte. —Dijo mientras comienzo a oler su espalda. —¿Te molesta?

—Sabes la razón y no me molesta. —Miro su expresión, parece que en cualquier momento va a caer desmayado por el placer. —Se me va a quemar el desayuno…

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play