Madre

—¡Cállense de una maldita vez! ¡SÉ QUE SOY ABURRIDO, LO SÉ MEJOR QUE NADIE! ¡NO TENGO AMIGOS Y SÉ QUE USTEDES SON VOCES DE MI MENTE ENGAÑÁNDOME! ¡VÁYANSE A LA MIERDA HIJOS DE PUTA, DEJEN DE REÍRSE DE MÍ ESTÚPIDOS! —Comienzo a apretar mi cabello, jaloneo con fuerza y me ponga de cuclillas viendo fijamente al suelo. Quiero cortarme, quiero hacerlo. ¡Quiero golpearme! ¡Deseo morir! —¡BASTA!

Saqué de mi bolsillo el objeto cortante, levanté mis mangas y quité las vendas que se interponían en mi camino. Paso el cúter varias veces abriendo viejas heridas y creando nuevas en zonas antes sin manchas. En un momento de mayor irá, sin ganas de vivir y sin poder soportar el horrible dolor de cabeza y sumando las heridas que me estaba haciendo, clavé de una el cúter en mi brazo. La sangre salió a chorro, una terrible fuga comenzó a escaparse, mientras yo me sentía como la mierda, débil e indefenso. Antes de desmayarme escucho a Cero diciendo algo que parecía ser un «lo siento» aunque de ello no estoy muy seguro.

Despierto aturdido, miro confuso la habitación, las paredes blancas lastiman más mi vista y aumentan el dolor en la parte media de mi cabeza. Observo con detalle todo a mi alrededor, estoy solo y todo es extrañamente silencioso. Me bajo de la cama, quito con violencia el suero que había estado pegado a mi brazo. Después de hacer eso, mi pecho empieza a doler horriblemente y mis ojos arden de la misma manera. Salgo de la habitación, camino por los pasillos desiertos y silenciosos, busco encontrar una alma humana; sin embargo, no encuentro nada. Mi pecho sigue doliendo y no sé en que momento empecé a escuchar ese zumbido en mis oídos.

—¡Cero! —Él me dijo que siempre está conmigo, pero eso parece ser otra de sus mentiras. Seguro lo hizo para burlarse de mí. —Mamá… –Temí un poco pedir su ayuda. Además, no creo que vaya a responder, si fuera Alexander ella estaría aquí desde hace bastante tiempo.

Cuando tenía catorce años empecé a notar el trato diferente de mi madre hacia mí. Mientras a Alexander lo elogiaba, a mí me exigía ser mejor. Una vez estudié tanto que pasé varias noches sin dormir, sin embargo, ella ni siquiera miró la hoja del examen luego de que Alexander me dijera «felicidades, sacaste un ocho».

En ese entonces esa nota era mi orgullo, pero cuando noté la infelicidad de mi madre me culpé por no haberme esforzado más para sacar una nota perfecta.

Talvez ese sea el punto inicial de mi depresión, el momento en el cual me sentí insuficiente y me culpé por no ser como mi madre quería. Después empecé a esforzarme, hice deportes como el básquet cuando ni siquiera me gusta saltar la cuerda, me inscribí en cursos de artes con las mesadas que me daba mi padre y estudié tanto como ser alguien amable y de buen comportamiento. Y todo eso fue en vano, nunca llegué ni a los talones de mi hermano, más bien la brecha se hizo imposible de alcanzar. Él a sus 18 años estudia la carrera de ingeniero en sistema, con su talento en el arte empezó a producir sus propios ingresos y así se independizó y con el dinero ganado en varias competencias compró un apartamento. En comparación a él, soy simplemente un parásito que le es imposible vivir sin ayuda de nadie y odio eso con todo mi ser.

—No me gusta estar solo… —Comienzo a llorar mientras estoy arrastrando mis pies incapaces de dar un paso más.

«…******».

Miro atrás, pero no hay nadie. Me asusto por el gran bullicio que aparece de la nada.

—¿Hola? —Las voces siguen hablando entre ellos, palabras inaudibles para mí. Estoy confundido y asustado. —¿Cero? ¿Cien? —Espero con todo mi ser que sea una broma de esos dos y no algo más.

«Despierta». —Mi sangre se heló cuando escucho el susurro tan cerca de mi oído.

—¡Quién eres! —Miro a todas las direcciones sin hallar un alma siquiera.

—«¡Despierta!». —Sentí más dolor en el pecho y mi vista comenzó a nublarse por completo.

—¡Ahhh! —Siento mi garganta picar un poco.

—¿Estás bien? ¿Qué sucedió? —Miré a Cristal con extrañeza. Observo a todas partes para verificar dónde me encontraba. El suero que antes había arrancado sigue en mi brazo y no me encontraba afuera sino que estoy en la cama al igual que antes.

—Cristal… —¿Era eso real? —Simplemente tuve una pesadilla. —Digo sintiendo todo mi corazón andar a tope.

—¿Quieres algo de comer? —Niego con la cabeza y después de eso mi madre entra a la habitación.

Cuando nota que estoy despierto su semblante se vuelve más rudo. Acomoda un poco su cabellera rubia y deja el café sostenía en una pequeña mesa. Se acerca y puedo ver su enojo en todo su rostro.

—Te escabulliste otra vez ¿Piensas que es divertido? Pues tus escapaditas no me hacen gracia. No es la primera vez y eso me ha empezado a cansar ¿Sabes cuántos días tienes de ausencia en la escuela? Además, ni siquiera asistes a los exámenes. —Empieza a regañarme. Cero dijo que ella notó cuando salí, sin embargo, por su tono parece no haberse enterado de ello. Bajo la mirada, estoy molesto y quiero salir escapar de esa habitación donde el ambiente de ahora es incómodo y asfixiante.

Lo dije antes, nunca le tuve miedo a mi madre, pero, eso parece ser por el hecho de que la evité tanto que pocas veces teníamos una conversación, cuando me regañaba por mis «malos pasos» era frente a mi hermano y más bien eso era una comparación con cada detalle perfecto de mi hermano. Madre nunca levantaba la voz frente a Alexander y solamente una vez pude ver cómo le gritaba a Cristal y la razón era porque ella tenía un novio, el cual mi madre no acepto —también esa es la razón del porqué se escapó con él—. Papá siguió apoyando a Cristal y con el tiempo ellas hicieron las paces. Pero, conmigo mi madre no tenía cuidado, se molestaba fácil y me gritaba si cometía un error, seguramente por eso me refugié en los juegos. Aunque últimamente no encuentro juegos tan interesantes y ando más aburrido de lo normal.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***