Invitación

Al lado de mi camilla hay un mueble con una lámpara y un jarro con flores. —CÁLLENSE —Arrojo la lámpara justo arriba de la cabeza de mi hermano y está le cae en un hombro y veo su sangre derramarse por su camisa hasta llegar al asiento.

—¡Qué hiciste! —Me grita mi madre, pero pasa de mí y se concentra en parar el sangrado de Alexander.

—No fue mi culpa, no fue mi culpa. —No podía escuchar bien alrededor, me siento arrepentido por haber arrojado eso.

—«Es tu culpa. Ella cree que es tu culpa». —Cero me mira con frialdad.

—NO LO ES. —Cero ríe mientras Cien me mira con enfado.

—¡Cállate estúpido! Maldito loco… —Escucho lo último claramente y siento como todo se derrumba en pedazos. No sé en qué momento dejé la cama, ni tampoco sé cómo la habitación llegó a ese estado; sin embargo, recuerdo algunos fragmentos dónde le estoy apretando el cuello a mi madre.

Cristal llegó corriendo a la habitación —supuse eso al ver su respiración agitada— cuando vio la escena me miró con tristeza. Miro mis manos y siento como las lágrimas bajaban por si solas.

—Lo… siento… por… favor. —Me duele la garganta y se me hace difícil hablar. —Mamá… —Intento acercarme a ella; sin embargo, mi mano fue apartada de una bofetada.

—No me toques maldito loco… —Mis ojos se abrieron y me sentí más culpable al ver las marcas en su cuello.

Los tres salieron y me dejaron allí, solo y asustado.

—No hice nada malo…

—«Lo hiciste bien». —Lo miro sin poder creer lo que me dice.

—«Los demás estarán felices cuando escuchen de tus logros». —Esos dos son unos locos ¿Por qué me junté con ellos?

¿Logros? Me acerco a ella y le pego una bofetada. —¡Qué logros! —Ella no sé quedó de brazos cruzados y me arrojo un puñetazo, caí débil frente a ella.

—«¡Sí, logros! ¿Te avergüenzas de ello? No sientes culpa cuando es un logro».

—Yo… no quise dañarla… —Me siento en el suelo y grito con todas mis fuerzas.

—«No sé consolar a alguien triste. Por eso los desteto». —Se me acerca y deja su mano reposar sobre mi cabeza. Odio a cero, también a Cien y al mundo en general. —«Venga, desahógate».

—Ella me odia… me odia… y todos me van a odiar…

—«Ella desde antes te odiaba. Si alguien más te odia yo mismo me voy a deshacer de ellos». —Muy buena motivación.

—«Y yo los mataré porque suena divertido…» —Dijo Cien de manera fría.

Vuelvo a la cama y mi acuesto, lloré por más de una hora y luego dormí un poco, pero las pesadillas me hicieron despertar asustado y aún sigo con el miedo de pegar un ojo. Llevo dos días sin dormir.

Esa mañana todo estaba con calma, luego de aquello Cristal no me visitó. Por el momento, lo único que deseaba era salir del hospital y poder ir a las citas con el psicólogo.

—«¿No vas a comer otra vez?» –Ella miraba con tristeza el plato.

—«Déjalo Cien». —Le dice Cero desde la esquina de la habitación. Él tampoco se me acerca ¿Me tiene miedo? —«No te tengo miedo». —¿Eh? ¿Leíste mi mente? No recibo respuesta.

—«¡Quiero salir de aquí!» —Jalona las puntas de sus cabellos. —«¡Escapemos!» —Se acerca emocionada, se pone tan cerca que tuve que girarme debido a su manera de mirarme. Me puse nervioso. —«¿Sí?» —Obviamente no puedo negarme debido a que su voz suena de lo más tierna.

—Okay. Solamente saldremos un poco. —Salta de la emoción y sonrío por su actitud. Luce hermosa y todo dentro de mí tiembla ante tal belleza.

Bajo de la cama y dejo que Cien me dirija mientras sostiene mi mano. Luego de caminar un momento ella se detiene y me mira de arriba hacia abajo.

—«Debes quitarte eso, será sospechoso». —Me examino a mi mismo, y entendí lo que quería decir.

—No sé dónde está mi ropa.

—«No es obligatorio que sea la tuya». —Cero ríe sarcásticamente. Y luego pone una mirada aterradora. Y cuando miro dónde observaba vi a un hombre de al menos unos veinte tantos años. —«Creo que ese estilo se parece al tuyo».

—¿Qué vas a hacer? —Le pregunto; sin embargo, él no me respondió y cuando estuve a punto de formular una nueva pregunta, Cien se acercó velozmente y me dio una patada en el estómago y desde ese punto perdí el conocimiento.

***

Despierto sintiendo todo el cuerpo adolorido, miro a mis manos las cuales tenían arañazos, me observo a mi mismo viendo que llevo puestas las vestimentas de ese hombre. Me levanto asustado y miro a mi alrededor, estoy en un baño, sin embargo, no parece ser del hospital.

—Ey Cero ¿Qué has hecho? —No veo a esos dos por ninguna parte. ¿A dónde fueron?

—¡Respondan! ¡Que hicieron! —Me imagino lo peor, mis ojos derramaron lágrimas por si solos.

Esperaba que lo que pasaba por mi cabeza en ese momento fuese mentira, pero el silencio me resultó doloroso y me derrumbé. Allí en el frío suelo, solo pensaba en querer morir debido a que ahora soy un…

Después de estar horas llorando, salí del baño, reconociendo por fin el lugar. Reconocía perfectamente ese sitio, aunque solamente estuve una vez. Camino con algo de nerviosismo, mientras recorría los pasillos me distraje en mi mente con ideas algo estúpidas.

Choco contra un pecho musculoso y cuando miro a ver, me hallo con los ojos más hermosos observándome.

—P-Perdón. —Me disculpo. El Dr. Santos me mira de manera analizadora.

—Oh… hoy no viniste a tu consulta. Supe del incidente, así que, si no te sientes bien; puedes tomarte una semana libre.

—Ahora me siento bien. Lamento llegar tarde a la consulta, me perdí de camino. —Suelto una risita nerviosa.

—¿Y tu madre? —Pregunta con algo de desconcierto.

—Estoy enojado con ella y no quiero ni verle. —Él asiente y luego mira el reloj que traía en su mano derecha.

—Son casi las 7 de la tarde deberías regresar, aunque estés enojado con ella.

—No quiero. —Niego con la cabeza. —Prefiero dormir en la calle.

—¿No conoces la casa de un familiar o algún amigo? —Niego nuevamente.

—No conozco a familiares aparte de mi familia y solamente tengo amigos online. —Decir eso me hace sentir tristeza.

—Oh… Entonces ¿Quieres quedarte conmigo hoy? —Eso me hizo extremadamente feliz.

—¡En serio! —Lo miré con la mayor felicidad.

—Sí. No puedo dejar que un jovencito pase la noche en la calle. —Dice mientras empieza a caminar.

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