Cien

Me acuesto temprano, esperando emocionado que el día siguiente llegase rápido, dentro de mí desbordaba las enormes ganas de volver a ver al señor Marcos. Mientras estuve distraído me acordé lo del diario. Tomé un cuaderno nuevo de los escolares, una pluma de mi cartuchera y algunos plumones también.

«¿Debería empezar con un querido diario? Eso parece lo más normal, sin embargo, yo no soy tan común. El motivo de empezar a escribir es por recomendación de mi psicólogo, él es una persona muy atractiva y se viste elegante, en resumen es alguien cool y es de mi agrado. Nunca antes tuve un diario, algunas veces compartí pensamientos; sin embargo, fueron a través de pequeños fragmentos en algunas historias escritas. Alguna especie de interacción del autor. Hoy también fue mi primera vez en ir a una sección y espero con ansias la próxima sección de mañana. Oh… olvidé las presentaciones, soy Alex tengo 16 y desde a partir de ahora usted será mi oyente, porque aquí plasmaré todo mi día a día. Algunas personas nombran sus diarios ¿Debería hacer lo mismo contigo? Lo pensaré mañana o en otro momento, por ahora quiero dormir para poder despertar más rápido».

Y los sueños extraños regresaron, está vez me vi a mi mismo siguiendo a una chica, no la conocía, ella me dirigía a algún lugar que al parecer quise conocer. Cruzamos por una calle donde las ramas colgaban del cielo en forma de algodón, las hojas cecas eran arrastradas por el viento y todo ese ambiente me pareció sacado de una película. Luego llegamos a ese sitio, un portón de zinc y después de entrar hallamos una cisterna con una sirena siendo pisada en la parte de arriba por un hombre. Dejé de lado esa escena y luego me encontré con una familia de varios integrantes, los saludé a todos y después me desperté.

Sigo pensando en el sueño y por ninguna parte le encuentro significado. Tomo una ducha muy calentita, esas duchas son geniales cuando el clima es húmedo o un poco frío. Del closet tomo una camisa de cuadros azul y un pantalón con rayas no tan exageradas. Unas botas y de accesorios un reloj y una cadena y con eso estaba listo. No desayuné, además me sorprendió ver a mi madre ahí y lo más impresionante es que había preparado el desayuno.

«¿Por qué tan sorprendido? Seguro no ha ido a trabajar porque tiene que llevarte a la sección».

La voz femenina habló, realmente empiezo a volverme loco, su voz se escucha claramente en mi cabeza y no parece que ella y Cero se conozcan, y tampoco parece que Cero pueda escucharla.

Me alejo de la cocina sin echar un vistazo al desayuno preparado, tampoco saludé a mi madre, aunque lo último fue porque me olvidé.

—Cero ¿Escuchaste eso? Es una voz de una chica. —Cero levanta una ceja y luego sonríe burlándose de mí.

—«¿Estás loco ahora? No escuché nada, ni voz femenina, ni masculina, solamente te hablo yo, si escuchas a otro ya es locura». —¿Eh? Eso sonó… tan raro.

—Olvida lo que dije. ¿Recuerdas cómo llegar al psicólogo? —No tenía ganas de ir con mi madre y menos con ese ambiente tenso.

—«Sí. Sin embargo, se necesita dinero para llegar». —Dice metiendo las manos a su bolsillo y sacando nada.

—Lo sé estúpido. Mira. —Le muestro el dinero que saco de mi bolsillo. —Esto me lo dio mi papá y es para comprar dulces, pero, tampoco voy a comprar dulces para un año. —Digo sonriendo recordando la enorme cantidad que me regaló mi padre.

—«Entonces vamos. Salimos por detrás, ya sabes, hay que evitar discusiones. Además, no quiero verte tirar cosas o cortarte con eso que escondes en el bolsillo». —Me sorprendí. Estoy seguro de que estaba solo cuando metí eso en mi bolsillo. —«No te sorprendas. Siempre estoy contigo, aunque no me veas sigo ahí». –Luego de escuchar eso sentí escalofríos recorrer todo mi cuerpo.

Ignoré ese sentimiento y salí por detrás como me dijo Alex.

—Maldición. —Sostuve mi cabeza debido al dolor. Ese horrible dolor de cabeza no desaparece por muchas pastillas que tomé. O talvez las pastillas no hacen efecto por culpa de mi sangre.

«¿Estás bien?» —La misma voz de antes vuelve hablar. Ahora que analizo mejor, su voz me resulta más madura, parece ser una mujer adulta y no una adolescente como pensé.

—Me duele la cabeza. —Respondo. —¿Tienes nombre o algo? —Cero se detuvo y me miró enojado.

—«¡Te dije que no hables con esos estúpidos y menos con esa tarada!» —Me sorprendí. ¿Por qué esa reacción? ¿Esos? Miro confundido a Cero.

«Cero como siempre, siendo un entrometido». —La voz dijo con tono de molestia. —«Mi nombre es Cien. Y siempre quise poder hablar más seguido contigo Alex». —Dejo por un momento a Cero y me concentró en Cien. Suena emocionada y empieza a balbucear cosas que no logró comprender debido al intenso dolor.

—«¡No hables con ella!» —Sin esperarlo Cero se abalanzó sobre mí y empezó a apretar mi cuello. Me estaba quedando sin aire y mi conciencia por poco se va, cuando una chica redondita y con una larga cabellera negra le da una patada a Cero quitándolo de encima de mí. —«¿Qué haces aquí Cien? ¿No te dije que no podías salir?».

—«Cállate Cero, no eres el jefe y yo puedo hacer lo que se me da la gana. ¿Estás bien Alex?» —Asiento mientras estoy tosiendo y intento recuperar el aire.

Cero la miraba molesto y parecía querer saltar sobre ella, sin embargo, solamente chasqueo la lengua y volteó su rostro viendo fijamente la calle trasera.

—«¿Irás al mismo lugar que fuiste ayer?» —Ella me mira curiosa. Su rostro está sonrojado debido a su tez blanquecina, y su voz se escucha más relajante que antes.

—Ajá. —Respondí sin saber que más decir.

—«Y no me digas que irás. Vuelve a tu cueva loca, nadie solicitó tu presencia». —Dice cruzando sus brazos y volteando los ojos exageradamente.

—«¡Tks! Cállate estúpido. Deja de interrumpir las conversaciones de otros, maleducado». —Ella se acerca a mí y sonríe. —«¿Puedo ir contigo Alex?»

—«¡No!»

—Sí. Puedes venir. —Ella salta contenta y luego le saca la lengua a Cero.

—«¿Por qué se lo permites? ¿No te das cuenta de que no la aguanto?» —Está a punto de explotar de la rabia, sus mejillas arden en rojo y sus ojos se ven más rojos de lo normal.

—Pues aprende a llevarte bien con ella. —Dije de manera natural. —Y no creas que me olvidé, de que me atacaste lunático. —Dije tocando mi cuello. —Vamos o se va a hacer tarde.

—«Llama a un Uber, son más rápidos que los taxis». —Seguí el consejo de Cero y llamé al Uber. Cero luce más calmado, parece estar normal ahora o talvez solamente intenta ignorar la situación.

—Llega en 15 minutos. —Miro la puerta de atrás con algo de nerviosismo.

—«Es mejor alejarse un poco de esa puerta».

—«El idiota tiene razón». —Cero le dirige una mirada fulminante. Me alejé junto con ellos de la puerta, unos veinte pasos de distancia. —«No creo que tu madre noté que no estás. No, es como si ni siquiera notó tu presencia cuando entraste a la cocina ¿Creo?»

—«Es obvio que ella lo notó, solamente lo ignoró». —Se ríe descaradamente. —«No la culpo, cualquiera te trataría de esa manera por tu horrible aura aburrida».

—«¿Por qué molestas a Alex? ¿Lo quieres poner más loco de lo que está?» —Ella, quién antes me pareció amable, ahora no era de mi agrado por la horrible forma en la que se burlaba de mí. —«Lo peor de Alex es cuando sé —desconecta— ¿Así es como él lo llama? Siempre me pareció aburrido esa parte suya, aunque estos últimos días no ha entrado en su —zona segura»—. Sigue riéndose y aunque al principio Cero no parecía querer reírse al final se unió a ella y los parecían dementes por sus características risas.

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