En su casa

—Sí. No puedo dejar que un jovencito pase la noche en la calle. —Dice mientras empieza a caminar.

—Gracias, señor. —Comienzo a seguirlo. —Pero… ¿Y si se enoja su esposa? —Él ríe un poco y luego dice: Soy divorciado. —Oh…

—Tengo una hija de casi tu misma edad. La veo pocas veces, solamente cuando hay vacaciones escolares. Ni la navidad pasamos juntos… —Su voz suena muy triste y también no sigue con su relato. Por mi parte solamente le di su espacio, no hablé y le seguí hasta el estacionamiento.

—Bien. Mi casa no está muy lejos. —Dice rompiendo el silencio de hace minutos. —Perdón por preguntar ¿Qué pasó entre tú y tu madre? —Lo pensé por unos segundos y respondí.

—Hoy mi hermano vino a visitarme, ella estaba feliz por verlo que hasta olvidó mi existencia. Cuando los dos empezaron con sus comparaciones y mi hermano se enaltecía por sus logros, me sentí como la mierda y perdí el control de mi cuerpo… los lastimé a los dos y cuando mi hermana llegó me miró con decepción, eso me hizo sentirme peor y no importó decir lo siento porque me ignoraron y me dejaron solo en esa fría habitación… Cero y Cien parecían orgullosos, pero me enfadó más y quise desaparecer o morir. —Bajo la cabeza con algo de vergüenza. Estaba a su lado en el asiento de copiloto. Él mantuvo un poco de silencio antes de responder y esos segundo de silencio me parecieron eternos; tan eternos que fueron asfixiantes y pesados.

—¿Cero y Cien? —Tuve la mala suerte de que en ese momento, el semáforo se puso en rojo y su mirada se clavó en mí con curiosidad. Y sentí mi corazón latir a tope, me sentí tímido y temeroso por si cuento la verdad, lo que después podría pasar. Me trataría como loco, como mi familia hizo y yo me sentiría horrible. Ese era el tipo de escenario que me imaginaba.

—Este… ellos… —Mis manos empezaron a temblar y comienzo a sentir un calor insoportable.

—Tranquilo. No tienes por qué decírmelo. —El semáforo vuelve a verde y él arranca nuevamente. —¿Fueron graves las cosas que le dijiste a tu familia? —¿Eh? ¿Palabras?

—«Parece que el doctorcito cree que lastimaste a tu familia de forma verbal». —Miro los asientos de atrás y esos dos estaban allí, Cien miraba por la ventana los edificios y Cero me sonreía de una manera extraña.

—«Deja que crea eso, si dices lo que hiciste se alejará de ti». —Pensé que ella no ponía atención; sin embargo, no era así. Y lo que dijo me asustó un poco ¿Y si el Señor Marcos se aleja de verdad?

—Creo que dije algunas cosas muy malas. —Dejo a esos dos de lado y me concentro en el doctor.

—Hay veces que los padres nos causan estrés y respondemos con respuestas muy hirientes sin querer hacerlo, a veces es mejor ignorar algunos defectos, después de todo siguen siendo nuestros padres. —Por su mirada parecía estar recordando viejos tiempos. —¿Ya cenaste? —Y antes de responder mi estómago me delató. —Parece ser que no. —Sonríe mientras su vista sigue fija en la carretera. Que linda sonrisa.

—«Tus pensamientos me dan asco». —Cero hace un sonido como si fuera a vomitar, lo ignoro y sigo viendo al doctor. —«Tanto te gusta ese doctor que olvidaste a ese hombre». —Volteo a verlo. —«¿Curioso ahora?» —Sonríe de esa horrible manera que tanto odio.

—«No lo hagas tan misterioso, después piensa que lo matamos».

—«¿Y no querías matarlo tú? Recuerda que el que te detuvo he sido yo». —Siento alivio y miedo a la vez. —«Lo dejamos inconsciente solamente». —Dijo Cero.

—Sí… —Respondí bajito.

—¿Qué te gusta comer? No recuerdo tener mucho, debo hacer las compras pronto. —Estaciona frente a un edificio. Sale y yo también hago lo mismo.

—Como de todo. —Le respondo y él se alegra. —Eso es bueno. Aquí es donde vivo, mi apartamento está en el quinto piso. No es tan grande; sin embargo, es cómodo. —Dice y empieza a caminar y también hago lo mismo, observando curioso cada rincón a mi alrededor.

Entramos en la habitación 2001, lo recordé bien para no olvidarme nunca de ello. El lugar era decente, tenía una sala una cocina con comedor y algunas habitaciones y baño.

—Puedes dormir en la antigua habitación de mi hija. —Mientras está en la cocina, lo espero en la sala. Al principio obviamente me siento incómodo por estar en un nuevo ambiente, pero luego me relajo. Después de unos minutos se acerca con dos platos en sus manos, deja uno en frente de mí y el otro lo deja frente a el.

—Mi hija y yo nos peleábamos de vez en cuando, en ese entonces, la veía casi diariamente. La razón de las peleas eran un poco bobas, como por ejemplo que yo le prohibía tener novio. —Sonríe con melancolía. —Recuerdo que me dijo una vez: Si no me dejas tener novio, entonces está permitido tener novia. Cuando dijo eso me quedé algo helado, no me esperaba eso por nada del mundo. —Piensa un momento. —En ese entonces creí que eso sería asqueroso, sin embargo, ahora no me importa tanto, es su gusto. No debería interferir. —Niega con la cabeza. —Pero el mayor problema era la edad, apenas tenía doce. Estos niños de ahora. —Suelta una carcajada. —¿Y no te sientes cómodo con tu padre?

—Mi padre es alguien genial, pero debido a los viajes de trabajo no podemos tener mucho tiempo juntos. —Probé lo preparado. Sabía perfecto en mi paladar, era el mejor sabor que pude probar. —Mi padre es un amor de persona, me entiende y no busca forzarme a hacer las cosas. Pero lamentablemente su presencia es débil y desaparece sin que yo pueda sentir ese amor tan hermoso.

—¿Y que pasó con el diario? —Pregunta mirándome fijamente. Su mirada quema cada parte de mi ser.

—Lo hice. Escribí poco, más bien es una presentación y no es algo tan importante.

—Me alegra que lo hayas hecho. —Me seguía viendo fijamente, parecía querer preguntar algo. —Si no te es incómodo ahora ¿Podría ver tus muñecas? —Señala con el índice mis mangas.

Siempre tuve miedo de enseñar mis heridas, aunque es difícil de creer; estos me avergonzaban, nunca sentí orgullo por ellos, más bien, me sentía miserable por tenerlas tatuadas en mi piel. Y revivir los momentos locos dónde me desgarraba la piel me hacían sentir más mierda, y ni recordar que con la sangre escribía frases emo ¡Trágame tierra!

—Está bien. —Respondí con una calma que ni yo me esperaba. Subo las mangas de la camisa.

—Qué daño te has hecho. —Acarició mis heridas vendadas. Sonrió por ver la manera tierna en que observaba mis cortes cubiertos. Sentir que tenía toda su atención para mí, me hizo parecer la persona más bendecida del universo y por instantes quise toda esa atención solamente para mí. Ahora no sonaba tan mal hacerse daño.

—¿Después de su esposa jamás volvió a amar a otro persona? —Eso no era lo que iba a decir. —Digo…

—No, no he vuelto a amar. Asistí a citas con personas desconocidas por medio de una aplicación de citas. Aquello fue un completo fallo.

—En el lugar donde trabaja, noté muchas figuras hermosas y esbeltas. ¿Por qué una aplicación de citas?

—No soy del tipo que mezcla su vida privada con el trabajo. En ese sentido soy algo complicado.

—No eres complicado. –Sonreí de forma coqueta, acerque mis manos más cerca de los suyos. Él observó mis movimientos con confusión. —¿Qué piensas de los hombres? —Sabía que la respuesta podía ser cruda y dolorosa, pero en el momento no lo pensé tanto, era como querer aventarse aún sabiendo que encontrarás un abismo allá abajo.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play