La Historia De Azzam
AVISO ESPECIAL:
Querid@s lectores/ras:
Les agradezco que elijan mi novela para su lectura. Este extenso prólogo está así escrito, por la necesidad de explicar el porqué del comienzo de mi novela; ya que, al ser una serie, esta novela y las sucesivas están en tres tiempos y debo empezar la misma en el presente, para llevarla al pasado y terminarla en el futuro. Pido que tengan paciencia y lleguen hasta el capítulo ocho, para entender la trama de las siguientes novelas de esta serie.
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Aquí, les dejo el link de la lista de reproducción de la novela con la que me inspire.
https://www.youtube.com/playlist?list\=PLVMkKUeLsHqpKx0kovhUC2V8HxpkeGMlX
XXX - OOO Martínez Iris**.
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Sinopsis:
La soledad del desierto Neuquino en la Argentina. La amargura de las ausencias. La eficacia del mejor empleado en la tierra arraigada a sangre y recuerdos.
Así era la vida de todas estas mujeres, quiénes en esta historia se ven envueltas en enredos y dolores, mentiras y sinsabores, alegría y pasiones.
Pasiones que serán causadas por hombres a los que ellas jamás pensaron conocer.
Vidas que será resguardada por hombres que las cuidaran como un padre uno, un hermano otro y los últimos como si fueran su sombra.
Así comienzan sus historias.
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Prólogo I
En la noche de luna llena del año nuevo, él sufría muchísimo dolor.
El frío de la nieve espesa al pie del gran Monte Denali en Alaska y el olor a vida salvaje a su alrededor, no hacían nada para mitigar lo que estaba sufriendo. Se repetía una y otra vez en su agonía, ¡o ese sueño maldito sea y este dolor!
Su cuerpo hervía y la piel parecía desgarrársele, aunque a la intemperie la temperatura fuera de -30º Cls el alma y su corazón aullaban mientras su cuerpo se retorcía, agonizaba y volvía cambiar en una metamorfosis que lo dejaba casi muerto en la muda que le corroía cada año que pasaba. ¡O qué dolor! Y para colmo ese recuerdo lo atormentaba aún peor, dejándolo al borde de la muerte; cada luna llena de este tiempo de calor.
Aquella noche de marzo, en Argentina, fue la última que pasó con ella y era la peor que su cerebro y alma retorcida pudo hacerle recordar.
El fuego de la pasión, la fuerza de sus uñas arrastrándose por su espalda, marcándolo como su propiedad, aunque él, se lo negara mil veces a sí mismo. Los duros embistes de él en su feminidad, los ruidos de sus centros, uniéndose en esa danza tan antigua como placentera llamada sexo. Sus pieles sudorosas que se frotaban en una fervorosa y necesitada sincronía que hacía de ese momento el más memorable de los recuerdos, pero el más doloroso y angustiante. Aún siente en su piel y en su miembro la presión de esa cueva mojada que le marcó como ninguna logró hacerlo antes o después, y jamás volvió a sentir el placer de la posición del pilar que sintió con ella. Puesto que cada vez que quería hacer un nuevo recuerdo y olvidarla, su cuerpo dejaba de funcionar e inmediatamente cambiaba de posición para alcanzar su placer. Su “te quiero” aún quema en sus oídos y en su piel. Jamás pensó que ella se metería así en su ser, tan profundo e imposible de borrárselo que cada muda él debía gritar su nombre, porque si no, él no logra llegar al final de esta tortura.
Volviendo a revolcarse en la nieve y aullando a la luna que jugaba entre las nubes blancas del cielo, volvió al presente retorciéndose y gritando en su mente… ¡O qué dolor!
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En la actualidad:
La soledad del desierto Neuquino en la Argentina. La amargura de las ausencias necesaria e innecesarias. La eficacia del mejor empleado en la tierra arraigada a sangre y recuerdos amargos y antañosos, le traerían al conductor de la camioneta un sin fin de pagos atrasados, que debería cancelar.
Eskol Thompson, manejaba su camioneta 4 x 4 de color negra de doble cabina por la Ruta Nacional N.º 22 hacia el sur. Estaba cansado, hastiado y aún dolorido de la última maldita misión, pero sabía muy bien que el retiro no era una opción. Había nacido humano, pero la ciencia, el dinero y una muy mala decisión lo llevaron a soportar la transformación y modificación genética que el gobierno pagó para que se realizara en él.
Hoy, muchos años después, le pesaba mucho esa decisión impulsiva y muy pendeja.
Él era el dueño de esta estancia llamada “Soledad de Orión” en Neuquén, a unos seiscientos sesenta kilómetros de la capital, y era ideal para ocultar su secreto, al igual que otras cinco tierras alrededor del mundo. Antes no se llamaba así.
La armada estadounidense había sido su hogar, pero hoy no tenía familia, amigos ni hogar. Solo vivía para cumplir órdenes y matar. Era de los que decidían que, y quien hacía que cosa o función, era el alfa y su palabra era ley, aunque siempre escuchaba lo que sus colegas decían y opinaban durante una planificación de alguna misión. Pero al igual que sus colegas, él era invisible para la sociedad.
Era corpulento, pesaba ciento dieciséis kilos y lo hacían de temer, su mirada verde era totalmente vigilante y sus manos, estaban acostumbradas a la dura labor y ocultaban el secreto de su otro yo. Ese secreto de ser un asesino a sueldo con la protección legal de su gobierno y la Armada.
Mientras manejaba, la música del grupo Épica sonaba en el reproductor de audio y le ayuda a planear como haría para renovar todo ese pedazo de piedra en ruinas que tenía por casa; la que había comprado hacía casi diez años, cuando llego por primera vez a Neuquén en una misión, y enamorándose del paisaje y su soledad. Busco que un agente inmobiliario le consiguiera estas diez hectáreas. Además, tenía la sensación de que aquí, llegaría al fin de aquel lacerante dolor en su corazón y mente, que lo atormentaba a diario.
Pero cuando se disponía a ingresar por la tranquera de la estancia, se sorprendió, siendo escoltado por cuatro peones a caballo que lo saludaron y lo guiaban luego de que se presentara como el patrón, aunque él conocía de memoria el camino. Cuando estacionó, casi se le cae la mandíbula al ver el estado de la casa y a las tres personas que estaban en la entrada. A dos de ellos no los conocía, pero al tercero sí.
El capataz de una estancia es aquel que se ocupa de todas las tareas referentes a lo rural y su misión se asemeja a la del mayordomo de las casonas coloniales. Su labor era dura, cansadora y complicada porque además del técnico que era, tenía también funciones administrativas y era algo que no le gustaba para nada.
Lucía Santos entendía que, debía atender a la “Soledad de Orión” con firmeza en sus obligaciones para lograr con ello, funcionar como una máquina recién aceitada.
Hoy en su diaria rutina decidió que su desayuno sería doble, ya que el día de junio prometía, bajó su manto gris, que sería un día duro, además de la copiosa nevada que se le dio por caer. Ella estaba distraída observando el caer de la nieve por la venta, mientras un indicio del amanecer marcaba las bardas linderas en el oeste grisáceo. No pensó ni escuchó la llegada de Jaime, quien la saludo y preguntó.
—Buenos días, moza, ¿Qué hace un sábado tan temprano y levantada?
Con una sonrisa tierna le contestó:
—Hola Jaime, ayer quedó sin terminar la marcación del ganado ovino y hoy quería terminarla. Pero como vez…—el clima le estaba haciendo malas jugadas últimamente.
—El clima te lo prohibió. —Jaime la conocía y esa era la respuesta que le hubiera dado.
Ella suspiró y le contestó como su hija y no como compañera de trabajó:
—Solo que en días como hoy me pesa el alma. Aún lo siento a mi alrededor y, esto no lo puedo hablar con vos Jaime, es como si hablara con mi padre.
—Pero no lo soy…— dijo con sarcasmo y abriendo bien sus ojos para enfatizar lo que decía —y si hablas de esto conmigo ¿Hai capito?
—No empieces a hablarme en Tano, ¡si me vas a putear decímelo en español, pues no te entiendo un soberano carajo! —Lucía se enojaba mucho cuando Jaime empezaba a hablar en italiano o ruso, ya que no sabía si la halagaba o puteaba, ella solo hablaba el cagastellano argentino.
Sorprendiéndola, Jaime le dijo algo que la perturbó, pero que a su vez la lleno de reconfortamiento junto con aquel abrazo de padre.
—Sabes bien que cuando te encontré supe inmediatamente que traías algo en tu interior, que me prohibía matarte y me hizo cuidarte y protegerte, ya que algo había pasado para que huyeras. ¿Qué hiciste para portarte tan mal aquella noche?
—Yo no me porto mal, aunque aquella noche sí lo hice y fue cuando caí en un mar de lujuria en aquel enorme cuerpo.
—Y yo no hago nada malo con Leticia…—puso la mirada de inocencia que pone el gato con botas en Shrek —pero acá estoy y soy casi como el Grinch.
—Claro y yo soy blanca nieves. —respondió Lucía en forma burlona.
—Ahora Blanca Nieves, ¿cuándo conoceremos a tu cazador? —él podía hacer que ella se cabreara un poquito más y se pusiera en alerta.
—espero que nunca y cambiando de tema ¿Cuándo llega el patrón? —dijo ella con tristeza.
Sabiendo que ella había dado por terminado el tema dijo:
—No tengo noticias de que llegue, pero se llevará tremenda sorpresa al ver lo que le hicimos a su casa todos nosotros.
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Comments
Tere Roque 🇨🇺
me atrapó la novela, está buena, sólo espero 🙏🏼 no kdarme a 1/2 en la lectura de la saga k dice pertenece está historia
2024-10-02
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Tere Roque 🇨🇺
acabo de empezar a leer ésta historia y la encuentro buena pr leí k es 1 saga y sin embargo en el perfil sólo hay 2 novelas, 1 antes k ésta y ésta cm 2da, entonces ¿¿¿🤷🏼♀️🤦🏼♀️ ??? cuáles son las otras novelas 👀 🤔 de la saga y en k orden, pr lo lo principal, en k lugar están, gracias 🙂
2024-10-02
1
LO mejor de la cocina
mira de verdad no entiendo nada porque habla de varias historias a la vez y no me ubico aunque creo que soy la única
2023-12-14
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