El silencio del cuarto era un momento único en aquella noche de junio que había comenzado en la mañana anterior, en la que, como si un lobo hambriento fuera, aquel hombre entró en su casa arrasando con toda defensa a su paso voraz. El momento de ese encuentro, de miradas y de besos calientes, hicieron que la hora, minutos y segundos se detuvieran y solo el aire fuera lo único que se moviera en ese tiempo y lugar. Los cuerpos chocaron y la pasión fue la única fuerza que los movilizara. Solo el placer era el combustible necesario para el fuego que los consumió, devorándolos en el éxtasis máximo del placer. Ambos estaban agotados de ese trajín que los había extenuado, al punto de que Kyrenia era solo una masa gelatinosa ardiente que solo respiraba por inercia natural del cuerpo.
Azzam sabía que tenía que levantar su cuerpo de aquella cama, lo sabía en verdad, pero no había forma en que su cuerpo lo escuchara a sus ruegos. Sus manos recorrieron esa columna que se arqueó de tan hermosa forma, que cuando el final agónico llegó, dándole la mayor satisfacción que hubiera podido tener un hombre al ver el placer encarnizado. Para él, en ese minuto, el tiempo se detuvo y solo se encontró él y ese enorme lobo gris plateado con betas negras de amplias patas y de un porte tan imponente que su alma misma se encogió ante su presencia y mirándolo con satisfacción burlona, le dijo con voz ronca como si estuviera plenamente satisfecha “ahora dime como harás para dejarla”. Azzam no podría haber respondido, aunque quisiera, pues la respuesta a esa cuestión ahora era inexistente.
Sin embargo, había una realidad que, aunque este lobo, que era la primera vez que se le aparecía en su forma real, dijera que no podría dejarla, él tendría que hacerlo, pues ella no podía saber lo que en realidad él era y lo que había hecho para ser el mejor soldado que pudiera gracias a estos experimentos que se realizaron en ellos y los secretos que guardaban. Cuando quiso mover su cuerpo para alejarse de ella, se dio cuenta de que su miembro estaba “hinchado” de tal manera que estaba trabado y si lo sacaba a la fuerza, ella saldría lastimada y Azzam no quería que eso sucediera. Se concentró y comenzó a respirar lentamente y llevó a su mente a un estado de neutralidad en donde él era el dueño de su cuerpo y mente, así logro que se “deshinchara” y pudiera sacarlo lentamente y si hacerle daño. Ella gimió y de su centro salió la mezcla perfecta de sus dos aromas, y sin que se diera tiempo a razonar lo que hacía, él lamió la abertura y probó el elixir más sabroso que alguna vez hubiera querido probar. Sin saberlo, él acaba de sentenciarse a un calvario que tardaría casi ocho años en encontrarle una respuesta y vendría de la peor manera que él hubiera querido aprender.
Kyrenia sabía en su momentum de placer que él no se quedaría, pero su corazoncito de niña feliz quería que lo hiciera y la siguiera cuidando un ratito más, pero como todo lo bello termina, ella sabía que el punto y aparte estaba aquí y no había otra vuelta. Kyrenia lagrimeó un poco y cayó en una oscuridad de paz que la llevó al descanso más placentero que alguna vez sintió y se durmió arropada en la calidez de un gran cuerpo que ahora se abrazaba a ella por “un ratito no más”.
Azzam tomó la decisión de alejarse y estaba convencido de que lo lograría. Saliendo de aquella habitación, tomó su ropa que había quedado en el comedor y se vistió, se lavó su cara y cuando estaba por salir, vio la taza de café que estaba en la pequeña meza y como si fuera un imán, se acercó y la tomó en su gran mano. La llevó a la cocina y vio que había una máquina de hacer café, y la jarra estaba vacía, busco en una de las puertas de la alacena colgante, un paquete de café que estaba dentro de un pequeño tarro de vidrio y dejó preparando un poco de esa magnífica bebida, con la taza lavada, lista para que ella la usara.
Cuando salió de aquel departamento, se dirigió rápidamente al suyo y agradeció que lo encontró vacío y sin un minuto de aplazo se quitó su ropa y la metió en la lavadora y la puso a andar. Así desnudo se dirigió al baño y se bañó raspando su piel para que no quedara rastro de su falta palabra, pues le había perjurado a Bastián que no iría a verla y, sin embargo, no solo fue a verla, sino que también la hizo suya. No quería dar explicaciones a las preguntas que llegarían y no tenía ninguna palabra en respuestas para explicar la paz que sentía luego de aquella guerra furiosa entre ambos cuerpos.
Él se repetía una y otra vez que él no volvería a verla. Azzam esta vez mantendría su palabra y lo lograría a como dé lugar.
Solo que la vida y la madre naturaleza, lo harían caer varias veces más.
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Comments
Tere Roque 🇨🇺
pués k sigan cayendo 1 y otra vez si es pa' tener ésos mmtos y encuentros de placer y pasión k sólo lo sentían ell@s estando junto y con nadie más ➕️, xq sus cuerpos, mentes y corazones ♥️ sólo eran de ell@s 2 junt@s pués aunke kisieran nunca podrían sentir con otra persona lo k sentían cd estaban junt@s l@s 2
2024-10-03
1
Albalu HS
ay que historia tan linda 😍😍😍😍
2023-07-27
2
Irma Ruelas
❤️🔥🔥🔥🫣😳🤔
2023-01-27
1