Capítulo 5 parte IV

Aeropuerto Internacional Leonardo da Vinci, Fiumicino, Italia:

Kyrenia estaba sentada en la terminal de embarque en donde se anunciaba su vuelo hacia la Argentina y no podía dejar de temblar, miraba el reloj continuamente, buscando que los minutos pasaran más rápidamente y el terror se mantuviera a raya, pero ni lo uno ni lo otro sucedía.

El terror y la angustia la hacía llorar en silencio. Quería volver a su casa y dejar esto atrás, no volvería nunca más a Italia, se lo prometió a sí misma, pues sabía que esas bestias que habría creído que eran un cuento, le dejaron en claro que eran una total verdad y que no había segundas oportunidades. Ella no moriría a manos de ninguno de ellos y tampoco quería intentar dialogar con alguno.

Al otro lado de la misma sala de espera, uno de los Grandes Alfas, el Alfa mayor de la manada de Fiumicino llamado Santino Márchelo Bellucci, observaba y desde aquí podía oler el asqueroso olor al terror y quién estaba más que ofuscado con Lucio Stefano. Su hijo Pablo, el segundo en su línea de sucesión, había estado presente en el momento en que el idiota de Stefano había aterrorizado a un inocente como lo era esta mujer y a él eso no le gustaba y tampoco lo toleraría.

Cuando el altavoz del aeropuerto anunció en tres idiomas la llamada de embarco para el vuelo que la mujer tomaría a las 18,15 hs de Italia hacia el aeropuerto de Ezeiza, él también se paró y comenzó su camino hacia el mismo lugar. Sin que ella lo supiera, viajaría junto a él en clase ejecutiva, pues había cambiado su boleto, ya que no quería que los secuaces de Stefano, quienes también estaban tras ella en ese embarque, la localizaran.

Malditos hipócritas, si ellos mismos le habían dado a los Gringos el dato de las colonias “muertas” en USA. Hijo de puta, ahora aterrorizaba a una niña por no saber mantener su lívido controlada.

Maldita sea, al lado de él, esa mujer era una niña, ya que Santino tenía 130 años humanos, pero parecía de sesenta muy bien cuidado. Y lo estaba gracias a su mujer, quien era su fiel compañera y era exactamente una humana que él no había reclamado, pero que había criado a sus tres hijos nacidos de su primer matrimonio.

La vida le jugó una mala pasada cuando la ambición le ganó a esa hembra débil y perdió la vida por una línea de ilusión que la dejó muerta en menos de diez minutos, por una adulteración y una falsa promesa de gloria y poder.

Martina era una bella humana que amo a sus hijos desde su escuela primaria, pero no la pudo reclamar como suya, pues perdería todos sus derechos a su legado ancestral de manada. Ella le suplicó que no lo hiciera y hoy ella estaba “vieja”. Con hermosos setenta años, pero no lenta ni muerta, Santino juró que no volvería a tomar a nadie cuando ella partiera. Mientras daba cada paso, recordaba cada una de sus palabras aquella mañana antes de salir de su casa “Cuida a esa mujer, amor mío, ella no sabe nada de vuestra existencia y de sus rituales. Si ese macho es como yo creo, ni el mismo sabe lo que es capaz de hacer con tan solo un bendito beso” y él temía eso más que cualquier cosa.

La voz de la señora de los embarcos hizo su último anunció y la mujer que tenía que abordar no lo escuchaba, pues estaba perdida en el terror.

– ¡Última llamada para los pasajeros del vuelo de Aerolíneas Argentinas número 3158 con destino a Buenos Aires al aeropuerto internacional Ministro Pistarini (Ezeiza), partiendo a las 18,15 hs! ¡Por favor embarcar por la puerta B28!

Santino tomó la decisión de acercarse y tomar su mano que estaba fría y temblorosa.

–escucha muy bien hembra, yo no soy como los infelices que te asustaron en el hotel, pero si soy uno de ellos… –ella estaba queriendo soltarse sin llamar la atención con sus movimientos, pero él no la dejó. –tranquila y no hagas estupideces, porque los que te asustaron están detrás de mí, pero ellos creen que te irás en otro vuelo y no en este, así que tú eliges, vives y tomas mi mano o vas con ellos a una muerte segura.

Kyrenia no fue estúpida y se sostuvo del brazo de este inmenso hombre que la estaba protegiendo y aunque ella quería preguntar ¿por qué?, no le salía.

–Nos sentaremos en clase ejecutiva, ya que ellos saben que viajabas en economy class, y por eso yo te cambie de vuelo y hora, ellos estaban haciendo guardia en otro sector del aeropuerto y no saben que te vas hoy, mi hijo se encargó de que ellos creyeran que sales en la madrugada y hacia Córdoba Capital, pero tú y yo sabemos que ese vuelo no existe.

Sin poder hablar, ella articuló un sí con su cabeza.

Al llegar a la estación de embarque la encargada le dijo en un perfecto español

–Señorita Giménez, usted ha recibido un beneficio y su pasaje ha sido cambiado a Executive class. Por favor cédame su boleto anterior para corroborar datos y hacer el cambio.

Ella así lo hizo, y la mujer le sonrió, aceptando de su temblorosa mano el boleto.

Sin embargo, mientras su compañero codificaba el nuevo pasaje y cambiaba los datos, ella la miró nuevamente y de unos hermosos ojos miel cálidos y dulces, con un pestañear los cambió a unos de color plata muy fríos y con años de experiencia y sabiduría escondida, que le hicieron poner la piel chinita a Kyrenia, pero su voz fue todo lo contrario, pues transmitía paz y calor.

–no temas hembra, estás al cuidado seguro, del alfa más querido por toda Italia, nosotros le ayudamos, no estamos de acuerdo con los métodos de algunos pseudo Alfas, y como el que te sostiene es uno de los cinco jefes más importantes, le debemos el mayor respeto y se lo ha ganado. Deja que te cuide y te proteja de cualquier peligro y mentira.

Kyrenia por algún motivo, se sintió segura alrededor de ellos tres, ya que eran dos hombres. Uno que era el compañero de trabajo de la señora del embarque, que estaban frente a ella y el Alfa a su diestra sosteniéndola porque ella no podía con sus fuerzas. Suspiró tomando aire y se dejó guiar por aquel pasillo.