capítulo 18

...Celos...

Al llegar Aleida Hamilton salió del auto y miro el lugar con felicidad, claro tenía un amigo en aquella academia.

— Bueno has lo que quieras iré a mi puesto de trabajo, habla con Rogelia ella te

— Si, si entiendo, iré por aquí

Aleida ni siquiera lo miró para seguir caminando por el patio de la academia.

Sebastián Compbell pudo ver como algunos hombres miraban a la chica con morbosidad, no pudo evitar sentir algo de coraje por como la miraban, ante él.

Pero claro, como puede el sentir molestia si en realidad aquellos hombres no sabían quein era aquella mujer pequeña.

Aleida Hamilton caminaba con felicidad en busca de un hombre que apenas conoció el primer día que llegó a la academia militar, todos aquellos hombres que estaban entrenando eran rubios, morenos, pero no veía a ningún pelirrojo entrenando.

Mientras tanto Sebastián Compbell estaba en su oficina viendo las listas de los nuevos egresados.

Pero Sebastián Compbell no podía concentrarse del todo, ya que su mente divagaba en una pequeña mujer rubia que había asistido con él al trabajo y es que no había ningún problema siempre y cuando la mujer fuera a ver alguien, pero ¿Ah quien?.

Sebastián Compbell no se concentraba por la mujer y por aquel quien fuera al que ella visitara, realmente estaba exasperado por que no podía dejar de pensar en que estaría haciendo esa rubia.

Por otro lado, Aleida Hamilton por fin encontró a quien tanto buscaba Felipe Muñoz.

— Felipe

Ella lo llamo con entusiasmo en su voz y se acercó a él una vez que este la vio y sonrió con emoción al ver a una amiga

— Oh Ali me alegra mucho verte, a pesar de que hablamos por mensajes y video llamas, el verte en carne y grueso me entusiasma más

— Siempre tan poético Felipe, tanto me entusiasma verte, que me alegro de poder haber convencido a Sebastián de venir

— Sebastián Compbell

— Ah si, como te conté anteriormente me case con Sebastián Compbell tu entrenador jaja

— Claro, claro, lamento todo esto Ali, no me imagino por lo que estás pasando con un hombre como él

— Descuida, lo que hago no es por amor, sino por ayuda

— Entiendo que tu abuelo o papá te lo haya pedido, pero aun así no veo la razón de todo esto

— Sebastián Campbell, necesitaba la ayuda de una persona, la herencia de mis padres bien pudo haber sido mía desde hace mucho tiempo, pero al sentirme en deuda y agradecida por mi padre, no pude simplemente negarme a su pedido

— Entiendo Ali, sé que obraste té buen corazón, pero el que salgas lastimada por él, no me parece justo

— Ah~ agradezco tu preocupación, pero esto no durará más de elogio planeado, solo serán cinco años lo que tengo que durar con este matrimonio, después retomaré mi vida en los ángeles

— Bueno pues deseo que se cumpla pronto para que así no tengas que seguir soportando lo

— Si tienes razón jajajajajaja

Sebastián Compbell caminaba por el patio de entrenamiento cuando escucho las risas de aquella pareja, al girarse, sus ojos se abrieron como platos al ver a la rubia que es su esposa hablar con confianza con aquel pelirrojo.

Claro se trataba de Felipe Muñoz el hombre con quien vio por primera vez a Aleida Hamilton hablar con él amablemente, al verlo no pudo evitar sentir molestia, así que camino hasta ellos, se colocó a espalda de estos y al escuchar su nombre en boca de ambos, interrumpió su plática, ganándose un susto de ambas personas.

— Señor

— Veo que la platica lo hecho deshacerse de sus responsabilidades, vuelva al entrenamiento ahora

— Si señor, lo siento Ali

— Acaso no escucho dije que se fuera ya

Felipe Muñoz miro por última vez a Aleida, para después irse rápidamente de la presencia de su entrenador.

Mientras santo Aleida Hamilton miraba como el hombre desaparecía dejándola sola con el hombre con quien no quería acabar por un tiempo ni mucho menos ver, ya que de tan solo verlo no podía evitar pensar en lo que ocurrió la noche anterior.

— Para eso querías venir, para traicionarme con otro hombre

— Traicionarte, has perdido la cabeza a caso

— No, pero pronto lo aré gracias a ti

— No, no gracias a mi, seria gracias a ti pues yo no se lo que piensas o lo que pensaste al verme con Felipe

— Ah por lo que veo ya se hablan por sus respectivos nombres

— Si llevo tiempo hablando con él

Aquello Aleida Hamilton lo dijo con una sonrisa en su rostro, después de todo el pelirrojo fue muy amable con él además de que él está enterado de que ella se casó con Sebastián.

Sebastián Compbell al momento de ver esa sonrisa en el rostro de la rubia, tenso la mandíbula sintiendo como la molestia se apoderaba de él, el tomo su mano rápidamente y entrelazo sus dedos en los de ella apretando la pequeña mano con la suya.

— Oye que estás haciendo suelta mi mano

— No ven conmigo

— No de nuevo

Sebastián Compbell empezó a caminar con la mujer tomada de la mano, Aleida al ver a las personas uniformadas, sonreía con amabilidad mientras era arrastrada sin ninguna contemplación.

El cómo Aleida hacía gestos pasaban desapercibidas por la sonrisa que imponía, además pudo escuchar algunos susurros de las personas que decían al ver al hombre más intimidante y frío con una mujer tomada de la mano, algunos estaban enterados de su relación, pero otros estaban ajenos a tal información.

Aleida troto un poco para alcanzar a Sebastián Compbell quien caminaba como un gigante, pero al no poder seguirlo el paso volvía a quedar atrás y ser jalada.

— Sebastián, cariño nos observan

— Ese es el plan, que vean porque estás aquí

— Que significa eso

Sebastián Compbell miro devuelta a todos aquellos anteriores hombres que miraban con deseo a la mujer que llevaba tomada de la mano, estos estaban impactados por saber de otros que la rubia era esposa del capitán.

Estos desviaban la mirada cosa que para Sebastián Compbell resultó realmente reconfortante por lo que hizo una sonrisa ladeada.

— Acabas de sonreír

— No

Se negó fríamente al saber que fue visto por la pequeña esposa que trataba de aparentar que no ocurría nada.

En eso una bola de multitud con cámaras y micrófonos llegaron a las rejas de la academia.

Aleida al verlas oculto su rostro detrás de aquel brazo que la tenía tomada de la mano.

— Por dios Sebastián, estás haciendo un escándalo después no me culpes por tus acciones

— Por qué te molesta

— Que me molesta, no me molesta, pero con la regla que pusiste en el contrato estaba claro que no querías un escándalo

Aleida de algún modo pudo soltarse de la mano masculina y antes de irse, se giró y miro a Sebastián

— Me voy de acuerdo

— Ya que hicimos un escándalo porque no haces uno más grande

— Que

No hubo tiempo para descifrar de lo que hablo Sebastián Compbell pues había sido tomada de la cintura y otra la había tomado de su nuca, con fuerza utilizada prudentemente, Sebastián acercó a la femenina, se inclinó hasta la altura de la rubia y beso aquellos labios que tenían sabor a durazno.

Aleida refutó por aquello, pero al ver a los demas presentes y ver como Sebastián la besaba con ojos cerrados se dejó besar por esos labios que ya la habían recorrido, que ya conocían su cuerpo, que habían llegado de alguna manera a lugares que Aleida Hamilton no conocía.

Su beso era solo uno estático del que el público se sorprendió para después tomar nota y filmar aquello.

Sebastián Compbell al momento de sentir esos labios y el sabor a durazno fue como si algo se encendiera en su cerebro, de alguna forma para Sebastián el sabor de esos labios se le hizo conocido por lo que en vez de solo ser un beso común, movió sus labios lentamente saboreando esos labios pequeños y carnoso, Aleida trato de seguir el ritmo, pero ala ser primeriza a pesar de pasar una noche casi entera besándose seguía siendo torre y aquello solo provocó una risa nasal de parte de Sebastián.

Sebastián Compbell se había olvidado claramente de donde se encontraba, pero Aleida era oidora de la ebullición que los rodeaba.

¿Qué está ocurriendo?,¿Por qué me beso?,¿Recordará lo de anoche?

Las preguntas abrumaron a Aleida quien ya estaba abrumada con el hombre que la besaba repentinamente, además de que el aire le estaba faltando, coloco sus manos en esos brazos que ya la habían abrazado en toda la noche y de algún modo Sebastián Compbell sintió como ella se sentía protegida por él, el dejo sus labios y las miró a los ojos, ambos se quedaron viéndose por largos minutos.

— Por qué siento que hemos hecho esto

— De que hablas, debes estar borracho todavía

— No estoy suficientemente cuerdo para reconocer que ya hice esto

Aleida Hamilton sintió en algún momento la adrenalina porque él recordará lo que ocurrió entre ambos, así rápidamente se alejó de él y negó rápidamente.

— No, tal vez pensaste en Petra, te imaginas si un día descubres que me metí en tu cama, ja no duró viva, si de por sí con esa mujer casi muero, no me sorprende que tú también quieras verme en un hoyo

Aleida Hamilton lo dijo lo más serio posible con tal de que pareciera verdadera aquella mentira.

En algún momento Aleida hizo un pequeño gesto con la nariz si su mejor amigo y padrastro estuvieran ahí sabrían que era mentira, pero aquel hombre era ajeno a todo de ella, por lo que frunció el ceño y le creyó en parte.

Aleida miró a las personas que la observaban con sonrojos y sonrisas, retomo su papel de esposa y se acercó a Sebastián Compbell con temor.

— Regresaré a casa, adiós "Cariñ"

Dijo sarcásticamente y le dio un beso en la mejilla para después casi correr hasta el carro negro que la esperaba fuera de la academia rodeadas de aquella personas que resultaban de alguna manera fastidiosas.

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Comments

Kitzia Yanina Malpica

Kitzia Yanina Malpica

yo recuerdo que eran seis años

2022-10-26

7

Liovanyela Peñalver Pereda

Liovanyela Peñalver Pereda

es mejor que le digas la verdad bebé, además fue el quien se aprovechó de su estado jajajaja

2022-10-22

0

Yara Barcelata

Yara Barcelata

Es mejor que Sebastián sepa la verdad que el ya la hizo suya porque aunque no lo quiera se está encariñando con ella

2022-10-21

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