capítulo 13

...Discusión...

Sebastián Compbell se encontraba de camino a la casa de su padre, después de lo ocurrido de anoche y la reacción que tuvo al ver a su amada y esposa lo delató delante de su padre quien le pidió una reunión en su casa.

Mientras él iba de camino a ala casa de su padre, Aleida no había despertado en toda la noche, el médico de la familia dijo que tubo una pequeña contusión al recibir un golpe duro en la cabeza, sin contar que al haber caído al agua había recibido un golpe más fuerte al chocar con el piso de la piscina.

Paul estaba más que furioso por la acusación que Sebastián Compbell acusaban de abuso a aquella mujer que no tuvo más que unos pequeños rasguños en los brazos cosa que hizo crecer la cólera de Sebastián.

Pero aun así quedo en total vergüenza al reaccionar primero por el bienestar de su amasa que el de la mujer que llevaba el título de SU ESPOSA.

— PERO EN QUE DEMONIOS ESTABAS PENSANDO AL SALVAR A ESA MUJER

— Es mujer es la que a...

— AMAS JA POR FAVOR ERES TAN ESTÚPIDO POR ESO MISMO ESTAS DONDE ESTÁS POR ESA MUJER A LA QUE DICES AMAR, DONDE ESTUVO ELLA CUANDO CASI MUERES, DONDE ESTABA EN TUS DÍAS DE DUELO

— Basta, basta esa mujer que detestas es la mujer que amo y que añoro

— De verdad, eres estúpido esa mujer no a hecho nada bueno por ti solo te a hecho más estúpido ingenuo

— Pues tú te has encargado de hacerme como soy donde estuviste en mi niñez en mi adolescencia donde

— Me echas la culpa por tus problemas, sigues siendo el mismo niño de antes lárgate no quiero verte más sal de aquí

— Esto es tu culpa si no hubieras insistido en que dejara a la mujer que amo nada de esto hubiera sucedido

— Eres un idiota Sebastián esa mujer no te dará nada bueno solo te traerá problemas y no lo digo yo nada más tu madre y hermana dicen lo mismo, vete y espero que tu comportamiento cambie ahora

Sebastián Compbell se puso de pie de la silla y salió de ahí azotando la puerta por la frustración que su padre le causa, quiso ir a ver a su madre después de todo ella no tenía la culpa de nada ay ella le ha hecho saber el cariño que le tiene, pero la dama al verlo salió de sala con tristeza en el rostro, Sebastián cerró los ojos y salió de esa casa rápidamente a hablar con aquella mujer en su casa.

Mientras tanto Aleida despertaba de su pequeño coma de una noche y medio día, al despertar ella se dio la sorpresa de que estaba en su cama con su pijama, al tratar de enderezarse sintió un dolor inmenso en la cabeza, pero aun así se sentó en la cama y en eso llego una de las empleadas de la casa

— Señorita ya despertó

— Cuanto llevo dormida?

— Un día entero señorita

— Que!!!!

— Si antier el joven Paul la trajo en brazos mojados y con un golpe en la cabeza

— Ah ya lo recuerdo

Lo sucedido en aquella noche regresaron a su memoria al tomar en cuenta que la mujer con la que hablaba la había golpeado con un jarrón y después empujado por la baranda cayendo así en el agua de la piscina donde recibió otro golpe en la cabeza.

La uniformada señorita de blanco y negro camino hasta ella con una charola de plata donde le ofreció un vaso de agua y una pastilla.

— El doctor dijo que debe tomar una pastilla para el dolor de la cabeza

— Claro gracias

Aleida Hamilton lo bebió con tranquilidad para después dejar el vaso del agua en el mueble que se encontraba al costado de su cama.

— Bien me daré una ducha caliente

— Señorita el doctor dijo que debía de estar en reposo, por favor no se levante

— Que, no, no necesito darme un baño, mira tú no te preocupes, me ducharé y después volveré a la cama de acuerdo

— Pero hágalo señoritas

Aleida sonrió y se levantó para después entrar en el baño, duró casi 20 minutos dándose un baño después de un día entero sin bañarse se sintió realmente limpia y humectante, al salir de la ducha camino hasta su ropero y de ahí saco unos jeans color café de tiro alto y de tela calientita, después tomo una blusa color perla de manga larga y cuello de tortuga, el día se encontraba fresco y la habitación se encontraba fría, ella se peinó el pelo y se lo seco con tal de estar más caliente.

En eso por la apuesta entro una persona de la que jamás imagino ver ese día.

Sebastián Compbell entró en la habitación ajena a él y azotó la puerta, claro estaba molesto por con su padre, por su amigo, abuelo y con una mujer que era ajena a todo aquel enojo.

— Por fin despiertas

Dijo despectivamente al ver como la chica se recogía el cabello en una cola de caballo alta, claro algunos mechones como el copete se salieron callando por los costados de su rostro

— Si acabo de despertar, porque lo preguntas

— ¿Por qué? Eres increíble, sabes en el ridículo en el que me pusiste en la fiesta de mi hermana

— Disculpa, no entiendo tu molestia

— Bien te refrescaré la memoria, porque diablos empujaste ah Petra de la terraza

— Que estás diciendo

— Lo que oyes empujaste a Petra, sabes ya sé tus intenciones querías lastimar la eso es lo que querías

— Sabes que no gastaré saliva en un ser que no se merece ni una gota

Aleida dijo para después caminar hasta la puerta con la intención de salir de su habitación, pero no pudo, ya que fue jalada del brazo con brusquedad

— Ah~

— A donde crees que vas, de aquí no sales hasta que me digas las intenciones que tienes con Petra

— Tú estás loco de la cabeza

— No porque por ti me gane el desprecio de mi padre y la vergüenza

— Eso no es mi culpa, tú la salvaste a ella, responsabilízate de tus acciones porque yo no lo are por ti

Aleida Hamilton sé jaloneo con tal de soltarse, pero aun así no pudo, ya que el hombre la tomó por los dos brazos y la estrujo por la furia.

— DIME QUE ESPERABAS CON HACERLO

— De que demonios hablas

— Que esperabas con lastimarla por qué la lastimaste

— De verdad estás diciendo eso, no crees que si quisiera lastimar a tu amada, seria ella la más afectada que YO

El grito de Aleida fue agudo y chillante después de todo ser mujer hace que la voz sea más aguda y chillona como Aleida Hamilton quien portaba la misma voz de su difunta madre que tenía el mismo timbre de voz.

Sebastián Compbell hecho la cabeza hacia atrás, razón era lo que tenía lo que acababa de decir Aleida Hamilton, como puede pensar el que su amada era ala más afectada si esta solo contaba con pequeños rasguños y cortadas en sus manos, aquello solo apuntaba a ese alguien responsable de elásticas a la pequeña rubia delante de él.

— Vergüenza bienes con el descaro de decirse y hacerme responsable de hacerte pasar vergüenza cuando tu Petra, tu amada, TU AMANTE, casi me mata de un golpe en la cabeza y lanzándome por el balcón, realmente ese cerebro te sirve poco

Aleida Hamilton al sentir que la fuerza del hombre disminuyó ella se soltó del agarre de estos y tomó distancia del tipo.

— No me hagas responsable de tus vergüenzas, yo no fui la que salto por alguien que no tiene nada que ver en este matrimonio y después de todo no te debo nada, al contrario, estoy en deuda con el hombre que SI ME SALVO VIDA, pedazo de mierda

Aleida salió de la habitación dejando solo a aquel hombre que le daba el mérito completo a las palabras de la chica que tenían razón.

Sebastián Compbell bajaba las escaleras y vio como su abuelo hablaba con su esposa en el pasillo de camino a la sala de estar de la mansión.

— Abuelo

El hombre de cabellera platinada y con bastón por causa de una lesión severa en su rodilla derecha se detuvo al ver a su nieto quien le habló.

— Ali ve primero, tengo que hablar con tu esposo

— Por supuesto padre

Ella sonrió y le dio un beso en la.mejilla al mayor para después irse de ahí.

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