capitulo 15

...Borrachera...

Sebastián Compbell conducía a alta velocidad al aria pobre de la pequeña ciudadela.

¿Se preguntarán porque? Bueno es que su querida amada o bien amante vivía en un humilde departamento donde vivía junto con su madre una adicta a las apuestas.

La razón por la que conducía a alta velocidad, era que tenía la furia y enojo acumuladas en su interior, pero no había dudas de que la razón principal por la que conducía en aquel estado era nada más y nada menos por la conversación que tuvo con la pequeña mujer rubia.

Sus palabras habían tenido un gran efecto en él, claro cada palabra que salía de aquellos labios se habían clavado en el cómo dagas y flechas.

Pero lo que más lo enfurecía era que tenía razón, la mujer lo había leído, lo había descifrado a la perfección que aquellas palabras era más que la verdad y como dice el dicho la verdad duele.

...Nadie es más odiado que el que dice la verdad.—...

Claro por eso la odiaba con todas sus fuerzas, porque la mujer se había encargado de decirle sus verdades, las verdades de sus errores y decisiones que ha tomado.

¿Cómo es que pide compresión si sus decisiones son incorrectas?

La razón era esa, no podía exigir comprensión y entendimiento si sus decisiones son incorrectas, al llegar al condominio donde se encontraba la vivienda de su amada, bajo del auto con prisa y subió las secadoras hasta llegar al número correspondió del edificio de la mujer.

Toco el timbre esperando que le abrieran la puerta, pero nadie salía, por lo que al caer en desesperación tomó la iniciativa de golpear con el puño y la palma de su mano sin paciencia alguna.

— Sebastián

La voz de la mujer llegó a sus oídos y se giró viendo a la mujer subir las escaleras con una bolsa de papel en su brazo izquierdo

— Que haces aquí

— Tenía que hablar contigo sobre algo importante

— Claro, pasa

Petra Montenegro abrió la puerta y dejó entrar al hombre detrás de ella, él entró y vio el lugar con tristeza, la humildad en la que vivía su amada le entristecía, se preguntaba como es que permitía que viviera aún ese estado cuando él tenía todo para darle, pero las respuestas venían a él con rapidez al recordar el infierno que él suponía en el que estaba.

— De que querías hablar cariño

— Vine para que me digas con la verdad, ¿Tú golpeas te a Aleida con el jarrón?

La mujer dejó de desempacar el mandado de la bolsa, al escuchar como su "amor del alma" le preguntaba al que de lo que tenía miedo decir.

— De que hablas, claro que no, ella me atacó primero

— Bien supongo que te creo, entonces muéstrame donde te golpeó

La mujer empezó a temblar como si fuera una gelatina, ella empezó a tartamudear al igual que sus labios que solo asían más que temblar.

— Eh yo, yo

Sebastián Compbell giró el rostro y con su puño cerrado golpeó la pared con fuerza soltando a la vez un grito de frustración.

— PORQUE, PORQUE LA GOLPEAS TE, Porque

— Me estás echando la culpa

— Y no es así, tú la golpeaste, Petra, ella está herida en vez de ti, si tú estuvieras herida podría creerte

— Entonces desconfías de mí

— No escúchame

El se acercó a ella tomándola con gentileza de sus hombros

— Te creí en el momento en que te vi en el agua, pero al ver en el estado en que salió Aleida todo apunta en dirección contraria así que dime, por favor te lo suplico, ¿Tú atacaste a Aleida?

La mujer miró a Sebastián a los ojos, él esperaba que aquello fuera lo contrario, que la respuesta que le dijera fuera lo mismo que dijo esa noche.

¿Por qué? Por qué no quería creerle a los demás al decirle la clase de mujer es la que tiene enfrente de él, quería negarse a la verdad que ya no podría ser escondida, puesto que Aleida Hamilton había descubierto la faceta que Sebastián Compbell desconocía de su amada.

Petra Montenegro miro a Sebastián a los ojos para después cerrarlos y con un movimiento de su cabeza afirmar su acción violenta.

— Maldita sea

Sebastian Campbell la soltó y manoseo al aire con frustración y decepción, llevo una de sus manos a su cabeza y con ellas llevo su cabezo hacia atrás de su cabeza dejando este ligeramente alborotado, se giró y miro una vez a la mujer de sus sueños.

Sintiendo la impotencia del momento salió de aquel departamento humilde como una estrella fugaz, Petra derramó unas semanas lágrimas y grito en llamado de Sebastián, pero este no atendió el llamado, solo siguió caminando desapareciendo una vez que entró en auto negro.

Petra Montenegro pateo el suelo con enojo, al creer que el hombre le creería, pero ya vio que el hombre consiguió respuestas de la mujer rubia en su casa, lugar que le correspondía al ser la amada del hombre que se había ido.

Sebastián Compbell ya no se encontraba en su auto si no en un bar de malamente en el centro de la ciudad, esta más que molesto, decepcionado si esa era la palabra, estaba decepción de él mismo por haber tomado la decisión que lo ha dejado en rotunda vergüenza pública y más al darse cuenta de que su padre se lo ha hecho ver en más de un intento.

Los tragos pasaban y pasaban en aquella garganta que cada vez que sentía aquel líquido rasgar con su interior hacia una mueca por el placentero sabor que dejaba el amargo trago, ya eran las once en punto de la noche.

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Comments

Ismenia Pinilla

Ismenia Pinilla

*área no aria

2024-05-17

1

Bradamanta del Este

Bradamanta del Este

ojalá sebastian ña sorprenda en acción. seguramente él no es él único que la mantiene ni ha caído en su historia

2023-03-25

6

Kitzia Yanina Malpica

Kitzia Yanina Malpica

si la mujer es tan pobre como es que puede asistir a fiestas muy selectas y glamourosas

2022-10-26

9

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