Capítulo 10

...Luna de miel...

En el aeropuerto, Sebastián Campbell y Aleida de Compbell caminaban con prisa, él la lleva a tomada por la cintura aparentando ser unidos ante aquellos periodistas que los bombardeaban con preguntas y fotografías.

Los guardaespaldas trataban de alejar aquella multitud, pero no era posible, ya que el cuidar de la pareja y el equipaje era difícil para ellos.

Sin más preámbulo, llegaron al Jet privado de la familia real Campbell, si bien todos subieron rápido hasta poder tener algo de tranquilidad.

— Ah donde iremos

— No lo sabes, mi padre se encargó de hacer la luna de miel, lejos y solitariamente solo para los dos

— Que, pero creí que no tendríamos nada de esos eventos

— Yo también lo pensé, pero mi padre se encargó de hacerlo a escondidas de mí

El viaje sería largo para Aleida de Compbell, ella se sentó obedeciendo las órdenes del piloto y miro por la ventana, el avión estaba por despegar pues ya estaba en marcha.

Al estar en el cielo una vez más para Aleida colocó su mano en sus labios y su mente se trasportó devuelta a esa noche en la que descubrió el secreto de su esposo.

El verlo besar con deseo y sin aplicación le hizo recordar el beso que se dieron primeramente antes de aquello.

Si bien Aleida era nuevo en todo el romance, era pura y ayer en su boda había perdido su primer beso con un hombre ego centrista que estaba enamorado de una mujer que no eran ella.

Sebastián Compbell se puso de pie y se sirvió un whisky, al girarse y ver a la chica perdida viendo en la ventanilla lo hizo fruncir el ceño.

Él se acercó a un lado del asiento de su esposa, pero aun así ella no se dio cuenta de su presencia, dio un trago a su bebida y tenía la intención de retirarse de ella, pero su vista se enfocó en aquella mano que tocaba los labios de la mujer, ella solo estaba pensando en aquel beso y el beso de esposo con la otra mujer.

No es que pensara a mal de aquello, solo que le vinieron a la mente diversas escenas de los problemas a los que podrían enfrentarse si descubrieran a Sebastián.

— En que piensas

— Eh~

Dijo girando su rostro viendo la figura del hombre aun lado de su asiento, levantó su rostro y se topó con él de su esposo.

¿Esposo? Desde cuando Aleida lo estaba llamando esposo en su mente, así la mujer recordó que no es necesario llamar a aquel hombre por el título de esposo, ya que el trato decía específicamente que solo se llamaran, amor, cariño y esposo(a) en público y eventos familiares.

— Ah nada solo algo que vi ayer

Dijo quitándose el cinturón y poniéndose de pie para caminar a la pequeña recámara del avión en la parte trasera, ella se fue así sin dedicarle ni una sola mirada a Sebastián quien frunció el ceño ligeramente al verla desaparecer de su vista.

...Paisaje...

Ni una sola palabra, el silencio había caído sobre ellos al punto de que las aeromozas sentían una gran incomodidad de ver como un matrimonio aparentemente feliz, era todo lo contrario.

El Jet había llegado al lugar donde se llevaría a cabo la luna de miel, Aleida miró por la ventanilla y sonrió al ver el agua cristalina y las cabañas en el agua, sonrió tan brillantemente que Sebastián al verla sonrió ligeramente.

Una vez estando en tierra firme salieron del Jet sintiendo aquel viento caliente y abrazado del sol, había un solo auto, esperándolos afuera del Jet

— Bienvenidos a las islas del sur

— Gracias, están hermoso el lugar

Dijo mirando las palmeras y las lindas colinas de color verde, el clima era caluroso, pero el paisaje era divino para la mujer que no dejaba de sonreír.

– Los llevaremos a su cabaña, donde será su hospedaje y después los llevaremos a un restaurante

— Solo llévenos a la cabaña

— Que, como puedes decir algo así, mira esto, no te dan ganas de divertirte

— No si tú estás ahí

Aleida dejo de sonreír al ver como el hombre se subía al auto, aburrido, simplemente aburrido, los empleados metían el equipaje dentro del auto, ya todo estaba listo, solo faltaba que ella subiera.

Pero Aleida miró la vista y después miro al hombre que los había recibido, tomó su bolso y camino hacia él.

— Puede conseguirme otro medio de trasporte, que no sea como este

— Ah si, señora Compbell, no irá con su esposo

– Temo que no será así, quiero disfrutar de este lugar y no estar con un aburrido, puede hacerme el favor de llevarme de paseo

– Ah~ su señorita Compbell

— Bien, lo esperaré fuera del aeropuerto

Dijo sonriendo y paso de largo el auto donde Sebastián Compbell esperaba su ingreso, pero al ver que la mujer pasó de largo el auto y siguió caminando, frunció el ceño y salió del auto.

— Ah donde vas

— Ah divertirme

Solo dijo levantando una mano diciéndole adiós con ella, sin siquiera verlo o darle la cara, él solo la vio irse.

Molesto por la actitud de la mujer, entró en el auto y le dijo al chófer que la siguiera.

Él obedeció a su mandato y con tranquilidad acercó el auto al costado de la chica quien caminaba con rapidez y constancia.

— Que demonios estás haciendo, entra al auto

— No, no lo are, cláusulas número 3 no intervenimos en la vida privada de ninguno de los dos, así que iré a pasear, divertirme y no estar con amargado aburrido que no sabe que es diversión

Lo miró y volvió su vista en el camino para ver el camino y no llegar a tener algún accidente.

Sebastián Compbell la miro con rabia pues esta se atrevió a llamarlo amargado que no sabía divertirse.

— Si sé que es diversión

— Así entonces dime que es

Sebastián Compbell abrió su boca, pero no salió ni una sola palabra, ¿Sabía lo que era?

No después de todo Sebastián Compbell jamás se ha divertido con un amigo de la escuela, con un videojuego, con ningún juego en grupo, jamás pudo apreciar el sentimiento de ver la televisión sin ninguna responsabilidad, básicamente estuvo en un internado militar y en la academia.

En realidad Sebastián Compbell nunca tubo la libertad que un niño, adolescente y joven necesito.

— Avísame cuando sepas que es diversión y ver con otra expectativa al mundo

— Yo sé lo que es realmente el mundo niña

— Así, dime que has visto, además de hambre, sufrimiento, muerte y guerra, ni siquiera sé si tu vida sexual está activa y no me interesa saberlo

— Como te atreves a decir esas cosas frente a mí

Ella sonrió realmente desconcertada por tal comportamiento del hombre en el automóvil

— Tal vez no te lo diga nadie, pero si a tus espaldas y yo soy honesta así que digo lo que veo y lo que veo, es aún tipo aburrido, egocéntrico, orgulloso y aburrido espero que te sirva de algo saberlo

En eso una jeep todoterreno sin ventanas llegó al otro lado de la chica, el hombre quien la conducía era un hombre moreno de piel bronceada y sin camisa.

¿Qué demonios? Sebastián Campbell al ver al hombre que enseñaba la mitad de su cuerpo le habló a la mujer caminadora con una sonrisa radiante.

— Alguien me dijo que pidió un turno por la isla

— Esa soy yo

Aleida río abrió la puerta de la camioneta y entró en ella, giró su rostro y miró por última vez a Sebastián quien tenía la boca abierta y cargaba con una mirada desconcertada.

Ella sonrió y la camioneta salió a gran velocidad de ahí para cumplir el cometido de pasear a la chica en ella.

— Al hotel

Dijo un desconcertado Sebastián que solo pudo ver como la chica su esposa se iba con otro hombre.

...Una tarde espléndida...

3.00 Sebastián Compbell se encontraba en la cabaña matrimonial, esta se encontraba sobre encima del agua cristalina de colores turquesas, el aire había llegado y consigo la comida del hombre igual.

Sebastián apreciaba la vista y la delicada brisa de la playa, con desesperación miró el reloj en su muñeca y vio la hora, llevaba siete horas sin saber nada de su acompañante rubia.

En eso risas y pasos se escucharon en aquel muelle de madera, él se puso de pie y cinco hasta la puerta deslizable y miro a ese alguien que llegaba, al salir pudo ver a la rubia acompañada del mismo hombre que la recogió en el aeropuerto, ella traía unas bolsas en la mano, era perceptible que había ido de compras.

— Llegas tarde ya comí

— Descuida ya comí en un restaurante

Dijo entrando a la cabaña dejando sus bolsas en el sillón con un rostro brillante.

— Oye Ali vamos a nadar

— Ya voy aguarda

Aleida entró al baño y con una bolsa de aquellas tantas que tenía.

Sebastián no pudo evitar apaciguar su curiosidad y miro en el interior de las bolsas solo para darse cuenta de que había ropa en ellas.

— De donde obtuviste dinero

Pregunto con una ceja alzada, ya que él no le había dado ni un solo dólar a la chica.

En eso Aleida salió con un lindo traje de baño de dos piezas color negro, al verla Sebastián Compbell quedó perplejo.

— De donde sacaste eso

— Traje ropa, pero no sabía que veníamos a un lugar así, así que lo primero que hice es compartir ropa ligera y cómoda, además compre otro traje, mañana baños a hacer snorkel, bucear y a nadar en el arrecife

— Sabes nadar

— Bueno hay cosas que no sabes de mí y no sabrás

Sonrió tomó su bolso y salió de la cabaña dejando atrás a Sebastián Compbell su esposo.

— Espera

Al escuchar un grito corrió a la puerta y lo que vio fue a la rubia siendo cargada por el chico y este salto al agua cristalina, el ruido del agua rompiendo sonó fuerte a los oídos de Sebastián, él se quitó las sandalias y camino hasta el muelle donde vio como el hombre había salido del agua limpiando y quitándose el cabello del rostro, él empezó a sustraerse al no ver que salía Alrida, pero esta salió riendo por la locura que su acompañante hizo

— Estás demente

— Jajajajaja, pero te gustó

— Sebastián por qué no entras y te relajas un rato

— No solo vine porque creí que alguien se lastimó

– Vamos estamos en una isla rodeados de agua no te dan ganas de nadar

Aleida se acercó al muelle donde Sebastián estaba y lo miró a los ojos

— Sabes seremos esposos que no se aman, pero deberíamos intentar llevarnos bien

— No quiero

– Ah~ bien ayúdame a salir del agua

Extendió su mano mojada y Sebastian sonrió nasalmente y extendió la suya para sacarla del agua, pero la mujer tenía un as bajo la manga, su peso la ayudó a atraer lo así ella haciendo que este cayera al agua

— Hija de

No pudo terminar el insulto, ya que el agua salada lo había cubierto por completo.

Por su peso y altura cayó lo más hondo posible, al estar debajo de aquellas aguas cristalinas.

Sebastián Compbell estaba más que molesto, lo habían empujado directamente en el agua que sintió una punzada de molestia en sí ego por ser tumbado por una simple mujer delgada.

Al llegar a la superficie, exhaló hasta lo más profundo, el sentir ele aire devuelta en sus pulmones lo hizo sentir aliviado.

Aleida Hamilton se reía de el tanto, que para Sebastián aquello lo había sacado de sus cabales.

— ESTÁS LOCA ACASO

— Oye tranquilízate, tienes que relajarte y el agua es relajante

— NO ME IMPORTA, SI QUISIERA ENTRAR EN EL AGUA HUBIERA ENTRADO NO LO CREES

— Por dios santo, deja de gritar como si hubiera sido lo peor que te hubiera ocurrido en la vida

— PUES ASÍ ES, ME CASE CON UNA LOCA QUE ODIO MÁS QUE NADA EN EL PLANETA TIERRA, SABES ALGO MEJOR NO HUBIERAS NACIDO NUNCA ESCUCHASTE NUNCA

Aleida abrió sus labios y solo lo miró con seriedad, por un momento creyó que hizo una aprenda bien, al creer que sería mejor romper la tensión y tan siquiera llevarse un poco bien para hacer de aquel matrimonio lo más rápido posible.

Claramente, Sebastián no se lo tomó para nada bien pues le había dicho y dejado en claro que la odiaba y deseo que nunca hubiera nacido, Aleida dejo de eventos y miro a su nuevo amigo, este la miro con tristeza y pena, ella nadó hasta él y le dijo

— Ayúdame a salir por favor

— Claro

Él se apoyó en sus brazos y salió del agua para después tomar de la mano a la rubia y jalar de él con fuerza sacándola del agua.

Sebastián Compbell tensiono la mandíbula al ver como la mujer, lo había ignorado y abandonado sin siquiera mirarlo.

¿Pero por qué deseaba que lo viera y que no lo abandonará después de lo que dijo?

Claro Sebastián Compbell no se preguntó por la reacción de la chica, solo pudo permanecer flotando en aquella agua salada.

Desde ahí pudo ver como ella se despedía del hombre y entraba devuelta en la cabaña sin mirarle o decirle algo.

8.00 Aleida había salido al balcón apreciando el lindo atardecer que se escondía detrás de toda aquella agua salada, ella portaba un lindo vestido color perla largo y de una tela lista y delgada, su bello se encontraba recogido a excepción de unos cuantos mechones que se salieron de su lugar por el viento que se había desatado.

Simplemente perfecta, la imagen resultó especialmente brillante y excepcional para Sebastián quien salió al balcón al no encontrar a la mujer en el interior de la cabaña.

Al verla tan seria y bajo el aire sintió una chispa y un brillo sobresalir de sus ojos al ver aquella bella y perfecta imagen delante de él.

Él la vio de pies a cabeza y de cabeza a los pies, sus ojos escudriñaban cada espacio de piel hasta que sus ojos se posaron en aquella piel descubierta de su espalda, de ella sobresalía una cicatriz grande y claramente vieja, ¿A qué se debía?

Se preguntarán que era aquella cicatriz, bueno, antes de llegar a la edad de despojarse, antes de que su vida diera un giro inesperado, Aleida Hamilton había sufrido un accidente del que sus padres fallecieron y ella obtuvo una marca para toda su vida al ver sido expulsada del automóvil y golpearse contra un árbol dejando que una corteza del árbol rompiera su ropa y cortar aquella espalda pequeña.

— Aleida

Ella voltio a verlo, pero no dijo nada al verlo solo volvió a girar su rostro y perderse en el paisaje

— Ah~ sobre lo que pasó en la tarde yo quería

— No lo hagas, no quiero tus disculpas, porque no son verdaderas

— De que es esa cicatriz

Pregunto sin darle más vuelta a la rueda de la que su mente había ideado una larga y aburrida conversación

— No finjas que te importa, no te metas en mi vida, quedó todo claro en la tarde

– Ah~ ya es tarde porque no pasas y cenas algo

— No gracias iré al restaurante

Ella se giró, tomó unas sandalias de tacón y camino por el muelle para caminar al restaurante que se encontraba en la playa

— Aleida

Le habló, pero ella solo se inmutó para decirle solo una cosa que lo desconcertó

— Espero mañana volvamos, para no seguir viendo tu amargura.

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Comments

Maru Palacios Marin

Maru Palacios Marin

Hay fallas de parte y parte es decir💬 de los dos, ella se burla de él desafiandolo llamándolo egocéntrico narcisista y demás pero bien que disfruta las "ventajas" y posición por haberse casado con un PRÍNCIPE; y el a su vez le recrimina cualquier nimiedad, los errores son de parte y parte. PD: Ella está consciente que hay otra mujer en su vida

2024-05-06

3

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

Que tipo tan arrogante y vulgar, no tiene ni pizca de educación, se supone que es todo un oficial de la marina con alto rango, aparte de ser de la realeza.......pero parece que compró el título....🤔🤔☹️🇦🇲

2024-05-08

0

Ester Ayala

Ester Ayala

yo te hubiera ahogadoooooo, maldito

2024-05-21

0

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