Capítulo 3

...Encuentro desagradable...

Sin embargo, todo lo que era risas y agradable para ambos se desvaneció cuando una mano grande y fuerte tomó la de Aleida con fuerza.

Ella impuso fuerza, pero aquello no basto, puesto que la fuerza del hombre era más grande que la de ella, ella con algo a su favor utilizo el poco peso de su cuerpo y se inclinó hacia atrás evitando que este la arrastrará por el lugar.

Sebastián se detuvo y la miro con rabia cosa que no pasó desapercibida para la femenina.

— Vamos

— Disculpe no lo conozco y no iré a ninguna parte con usted

Sebastián Compbell no era conocido por ser paciente y bondadoso, si no era conocido por ser alguien tosco, frío, estrictamente malo para comunicarse y de un muy mal genio

— Deja la fuerza ya y vámonos

— Suélteme en este instante

— Vendrás conmigo quieras o no

— Pues cabe mencionarle que no quiero y no lo are, no lo conozco y mucho menos pienso acompañarlo

— Mi paciencia es poca así que no me irrite y vámonos ya

Dijo tirando de aquel pequeño brazo sacando un grito de la femenina, no solo era un grito de sorpresa, sino también de dolor.

Aquella mano apretaba su muñeca con fuerza, incluso podía verse como era posible que esa mano masculina y callosa cubría como si de una manta se tratase su delgada muñeca.

Aleida con la ayuda de su mano libre trato de aflojar el agarre de aquella mano que se enterraba en su muñeca.

No podían ni caminar al ver como la chica forcejeaba, hasta que otra mano tomó la mano de Sebastián Compbell.

Todo se detuvo en abrir y cerrar de ojos, Felipe quien miro a Aleida pasó a ver al hombre quien la tenía de la mano.

Sebastián quería encontrarla con rapidez y sin hacer un alboroto, pero a su parecer la chica no pondría las cosas fáciles.

— Suéltela, la está lastimando

— Quita tu mano de la mía en este instante

— No

Sebastián se giró en su mismo lugar y miro de frente a Felipe que se encontraba unos centímetros más pequeño que él.

La femenina quien presenciaba aquel duelo de miradas, no pudo evitar sentir como si estuviera en una pelea callejera de unos perros, Felipe era el Pitbull y el desconocido era un Doberman furioso.

— Quien es usted para empezar

— Ja~ soy la autoridad en este lugar no lo ve cabo Felipe Muñoz

Felipe miró la placa que diferencia su puesto de otros cadetes.

El ver la estrella con seis puntas, soltó su mano, se colocó firme e hizo el saludo

— CAPITÁN

— Eso es cabo, de castigo son quinientas vueltas a todo el lugar AHORA

— Si señor

Felipe gritó e hizo ademán a lo lamento con sus labios para después salir corriendo.

Sebastián quien trato de jalar a Aleida, se detuvo al ver la insistencia de la chica en querer soltarse, sin paciencia, se inclinó pasando el brazo de la femenina por detrás de su cabeza, con su otra mano tomó por las piernas a la mujer y se puso de pie una vez que Aleida quedó colgando de su hombro derecho.

— Ah bájame, idiota

Grito y dio golpes con sus puños en aquella espalda que no le hacían ni cosquillas al gran Sebastián Compbell.

Los demás subordinados que apreciaban aquella escena se compadecían de la pobre chica quien se atrevió a dejar en ridículo con sus gritos al capitán.

En el camino Aleida se cayó al tener la vaga creencia de que la soltaría, pero creyendo que hablándole con respeto y serenidad la soltaría, pero aun así tuvo cero compasión.

Al llegar aún auto negro, introdujo a la chica en su interior, después opto por subirse y emprender su camino devuelto por la carretera de la que apareció.

Aleida quien estaba a la derecha del hombre desconocido para ella, buscaba la idea de escapar de él, el ver como el seguro no estaba puesto, calculo la velocidad a la que iba el auto.

— NO hagas nada estúpido de acuerdo

No dijo nada al recibir palabras del tipo, con tan solo verlo con detenimiento se dio cuenta de quien era, no necesito ni una pista para saber que era el gran gruñón Sebastián Compbell.

En lo que vio como el masculino atendía una llamada, tomó aire, apretó sus músculos y abrió la puerta, para después saltar del interior del auto.

Sebastián quien estaba ocupado al ver como la mujer a su lado salía del auto en plena marcha sintió susto y molestia, el ver como esa cabellera rubia desapareció de su vista sintió como si su abuelo lo matará.

— PARA AHORA

La frenada pudo escucharse, pero no para Aleida quien al sentir el duro suelo contra su cuerpo, rodó hasta detenerse.

Una vez dejó de rodar, Sebastian salió del auto cuando esté ya estaba quitó y miro a la rubia, quien estaba en el suelo boca abajo.

Aleida sintió dolor en su cuerpo, pero primero recobro fuerza y aire para poder ponerse de pie.

— Pero como

Sebastián al verla ponerse de pie se sorprendió de que hubiera sobrevivido a tal caída.

Aleida se puso de pie y volteo hasta donde estaba el auto detenido, al ver hombre, empezó a correr en dirección contraria a él

— Maldita mujer, da ala vuelta y regresa

Sebastián le dijo al chófer y corrió lo más rápido que sus piernas le permitían, el tener entrenamiento y un buen físico aquello fue fácil para él.

Aunque la chica traía botines con tacón no le evito correr lo más rápido que podía, solo una vez basto para poder verlo correr tras ella, sabía que tenía que correr más, logró poner distancia, aun así él pudo alcanzarla.

Al llegar hasta ella, con sus brazos la abrazo fuertemente deteniendo la de seguir corriendo, Aleida forcejeo al ya no poder sentir el suelo debajo de sus pies.

La había elevado del suelo con un solo brazo de él, tampoco es que la mujer estuviera tan pesada, para Sebastián la mujer era tan liviana que no tubo problemas, pero valla que le dio lata, pues no dejaba de retorcerse como una lombriz

— Salgan YA

Grito al pobre chófer quien se distanció del auto, al verlo abrió las puertas con molestia y aventó en el asiento del auto a la chica.

Aleida boto en el asiento y trato de salir por el otro lado de la puerta, pero él la jalo de su tobillo.

— SUÉLTEME, SUÉLTEME

— PARA, YA PARA DE GRITAR MALDITA SEA

— NOOOOOOO

Aleida empezó a golpearlo con fuerza, aun estando lastimada y cansada, Sebastián se sorprendió por la resistencia y terquedad de la mujer

-. YA BASTA

Grito a todo pulmón tomando por la muñecas a la femenina y subiéndolo por encima de su cabeza, ambos se detuvieron y miraron a los ojos, pronto su agitación se hizo evidente al respirar agitadamente.

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Comments

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

He leído varias historias de matrimonio por contrato, pero esta parece más bien un secuestro, con esta experiencia inicial cualquier mujer con 2 dedos de frente rechaza cualquier acuerdo, que cuentos de gratitud con el abuelo, acaso es él quien va a vivir en el infierno??? ☹️🤨🇦🇲

2024-05-08

2

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

Miraval 💃🇦🇲🇦🇲🇦🇲

Osea que un oficial de alto rango puede maltratar al que quiera y no hay problema....bueno saberlo...☹️😔🤔🇦🇲

2024-05-08

0

esterlaveglia

esterlaveglia

está buena la historia.... lástima las faltas de ortografía qué termina confundiendo

2024-03-11

3

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