El Placer Es Mío.

El Placer Es Mío.

Interesante.

– ¿Esa chica quien es? – Señalé a una joven de cabello negro largo hasta la cintura y ojos grandes.

– ¿La que está con Diana?, es Amy. – Mi mejor amigo, Braulio, resolvió mis dudas.

– Interesante.

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Soy Christian Grand, ser el sobrino del director es bueno pero ser el líder del equipo de fútbol en la preparatoria me ha traído mayor popularidad. Un día común para mí es ser el centro de atención de las chicas, ¿Que adolescente no gustaría de mi?, debo decir que tengo mucha confianza en mi mismo, sé lo que quiero y lo consigo.

Hoy no fue la excepción, llegué al instituto y en el aula ya estaban las chicas esperando mi llegada, nunca hace falta quien me tenga un presente, solo lo hacen para llamar mi atención, debo decir que mi fama me precede. Después de que se esparciera un rumor sobre una maestra con la que supuestamente me acosté, haciéndola retirarse del colegio por no tener problemas con los padres de familia, las compañeras han venido a buscarme sin parar.

"No sé quién inventó aquel estúpido rumor, pero, sacarle provecho parece una mejor opción", me dije de inmediato, aunque nunca lo confirmé, tampoco lo desmentí, simplemente ignoraba el tema cuando salía a la conversación.

Puedo conquistar el corazón de cualquier mujer, o al menos eso creí, hasta que ella me rechazó.

"¿Cómo se atreve?, es solo una niña mimada que se hace la difícil", me repetí, después de oír la negativa una y otra vez de Amy. Eso solo la convirtió en el siguiente objetivo.

Diana me haría las cosas más sencillas. No solo es su amiga, sino que la considero una hermana para mí, la conozco desde que éramos pequeños y debo admitir que se ganó un lugar en mi corazón, Braulio, Diana y sus padres son como mi familia.

– Ey, ¿Por qué no conocí a tu amiga antes?– Le pregunté a la chica con traje de porrista, a la hora de la comida.

– Ay Christian, pues porque teníamos otros planes. Nunca veniste a nuestras pijamadas, o a jugar con nosotras. – Respondió Diana, dándole un gran bocado a su plato.

– Uh, ¡no!, esas son cosas de niñas.

– Que payaso, no te íbamos a hacer afeminado si jugabas con nosotras, pero en fin. Acepto tu decisión de no convivir más conmigo.– Bebió el vaso de agua y se levanto del lugar.

Me dió una idea.

– Braulio, deberíamos reunirnos más con las chicas.

– ¿mm?, lo crees. – El chico, tenía la boca atascada de spaghetti, se podía ver la pasta colgar de sus labios.

– Si, piénsalo. Diana es más pequeña, nosotros ya vamos de salida a la universidad y ella necesitará crear nuevas amistades. Deberíamos asegurarnos que valgan la pena, ¿No?

– Ella puede sola. ¿Por qué no aceptas que es por las porristas?

– Ah, no puedo ocultarte nada.

– Te conozco a la perfección, y esta vez, debo admitir que estoy de acuerdo.

– ¿No me digas que... tu también tienes un interés personal? Dime, ¿Es bonita?

– Mucho.

– ¡Lo sabía!, después de todo, estamos en el mismo equipo. Entonces, no. se diga más. A partir de ahora, nos reuniremos después de los entrenamientos.

No fue difícil convencer a los equipos de realizar reuniones todos los fines de semana. Conocí a las chicas y tuve tiempo de observarlas con detenimiento.

Sofia tiene unas piernas definidas, solo basta con guiñarle el ojo para que se sonroje. No tuvo problemas en que saliera con su amiga al mismo tiempo, a Mónica la convencí cuando la invite a bailar en una fiesta en la que nos encontramos. Susana, Fabiola, Fanny y Mariana fueron sencillas de convencer.

Creí que la siguiente en la lista no sería un problema, volví a invitarla a salir, le mando besos en el aire, le guiño el ojo, la invitó a bailar en las reuniones y cuando estamos a punto de pasar a la siguiente base, ella me rechaza.

– No, Christian, no te confundas. – Quito mis manos de su cintura y se apartó.

– Vamos, muñeca. ¿Que ocurre?

– Ya te dije que no, yo no soy como las demás. – Me dijo, dando media vuelta y alejandose de mi anfadada.

Camine tras ella. – Solo es un besito, si no te gusta no lo volveré a hacer.

– Christian, no caeré en tu juego.

– Muñeca, ¿A caso me crees capaz de jugar contigo?, ¿Es enserio que tienes esa percepción de mi?

– No soy tu muñeca. Déjame en paz.

Diana vino en su rescate. Su actitud me parece tan desesperante. ¿Acaso cree que no la merezco?, le mostraré de lo que se pierde.

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La temporada está por comenzar, el equipo de porristas y de fútbol se hicieron más unidos debido a los entrenamientos cada vez más frecuentes.

– Oye amigo, si la sigues mirando así, pensaré que estás enamorado. – Grité para atraer la atención de Braulio.

Su mirada fija en un de las chicas me dió un poco de ansiedad.

– Ah si, ¿En qué nos quedamos? – Dijo, retomando las lagartijas pendientes.

– En qué Andrea te tiene por las nubes. ¿Por qué no aprovechas la siguiente reunión?

– ¿Qué?, no, no, no, no, ¿Cómo crees que haría algo así?, tengo hermanas y no me gustaría...

– Hermana, amigo, singular.

– Bueno, es que Amy... tu me entiendes, son de la edad y no me gustaría que las lastimaran.

– Nunca te escuché hablar así de alguien que no fuera Diana.

– Éramos niños, no lo veía de ese modo, no hasta que comenzó una relación, ahora temo que alguien las pueda herir.

– ¿Diana tiene novio?, Dime quién es el maldito y le daremos una lección.

– No me refiero a Diana.

Al cabo de una hora, todos estábamos organizando nuestra partida del instituto. Fue cuando lo ví.

El clásico niño de papá, criado para dar órdenes, ese que usa el poder y el dinero de la familia para hacer lo que se le venga en gana. Siempre ha existido una enemistad entre nosotros. Alan Salas, "el niño rico".

"Con que eres tú", esto se ha vuelto un poco más personal.

Mis intentos de acercarme a Amy, se vieron anulados debido a la presencia del inútil que se hace llamar su novio. He notado que le hace muestras de afecto cuando nos cruzamos en algún lado. La besa, la carga, la abraza y de inmediato voltea a verme con su estúpida sonrisa.

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_Debo darles un mayor contexto de la situación para que entiendan_

En la primaria conocí a Alan, dado que yo era nuevo en la escuela, no tenía amigos.

Mi madre me preparaba el almuerzo para llevar todos los días a la escuela, situación no muy común debido a que todos los demás asisten al comedor de la escuela y eligen sus alimentos. Podían servir hamburguesas y pizza un día y al otro carne con puré. Un niño con un contenedor de casa, causaba las miradas de todos.

Un buen día, mi recipiente estaba lleno de fruta, verduras cocidas al vapor y una milanesa de pollo. Me sentí agradecido por la comida, alegre, tome asiento en las mesas junto a los demás. Cuando estaba por comer, oí murmullos y vi a un niño con semblante de asco, burlarse de mí comida.

– Mi sirvienta jamás se atrevería a comer comida tan asquerosa como la tuya.

Me levanté de inmediato y lo golpee en la cara, los prefectos vinieron de inmediato y mandaron llamar a mis padres. Los padres del otro niño no se hicieron presentes, en su lugar, vino un mayordomo.

Estuve a punto de ser expulsado del prestigioso colegio que mi madre, con mucho esfuerzo pagaba mes a mes, fue solo gracias al argumento de otro compañero que me salve de esta.

Braulio lo había visto todo, y en comparación a los demás que habían crecido en ese ambiente, él no le tenía miedo a los Salas y salió en mi defensa, fuimos amigos desde ese momento y siempre estuvo conmigo para apoyarme cuando mi madre y yo huimos de casa.

Fue mi soporte para ignorar y tolerar todas las molestias que aquel niño rico me causaba y me ayudo al estudio, logrando ser los mejores de la clase. Los niños pobres estábamos venciendo al sistema.

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Comments

Karina Vazquez Gonzalez

Karina Vazquez Gonzalez

que buena historia felicidades autora...

2022-12-05

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