¿POR QUÉ?

Después de vomitar todo lo que había comido del día anterior, se recostó contra la pared de la caverna. Por primera vez, desde lo que pasó y en toda su vida, comenzó a llorar tan fuerte que no podía recuperar su compostura. Debido a la educación estricta que había llevado desde su familia, la cual tenía una larga trayectoria militar, hasta la academia militar, se le había inculcado que los hombres no lloraban y menos si eran miembros de la milicia. Las lágrimas solo se justificaban para personas más débiles, como niños y mujeres; sin embargo, aunque no estaba de acuerdo con aquel pensamiento, puesto que había visto muchas veces a hombres derrumbarse por el llanto, si sabía que debía mostrar fortaleza debido a su posición de liderazgo. No obstante, enterarse de aquella verdad tan cruda era una prueba a su fuerza emocional muy grande.

Desde que había comenzado en lo más bajo del escalafón, hasta ser ascendido a capitán y ser el líder del escuadrón Nightfall, siempre había respetado al mayor Louis, no solo por ser su superior, también porque lo apreciaba como a un padre. Ese sentimiento era compartido por los demás compañeros de su equipo, cuya admiración al mayor era muy grande. Pero, saber no solo que el había sido el culpable de la caída del escuadrón, sino que también lo había hecho por envidia hacía el, lo llenaba de ira y asco.

Si no hubiera sido porque lo había visto en las imagenes que le mostraba el cronovisor, nunca hubiera creído eso. Quería pensar que todo se trataba de una pesadilla, no quería aceptar el hecho de el mayor Louis había sido un hombre hipócrita, que siempre había mostrado una cara falsa a ellos, mientras maquinaba a sus espaldas.

—Lo siento..—una voz débil se escuchó frente a el.

La misma criatura que lo había visto antes de llegar a la isla, que se parecía a una parca, se encontraba en la misma caverna que el. Alzó su mirada y pudo observar que, bajo la capucha de la larga túnica negra que le recordaba a un abrigo, se encontraba el rostro de su antiguo superior. Pálido, sin vida, con venas negras recorriendo cada centímetro, ojeras muy marcadas y con los labios agrietados, el que había sido un mayor del ejército respetado ahora no era más que un alma en pena.

—¡MALDITO BASTARDO!—gritó Kristoff lleno de ira.

El dolor y el odio lo dominaron por completo, y se abalanzó contra el hombre. Comenzó a golpearlo tanto, que el mayor empezó a sangrar; sin embargo, en vez de roja, su sangre era negra como el petróleo. Con cada golpe que Kristoff le propinaba, una lágrima salía y todos los recuerdos lo inundaban.

—¡Creíamos en usted! ¡Lo consideramos un padre!—comenzó a ahorcarlo.

Quería matarlo, quería vengar la muerte de todos aquellos que perecieron el día de la invasión a Qarta. Cuando estaba por matarlo, algo lo empujó y lo terminó por separar del mayor. Se trataba del fantasma de Joseph, uno de sus compañeros que murieron en batalla.

—¡No lo haga, capitán!—intentó convencerlo.

Cuando Kristoff vio a su compañero frente suyo, se levantó del suelo y se arrodilló. No podía dejar de llorar, el dolor era incontrolable. Joseph, aturdido por ver a su capitán de ese modo, tomó su rostro y lo obligó a mirarlo.

—Capitán, escúcheme bien. No tengo mucho tiempo, materializarse en el plano físico nos consume mucha energía. Los demás tuvieron que darme una parte de ellos para yo poder venir, ya que por separado estamos muy débiles. Capitán, por todo su equipo, no caiga al nivel en el que está el mayor. No sea como el, por favor—dijo mientras miraba directo a los ojos de Kristoff.

—Pero, el es un monstruo. No solo los mató y tiene al resto del equipo aún luchando por sus vidas, también les desgració la vida a su familia. Es un milagro que su esposa y sus hijos hayan podido despertar a los días de el haberse ido, pero sabes que cuando una parca roba parte de una alma, esta queda contaminada hasta el día de su muerte—respiró profundo para intentar calmarse.

—Lo sé, capitán. Todos estamos al tanto del daño que el mayor ha hecho, pero necesitamos que usted siga adelante. No solo por los que ya no vivimos, también por los que aún quedan en este mundo. Usted es nuestra única esperanza, tiene que evitar que aquellos que nos traicionaron, y quieren ver al rey Abelardo conquistar a Karmin, triunfen…—quería seguir hablando pero estaba comenzando a desaparecer.

Antes de irse del plano físico, el paso de dos personas, entrando a la caverna, provocó que desviaran su mirada. Detrás de ellos se encontraban tanto la criatura original que había torturado al mayor, antes de que el se fuera a la isla, así como el dios Aión.

—Quédate tranquilo y calma a tus compañeros, yo me encargaré de todo—dijo Aión.

—Muchas gracias—respondió Joseph antes de desaparecer.

—Iama llévatelo de aquí—ordenó el dios a la criatura.

El horrendo ser comenzó a reírse mientras se acercaba al mayor Louis, quien al ver lo que estaba por ocurrir empezó a arrastrarse para intentar escapar; sin embargo, las cadenas en todo su cuerpo comenzaron a sentirse más pesadas, por lo que le era imposible moverse. Iama tomó las piernas del hombre y lo arrastró con violencia.

—Me dijeron que podía descansar, por favor…no me lleven, ¡Tengan piedad de mi!—la cara de horror del mayor reflejaba un pavor poco visto en el mundo.

—Solo podrás descansar, cuando tus subordinados tengan justicia y transciendan al más allá. Hasta entonces, aún tienes mucho trabajo por hacer—respondió Aión, el cual extendió su mano a Kristoff—, levántate. Tu también tienes trabajo por delante.

Mientras que Iama se llevaba al mayor, por un camino oscuro y que descendía por varios niveles de las catacumbas, Kristoff había logrado reponerse un poco y guardar el cronovisor en su mochila.

—¿Quién es usted?—preguntó un poco nervioso.

—Mi nombre es Aión—por un segundo la respiración de Kristoff se detuvo—, si, soy aquel al que conocen como el dios de la prosperidad—dijo tras un profundo suspiro—.Escúchame lo que te diré, primero debemos sacarte de aquí. La energía negativa dentro de las catacumbas es más fuerte que la de arriba, si sigues más tiempo dentro morirás.

Aión señaló al rostro de Kristoff y este, al verse en una de las estructuras reflectivas que había en la pared de la caverna, notó que empezaba a tener las mismas venas oscuras que tenía el mayor. Sin protestar, empezó a seguir al dios hasta la entrada por donde había ingresado. Una vez llegó a la superficie, el dios alzó su brazo y despejó todo el camino de la espesa niebla creada por la energía negativa. Siguieron caminando rumbo al bote del capitán; sin embargo,este se encontraba tan contaminado y afectado, que comenzó a sentirse mareado. Cuando estuvo por desmayarse, el dios lo ayudó y colocando su mano en el pecho del humano, le traspasó un poco de su energía.

—Aguanta un poco, ya casi llegamos.

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Comments

Alana Restrepo

Alana Restrepo

espero que mi pobre capitán se encuentre con Rebecca para que puedan ayudarse con su tristeza a través de su amor

2023-01-14

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