Mientras que Rebecca se adentraba cada vez más en la prueba, el capitán Kristoff había durado un poco más de un año en su viaje. Gracias a que su tío abuelo tenía una embarcación pesquera, había logrado viajar por todo el río Aletheia, una gran hilera de agua que recorría punta y punta a Karmin, sin necesidad de ser visto por algún miembro del ejército que pudiera arruinar sus planes.
El escuadrón Nightfall estaba compuesto por 15 miembros principales, de los cuales, siete habían muerto en batalla, 1 perecido en la clínica (Rebecca) y 1 desaparecido (el mayor). Es decir, que nueve miembros se habían visto afectados por la invasión del rey Abelardo. Decía nueve, porque estaba seguro que la desaparición del mayor Louis estaba relacionado con eso.
Los que sobrevivieron hasta el momento habían sido el cabo tercero, Anthony; el cabo segundo, Marco; el sargento primero, Oscar; el subteniente, Claude; el teniente, Emerson; y su persona, el capitán Kristoff. Sin embargo, los dos primeros se encontraban en estado vegetativo, mientras que el subteniente había sido dado de bajo debido a que había perdido las piernas. El único que quedaba lucido era el sargento primero, quién estaba recuperándose de una lesión que lo había dejado paralítico y ciego de un ojo. Sabía, así como los demás miembros, que pronto el ejército le daría la baja; no obstante, necesitaba verlo en persona para asegurarse de que al menos estuviera a salvo.
Desde que pasó lo del mayor estaba seguro que había gente oculta entre las sombras, que buscaban acabar con los últimos sobrevivientes de su escuadrón. Aquella sospecha se confirmo cuando, en la primera visita que realizó, cuatro agentes secretos habían ingresado a la clínica para matar al cabo tercero, Anthony. Gracias a los dioses que un día antes había llegado y como parte de su plan, para asegurarse de que nadie saliera herido, comenzaba a quedarse por lo menos un mes haciendo guardia. Justo en el segundo día notó como esos desgraciados se estaban moviendo, aprovechando la noche, para ejecutar a Anthony.
Esa había sido la primera pelea que había tenido, desde que había dejado un tiempo el ejército, pero la menos complicada. Fue cuando, al visitar a Marco y Claude, quienes se encontraban internados en la misma clínica, a más de quince horas de distancia de Qarta, que luchó contra seis agentes más experimentados que lograron herirlo en una de sus costillas. Aunque esta última pelea no había sido ni la cuarta parte de su batalla contra el monarca de Azuri, si lo había dejado con una heridas de gravedad. Con ayuda del médico abordo del barco pesquero de su tío abuelo, había logrado reponerse de dicha herida; sin embargo, temía que aquel grupo volviera para matar a sus compañeros en su ausencia.
Debido a que no podía hacer todo solo, debió recurrir a algo que no quería hacer: contactar a su familia materna. Su abuela, la princesa Clarissa, había sido la hija mayor del rey de las hadas, Apolo. Al momento de ella enamorarse de su abuelo, el antiguo general Jonatan, su padre la había desterrado y quitado sus poderes debido a la deshonra que había hecho al juntarse con un humano; sin embargo, su hermano menor, Apolito, siempre había querido recuperar las relaciones con Clarissa.
Hace setenta años, cuando su bisabuelo materno falleció y el príncipe Apolito asumió el trono, las relaciones con su hermana volvieron a iniciarse. Si bien era cierto que ya no podía volver, tanto por la restricción que su padre le había puesto y le impedía usar magia, tampoco quería reclamar su puesto como princesa de las hadas, debido a que se encontraba embarazada de su padre. Nada le faltaba a su abuela, quien era protegida por una familia con una gran trayectoria militar; no obstante, su hermano le hizo la promesa que siempre que necesitara ayuda, el le daría una mano. Dicha promesa había llegado hasta el, casi un siglo después.
El rey Apolito segundo, primo suyo e hijo del hermano de su abuela, cumplió con la promesa que había hecho su padre y le brindó, luego de escuchar la historia del capitán, seguridad para sus compañeros así como patrocinio en su viaje dentro de la embarcación de su tío abuelo. Si bien era cierto que no le faltaba nada, más allá que la seguridad para poder irse tranquilo, saber que contaba tanto con el apoyo de su primo, como de su tío abuelo paterno, le hacía sentirse respaldado. No quería que la tribu de las hadas del este, pueblo al que pertenecía su abuela, se involucrara, por eso le costó pedir apoyo al rey Apolito segundo; no obstante, este le dijo que no se preocupara por eso.
Rumbo a su ultimo destino, la ciudad de Líos, había aprovechado que aun era de noche para sentarse en una banca que había muy cerca de la proa del barco. La noche estaba tan fresca e iluminada por la luna y las estrellas, que sentía poder quedarse dormido allí mismo.
—¡Capitán Kristoff!—escuchó a alguien gritar su nombre.
A sus espaldas se encontraba el dueño del barco, el hombre que sin dudar un segundo, dejó su itinerario para irse con el en su viaje. El capitán del barco, llamado Alan Smith, había sido medio hermano de su abuelo. Aunque había tomado caminos separados, jamás había dejado de querer a su abuelo y de procurar el bienestar de los descendientes de este. Era viejo, casi llegando a los 79 años, pero su tiempo en alta mar le había dado una resistencia que no parecía como los demás hombres de su edad. Con facilidad podía librar una pelea común y corriente, para salir victorioso sin mucho problema.
—¡Capitán Smith!—respondió su saludo con mucho cariño.
—Mi buen hombre, ¿Cuántas veces tengo que decirle que solo me llame Alan o Smith?, ¿Cómo es posible que un capitán del ejército, tan aclamado en todo el pais, llame capitán a un simple pescador?—dijo pasándole una botella de cerveza y sentándose a su lado.
—Precisamente porque usted no es un simple pescador, capitán Smith—sonrío mientras bebía un sorbo.
—Ya que los demás están durmiendo, empezaré a tutearlo un momento. Kristoff, ¿Qué sigue después de llegar a la ciudad de Líos?—preguntó muy preocupado.
—Sé lo que le preocupa, tío. Sabía, al momento de comenzar este viaje, que sería recorrer un camino muy peligroso. Pero necesito saber el estado de mis hombres e investigar quienes están tratando de matarlos. Gracias a los dioses que cuento con el apoyo del rey Apolito segundo, así que tranquilícese.
—Lo sé, sobrino mío—respondió tomando un sorbo largo de cerveza—sin embargo, ¿Qué será de tí?, ¿Toda tu vida será solo el ejército?, entiendo que por el momento necesitas meterte en ello pero, ¿No has considerado tener una esposa y una familia?
—Ahora en estos momentos, no puedo pensar ni siquiera en tener novia—suspiró con amargura.
El si quería formalizarse y tener una buena familia; sin embargo, se había metido tanto en el asunto del ejército y en la guerra contra Azuri, que nunca llegó a tener una relación. Sabía muy bien porque su tío se lo decía, estaba preocupado por su bienestar, pero no podía desviarse de su objetivo y menos en ese momento tan crítico.
—Lo que quiero, Kristoff, es que no vayas por el mismo camino que mi hermano. Tu abuelo, que en paz descanse, estuvo tan concentrado en el ejército, que eso casi le costó su vida. Sin embargo, cuando conoció a Clarissa, todo eso cambió. No te pido que dejes para siempre todo lo que estás haciendo, pero si sería bueno que tuvieses una ilusión. Una buena compañera de vida que sea capaz de iluminar tus días oscuros, así como la luna y las estrellas iluminan la noche.
—Tal vez, tío. No ahora, pero más adelante puede que encuentre a alguien así.
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Comments
eloise
así se habla carajo!!!! esperemos que pronto sea el reencuentro con Rebecca
2023-01-16
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Alana Restrepo
para que celestinas si tenemos al tío Alan! jajajajajaja
2023-01-14
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