CANDIDATA A PALADÍN

No sabía cuanto había pasado desde que la parca se la había llevado del hospital; sin embargo, aunque no pudiera moverse o decir una sola palabra, podía sentir el golpe del viento contra su frágil cuerpo, mientras que era levantada varios miles de metros en el cielo. Luchaba por intentar despertarse, pero también estaba muy contrariada porque si no había podido abrir sus ojos en el crematorio, antes de que incineraran su cuerpo, para avisarles que estaba aún viva, ¿Cómo podía abrirlos ahora para saber en que punto exacto estaba?, ¿Y si realmente estaba muerta?. ¿Y si estaba siendo arrastrada a las profundidades del mismo infierno?

El tiempo pasó y el aire se volvía más y más frío. Creía que estaría eternamente volando, no fue hasta que comenzó a descender que tuvo una leve chispa de esperanza entre tanta desesperación. La parca, que la sostenía con fuerza, empezó a suavizar su agarre hasta que, de un momento a otro, cayó con brusquedad en lo que parecía ser un lago. Su cuerpo no respondía a los gritos de agonía que profería desde lo más recóndito de su ser, se sentía atrapada dentro de una jaula. Dejó de luchar, si al final moriría no iba a alargar el proceso.

¡Despierta!

Una profunda voz de mujer golpeó con fuerza su cuerpo, dándole un pequeño tirón para luego sentir como una misteriosa fuerza comenzaba a llevarla a la superficie. Por primera vez pudo comenzar a abrir los ojos, y aunque todo lo veía borroso, podía ver a lo lejos una luz roja que la atraía. Cuando pudo salir del lago, sintió como sus pulmones se llenaban de aire y lo primero que notó, al momento de que su vista se volvía más clara, era que estaba cubierta por pétalos de rosas que caían como si se tratase de la cáscara de un huevo.

Estaba sin habla, podía observar como en su reflejo, el cual era iluminado por la luz de la luna, se encontraba su antigua yo, que había dejado atrás por su enfermedad, bajo los pétalos que se desprendían. Aunque ya no estaban los ojos carmines rosáceos que siempre la habían caracterizado, ahora eran grises como el cielo cuando está por llover, seguía manteniendo su cabello rosado.

—¿Qué se siente volver a vivir, eh?—la voz de un adolescente captó su atención.

Frente suyo, sentados en una roca, estaban dos personas: una mujer de piel y cabello blanco como la nieve; con los ojos de color rojo, y un chico joven de piel morena y cabello negro como la noche; con ojos de color violeta.

—¿Volver a vivir?—el miedo a la respuesta de esa pregunta la llenaba de pánico.

Antes de poder volver a preguntar, el frio recorrió su cuerpo al notar que estaba por completo desnuda. La vergüenza la invadió un poco, por lo que decidió adentrarse un poco más en el lago para intentar estar más oculta; no obstante, cuando empezó a moverse, una extraña corriente de brisa la golpeó y trajo con ella una fuerte energía que provenía de los dos extraños. Por un minuto sintió como una enorme presión la obligaba a mantener todo su cuerpo agachado, la presencia de ellos era casi divina.

—¿Qué pasa, Aletheia?—dijo el chico, Rebecca se quedó helada al escuchar ese nombre—, se supone que al soplarle parte de tu aliento ella no sentiría ningún dolor o queja. Tampoco debería sentirse sometida por nuestras energías, yo me encargué de ocultarlas bien.

—Es normal, Aión. Recuerda que soy la diosa de la verdad, por ende, todo aquel que devuelva de la muerte sentirá hasta la más mínima cosa que se quiera mantener oculta—respondió la misteriosa mujer, la cual había comenzado a caminar hasta ella.

—¿Ustedes...ustedes son los dioses?—temblaba del miedo y de la sorpresa por encontrarse con dos de los dioses más importantes de su religión.

—Sí, somos nosotros. Hemos decidido traerte a la vida—dijo Aletheia.

—¿yo, muerta?—su cabeza palpitaba del dolor.

—Respira profundo, Rebecca—expresó Aión—, no te haremos ningún daño.

No solo había podido ver como el médico forense le había realizado la autopsia, mientras sentía que estaba encerrada sin poder decir una sola palabra, también pudo ver como la parca se había metido al hospital y la había secuestrado. Aunque no sabía a ciencia cierta donde estaba, ya que todo se había vuelto oscuro, prefería esa oscuridad al hecho de enfrentarse con la cruda realidad de que efectivamente había muerto.

—¿Dónde estoy?—intentó mantener la compostura.

—En el lago subterráneo de la isla de las rosas, de hecho, si ves a tu alrededor podrás ver los pétalos de estas—era cierto lo que le decía Aión, debido a que su alrededor habían mucho pétalos de rosa y espinas—,este el único lugar donde los ojos de los otros dioses no pueden ver cuando decidimos resucitar a alguien.

Encima de ella había una enorme abertura que dejaba pasar la luz de la luna, embelleciendo aquel sitio tenebroso, así como también permitía el ingreso de los pétalos. Se sentía como estar bajo una leve lluvia donde era bañada con suavidad. Aunque todo fuera hermoso, no dejaba de tener una pizca de soledad.

—¿Otros dioses?—preguntó con recelo, no podía entender la razón por la cual debían hacer todo a escondidas si los demás dioses eran buenos.

—Sé lo que estás pensando, Rebecca. Debes entender que en estos momentos gran parte de los dioses nos encontramos en guerra con la mitad de las divinidades en todo el mundo—Aletheia observó como la cara de la humana comenzaba a arrugarse por la confusión—, es necesario también que tengas la mente abierta a toda la información. En el mundo entero existen miles de dioses distintos a los de la religión karminense, quiere decir que existen muchos más de los que tienes conocimiento. Sin embargo, debido a una enorme diferencia en el modo como gobernar su mundo, se ha formado un conflicto muy peligroso.

—¿Pero no se supone que la razón por la que creemos en ustedes es porque son los supremos gobernadores?

—No todos queremos gobernarlos, lo que en realidad queremos es que sean libres y manejen su mundo con base a su propio criterio—respondió Aión—, sin embargo; otros quieren adueñarse de ustedes por propia codicia, ya que les llena el ser adorados. Para aumentar su ego y alimentarse, son ellos mismos los que provocan la guerra e incitan a la humanidad a cometer acciones despreciables.

—Entonces, ¿Qué tengo que ver yo en esto?

—¿Quién crees que fueron los que incitaron la muerte de tus compañeros en el capitolio?—la voz de Aletheia, quien se mantenía de pie frente a ella, se podía escuchar muy cerca de su oído. Su respuesta la dejó sin habla—,te ofrecemos la oportunidad de descubrir la verdad de lo ocurrido y evitar que vuelva a suceder, necesitamos tener un paladín.

—Hace siglos, el continente era conocido como Laurasia—comenzó a explicar Aión, al ver que Rebecca seguía estática—, no te contaré muchos detalles porque sería extendernos más de lo necesario; sin embargo, quiero que entiendas algo: la guerra por la que has luchado no ha sido la única o la más sangrienta que ha habido, muchos han intentado aventurarse para detenerse el avance del dominio del panteón de dioses sobre los humanos. Tanto Aletheia como yo te ofrecemos la oportunidad de ganar poder y de buscar justicia por tus compañeros caídos.

—¿No te gustaría poder descansar en paz, sabiendo que pudiste hacer algo por ellos?—preguntó Aletheia, la cual ayudó a Becca a ponerse en pie.

—¿Qué tengo que hacer?

Hacía tan solo unos pocos minutos que había podido despertar de su largo sueño, del cual pensó que jamás volvería a abrir los ojos. Por consiguiente, encontrarse a dos de los dioses fue algo de lo más sorpresivo y si a eso se le suma la revelación que le habían contado, su interior estaba siendo bombardeado por miles de preguntas.

—Una vez cruces la puerta de plata que hay detrás tuyo—Aletheia hizo que Rebecca se volteara para que pudiera observarla—,se te mostrará el camino que recorrieron dos antiguos paladines antes que tu. Si logras aprender todo lo que ellos supieron en su tiempo, lograrás dominar un poder que solo los humanos pueden controlar y por lo el que los dioses tienen tanto miedo, ya que es mucho más fuerte que la magia curativa: el poder del caos.

—Y si dicho poder no te rechaza como su ama...—dijo Aión quién se acercó a la puerta para abrirla—, se te otorgará el manto necesario para que luches por aquellos que murieron injustamente.

—¿Y si no soy capaz de hacerlo?—un enorme miedo invadió el corazón de Rebecca.

—Morirás y tu alma será arrastrada por la más profunda de las oscuridades, donde recordarás por la eternidad el mayor arrepentimiento de tu vida—remató Aletheia.

Ya no tenía más nada en juego, si no aceptaba el trato que se le ofrecía, igual moriría. Por lo menos, si lograba hacer lo que ellos querían, podría morir en paz. Sin decir otra palabra, comenzó a caminar. El lago de pétalos de rosas comenzó a hacerse más profundo, mientras se acercaba a la puerta, hasta que llegó el punto donde solo sus hombros y cabeza estaban por encima del nivel del agua. Solo los dos dioses podían caminar por encima de los pétalos, lo que hacía que sus presencias divinas se incrementaran; sin embargo, ella no preguntaría o diría más nada, lo único que le importaba era llegar hasta la puerta para poder cruzarla.

Solo diez segundos bastaron para que ella pudiera alcanzarla, pero el nivel del agua había llegado a tal punto que, cuando pudo cruzarla, ya estaba sumergiéndose directo al fondo del lago. Esperaba ver los pocos rayos de luz que se filtraban entre el agua y los pétalos de rosas; no obstante, una enorme bruma grisácea la rodeó dejándola unos segundos en la oscuridad, para luego volver a ver la misma luz roja.

Abre los ojos, candidata a paladín.

Volvió a escuchar las voces de Aión y Aletheia, como acto seguido pudo ver que se encontraba en uno largo corredor rodeado por espinas y rosas. Al final podía observar una extraña sala circular que la atraía con fuerza y mientras caminaba para llegar a ese lugar, varios murmullos comenzaron a sonar. De entre todas las voces, las de los dos dioses se escuchaban con imponencia.

¿Quieres saber la verdad detrás de aquella terrible noche?

¿Quieres tener el poder para defender a los que quieres?

Todas esas preguntas se repetían una y otra vez hasta que por fin pudo llegar a la sala, en la cual había un enorme domo que filtraba la luz de la luna pero que le daba un tono rojizo. Frente suyo se encontraban dos cuadros, el de la izquierda pertenecía a un hombre y el de la derecha a una mujer. Las voces y los murmullos no cesaron, menos cuando había llegado al lugar, por el contrario, aumentaron la intensidad como una señal para que ella escogiera por cual de las dos rutas ir primero. Sin esperar un segundo más, decidió ir primero por la ruta del cuadro izquierdo. Comenzó a avanzar hasta el y entró como si de un portal mágico se tratase.

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Comments

Snowykitty

Snowykitty

Fue después de la autopsia, el protocolo con los miembros del ejército es hacerles la autopsia y luego cremarlo. Pero la protagonista no solo sentía que seguía dentro de su cuerpo, aunque observaba como si fuera un espectador por aparte, sino que también vio como le practicaban la autopsia y luego como se estaban preparando para cremarla.

2023-05-01

1

Cori Shoes

Cori Shoes

Durante el crematorio o en la Autopsia? me confundí

2023-04-29

0

Alana Restrepo

Alana Restrepo

mueroooo de los nervios!!!!!

2023-01-14

1

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