Capitulo 15

Al percibir la situación un poco extraña se separó de él, caminando con disimulo hacía el refrigerador, dónde llenó con manos temblorosas un vaso de agua.

—¿Quieres? —le ofreció al ver que él seguía en silencio solo observándola.

Angelo simplemente negó y le deseó las buenas noches, antes de desaparecer con aquel porte imperial que tanto le caracterizaba.

Ailén se mordió el labio inferior indecisa, porque en sus planes no estaba reconciliarse con su hermano.

¿Y ahora qué haría con el plan, fastidiar a Angelo 1.0?

La muchacha resoplo sin saberlo...

Aunque pensándolo bien, aquello también entraba en la reconciliación. Él debía empezar a entender que ella tenía una vida propia y que estaba saliendo con alguien. Podía ser un hermano sobreprotector, pero simplemente no podía evitar que un día se enamorara... eso era inevitable.

La jovencita terminó su vaso de agua y se dirigió a su recámara para descansar. El día siguiente sería un largo día y saldría con el guapo chico que había conocido hacía un par de semanas.

Ese sábado, Ailén se alistó para la ocasión. Usando un vestido color celeste, que le llegaba un poco por encima de las rodillas. La falda se ondeaba libre como el viento y no pudo evitar sonreír al verse en el espejo.

Por fortuna, su hermano estaba trabajando ese día. Así que no tenía que preocuparse porque la descubriera. Suspiro con alivio, por ese hecho y se encaminó a la salida no sin antes despedirse de su madre.

—Ve con cuidado, cariño —Susej depositó un beso maternal en su mejilla.

—Si mami, vuelvo a eso de las ocho —dijo la jovencita con seguridad.

Su madre se encontraba al tanto de la situación. Le había platicado que había conocido a un muchacho y que ambos estaban conociéndose. Con la promesa de hacer las cosas diferentes, ella le dijo que lo traería pronto a la casa para que su padre lo conociera.

Ulises Taisho también estaba al tanto de lo que sucedía, puesto que su esposa había sabido comentárselo y le dejó en claro que no iba a soportar otra escena de incomprensión para con Ailén.

Ailén camino de la mano de Roberto por el centro comercial, mientras buscaban algo con que entretenerse. Esa no era la primera vez que se veían únicamente para platicar... Aunque la muchachita no se esperaba que ese día, el jovencito buscará robarle un beso.

Así fue como Roberto de un movimiento ágil, aprisionó sus labios cuando ella buscaba despedirse de él en la entrada de su casa.

El joven quien a diferencia de Cristián provenía de una familia adinerada, contaba con un vehículo propio y muchas ganas de presentarse ante la familia de su futura novia.

Ailén en su asombro no pudo hacer otra cosa que quedarse congelada, mientras el atrevido muchacho buscaba hacerse paso dentro de su pequeña boca.

Pero, de pronto, se escuchó un fuerte manotazo en la ventanilla del conductor, interrumpiendo el inesperado beso...

La muchacha tocó sus labios hinchados sin creerse lo que acababa de pasar, mientras que Roberto bajaba la ventanilla encontrándose con la furia de su hermano.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —había iniciado el interrogatorio de Angelo, sin que la pobre Ailén pudiese salir de su estupor.

¡Carajo!

—Mucho gusto, soy un amigo de...

—¡Baja! —ordenó con aquel tono frío que hizo reaccionar a la aturdida muchacha.

—Ah, Angelo, él es... —murmuró sin despegar los dedos de sus labios.

Estaban ocurriendo demasiadas cosas en un corto lapso de tiempo y su cerebro era todo un caos...

Roberto bajó del vehículo sin imaginarse que iba a encontrarse con un puño cerrado directo en su rostro.

—¡Lárgate de aquí y no vuelvas nunca más! —ordenó Angelo, endurecido.

Ailén salió dando tropezones del vehículo, sin entender de dónde rayos había aparecido su hermano y por qué había hecho eso.

—¡¿Pero qué haces?! —corrió en dirección a su amigo, para socorrerlo al notar que su labio estaba roto.

La muchacha le dedicó su mirada más rabiosa a Angelo, quien no dejaba de atravesarla con aquellos pozos dorados, tan fríos como un témpano de hielo...

Al parecer a su hermanito se le había olvidado la reconciliación del día anterior.

—¡Salvaje! —masculló Ailén, mientras se disculpa con su amigo de manera apresurada.

Saco rápidamente de su cartera de mano un pañuelo y se dispuso a limpiar el rastro de sangre que había salido del labio roto de Roberto, pero su intención quedó en el aire cuando Angelo, la jalo de forma brusca hacía él.

—¡Suéltame, energúmeno! —le dijo la muchacha empujándolo.

Los gritos de Ailén llegaron a los oídos de Susej, quien se encontraba concentrada en la cocina preparando los últimos detalles de la cena.

La mujer se quitó el delantal y corrió al exterior para ver que sucedía. La escena le parecía similar a una que había tenido que presenciar meses atrás.

—¡Por favor, Angelo, suelta a ese joven!—ordenó.

—Mamá, buenos mal que llegaste—menciono Ailén, aliviada —. Este salvaje se atrevió a pegarle a mi amigo.

La mujer miró al jovencito agredido y quiso ayudarlo sin dudar.

—Lo lamentó tanto, joven—se disculpó apresuradamente.

Susej hizo el ademán de levantarlo del suelo y llevarlo al interior de la casa, pero aquello no pareció ser bien visto por su hijastro.

—Sé lo que estás pensando y te recomiendo que no lo hagas —le gruñó Angelo.

—¿Por qué actúas así?—lo confrontó su madrastra —. Debes entenderlo, Ailén, ya es una jovencita, debes respetar a sus amistades.

—¿Amistades? Este la estaba besando.

Susej se sorprendió ante aquello. Sin duda esa información no se la esperaba.

—De igual forma, debes darle su espacio.

Comprendía la necesidad de protección de Angelo, pero sentía que era demasiado extrema.

Simplemente, no había sido su culpa que Ailén hubiese sido abandonada en un basurero, no era su responsabilidad protegerla del mundo entero. Pero Angelo no lo entendía, la sobreprotección que sentía por la castaña era demasiado extrema.

Cosa que le hizo sacar una conclusión a su madrastra bastante inesperada... ¿Sería qué...?

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