Capitulo 6

Ailén no cabía de alegría ante la noticia del regreso de su hermano. Estaba inmensamente feliz, porque por fin, luego de seis largos años volvería a abrazarlo.

Esperaba que Angelo se sorprendiera ante su nueva estatura. Ahora, no le llegaría solo a la cintura como antaño. Sino que con su metro sesenta, esperaba alcanzar la altura de su corazón y poder escuchar sus latidos.

La idea le emocionaba bastante. Y por eso no dejaba de moverse de un lado a otro, mientras mantenía en su rostro una sonrisa embobada. Su novio no dejaba de mirarla, Ailén le parecía la chica más hermosa del planeta.

—Siéntate ya, vas a marearte —le dijo.

La muchacha obedeció y se sentó lentamente sobre las piernas de su novio. Aún le causaba cierta incomodidad hacer algo tan atrevido, pero el chico le había dicho que le gustaba sentir su peso.

—¡Estoy muy feliz! Es que mi hermano regresa mañana —le hizo saber con emoción.

Él únicamente asintió y empezó a besarla de forma delicada.

—Que bueno —susurro, procediendo a desplazar su mano por toda la superficie de sus lindas piernas.

Ailén se sobresaltó al sentir la mano de su novio querer adentrarse por debajo de su falda, mientras la besaba de una manera mucho más necesitada.

—Espera —pronunció la castaña separándose un poco.

—¿Qué ocurre? —preguntó Cristián con seriedad.

Llevaban dos años de relación y hasta la fecha, Ailén no le había permitido hacer nada más, que simplemente besarla.

El muchacho no negaba que le gustaba el ritmo tierno que tenía su relación, pero consideraba que ya era hora de ir un poco más allá. Era un chico de diecinueve años, que tenía sus necesidades y esperaba que su novia le permitiera saciarlas.

—Creo que es hora de regresar a mi casa. No quiero que se me haga tarde —decía la chica desviando la mirada —, y también tengo que ayudar a mamá a organizar la habitación de mi hermano.

El rostro inconforme de su novio no le pasó desapercibido —Mmm, entiendo —dijo Cristián, haciendo el ademán de levantarse.

Ailén rápidamente se quitó de encima de él y se le quedó mirando con sus ojos muy grandes.

—¿Estás molesto? —preguntó acercándose a su chico de forma cautelosa.

—No —negó éste aunque era evidente que sí lo estaba.

Ailén suspiró.

No quería dejarlo con esa cara de pocos amigos, así que trato de mejorar su humor —Perdona, sé que quieres pasar más tiempo conmigo, pero creo que en estos días no podré verte —se excusó con dulzura.

Cristián soltó el aire que tenía retenido debido a la frustración —No se trata de eso —dijo evidenciando su cansancio —. Ailén —la nombró de repente con un tono extraño —, ¿Realmente quieres seguir conmigo? —inquirió de manera fría.

La muchacha se alarmó de manera inmediata.

¿Por qué le hablaba de ese modo?

¿Acaso pensaba dejarla?

—Claro que quiero —se apresuró a decir, mientras su labio inferior temblaba con angustia.

No quería que su novio la dejara. Ella lo quería. Le gustaba todo de él y fantaseaba con una vida a su lado. Los momentos compartidos eran demasiados y no pensaba dejar ir esos lindos recuerdos tan fácilmente.

—Te quiero —le dijo acercándose a él y acariciando su mejilla.

El muchacho sostuvo su mano y la miró con intensidad, mientras iba lentamente guiandola hacia la pared más cercana.

—Entonces demuéstralo —ordenó acorralandola contra la pared.

Ailén no supo qué hacer ante aquella petición.

La verdad era que la chica no entendía del todo como esperaba que se lo demostrará. ¿Acaso no lo hacía día a día, dándole todo su amor?

—¿Cómo? —preguntó con voz trémula.

—Así —dijo el moreno recorriendo con sus manos todas las curvaturas de su cuerpo, mientras la besaba de manera ansiosa.

Ailén soltó un gemido de sorpresa ante semejante gesto y aquellos sonidos continuaron repitiéndose hasta que la chica lo empujó para que se alejara.

—Estás yendo demasiado rápido, yo no... —Ailén se sentía temerosa. Finalmente, entendía lo que su novio quería y no se sentía preparada para un paso de esa magnitud.

—¿Rápido? —el muchacho se mostró indignado —. Creo que estoy yendo demasiado lento, más bien. ¡Llevamos dos años, Ailén! —explotó.

Los ojos café de la chica se humedecieron rápidamente —Es que aún no me siento lista —murmuró cabizbaja.

—¿Entonces dime cuándo lo estarás? ¿Cuánto más tengo que esperar? —exigió.

Sabía que estaba actuando de mala manera y posiblemente terminaría arrepintiéndose más tarde, pero en ese momento, necesitaba sacar todo aquello que le estaba carcomiendo por dentro.

Había tratado de ser paciente. Ailén era una niña de su casa que valía completamente la pena. Su relación empezó de forma inesperada y él quería hacer las cosas bien, quería demostrarle que realmente le importaba. Por eso, accedió a verla solo cuando la castaña podía, siendo las oportunidades muy escasas. Pero lo superó, todo lo superó y ahora podía tenerla en su casa, sin ningún tipo de problema. Sin embargo, resultaba que Ailén, no quería ir más allá...

—No lo sé —sollozó la castaña en respuesta, de pronto se sentía acorralada y no sabía qué decisión tomar.

—Será mejor que te vayas, Ailén, se te hará tarde —dijo indiferente dándose la vuelta.

No tenía sentido seguir manteniendo esa discusión. Sabía perfectamente que eso le pasaba por meterse con una chica tan infantil...

La castaña secó lentamente sus lágrimas y salió prácticamente corriendo de esa habitación. Se sentía triste, su felicidad anterior se había esfumado de una forma tan atroz.

¿Por qué Cristián estaba haciendo eso?, se preguntó.

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