Tentación

Al día siguiente de hacer aquella apuesta contra Xian, Charlotte decidió que era hora de llevar la relación con Jeong un paso más adelante. A ella le encantaba esa sensación de romance tan inocente que sentía cuando miraba al chico, parecida a lo que se podía observar en una de esas películas románticas que muchas veces rayan en lo meloso, al grado de ser incluso bochornoso. Pero por otro lado, también tenía cierto deseo por averiguar cómo se desempeñaría el jóven estando en una situación más íntima con ella.

Jeong ya le había declarado antes que deseaba tener relaciones con ella; aunque, más bien, Charlotte había intuido aquello a partir de las expresiones en su rostro y de haber leído entre líneas sus comentarios; sin embargo, sabía que era "demasiado amable" como para simplemente tomarla por su propia voluntad, pero tampoco quería forzarlo a hacerlo, así que decidió "darle un pequeño empujón" para que fuera él quien tomara la delantera.

Tras haber ideado el plan para esa noche, Charlotte llamó a Jeong por teléfono.

—¿Alo, Jeong?

—¡Hola, Charlotte! ¡Me da gusto escucharte! ¿Cómo estás?

—Bien, pero un poco aburrida. ¿Qué planes tienes para esta noche?

—Pues, de hecho tengo la tarde libre. ¿Tienes algo en mente?

—Estaba pensando que me hace mucha falta salir a tomar unos tragos, ¿Te apetece ir a un bar cercano?

—¡Me parece bien! Hay un bar muy bueno cerca del Ricciarelli's, escuché que es de los más finos.

—¿Sabes que? Por mucho que me guste salir a lugares elegantes y costosos, siento que hoy quiero ir a un lugar más tranquilo.

—Entiendo, entonces podemos ir a un pequeño bar que queda a unos cuántos kilómetros de mi casa, dicen que es muy acogedor.

—¡Suena bastante bien! Entonces paso por tí a las 8 de la noche, ¿Está bien?

—¡Claro! Te espero.

—Nos vemos entonces, ¡Ciao!

—¡Bye!

Al finalizar la llamada, ambos pasaron el resto del día anhelando la hora en que volverían a verse.

El reloj siguió avanzando hasta que llegó la hora acordada. Charlotte llegó nuevamente en un auto distinto al del día anterior, por cierto, esto no le parecía sospechoso a Jeong debido a que él suponía que la empresa para la que supuestamente trabajaba Charlotte, le dejaba a su disposición los vehículos, es por eso que nunca preguntó por qué cambiaba de auto tan frecuentemente.

Cuando Jeong salió a la entrada de su casa para recibir a Charlotte, y la miró, quedó impactado por su apariencia. Hasta ahora solo la había visto usando vestidos de noche elegantes, a excepción de la vez que tomó prestada su ropa, por supuesto, pero esa noche usó ropa casual y cómoda: llevaba un suéter rojo con cuello de tortuga y minifalda de cuero negra que hacía juego con sus medias y botas altas.

—Ya lo sé, me veo divina. —dijo Charlotte al notar a Jeong de pie frente a ella, boquiabierto en completo silencio.

—¡Si! Perdón, te ves tan hermosa que me quedé sin palabras durante un momento. —respondió Jeong levemente avergonzado. Charlotte no pudo evitar reír por lo lindas que le parecían sus reacciones.

Al llegar al bar, tomaron la mesa que quedaba en una de las esquinas que tenía vista a la calle a través de un gran ventanal, el ambiente en el lugar era tranquilo gracias a la suave música de jazz que se reproducía por los altavoces.

Ambos conversaron sobre su día durante un par de horas mientras bebían.

—¿Cuántos años llevas trabajando en el restaurante? —preguntó la dama pelirroja.

—Este año se cumplen 5.

—¡Vaya, felicidades! Parece que este trabajo te gusta mucho.

—Me encanta, —respondió Jeong— hacer postres todos los días es mi pasión, lo encuentro relajante y enriquecedor. Ver los rostros de los clientes complacidos tras degustar mis postres no tiene precio.

—Tienes mucho talento, esas manos tuyas son capaces de hacer maravillas en la cocina —dijo Charlotte mientras tomaba las manos de Jeong—, me pregunto qué más cosas increíbles son capaces de lograr.

Jeong se sintió un poco avergonzado, miró primero sus manos, sentía el tacto suave y cálido de Charlotte, quien continuaba haciendo caricias lentamente, como siguiendo el relajante tempo de la música de fondo. Dirigió la mirada a continuación hacia enfrente, buscando la cara de la chica. Al hacer contacto visual con su mirada seductora, pudo sentir algo parecido a una corriente eléctrica que nacía de su columna y avanzaba por la espalda hasta llegar a su nuca, provocando que todo su cuerpo se estremeciera en excitación.

La sensual joven, al notar la reacción del chico y percibir en su rostro que el alcohol comenzaba a modificar su comportamiento normal, con suerte liberandolo de todas sus inhibiciones, lo soltó de las manos para proceder a ponerse de pie y caminar hasta su lado, asegurándose de no perder aquel contacto visual tan intenso.

Bajó ella entonces a la altura de su cabeza, inclinando su torso hacia adelante sin doblar demasiado las rodillas y acercó su rostro al de Jeong. Puso su brazo izquierdo sobre el hombro del nervioso joven, rodeando su cuello. Estando frente a frente con sus labios a punto de hacer contacto, sintiendo cómo sus cálidas respiraciones aumentaban de intensidad poco a poco, Charlotte volvió a tomar de la mano al hombre para invitarlo a levantarse de su asiento lentamente.

Jeong se dejó ser dirigido por la despampanante mujer a donde ella deseara, estaba perdido en todo su ser al grado de no ser capaz de discernir en qué dirección caminaba. De esa manera se encontró dentro del baño de caballeros junto a Charlotte, si había o no más personas en ese lugar, no era capaz de notarlo, ni siquiera parecía importarle.

Ambos entraron a uno de los cubículos y cerraron la puerta tras de sí. Charlotte quedó recargada con la espalda en la pared mientras que Jeong se quedó de pie, observando su belleza durante un instante.

—Puedes hacer lo que gustes conmigo.

Al escuchar aquellas palabras provenientes de la mujer con la que había tenido tantas fantasías en su mente durante los últimos días, su mente se puso completamente en blanco y la lujuria se apoderó de su cuerpo, cediendo ante la pasión.

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