Cita doble

Algunas semanas más adelante, Charlotte viajaba en auto en dirección a la ciudad de Jeong tras haber terminado el entrenamiento del nuevo recluta Mousse. La joven se encontraba entusiasmada con la idea de reunirse nuevamente con el chico pastelero, esta vez en una cita formal junto a sus amigos. Esto era una señal inequívoca de que las cosas iban en serio, al menos así lo percibió ella, pues llevaba varios meses acostándose con Zephyr, pero él no parecía tener intenciones de presentarle a sus conocidos.

La cita se programó en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad, el negocio se encontraba en una esquina de un cruce de cuatro caminos bastante concurrido, se solían sacar algunas mesas y sillas a la acera para que los comensales disfrutaran del agradable calor del sol en primavera.

Al llegar al lugar, aparcó su auto —el cual era, por supuesto, “prestado” para variar— justo al lado del establecimiento. Jeong y sus amigos ya se encontraban sentados en una de aquellas mesas al exterior de la cafetería.

—¡Charlotte! ¡Por aquí! —gritó entusiasmado el joven pastelero, con ojos brillantes y una sonrisa enorme.

—Lamento llegar tarde, chicos. —dijo la mujer pelirroja mientras bajaba del auto.

Poniéndose de pie, Ate se presentó: —¡Mucho gusto! Me llamo Ate, nos conocimos en el restaurante, yo fui tu mesero.

—¡Sí! Te recuerdo, me diste un excelente servicio ese día.

—¿Cómo no darle un servicio de primera clase a una chica tan hermosa y elegante como tú? —respondió Ate haciendo uso de su típica labia y galantería barata con la que acostumbraba cortejar a las mujeres.

—¡Oh! ¡Me agrada tu amigo, Jeong! —bromeó Charlotte mientras esperaba notar alguna reacción divertida en el rostro del chico, quien efectivamente se mostró un poco molesto por las palabras de su compañero.

Mientras esto sucedía, Xian, quien también había sido invitada a la cita doble, observaba silenciosamente a Charlotte. No pudo evitar compararse con ella, la diferencia era abismal: Charlotte era alta y esbelta, Xian era un poco bajita y rellenita, además, su actitud y forma de hablar tan grácil y elocuente distaba mucho de la manera en la que Xian se comunicaba y de la imagen que proyectaba ante los demás. Sin duda no era competencia para ella.

—… Y ella se llama Xian… —escuchó de pronto la chica, quien había quedado perdida en sus pensamientos durante un breve instante.

—¡Ah! ¡Así es! ¡Mucho gusto! —contestó rápidamente Xian al darse cuenta de que la estaban presentando ante Charlotte.

—El gusto es mío… Me gusta mucho tu cabello, —replicó Charlotte en un intento de congeniar con ella, ya que; por supuesto, había sido capaz de notar la manera en la que Xian la había estado observando.

—Bien, ¿Qué les parece si pedimos la comida ahora? —dijo Jeong mientras les pasaba la carta a sus acompañantes.

—Tú siempre crees que estás trabajando —señaló Charlotte—. ¡Relájate! Este no es tu restaurante.

Todos rieron al escuchar aquella broma, a excepción de Xian, quien seguía sintiendo una especie de rivalidad contra la hermosa chica sentada justo frente a ella.

Durante el resto de la cita, Xian se limitó a escuchar en silencio las conversaciones de sus compañeros, interviniendo en ocasiones cuando se le mencionaba. Intentaba encontrar algo en las palabras de Charlotte que revelara alguna información cuestionable que pudiera usar en su contra después: “Quizá odie a los animales, a Jeong le encantan. Si resulta ser una maltratadora de animales, seguramente no querrá estar con ella” “O tal vez tiene algún vicio, puede que sea una borracha empedernida, o consuma drogas, algún defecto vergonzoso debe tener…” De hecho, sus sospechas no estaban tan alejadas de la realidad; sin embargo, nada de lo que Charlotte decía parecía darle ningún indicio de ello.

—Bueno, me agradó mucho convivir con ustedes, —dijo Charlotte al terminar su comida— pero me temo que debo retirarme ahora.

—¿Te acompaño hasta tu hotel, Charlotte? —preguntó Jeong.

—Gracias, pero tengo algunos negocios que atender en unos momentos. Será para otro día.

—Podemos acompañar a Xian a su casa, ¿Qué te parece Jeong? —sugirió Ate.

—Emm… ¡No hace falta! ¡Gracias! —exclamó la chica de cabello rosa— Es que… también tengo otras cosas que hacer antes… Disculpen.

—Bien, entonces vamos a pasear al centro comercial Jeong, no tengo ganas de volver a casa ahora mismo.

—Está bien, te acompaño. —respondió Jeong amablemente.

Tras despedirse, Charlotte subió a su auto y condujo hasta una calle no muy lejos de ahí, Xian decidió seguirla furtivamente montada en su pequeña motocicleta a fin de investigarla.

Al notar que el auto de Charlotte se detuvo, Xian aparcó su motocicleta a unos cuantos metros, asegurándose de no ser vista. La chica a la que estaba espiando salió de su auto y caminó hacia un estrecho callejón.

—¿Qué clase de negocio tendrá en un callejón tan lúgubre como ese? Seguro es algo muy turbio. —razonaba para sí misma en voz baja mientras se acercaba lentamente hacia el lugar.

Intentó acercarse un poco más rápido, pero la perdió de vista, así que no le quedó más que adentrarse al callejón también. Aquel callejón se sentía húmedo y sumamente silencioso; pero Xian se armó de valor para seguir adentrándose cada vez más.

De pronto, escuchó una voz detrás de ella que la asustó tanto que soltó un grito tan agudo que era parecido al sonido de un silbato:

—Así que eras tú quien estaba siguiéndome…

Xian se dio media vuelta, y entonces pudo ver a Charlotte de pie, con los brazos cruzados y sumamente molesta.

—¡Sí! ¡Te estaba siguiendo! ¿Qué hay con eso? —admitió la chica con voz entrecortada a causa del miedo, pero al mismo tiempo mostrando un poco de valentía.

—Y ¿se puede saber por qué me seguías? —replicó Charlotte.

—¡Sé que estás ocultando algo! ¡No sé lo que es, pero…!

—¿Qué piensas lograr investigándome? Ve al grano, no tengo tiempo para estar perdiéndolo contigo.

Juntando todo el valor que pudo, pensando en lo mucho que le gustaba Jeong y en cuánto quería quedárselo para ella, exclamó:

—¡¡¡QUIERO QUE TE ALEJES DE JEONG PARA SIEMPRE!!!

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