Controlador

=Algunos meses atrás=

En una sala de juntas en la que se encontraban reunidos al menos 20 hombres, el ambiente se sentía tenso y se tenía la sensación de dificultad para respirar el frío aire que escasamente circulaba estando a puertas cerradas.

A la cabecera de la larga mesa rodeada por aquellos individuos vestidos con traje y corbata, comparecía un hombre alto, de rostro afilado y apariencia imponente debido a su ejercitada constitución corporal; sin embargo, contrastaba con su imagen el color rosado claro de su cabello y ojos, los cuales provocaban escalofríos al ser penetrado por su mirada fría y prepotente.

A la izquierda de aquel hombre conocido como Zephyr, se encontraba de pie Charlotte actuando a modo de guardaespaldas, llevaba ya algunos años trabajando para él, quien era el dirigente de una basta red de tráfico de "azúcar", una droga sintética desarrollada por él mismo.

—¡Señor Zephyr! —alzó la voz uno de los reunidos ante él— Si me permite la palabra, creo que el aumento al precio del azúcar es un movimiento poco adecuado, ya tenemos dominado el mercado y no hay base sostenible para justificarlo. La mayoría de nosotros tememos que aumentar el precio hará que nuestros clientes regresen a consumir sustancias más baratas.

—Soy consciente de sus preocupaciones, —replicó el mandamás—, he analizado la situación y el uso que se le da al azúcar, los informes mencionan que se está utilizando en mayor medida como un veneno bastante furtivo, no tanto como estupefaciente. A partir de ahora no nos enfocaremos en abastecer a los clientes que son propensos a caer presos, o morir por el mal consumo del producto, simplemente ya no son una inversión tan fructífera como el grupo que la emplea como arma.

—¡Esto no es justo! —gritó mientras se levantaba de su asiento otro de los empleados— ¡Algunos de nosotros tenemos territorios por los que trabajamos durante años para controlar, ¡¿y ahora nos dice que simplemente tenemos que dejarlos?! ¿Qué pasará si intentan atacarnos debido a la abstinencia?

—No necesito gente que no esté dispuesta a seguir trabajando al máximo a causa de un simple cambio en las estrategias de venta. —Con una expresión fría y voz imperativa, Zephyr amenazó a sus empleados—. Quien no esté de acuerdo puede salir por esa puerta...

—¡¡ESTO ES UNA BASURA!! —Aquel hombre desesperado alcanzó una navaja que ocultaba en el bolsillo interior de su traje, y lo arrojó directo a la cara de Zephyr.

El proyectil se detuvo a centímetros de herir al líder de la organización delictiva, Charlotte había reaccionado a tiempo para atajarlo usando solamente su mano derecha desnuda. El hombre se mantuvo inmutable ante el ataque, confiaba en las habilidades de su hermosa guardaespaldas.

En cuanto el atacante se dio cuenta del error que había cometido al dejarse llevar por la ira, intentó huir de la habitación. Tumbando la silla en la que estaba sentado, corrió torpemente hacia la entrada principal; sin embargo, la implacable mujer le lanzó de vuelta la navaja rápidamente, impactando con certeza por detrás del cuello del sujeto, quien cayó sin vida ahí mismo al instante.

—¡Quien no esté de acuerdo con el jefe...! —gritó Charlotte amenazante— ¡Puede decidir salir por esa puerta silenciosamente, vivo o muerto! —Ninguno de los hombres que quedaban se atrevió más a alzar la voz ni a retirarse.

—¡Ay Bombón! ¡Mira tu mano! —dijo un poco preocupado Zephyr. Charlotte estaba sangrando, se había cortado la mano al detener la navaja. El apuesto hombre se levantó de su silla, desenrolló de su cuello la pañoleta blanca que estaba usando y, poniéndose de rodillas, tomó la mano derecha de Charlotte, envolviéndola firme pero delicadamente con ella.

Charlotte se sintió un poco avergonzada, pero conmovida por este acto, su corazón latía fuertemente. Esta no era la primera vez que Zephyr le hacía una muestra de consideración como esa; de hecho, él no tenía reparos en mostrarse caballeroso o vulnerable frente a sus hombres mientras Charlotte estaba presente. La joven se había enamorado de su jefe, y todo indicaba que el sentimiento era mutuo.

Tras terminar la junta, cuando ya todos se habían ido, excepto Charlotte y Zephyr, la chica aprovechó la situación para preguntarle a su jefe:

—¿Por qué actúas así conmigo? ¿No te da miedo que tus hombres te pierdan el respeto por mostrarte "débil" frente a ellos?

—Lo que piensen esos hombres no me preocupa, lo único importante es lo que siento cuando te veo.

El corazón de Charlotte empezó a latir con fuerza nuevamente. Podía percibir que aquellas palabras no eran mentira.—¿Y por qué razón te preocupa? Yo solo soy tu guardaespaldas, ¿no es así? —preguntó levemente nerviosa.

—Es verdad, —respondió el hombre— por ahora solo eres mi guardaespaldas, pero quisiera que fueras algo más para mí. —Zephyr se puso frente a ella y tocó su mejilla usando su mano derecha—. Admiro tu valor, tu tenacidad, tu fortaleza... Eres una fuerza aparentemente indomable...

Charlotte empezaba a sonrojarse ante la actitud del hombre, de forma inconsciente caminaba lentamente hacia atrás; Zephyr la seguía también hasta que la chica se topó con la mesa al centro de la sala de conferencias.

—Sabes que soy un tanto controlador, me gusta dominar la situación. —Su mirada se sentía como dos balas atravesando su pecho, la chica empezaba a sentir un calor que recorría todo su cuerpo, se sentía acorralada, solo podía escuchar con atención al seductor hombre.

—Necesito saber si te dejarás controlar por mí.

Ante tales palabras, Charlotte no pudo soportar más la presión, se colgó del cuello de Zephyr con ambos brazos y se entregó a él con un largo e intenso beso que evolucionaría en otras muestras de pasión desenfrenada a lo largo de toda la noche.

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