Había olvidado gran parte de mi infancia al lado de mis padres.
El Imperio gobernado, se volvió famoso por tomar reinos pequeños, algunos pueblos lejanos al Imperio, se volvieron la clave de todo su poder.
A la edad de solo 12 años, el pueblo pequeño, donde vivió una vida tranquila había sido destruido por el Imperio.
- Un pueblo mas pequeño que un bosque ¿Por qué un Emperador pisaría esas tierras? –
Fue ahí cuando lo conoció.
“Emperador Blaze Aiden Baslan”
Su mente tan inocente, lo vio como un ángel cuya belleza era incomparable, estaba tan cautivada por su rostro, pero solo lo admiro, jamás llego a sentir algo como amor por él.
De hecho, solo fue lo único que pudo decir, cuando sus ojos chocaron, su rostro cambio, se alejó de ella sin volver a mirar atras, pensaba que ya no lo vería de nuevo; pero el Emperador, pareció decirle algo a uno de los soldados a su lado, el tipo asintió, se acerco a ella y a su madre, con fuerza la arrebato y su padre quien trato de recuperarla fue asesinado enfrente de sus ojos.
Lo único que recordaba de ese entonces, fue los gritos desgarradores de su madre.
- Luego todo se volvió borroso, el shock de ese día, me hizo desmayarme. –
Pero los gritos eran tan claros.
¿Cómo sería capaz de olvidarlos?
Al abrir sus ojos, estaba en una gran habitación de oro, no había nadie a su alrededor; todo aquello que era familiar ante sus ojos se había desvanecido, era un mundo extraño y tenía miedo.
Para cuando todo fue un poco mas claro, varias mujeres se acercaron a ella.
La limpiaron, la cambiaron, sus trapos viejos fueron cambiados por los vestidos mas bellos del Imperio, caminar por los grandes pasillos la hicieron sentir aun mas diminuta; al entrar en un misterioso salón, había mas mujeres cuyas bellezas eran incomparables.
Todas la miraron asombradas.
Después de que muchas preguntas llegaron, la comida de buen aroma le fue servida, pero su miedo era mas grande que no se le fue posible consumir un bocado.
- ¿Que? – una voz desconocida la llamo.
Una de ellas tomo su rostro.
- Eres muy pequeña. – la forma en que lo dijo, expresaba pena.
¡Pobre niña!
¡Es muy pequeña!
¡Por primera vez, una niña pisa el harem!
Todo el mundo lo decía.
¿Harem?
¿Qué era eso?
Su mente no lograba comprender muchas cosas, a lo largo de los días se mantuvo en silencio, las mujeres mayores peleaban entre sí, algunas se dañaban y se mataban entre ellas, a excepción de ella que ninguna le toco un cabello.
- Es imposible. – una voz la llamo.
Entre los rincones del salón su cuerpo estaba oculto, pasaba su mayor tiempo escondiéndose de todos; pero esa misteriosa persona fue quien la encontró.
Una chica se acerco a ella y ofreció unas galletas.
- No tienen nada, descuida, no te matare. –
La preciosa chica se sentó a su lado, ofreció las galletas y las fue poniendo en sus manos.
- ¿Qué es imposible? –
- ……… -
De nuevo esa chica la miro con lastima.
- Solo eres una niña. –
- ……… -
- Nunca había traído a alguien tan pequeña. – suspiro. – Ese tipo la perdió. –
- ¿Quien? –
- El Emperador. –
- ¿Emperador? –
- Si, es un hombre bastante guapo, cabello rubio, ojos azules zafiro. –
Creía haberlo decorado, era el mismo hombre que la trajo.
- Solo espero que te deje madurar y no cometa una atrocidad. –
- ¿Por qué debería madurar? –
La chica se calló, no fue capaz de responderle y en vez de decir una palabra, un abrazo fue entregado en su lugar.
- Realmente espero que no te suceda nada. –
¿Qué le esperaba?
Ni ella lo sabía, pero empezaba tener mucho miedo.
Los días transcurrieron con normalidad, veía algunas mujeres que entraban y salían, con toda la libertad del mundo, a diferencia de ella, que no tenía permitido salir; desde una ventana miraba a las mujeres correr y reposar en el jardín.
¿Qué debía hacer para poder salir?
Ojalá nunca lo hubiera descubierto.
¡Ana Ileana!
Una mujer de edad avanzada grito su nombre, todas las mujeres que estaban presentes, se tensaron al escuchar su nombre por parte de la mujer.
Ella era la encargada de las concubinas.
- Yo. –
Al estar enfrente de ella, escaneo de pies a cabeza, luego negó con su cabeza su apariencia.
¡Sucio!
Escucho venir de muchas concubinas.
- Sígueme. –
Lo único que le dijo, por primera vez, saldría del salón, caminaron por varios pasillos, hasta que llegaron a un jardín lleno de flores de todos los colores.
Azonzada por el lugar, no se percato de que la abuela se detuvo, si no fue hasta que su cuerpo choco con ella.
- Lo lamento. –
- ……… - suspiro. – De aquí en adelante sigue el camino recto. –
Señalo el camino recto, sin permitirle preguntar, la dejo en la nada.
Solo tenía que seguir caminando.
¿Debería huir?
Era una buena idea, pero desconocía el lugar donde se encontraba.
- No se donde queda mi casa, podre volver algún día……. Mi madre abra rescatado mis muñecas en el incendio, mi padre ¿Qué estará haciendo? –
El shock de ese día, me hizo olvidar que mi padre había muerto, que mi madre quedo destrozada así como mi casa y mi corazón.
- Podre volver a jugar con mis amigos a las escondidas.
También lo había olvidado, los niños que murieron en la escuela, justamente ese momento, fue cuando todo empezó, pocos lograron sobrevivir…….
Mis amigos fueron la exención.
- Extraño el columpio que mi padre me hizo, en el viejo roble de nuestra casa. –
Ni siquiera el viejo roble se había salvado.
Por que mi mente era tan inocente, que no podría imaginar lo que pasaría después.
Después de ese encuentro, con lo que yo había llamado ángel, un rostro de ángel, pero un corazón de demonio.
Entre los arbustos de mora salvaje, el extraño y misterioso hombre con cara de ángel, se mantenía parado viendo la nada.
No se había percatado de que ya estaba en el lugar, cuando el tiempo paso, miro donde me encontraba, fue una sonrisa la que me entrego, desconocía su verdadero ser, que no había pasado por mi cabeza que esa sonrisa era tan retorcida como su mente.
- Hola. – sus dientes brillantes se asomaron como perlas.
- Ho, hola. –
- ¿Cuál es tu nombre? –
No debería decirle, pero tal vez si me portaba bien, me dejaría libre.
Que tonto pensamiento.
- Ana Ileana. – mi voz se volvía aguda.
Sus ojos se posaron escaneando mi rostro, una de sus grandes manos, acaricio mi mejilla, se sentía tan cálido ese toque.
- Ana, preciosa Ana, cabello rojizo naranja, mira, ja, ja…… Tus ojos son iguales a los míos. –
Nuestro segundo encuentro, de tantos que vinieron.
Fue ese día, que todo se fue para abajo, cuando tenia 12 años, un hombre de 30 años me miro como una mujer.
Mi mente recordaba la voz de mi madre, diciéndome.
“Sigues siendo pequeña, todavía te falta madurar, no intentes crecer……. No dejes que alguien te haga madurar rápidamente”
Antes no lograba entender esa frase, pero después de todo lo que sucedió en esas cuatro paredes, mi cuerpo se sentía cansado, dañado, ensuciado…….
Quería acabar con todo.
Lo que veía de las otras mujeres, me sucedió a mi….
Miles de veces, trataron de acabar con mi vida, porque todas querían un hijo en el trono, pero lo que yo quería era sobrevivir.
Por qué nadie quería entender, que mi cuerpo no tuvo opción, mi consentimiento jamás existió, porque a pesar de tantas veces, jamás sentí nada por ese hombre.
Mis gritos pidiendo que se detuviera, pidiendo ayuda del exterior.
Mi primer y único hijo lo tuve cuando cumplí 15 años, Sebastián tenía solo 13 años.
Que maldita vida, pude haber sido hermana de Sebastián, su padre no tuvo compasión conmigo y su hijo fue peor; por que de tantos hijos que tuvo, Blaze amaba al hijo que tuve de él, como él me amaba a mí.
Pero, yo no amaba a mi hijo, no amaba a Blaze.
Por que todo lo que hice fue sobrevivir.
Orla me lo dijo.
- Eres inteligente……. Utiliza esa ventaja para sobrevivir. –
Blaze tenia una esposa, la cual odiaba todas por igual, a excepción mía, que me odio hasta mas no poder.
Sus celos la cejaron.
Luego Sebastián creció rencor a Blaze y a sus concubinas, con apenas 15 años, el chico tenia una mente tan retorcida, que acabo con la vida de cada uno de los hijos de Blaze.
Esa sínica sonrisa, me causaba escalofríos en mis pesadillas.
Mato a cada uno de ellos y a sus madres, que siempre codiciaron el poder.
Y al final, mato a su propio padre y abuelo.
Con tan solo 18 años, mato a todos ellos; Orla no fue capaz de dejarle el trono si no se casaba.
La chica que me protegió, curo, limpio y me entrego esas deliciosas galletas.
Éramos las únicas que sobrevivimos, pero ella estaba embarazada, en todo este tiempo, entre en el mundo de la noble, como una concubina, pero no dudaban de mi potencial.
Debía mantenerme viva.
Luego Orla me ofreció mi libertad.
“Mata a la madre de Sebastián”
Lo hice sin pensarlo, pero no se quedarían las cosas así, todavía tenia un hijo y una única amiga en el Palacio, para sobrevivir corrí a los brazos de Evren, quien saco primero a Dalia, era su nombre.
En el intento de escapar, fue asesinada.
Yo no podía salir, tenia un niño, el cual fue nombrado por su propio padre.
“Blaze Segundo”
No quedo otra forma, para ser libre de todos, incluso de Orla, que, aunque lo hiciera viviría con esa carga toda mi vida, no fuera porque lo quisiera, pero era un alma que de todas formas sufriría y si no lo hacia yo, Sebastián lo haría.
Era mejor que yo acabara con todo.
En esa cama, donde el rostro de un pequeño niño adorable dormía; que cobarde era, por que, aunque la almohada estaba entre mis manos, mis lagrimas no paraban de salir, con mis manos que temblaban, la almohada junto con todo mi dolor y fuerza, acabaron con la vida del pequeño Blaze.
Quien no pude soltar, toda la noche hasta el amanecer, mis brazos lo cargaron, al niño que nunca pude amar en estos 3 años, por primera vez, podía expresarle un sentimiento verdadero.
Era una lástima que su corazón se detuvo.
Cuando nada me retuvo en el Palacio, hui lejos.
Orla le dio la tarea a Rai y Evren, pero ellos dos se encargaron de que ni la misma Emperatriz me encontrara algún día.
Prometí volver al Imperio, para vengar a todos los que murieron por Blaze y su sangre que corría en las venas de Sebastián y sus ancestros.
Por mi madre, que jamás la encontré; sin saber si vivió más, tuvo una nueva vida o jamás logro recuperarse de la nuestra.
Por el pueblo, que estaba seco y sin vida cuando volví.
Por mis amigos, que no vivieron sus vidas.
Por las mujeres que codiciaron el poder, porque al igual que ellas todas tratamos de sobrevivir a nuestra manera.
Por mi amiga Dalia.
Por mi padre, que después de volver al viejo roble, mis recuerdos volvieron, como su cabeza fue cortada.
Por mi hijo, que cuando lo tuve en mis brazos sin vida, me di cuenta que lo amaba, pero no quería que sufriera.
Por mi……. Por mi de 12 años, que aun estando en el Palacio, el hombre que me tomo, le pedí unas muñecas.
Por que mi conciencia aun pensaba en jugar y no en complacer a un hombre.
Por Nicolette…….
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Comments
Samantha Ivett Olvera Rodriguez
entiendo los traumas de ser una victima pero matar un bebe de 3 años paso de ser víctima a ser asesina de su propio hijo acaso leyeron ese detalle o solo vieron ala pobre niña que sufrió?
2024-01-04
2
Dannita
Este capítulo me hizo llorar!! me llegó hasta el alma , como es posible que exista ese tipo de personas que le roban la inocencia a los niños
2023-10-23
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Mónica Aulet
Que capítulo fuerte uff
2023-09-27
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