LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE DE LA VILLANA

CAPITULO 15. -

Cuando el sol salió nuevamente, era un nuevo día, miraba a su alrededor en busca de algún alma dentro de la habitación.

Quien menos lo espero, estaba sentada en un sofá cerca, con un libro en mano y……

Dudaba un poco de su vista, acaso era mala o el otro objeto en mano era una espada, misma arma era abrazada.

- Que forma más extraña. – susurro. – Parece estar alerta incluso dormida. –

Con sus pequeños pies bajo de la cama, camino hasta estar al frente de Nicolette, por pura curiosidad acerco su mano a la nuca de la mujer dormida, pensaba que reaccionaria, pero seguía igual de dormida.

- “Pensé que saltaría……… Parece estar alerta siempre, pero no hizo nada” –

Mantuvo presión en la frente de la mujer, pero seguía igual o incluso más, pues un bostezo fue lo único que su boca emitió, aunque presionara la frente o los cachetes seguía dormida flácidamente y en cambio la espada fue abrazada con mayor fuerza.

¡Abrir!

Los pasos emitidos dentro de la habitación llamaron su atención, al ver quien entraba se encontró con el rostro de Christina.

- ¡Oh! Ya despertó Señorita Maylea. –

- Tiene poco. – contesto. – Parece ser que la Marquesa paso la noche aquí. –

- Esta en lo correcto mi Señorita, una vez que termino su trabajo vino directamente a la habitación de la Señorita. –

- Ok. –

Christina acomodaba la cama donde anteriormente había dormido, más criadas entraron para ayudarla a bañarse, Nicolette seguía aun dormida.

- Es entendible…… - Christina tomo la palabra.

- …….. –

Tenía una manta en manos, cubrió el cuerpo de Nicolette completamente.

- Es la primera vez que la Señora duerme tan tranquilamente. –

- …….. –

- Nunca la había visto con la guardia baja mientras duerme. –

Christina miraba con una paz la silueta de Nicolette, parecía ser que jamás la habían visto de esa manera.

- Será por la Señorita. – comento otra criada.

Todas miraron a la chica quien caminaba con ropas en manos, algunos asintieron ante su comentario poco extraño para ellas.

- “¡YO!” –

Qué clase de pensamiento era aquello como para decir tal cosa, ella ayudar a que Nicolette durmiera.

No la conocía para nada, entonces no era entendible el tema para poder argumentar algo.

- Yo. –

Hablo con una voz bastante baja, quería preguntar, pero le daba miedo que la vieran mal.

- La Señora jamás se ha quedado dormida en la presencia de alguien, mucho menos ha bajado su guarida, parece ser que, para la Señora, la Señorita Maylea no es una amenaza. –

Su corazón salto de alegría, como un comentario simple desbordaba felicidad para algunos.

Tanto tiempo siendo una villana, que no esperaba escuchar las palabras de alguien decirle.

“No eres una amenaza”

Por primera vez en todo este tiempo nadie la llamaba amenaza o bestia.

- De acuerdo. –

Estaba feliz, pero no saltaría de su lugar para celebrarlo, por ahora no.

[Habitación de la Princesa Heredera]

Su cabellera era cepillada, las voces familiares la llamaban con bastante desesperación.

- Solo esta vez Señorita……. Tome un poco de atención a su boda. –

Sugirió su Nana.

- Como podría, de cualquier forma, madre lo terminara haciendo. –

- Pero……. –

- Esto es lo que mis padres siempre soñaron. –

- Usted ¿No ama al Príncipe? –

- Que cosas dices Nana, por supuesto que lo amo, pero madre, sabes que su sueño siempre fue planear todo esto, la economía de mi familia no era muy estable en ese entonces y todos sus arreglos no eran lo que tanto añoro. –

- ……… -

Era molesto escucharla, le causaba rabia que la Marquesa, madre de Roxana manipulara a su hija para cumplirle todos sus caprichos.

- “Siempre fue así, la Señorita Roxana, vera por su madre, pero jamás por ella…” –

¿Qué debía decir?

Nada, solo era una criada que perdería su trabajo una vez que Roxana fuera coronada Emperatriz.

- Como ordene Princesa Heredera. –

Las criadas que cuidaban de ella, sentían el sufrimiento de verla.

No podían opinar y miraban como su madre la usaba y metía cosas en su cabeza.

- “Lo lamento Nana, yo también soy consciente, pero es mi madre……. Casi muere al darme a luz, tuvo mucho que enfrentar por mi……” –

Su madre siempre le recordaba todos los sacrificios que hizo por ello, agradecía que jamás la dejo.

Pero……. Hacerla recordar, por que debería; era mas bien una forma de restregarle todo lo que hizo por ella y debía ser agradecida.

- ¿Cree que pueda salir? –

Roxana la llamo de nuevo, hace tiempo que no salía de la habitación que sus ojos brillaron ante la sugerencia.

- No debe por que preguntar mi niña…… Haga lo que se le apetezca. –

- Es cierto. – rio.

- Desea una sombrilla, el sol es muy ardiente en esta temporada. –

- Por favor Nana. –

Aprovecharía su completa soledad, antes de que todo le cayera de golpe, debía disfrutar su valioso tiempo.

Con sus damas de compañía, el camino por el pasillo no se sentía tan estrecho.

Le causaba un miedo estar sola, por al menos 5 minutos.

- Sola……. Jamás sentí una soledad en mi vida. –

Como pudo vivir sin soledad, toda su vida Sebastián y Anastasia se mantuvieron a su lado.

Siempre la protegieron de todo, en especial Anastasia que la cubría y ayudaba en todo.

Tenia una dependencia a la chica que la trato como hermana, con el tiempo le era difícil hacer las cosas sin ella; Anastasia podía hacer cualquier cosa, con o sin magia.

- “Era tan talentosa que yo era un estorbo a su lado……. Creo que a ella le hubiera ido bien como Emperatriz” –

Tenía que jalarse las orejas ella misma, no estaba lista para ser coronada; había aceptado casarse con Sebastián por amor, pero olvido en segundo plano las responsabilidades que tendría después de su boda.

- Nana. –

- Sucede algo su Alteza. –

- Cree…… ¿Qué se buena Emperatriz? –

- ……… -

¡No!

Como se lo diría, su pequeña niña no tenia la madera de una mujer al mando; en un mundo como este su blando corazón el traería muchos problemas.

- Se que lo hará lo mejor posible. –

- ……. –

- Su Alteza, no debe por que pensar malas cosas……. Tenga un poco de confianza en usted. –

Que palabras hipócritas.

Personalmente contrataría a alguien que le diera 100 azotes como castigo, pero la verdad era tan cruel que no era capaz de decírsela.

[Jardín Imperial]

La gran fauna frente a ella, le gritaba que corriera y brincara por todo el lugar.

Era una preciosa primavera, que las flores danzaban de alegría con el aire.

- “Vamos, vamos, no eres ya una niña Roxana” –

Tomaría el té y revisaría algunos papeles al aire libre; el pequeño descanse tenía trabajo también.

- Que castigo mas cruel. – suspiro pesadamente.

Las bancas de color rosa, fueron un detalle precioso.

Recordaba el momento que Sebastián le prometió que las pintaría de su color favorito.

Tomo asiento en una de ellas, un caballero cercano ayudo a las criadas a traer una pequeña mesa a su lado.

- Disfrútelo su Alteza. –

- Si Nana. –

Un buen té, una cálida tarde, las flores desprendiendo su embriagante aroma.

¿Qué otra cosa podía pedir? Solo que el tiempo se detuviera, no quería que acabara.

- Quiero que jamás acabe. –

- Tendrá tiempo después. –

- No lo creo, sería más fácil volver a ser niña. –

- ¿Desea ser una niña de nuevo? –

- Por supuesto. –

Las cosas son o eran más fáciles para su tierna edad.

- Las presiones de un niño, son poco dolorosas a diferencia de la edad adulta, es tan estresante que a veces te hace querer llorar. –

- Como piense su Alteza, estará bien. –

- No es mi libre pensamiento……. Creo que todos estarían de acuerdos, sin importar de quien lo escucharan. –

¡Cierto!

Que daba decirle, todo lo que pensara estaría bien para ellas.

- Su Alteza. –

En el jardín otra persona estaba cerca, a unos cuantos pasos de ella, un joven de cabello oscuro y ojos blancos.

- “Oh cristalinas, si no mal estoy” –

El joven Abaddon merodeaba los alrededores, logro percibir una presencia poco familiar, al avanzar se encontró con Roxana quien se quejaba con las criadas.

- Duque. – miro perpleja al joven.

- Saludos a su Alteza. – inclino su cabeza. – Las rosas han crecido hermosas, el sol se alegra de su presencia. –

Un hermoso cumplido, era un joven bastante honesto y bien educado.

- El Duque Abaddon, ¿Qué lo trae por aquí? – devolvió el gesto con una amable sonrisa.

- Los tiempos son como el mar, lo aprovechare para poder pensar un poco mejor…… Y poder descansar. –

- Me alegra. –

Abaddon asintió, después de su pequeña platica, se quedo parado sin decir algo más.

- …….. “¿Qué debo decir ahora?” –

Serian cercanos en un futuro, no debía dar una mala impresión.

- Su Alteza, si el tiempo pudiera retroceder…… Cualquiera disfrutaría su niñez a mas no poder. –

La había escuchado, que vergüenza que fuera escuchada por un hombre.

- Yo, yo, yo…… -

- Para mi es incluso entendible……. El castigo cruel de un humano, es crecer y perder lo que mas añoras…… Tu dulce inocencia que calma el alba, tu sonrisa es mas sincera, que aquella que muestras con honor. –

- …….. –

Sus neutrales ojos que acapararon con la belleza del jardín, Abaddon quien no sonreía, era tan honesto como un niño.

- Es la sonrisa más hipócrita que el humano puede tener. –

Su corazón latió, no lo entendía.

No lo puede entender.

¿Por qué se acelera como un loco?

- Jove…. –

Abaddon miro a su lado, la rosa amarilla que se robó la atención; con total cuidado la corto.

De nuevo la miro y camino hacia con una rosa en mano.

- Que tenga buena tarde y la luz aparezca incluso en sus sueños. –

Antes de poder dejarla, inclino su cabeza y se despidió de cada una de sus damas.

Miraron como la espalda robusta de Abaddon se perdía entre las flores.

- El joven Abaddon. – suspiro a desfallecer la Nana. – Que suerte la mujer que se case con el. –

- …….. –

- Suerte…… ¿Eh? –

Nadie sabia la vida amorosa de Abaddon.

¿Al menos tenía?

¿Amaba a alguien?

- Nunca lo eh visto suspirar por amor, jamás eh visto una sonrisa salir de su rostro…… Es sincero y educado, pero tiene un rostro rígido. –

¿Quién sería la afortunada?

- Qu mujer tan …. Extraña. –

Roxana era alguien fácil de leer, pero a veces parecía actuar de la manera en que todos quisieran.

- Como la de un títere. –

La futura Emperatriz…. Los nobles acabarían con ella en los primeros meses; ahora entendía el por qué su padre le dijo que aceptara entrar a la corte.

No solo necesitaba la ayuda de Ileana, un caballero a su lado sería mucho más fácil.

- Sucedió ago. –

Kastian esperaba por él.

- No es nada importante. –

- Que bueno…… Ahora te toca cargar. –

Kastian le entrego con brusquedad la sesta que traían en manos, lo vino acompañar para que no estuviera solo, pero parecía mas su criado que amigo.

- Vamos, vamos…… Despacio amigo, hay cosas dulces y frágiles en la sesta. –

Abaddon regaño con un golpe en la frente; Kastian solo frunció su ceño, parecía niño chiquito a su lado.

- Viejo tenemos la misma edad, si embrago creces mucho mas que yo. –

- Como mejor que tú, tengo mejor entrenamiento y soy mejor que tú. –

- El humilde te dicen……. –

A pesar de tener un rostro de mierda, tenia un buen sentido del humor.