CAPITULO 3. –

- Un millón de barras de oro y el 2% de las minas de Rubis, del Imperio. –

Miraba impactada al hombre cuyo rostro era desconocido, la cantidad ofrecida era tan exagerada.

- Su, su, sucio. – susurro.

No podía ver su rostro, ¿Qué gesto tendría en ese momento?

La tela que cubría junto con su mascara lo cubrían de pies a cabeza, apenas podía mirar su boca que no se movía.

Tenía un pervertido enfrente de ella.

Camelia se regocijaba en el oro en piso, con una sonrisa complaciente; jamás había visto tanto oro.

- Es toda suya mi Señor. – lanzo con fuerza al May, quedo tirada a los pies del hombre.

- Aunque…. – detuvo a Camelia. –

- ¿Mi Señor? –

- Te daré 5 millones de oro y el 4% de la mina de diamantes del imperio. – dijo con una sonrisa casi visible.

¿Quién era ese hombre?

Existía alguien que tuviera esa cantidad de dinero.

- Deseo a todos los jóvenes y niños del orfanato. –

- Oh su excelencia ¿Qué planes perversos tiene? ¿Cómo para dar esa cantidad? –

- No es de tu incumbencia mujer. – dijo arrogante.

Camelia se quedó callada, dio la orden para que todos los niños fueran levantados, los jóvenes por otro lado ya estaban siendo sacados entre gritos y pataleaban.

Suplicaban a Camelia, para que se quedara con ellos.

Maylea seguía mirando todo, estaba centro del espectáculo sin poder hacer algún movimiento, Damián seguía inconsciente en el suelo y Celeste lo abrazaba entre lágrimas.

- Gracias por su compra. –

Dijo felizmente Camelia quien recibía las escrituras del 4% de las minas, frente al hombre que aún permanecía sentado. Observaba a la mujer como si se hubiera sacado la lotería, su maldito brillo lleno de felicidad, le causaba repugnancia.

- Es triste no le parece Madame. –

- Por qué triste Mi Señor. –

- Vidas por fortuna. –

- Para nada, Mi Señor son ratas de alcantarilla no valen la pena. – soltó insignificantemente.

- Aun no valiendo nada los mantiene aquí y les da mala reputación para que así no sean adoptados y a cambio los vende. – su voz se volvió áspera.

Camelia se quedó inmóvil cuando el hombre de la máscara le dijo aquella información sus nervios la expusieron en el momento que su cuerpo comenzó a transpirar, miro al hombre sin firmar los papeles y se levantó aun temblando.

- Señora Camelia. –

La multitud callo, la capucha negra se levantó quitándose su atuendo dejando ver su verdadera identidad.

- El gran Duque Abaddon Duvessa, líder de los Dragones del Imperio, queda arrestada por tráfico de personas. –

De los lados caballeros Imperiales salían con espadas tomando a las personas que trabajaban en el orfanato.

- “Imposible……” -

May cayó al suelo llena de asombro, no podía creer quien estaba ante sus ojos aun después de haberse quitado la máscara, cabellera negra y ojos blancos, sostenía la espada del Duque anterior que ella había matado en la pelea.

Su hijo que apenas tenía 18 años tomo la posición del gran Duque.

Ahora que lo miraba ya no parecía un niño, Abaddon tenía una mirada sombría y sin alma alguna.

Su espada se posó en el cuello de la mujer que seguía temblando parada.

- ¡Después de tantos años por fin obtuvimos la información suficiente para dar la pena de muerte no merece ir a la cárcel! – exclamo. – Madame lamento que no pueda disfrutar de su dinero estará en buenas manos a partir de hoy, llévensela. –

Camelia gritaba piedad al hombre que seguía firme en su lugar, los niños ya estaban siendo atendidos por gente afuera de las instalaciones que esperaba la señal, sacarlos era solo por si las cosas se complicaban y tenían que pelear, pero solo era basura.

Abaddon volteo mirando aun el cuerpo tirado en suelo que lo veía atónito, temblaba en su presencia era algo estúpido asustarse por que descubrieran quien era ella.

Abaddon camino y se arrodillo frente a ella estirando su mano.

- No te hare daño, prometo salvarte. –

- ……… -

- Eres una hechicera, te ayudare. –

- …….. –

May quien estaba sin habla hizo el intento de tomar su mano, pero ver los ojos del Duque solo le hacían recordar la mirada triste del Duque Rai que pedía que se detuviera, un hombre que solo intento protegerla y salvarla en el último momento, recibió una flecha en su lugar.

Fue su culpa, que el Duque muriera en vano.

- Toma mi mano, no te soltare…… Yo te ayudare. –

Eran esa misma palabra que Ria le dijo antes de perder todo su control; tomo la mano de Abaddon, quien seguían rostro inexpresivo.

Abaddon se levantó y la atrapo en sus brazos para cargarla sacándola del lugar, fuera del orfanato había médicos y más caballeros.

Todos hacían reverencia al Duque que seguía sin mostrar una emoción, no se veía como lo recordaba un niño que siempre iba detrás del Príncipe Sebastián.

- “Un momento” –

Recordaba lo que había prometido, no acercarse a las personas ligadas a la familia Imperial y justo ahora había cometido su primer maldito error.

Abaddon hijo de la familia que ayudo con la fundación del imperio y quien puso en el trono a los ancestros de Sebastián, una familia demasiado pegada en especial a la Emperatriz Viuda, la abuela del Príncipe Heredero.

¿Lo arruine otra vez?

**

Se encontraba sentada en la mansión del Duque Abaddon, tantas veces que puso un pie en el lugar y ahora se sentía abrumada por el sentimiento.

- “¿Cómo llegue aquí?” –

A su lado Celeste estaba asombrada degustando los postres que las criadas le habían entregado, solo ella iba ser traída a la mansión, se negó si no llevaba a Celeste, la hermana Lucia y Damián con ella, no seguiría a Abaddon a quien no le quedo de otra que llevarlos, los dos mayores se encontraban siendo atendidos en otras habitaciones por separado.

Abaddon entro al salón donde había dejado a las dos niñas ya más tranquilas, tomo asiento frente a ellas esperando en silencio, actuaba como si estuviera esperando a alguien más. Las pisadas fuertes que eran escuchadas en el exterior provoco la curiosidad de May haciéndola mirar a la puerta para ver a la persona que entraba.

“Duquesa Evren Duvessa”

Madre de Abaddon y tía de Sebastián, la Duquesa que es la única hermana del antiguo Emperador; se casó con el dios de la guerra el padre de Abaddon y rechazo la corona dejando al padre Sebastián como Emperador.

Una buena mujer con un corazón bondadoso, conoció a Anastasia en sus tiempos de aprendiz de la academia de magia.

Era una de las mayores donadoras y becarias del imperio siempre daba entrega de becas y Anastasia tuvo la oportunidad de obtener una de ellas, aunque ya tenía una beca por parte de la madre de Evren.

“La Emperatriz Viuda Orla Baslan”

- ¿De verdad cariño? – pregunto sorprendida.

Se acerco al lado de Abaddon que seguía sentado sin ruido alguno.

- Madre estaba en el orfanato que rescatamos. –

Las miro a ambas, trato de acercarse a ellas; con una sonrisa en sus labios las miro.

Acerco su mano al rostro de May causando que lo esquivara alejando su rostro.

- Hola cariño, tranquila no te hare nada solo quiero sentir tu mana. –

Sabía que ella no la lastimaría el problema era que su mana fuera parecida a la que tenía su anterior cuerpo. Evren volvió a tomar su rostro y las comisuras de sus dedos brillaban como luciérnagas el brillo de sus ojos cambio a uno verde dando entender que activo su magia.

La soltó observando su rostro confundido.

- ¿Madre? –

- Es… extraño su mana se siente diferente, es bastante pequeña, pero igual no es como otras. –

- Es bueno o malo. –

- No lo sé querido. –

- Debemos llevarla con la emperatriz. – sugirió Abaddon.

Ella palideció cuando escucho la sugerencia.

- Si la llevas en estos momentos no sería muy buena opción. – una tercera voz hablo.

Dejándola al borde de las lágrimas, la voz de otro hombre quien era empujado por una mujer en silla de ruedas, el Duque Rai estaba vivo y no lo podía creer.

- La situación no es muy buena para los hechiceros, aunque la llevemos con la emperatriz será un problema, envíen una carta y contacta a la Marquesa Ileana y que vuelva al imperio. – ordeno. – Los hechiceros están siendo asesinados y no dudaran en matarla si no le afirmamos al Príncipe que es buena. –

La familia del Duque tenía un corazón bondadoso y no dejaba que personas inocentes pagaran por los pecados de otros y en ese caso los hechiceros del imperio estaban siendo investigados y asesinados por su culpa.

- Llévenlas a un cuarto y denles nuevas prendas de ropa, también algo de comida. –

Fueron tomadas de la mano por las criadas de Rai, al llegar se encontraron con una linda habitación decente; Celeste brincaba de un lado a otro lleno de asombro.

- Hermana mira, mira es demasiado grande aquí duerme un oso. – dijo causando una risa enternecida en las criadas.

Era bueno ver a alguien feliz, tanto ella como Lucia y Damián estaban asustados por todo a su alrededor.

- Vamos Celeste, nos bañaremos juntas. –

Asintió, corrió a su lado junto a las dos criadas; cuando terminaron de ser aseadas y alimentadas las acomodaron en la cama, las dos mujeres las miraban con lastima, toda la mansión fue informada de su situación.

- Descansen Señoritas. –

Salieron del cuarto dejando solo una vela alumbrando una parte de la habitación pensaban que tenían algún tipo de miedo a la oscuridad.

- ¿Viviremos aquí hermana? – pregunto Celeste.

- No. – dijo decaída. – Solo será hasta que nos reubiquen en otro orfanato.

- Volveremos con Lady. – dijo asustada. – Volveremos a ser azotados. –

- No, no, shhh tranquila eso no pasara, estas personas son buenas, te aseguro que ellos de verdad nos ayudaran. – dio leves caricias en su nuca.

- ¿Como lo sabes? –

- Solo lo se. –

- Hermana. –

- Mm. –

- Lamento lo que paso con Damián, no hice caso y por mi culpa golpearon al hermano. –

- Para nada solo eres una niña. –

Tomo el cuerpo de Celeste y lo acerco al suyo, la abrazo dejándola en su pecho dando leves caricias para que conciliara el sueño.

<< 3 Días Después >>

Los 4 permanecían aun la mansión del Duque.

Damián seguía siempre alerta y se mantenía en los árboles lejos de las personas, Lucia que tenía un puro corazón se ofreció ayudar a los deberes de la casa como paga por tenerlos ahí, Evren se había negado bastante y aun diciéndole que no debía pagar nada, Lucia no podía y termino ayudando en la cocina sin que se lo pidiera, por el otro lado Celeste se la pasaba corriendo de un lado a otro y se terminó acercando a la Duquesa que muy bien la recibió.

Las criadas también disfrutaban su presencia, la mayoría del personal era gente rescatada por la familia y nadie de ellos tenía familia o la había perdido, la presencia infantil había iluminado el lugar.

¿Y May?

Seguía en silencio todos se acercaban a ella dándole comida o ayudando a arreglarla, temblaba cuando la tocaban y cuando le hablan solo movía su cabeza.

Abaddon había vuelto al campo de entrenamiento en el palacio y el Duque que perdió la movilidad de sus piernas se la pasaba descansando.

- Hola. –

La voz de Evren llamo su atención, la mujer estaba parada su lado.

- Hola. – susurro.

- Celeste es una niña muy activa, no se cansa y come bastante. –

- Apenas tiene 5 años. – volvió a decir en un susurro.

- Me alegra que coma bien debe crecer fuerte, al igual que tú. –

La Duquesa tenía la palabra “preocupación” escrita en todo su rostro, el ver que no se alimentaba bien le causaba intriga de que tuviera algún trauma.

- Mis criadas me han dicho que casi no comes y dejas más de la mitad en el plato. –

- …… -

- Los niños buenos deben comer. –

Evren la tomo de la mano para llevarla dentro de la mansión, caminaron hasta llegar al invernadero de la familia, donde Lucia, Celeste y Damián, estaban sentados con unos rostros incomodos.

Era demasiada amabilidad, no los conocían a excepción de May, pero nadie debía saber quién era ella.

[Palacio Real]

- Emperatriz. –

Un hombre vestido de caballero entro apresurado a la oficina donde una mujer se encontraba revisando una montaña de papeles.

- Saludos Majestad, yo el Marques Diamond se presente ante su excelencia. – dio una reverencia.

- Marques Diamond ha vuelto, dígame los hechiceros ¿están muertos? –

- El cuartel encargado de la hechicera Anastasia han sido decapitados. –

- ………. De acuerdo. –

- Necesita que hagamos otro movimiento. –

- No por ahora mantén a las sombras en silencio y asegúrate de que Abaddon continue con su trabajo. –

El hombre asintió y abandono el lugar, esperando que la puerta fuera cerrada la Emperatriz soltó un fuerte suspiro decaído.

- Mi dulce niña debí salvarte cuando tuve la oportunidad. –

La puerta fue nuevamente tocada y ella dio la orden para entrar.

- Majestad el confeccionista está aquí para tomar las medidas de la señorita Roxana. –

- Muy bien es todo por hoy, ahora vayamos a preparar la boda de mi nieto. –

Abandono la habitación yendo a donde se encontraba una mujer perdida en sus pensamientos, llena de dolor y sufrimiento.

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Comments

~√{©£¢%}✓¶🌟💖

~√{©£¢%}✓¶🌟💖

May, debes ser fuerte y afrontar tu nueva vida y proteger a los tres acompañantes que tienes a tu lado, pero para eso debes superar tu pasado y enfrentar tus miedos..

2022-12-15

5

🍒CHELI🍒

🍒CHELI🍒

Hay May 😔😮‍💨, estás en problemas, necesitas salir de hay, talvez te descubran por tu maná.
Está buenísima 👌💯💕

2022-08-15

6

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52 CAPITULO 50. -
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59 CAPITULO 56. -
60 CAPITULO 57. -
61 CAPITULO 58. -
62 CAPITULO 59. -
63 CAPITULO 60. – FINAL DE LA PRIMERA TEMPORADA.
64 CAPITULO 61. - SEGUNDA TEMPORADA “UNA LUZ MUERE PARA TRAER UNA NUEVA”
65 CAPITULO 62. -
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