Había un solo sobre mas, perfectamente cerrado, en letras negras decía “Para Leandro, cuando se gradúe”
Contemplo un largo tiempo el sobre, simplemente lo acariciaba, una parte de él no se atrevía a leer su contenido, pero la otra parte de él, la que aun podía sentirse como un niño al observar la letra de su madre, necesitaba saber que ella había pensado en él, aun en sus peores momentos.
Lentamente, casi como si se tratara de una reliquia arqueológica, comenzó a rasgar el sobre, dentro había una única hoja. La desdoblo y reconoció la misma letra de la carta anterior.
Respiro profundamente y leyó
“Hola Hijo, me hubiera gustado poder estar contigo en este momento.
Espero que hayas aprendido a perdonarme por dejarte y que aceptes este regalo en nombre de tu papá y del mío.
¿Ya has hecho las paces con él? Hazlo si no lo has hecho hasta ahora.
Te amo. Mamá”
No supo bien el motivo, pero lloró amargamente, no estaba bien que un hombre como él llorara de esa manera, pero afortunadamente nadie lo sabría, porque se sentía más solo que nunca en su vida.
¿Qué haría…?. Aceptar el coche seria como aceptar un regalo de su padre, pero rechazarlo sería como negarle lo que le pedía su madre. Cualquiera que fuera la decisión que terminara tomando, sentiría la traición… a su madre… o a sí mismo.
De última…, pensó reconfortándose un poco, no era una decisión que necesitara tomar en este momento. Si, la aplazaría hasta que pudiera pensar las cosas con más claridad.
Se dio un baño y comenzó a prepararse algo para comer, eso lo había aprendido de su abuelo y de los cocineros de los restaurantes de la cadena, ya que aprovechaba mientras que estos organizaban la cocina antes de abrir el restaurante cada noche.
Nadie lo trataba con deferencia, tal vez, porque el mismo le daba esa confianza, tal vez, porque aún era un crio para algunos de ellos, ya entrados en edad.
Era simplemente Gazz. Y realmente le gustaba serlo.
***
Aún estaba sentado en el desayunador de su cocina, removía su comida de un lugar al otro del plato, apenas lo había probado en realidad. No podía quitarse de la cabeza la idea de que su padre tenía más cartas que no le había entregado. Tenía que preguntárselo.
Llamo a la oficina, no hacía falta presentarse con Valeria, la secretaria de su padre, ella lo reconocía ni bien saludaba. Tampoco hacía falta que pidiera para hablar con su padre, ella apenas lo saludaba ya le informaba que le pasaría la llamada o que no lo podía atender. Siempre había sido así, efectiva y rápida, de hecho era toda una secretaria ejecutiva y desde que tenía uso de razón, la había visto con su padre…
Quizás había algo más entre ellos… y quizás su madre lo sabía, Por eso dejo de ir a la empresa y se dedicó a la vida social y a él.
Nuevamente el rencor afloraba a su corazón, no se percató que era la voz de Mauricio la que lo saludaba, hasta que lo volvió a hacer más fuerte.
- Hola hijo, ¿me escuchas…?
- Si… - Gazz no encontraba las palabras para lo que quería preguntarle
- ¿Recapacitaste sobre aceptar el auto…? A tu madre le hubiera gustado… - no pudo continuar cuando Gazz lo interrumpió
- ¿Cuántas cartas son? – la ansiedad era tan palpable que casi podía sentir el corazón latirle en la garganta
- Tres – dijo Mauricio con los ojos llenos de lágrimas, pero aun controlando la voz
- ¿Por qué no me las diste antes…? – la pregunta era más un reclamo
- Porque esta es la primera
- ¿Dónde están las otras…?
- En la caja fuerte de mi oficina – y adivinando la intención de Gazz agrego – pero te las daré en los tiempos que correspondan.
- Pero mamá me las dejo a mí – dijo Gazz con toda la impotencia de saber que su padre cumpliría con lo que le decía
- Son tuyas Leandro, pero tu madre quiso que yo las tuviera hasta que fueran los momentos específicos – suspiro levemente - lamento ser otra vez un estorbo.
- No te hagas que no te queda papá – la voz de Gazz revelaba un odio tan manifiesto como sus propias palabras.
- Falta poco hijo – dijo Mauricio a punto de no soportar más la voz moderada – dentro de poco ya habrá terminado toda esta disputa y podrás ser feliz de una vez por todas.
Apenas pudo terminar la frase y corto antes que Leandro se diera cuenta que se había quebrado. Toda la fortaleza que lo caracterizaba para los negocios, se venía abajo cuando hablaba con su único hijo, un hijo que nunca lo había perdonado el no haberle prestado atención cuando era niño y que lo había responsabilizado de la muerte de su madre.
Nunca se lo había dicho, pero él sabía que lo responsabilizaba. Tal vez tenía razón después de todo, pero nunca pensó que ella llegaría al extremo de matarse, cuando quiso dejarlo todo.
Ahora era muy tarde, tarde para ser padre, tarde para dar explicaciones que su hijo no estaría dispuesto a escuchar, tarde para dar marcha atrás.
En el fondo también sabía que no podía hacerle eso a Corina. Faltaba poco, solo unos meses y todo acabaría.
Corina… aun la sola mención de su nombre lo desarmaba mentalmente.
Aún tenía el auricular en su mano, con el pitido agudo resonando en sus oídos, cuando Valeria golpeo la puerta e ingreso con el portátil en la mano.
- Es Leandro, parece que se cortó la comunicación y no lo puedo volver a pasar…
Se interrumpió abruptamente cuando vio a Mauricio aferrado al tubo del teléfono, con el semblante demudado por el dolor y las lágrimas a punto de salírselas.
- Leandro, tu padre está con otra llamada importante… no puede cortar ahora – y como lo haría cualquier secretaria eficiente agrego - ¿quieres dejarle un mensaje o que te llame cuando termine?
- Dile a mi padre… - se calló repentinamente – no… no tengo nada que decirle que el ya no sepa.
- Como quieras… - cuando estuvo a punto de despedirse, dudo - ¿Leandro…? – Gazz no contesto, pero ella podía escuchar su respiración – tu padre te quiere, pero parece que el parecido entre ustedes es más fuerte aun que lo físico…
- Si Valeria.- dijo Gazz con un hilo de voz - me temo que mi castigo es ser más parecido a él de lo que hubiera deseado.
Gazz cortó la comunicación y Valeria se quedó absorta mirando a Mauricio que se había apoyado contra el marco del ventanal y lloraba quedamente.
- Ese muchacho no tiene ni idea del infierno que fue tu vida… - y agrego más para sí misma – y supongo que jamás se lo dirás ni dejaras que ninguno de nosotros lo haga.
- No, - Mauricio negaba lentamente con la cabeza – ya ha pasado demasiado en su vida – se enjugo las lágrimas y continuo – el cargó con su madre y hasta tuvo que cargar con su suicidio…
- Pero tú no tuviste la culpa – dijo Valeria tratando de hacerlo razonar
- ¿De verdad Valeria crees que no fue culpa mía…? – le pesaba tanto el pasado que sentía como si todo el edificio estuviera sobre sus hombros
- Por supuesto que no tienes culpa, quisiste irte y dejarla libre – puso una mano sobre su hombro para confortarlo – ella se mató para obligarte a quedarte… no solo fue cobarde… fue tan hija de su buena madre que dejo que Leandro creyera que la culpa era tuya.
Mauricio le hizo señas para que se callara y Valeria lo dejo solo con sus pensamientos.
Aunque pareciera una locura, necesitaba creer que en algún momento Corina había hecho lo correcto, necesitaba creer que tal vez alguna de esas cartas contenía la verdad de lo que había ocurrido entre ellos.
De hecho, el jamás enlodaría ante nadie la memoria de Corina… Si… tenía que reconocer que muy a pesar suyo, ella seguía siendo el amor de su vida.
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Comments
Ana Navarro
Que terrible es cuándo odias a alguien que te dio la vida y peor ser igual a la persona que piensas odiar porque terminas odiandote a ti mismo
2023-12-31
3
Saida Rondon
ah se odian Padre he hijos que desastre
2023-09-23
2
Graciela Peralta
que pasara ahora cuando se entere el abuelo
2023-09-08
1