“Mi castigo es ser más parecido a él de lo que hubiera deseado”, estaba seguro que Valeria se lo diría a Mauricio, ella era simplemente incondicional con ese traicionero. Había sido duro… pero se lo merecía.
Seguía sin entender como este tipo de hombres tenían tanta suerte de encontrarse con mujeres como su madre: sumisa, entregada, una esclava moderna se podría decir.
Su padre, el respetado y exitoso Mauricio Gazzo Toniolo se merecía cada uno de los desaires que le dirigía. Era tan manipulador, era frío, lo único que generaba su interés era la empresa y ni siquiera le pertenecía. Sacrificó el amor de su esposa y de su único hijo por algo que nunca sería suyo.
Pero no pudo dejar de sentir en un rincón de su alma que si no fuera así en realidad, no habría manera de arrepentirse y dar marcha atrás en su relación.
En todos los años que habían pasado desde la muerte de su madre, su padre nunca había hablado de ella. Gazz suponía que era el cargo de conciencia lo que se lo impedía, por fin con la muerte de Corina, había conseguido todo lo que siempre había ambicionado, sin embargo jamás lo había vuelto a ver con otra mujer… si, verdaderamente era muy discreto para ser un trepador. No, en realidad no era simplemente discreto… era sumamente astuto. Estaba seguro que algo tramaba, pero ¿qué?.
Estaba aún inmerso en sus pensamientos, cuando llegó a su departamento, dejo las llaves de su moto en la mesa y se dirigió al ventanal que daba hacia la calle. El ruido de los autos… las bocinas de los conductores impacientes nunca lo habían molestado, más bien ejercían como un efecto hipnótico, acallaban sus pensamientos y los gritos de su propia cabeza.
Sonó el timbre y era su abuelo Ismael.
***
Ismael escucho pacientemente mientras Leandro le contaba lo del auto, sobre lo de las cartas de su madre, sobre la conversación que había mantenido con su padre.
Mientras leía las cartas que su hija había escrito, sintió un leve temblor en sus manos, nunca había entendido lo que pasaba por la cabeza de Corina, había hecho una fortuna de la nada, luego cuando ya su vida parecía que seguiría el rumbo de la soledad, casi a los cuarenta años, su camino se cruzó con el de Mauricio, mucho menor que ella, comenzó a trabajar para ella y poco a poco la había seducido, incluso esa seducción la había hecho con todos, parecía el hombre perfecto para ella, le había convencido a todos que estaba enamorado completamente, luego, cuando nació Leandro, lentamente se fueron distanciando.
Nunca discutían en público, pero podía verse en los rostros de ambos que las cosas no estaban marchando bien. En público Corina trataba de disimular, se tomaba del brazo de Mauricio, se mantenía siempre cerca y si se separaba momentáneamente, siempre besaba delicadamente la mejilla de su esposo antes de irse. Mauricio a veces solo bajaba la cabeza y a veces volteaba a verla hasta que desaparecía de su vista.
En algunas ocasiones, le había parecido ver en Mauricio el rastro de la amargura, no obstante a pesar de haberlo hecho seguir por un investigador privado, nunca lo había encontrado en alguna situación embarazosa mientras era el esposo de su hija. Ya una vez viudo, eran muy pocas las ocasiones en que se lo podía ver socialmente, por lo que era muy difícil echarle culpas sobre amantes o escándalos, que pudieran dañar a la empresa o a Leandro.
- ¿Qué harás hijo…? – dijo dudando – me refiero al regalo de tu mamá.
- ¿Qué me sugieres que haga abuelo…? ¿de verdad ella querría que lo tuviera?
- Esas “especificaciones”… ¿las tiene Mauricio?
- No le pregunte, pero supongo que sí – se restregó las manos en la cara – no quiero nada de él, pero la nota de mamá… simplemente no la esperaba… es como si quisiera confundirme con todo lo que he sentido durante estos años…
- Tengo que decir a favor de Mauricio, que este accionar era muy típico de ella – dijo Ismael sonriendo – solía confundirnos a todos muy seguido, creo que en el fondo sufría de cambios anímicos muy marcados…
- ¿Mamá era bipolar…? – dijo Gazz incrédulo
- No lo sé hijo, ella hablaba muy poco de lo que le pasaba.
- Cuando fuimos a vivir contigo… - la voz denotaba la ansiedad que sentía - ¿te dijo alguna vez que papá era violento…?
- No…, jamás dio ninguna explicación, jamás lo acusó, jamás quiso accionar legalmente aunque yo se lo insistía… - comenzó a recordar con los ojos entrecerrados – recuerdo un día, habrá sido una semana antes de su muerte… recibió una llamada del abogado de tu padre…
- ¿Qué paso…?
- No lo sé, mientras lo escuchaba no emitió ningún sonido… ni de aprobación ni de desaprobación… - sonrió tristemente – ella era así hijo… podía desconcertar a quien sea que creyera que la conocía… luego de ese día sus abogados vinieron a diario a la casa, se encerraban en el despacho y cuando se retiraban, te buscaba y te llevaba a pasear…
- Se estaba despidiendo de mi – la voz de Leandro se hizo ronca de pronto – hacíamos las cosas que nunca habíamos hecho antes… hoy recién lo puedo ver como realmente era, una despedida.
- Entonces hijo tienes que tomar todo esto como que tu madre si sabía lo que estaba haciendo desde el primer momento – Ismael trato de ser suave con su comentario – las cartas que dejo te corrobora el hecho de que tenía todo planeado, fue una decisión de suicidio premeditada y perfectamente organizada.
- Lo sé abuelo, pero eso no lo hace más fácil para mí.
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Comments
Ana Navarro
Qué barbaridad, nunca pensé que tanto drama también haya sido parte de mi vida, no al extremo del suicidio o al menos la secuela de una muerte sin explicación alguna
2023-12-31
3
Graciela Peralta
si
2023-09-08
2
lukiy23 kuna
Si te Recontra atrapa no tengo palabras
2022-10-08
1