Hacer lo que uno realmente quiere

Le costó dejar de besarla, pero tenía que hacerlo, estaban en un lugar público y ella era tan dulcemente dócil que era tan fácil seducirla y eso lo hacía nuevamente tentador.

A tientas Laura lo siguió en busca de sus labios, ya sentía la falta de ellos, sin embargo, solo consiguió un inocente beso en la nariz y sonrió.

¿Se estaba enamorando…? No… pensó a duras penas en la nebulosa en la que se sentía… ya estaba enamorada.

Gazz resopló para apartar los mechones de cabello sobre su frente y Laura lo siguió con la mirada hambrienta.

- Ese gesto…me gusta… - se sonrojó y le aparto ella misma los mechones que seguían cayendo, con un suave soplido

- Y a mí me ha gustado ese…

Tazz se acercó y le paso la lengua por la cara a Leandro. Sorprendida Laura comenzó a reír

- Si serás atrevida… - mientras le removía los pelos de la cabeza – nunca se ha comportado de esa manera… parece que le gustas – dijo sonriéndole

Leandro se limpiaba la cara ante la atenta mirada de Tazz, parecía como si se hubiera ofendido porque se limpiaba su manifestación de cariño…

- Está bien… - dijo acercando el rostro hacia Tazz – hazlo otra vez

Esta vez, Tazz únicamente apoyo su hocico contra la mejilla de Leandro y gimió dolorida.

- Lo siento señorita – bromeó Gazz – pero yo ya estoy completamente encandilado por otra mujer – dijo mirando a Laura.

¿Por qué tenía que decir esas cosas…? El corazón de Laura latía desenfrenadamente simplemente cuando la miraba, que la abrazara y besara ya era el cielo, pero sus palabras le daban esperanza y no quería tener esperanza, porque tenerla significaría hacerse ilusiones.

¿Cómo podría ilusionarse alguien como ella con alguien como él? No podía ser tan tonta como para pensar que algo así pudiera hacerse realidad.

Se recordó que él sentía agradecimiento por haberle salvado y lástima por su situación, de hecho, solo estaba confortándola en ese momento.

Sonrió tristemente, pero no dijo absolutamente nada. Gazz se percató de su turbación y pensó que a lo mejor le había molestado su declaración. Debía ir más despacio, debía darle el tiempo necesario para que se sintiera a gusto con él, como él estaba a gusto con ella.

- ¿Cómo se comporta normalmente un perro guía…? – dijo mientras le acariciaba el lomo a Tazz – nunca he conocido uno.

- No como lo hace contigo… - Laura sintió alivio por el cambio de tema, este era uno en el que se podía explayar y no sentirse expuesta como hasta ahora – supongo que se siente protectora contigo desde que te salvo en el mar…

- Las dos me salvaron… - dijo otra vez con esa sonrisa maliciosa – eso quiere decir que… ¿te sientes protectora conmigo?

- Está preparada para ser ignorada por los demás – dijo bruscamente y tal vez refiriéndose más a ella misma - no busca caricias, especialmente cuando lleva el arnés, aunque pensándolo, hace tanto tiempo que no lleva arnés que debe haberse olvidado de algunas pautas – la abrazó y continuó – no come ni toma nada fuera de casa, se posiciona a mi izquierda y no permite que nadie me toque sin que yo le hable para decirle que está bien, está habituada a viajar y a entrar a cualquier establecimiento ya que también tiene horarios determinados para sus necesidades y lo más importante, no se separa jamás más del alcance del brazo

- Entonces cuando me salvó…

- Dejó de lado todo lo que sabe – lo interrumpió orgullosa – fue capaz de razonar y actuar, eso va contra su crianza

- Pues gracias por tu rebeldía Tazz – dijo acariciándole la cabeza que nuevamente estaba apoyada contra la pierna de Laura y mirándola continuo – y gracias a ti por todo lo que siguió desde ese momento.

- De nada – levanto una mano para pasar suavemente sus dedos contra la áspera barba que sobresalía de la piel - ¿Qué hay de ti…?

- Nada comparando contigo – suspiro y tumbó la cara suavemente contra esos dedos que lo tocaban – tenemos en común algunas cosas – sonrió ante la mirada atónita de Laura – un padre ausente y un abuelo formidable – agrego para que lo entendiera – estas semanas son un regalo de mi abuelo, antes que tenga que volver y cumplir con un compromiso del que no puedo escapar.

Laura sintió como la sangre se le escapaba de la cabeza y comenzaba a marearse… estaba comprometido… se casaría y allí estaba ella desesperada por una de sus caricias.

Se sintió patética de pronto, no por desear lo que no podría ser para ella: un marido como él, se sentía patética porque había osado olvidarse de sus circunstancias.

Justamente mientras ella se debatía con sus pensamientos, Leandro le había explicado que no quería trabajar con su padre y que era su madre la que lo obligaba.

Laura no escucho absolutamente nada, pero tomó otra decisión, si tenía que ser solo la despedida de soltero de Gazz… sería un tormento, pero no tener absolutamente nada con él, sería el peor error de su vida.

Quería tenerlo durante el tiempo que fuera, quería tener sus experiencias, quería tener luego sus recuerdos. Había pocas oportunidades en la vida para hacer lo que uno realmente quiere hacer, y hacer el amor con Gazz era la prioridad número uno en su lista de sueños, desde el momento en que le dijo su nombre sobre sus dedos.

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