Riesgo

Al principio estaba inmóvil, no se movía ante el contacto con mi boca, pero luego siguió el jugueteo de mis labios. Sentí su mano sobre mi cuello y la otra en mi cintura, tenía que parar, Aiden comenzaba a besarme con más intensidad pidiendo más de mí. Me guio hasta uno de los pilares de la cama acorralándome.

Se separó de mí en busca de aire y nos quedamos viendo por un buen rato, bajo su mano hasta mi cuello y tomó la correa con fuerza.

—¿Qué estás tramando Bestia? —Preguntó con cierto tono curioso.

—Nada —respondí de inmediato— Solo quería probar sus labios ¿Acaso no puedo?

Sí, debía de fingir de alguna manera con este imbécil, aunque me tocará actuar como una loca, lujuriosa en busca de cariño, lo haría. Debía de proteger mi única alternativa de fugarme.

Este paso sus dedos alrededor de mi rostro, detallándome con cierto interés. Su respiración estaba agitada igual que la mía y tratábamos de buscar oxígeno de alguna forma.

Percibí su mano recorrer mi pierna hasta llegar a mi muslo, su solo contacto erizo mi piel ¿Ahora que hago para salir de esta? No creo que se quiera sobrepasar conmigo, a según aún tengo mi periodo. No considero que... Ni siquiera pude pensar con claridad cuando el peliblanco tomo mi mano y la llevo hasta su bulto.

Abrí mis ojos como platos y trague grueso, mientras que mi corazón parecía salirse de mi pecho.

¿Qué pretendía? ¿Acaso quería que lo acariciara? ¿Qué lo masturbará?

Me quedé quieta, con la mano en su cosa sin hacer nada.

—¿Qué esperas? —preguntó— Si eres tan atrevida como para robarme un beso, también se te debe de hacer fácil este tipo de trabajos.

—Yo... Perdóneme si se sintió ofendido por el robo de un beso —supliqué— Fue sin querer por favor perdóneme.

—Ya veo —dijo riendo— ¡Mira tu cara de miedo!

¿Se estaba burlando de mí? Era la primera vez que lo veía riendo, debía de admitir que se veía mucho más atractivo de lo que ya era; sin embargo, esa escena tan encantadora no duró mucho al ver que de un momento a otro su semblante volvió hacer de enfado.

—Entonces no me provoques —protesto— O para la próxima atente a las consecuencias.

Afirme asustada al mismo tiempo que me obligaba a volver a la jaula y cerraba con llave.

¡En serio, se puso así por un simple beso! Se le notaba que jamás le habían robado uno en su vida. Se dejó caer sobre su cama y sacó un libro.

¡Oh! Al diabólico Aiden le gusta leer ¿Quién lo diría? Hace rato estaba tan agresivo y ahora lo veo y parece como si no hubiese ocurrido nada.

Sereno, con sus mechones blancos cayendo sobre su rostro, ojeando con cierto interés cada página. Creo que si no estuviese enamorada de Luther y estuviésemos en otra situación y el fuera un chico diferente, me hubiese atrevido a pedirle una cita o al menos arriesgarme hacer rechazada ante semejante belleza.

El ruido de la puerta me sobresalto, sacándome de mis estúpidos y cursis pensamientos.

—Adelante —ordenó esté.

De inmediato hicieron pasar a dos chicas. Enseguida supe a qué venían. ¡Demonios por qué siempre tenía que arruinar la paz en este lugar!

Este cerro el libro, miró a las chicas y al hombre que se las había traído, mientras que yo comenzaba a preparar la almohada con la que me iba a tapar las orejas.

—Señor, las señoritas Karen y Sara vinieron a complacerlo —dijo el hombre de barba larga.

—Con todo gusto mi señor —dijo la morena.

—Como siempre lo hacemos, a su manera —dijo sonriente la rubia.

Vi que Aiden no sonrió ante tanto halago, únicamente suspiró.

—No quiero —dijo rechazándolas y volviendo a su lectura.

—Pero, mi señor... Usted necesita —dijo la morena acercándose.

—Hoy, no necesito de ustedes —protesto—¿Acaso están sordas? O tanto tinte les fundió el cerebro.

Tuve que evitar reírme, me tape la boca de inmediato y mire hacia otro lado.

Las chicas salieron silenciosamente y cuando volví mi vista en Aiden, me percate que me observaba, de inmediato me acosté y me hice la dormida.

Al día siguiente, mientras despertaba vi una nueva nota en mi almohada decía que hoy se me entregaría la llave de la reja principal; sin embargo, debía de seguir ciertos pasos para llevar mi cometido.

1. Ir por el pasillo principal.

2. Bajar las escaleras y llegar a la cocina (A mano derecha)

3 Encontrar la cocinera Mildred (Cabello negro, delgada y piel morena)

4. Recibir la llave.

Más abajo había otra nota informando que Aiden había salido y que tardaría un par de horas.

Muy bonito todo, pero como rayos salgo del cuarto, si afuera hay guardias custodiando, al igual que el resto de los pasillos. Justo en ese momento venía Abed con el desayuno, esta me sacó de la jaula para que fuese al baño y aprovechará de comer.

—Me voy a tardar, necesito asearme bien —le informé— No quiero ser la esclava sucia del amo.

Esta me sonrió y aplaudió ¡Vaya que ridícula! Entre al baño y cuando escuche que esta salió, fui hacia la ventana, recordé que el chico había escapado por aquí. Tal vez, podía hacerlo yo también.

Observe con precaución y note que todas las ventanas tenían balcones. Bueno, de vez en cuando iba a escalar montañas con mi padre en las vacaciones, tuve que haber aprendido algo de ello.

Recogí mi cabello, acomodé mi vestido lo más arriba que pudiera de modo que las piernas me quedarán libres para si lograr una movilidad más certera.

Me asome y no vi guardias a los alrededores, así que subí a la orilla del balcón para luego agacharme y bajar hacia la siguiente ventana. Estaba muy alto, así que debía de tener cuidado porque un fallo y caería hacia mi muerte. ¡Pero debía arriesgarme! ¡Debía hacerlo!

—Es ahora o nunca Charlotte —Susurre.

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