Ayuda

Su cabello caía sobre su cara; sin embargo, entre su maraña de pelo podía percibir su mirada desafiante.

Así que comencé por bajar el cierre de mi vestido, y al finalizar, este me indico que me aproximara hacia él.

—De rodillas frente a mí —exigió.

Trague grueso mientras repetía en mi mente «Vas a morir hoy» «Te mataré»

Obedecí sus órdenes, me acerqué y puse ambas rodillas en el suelo. Aproximó su mano y lentamente bajó las mangas de mi vestido dejándolas caer, faltaba poco para que mi busto quedara expuesto.

Este tomó el adorno de mi cabello y lo retiro para que mi cabellera callera libremente. ¿Ahora que haría? ¡Mi único medio de defensa estaba en sus manos!

Observe detenidamente cuando lo guardo en el bolsillo de su chaqueta, no obstante disimule un poco, ya que parecía muy atento a todo.

Mis melena dio en su agarre, y la olfateo como si se tratase de algo sumamente delicioso. Luego sin previo aviso me tomo de la correa y me acerco a su cara, y como recomendación de Abed, lo mire a los ojos.

¿Por qué lo malvado tenía que ser tan atractivo?

Vi su cara acercarse a mi, su nariz dio en mis mejillas y luego en mi cuello. Paso su lengua húmeda y caliente sobre mi nuca haciéndome estremecer por completo.

¿A qué estaba jugando? Al juego de la seducción en donde la chica sentía más miedo que placer.

Paso sus dedos por mis labios, para después introducir su pulgar dentro de mi boca. Tenía un sabor dulce como si hubiese comido chocolate o quizás vainilla. No sabía que pretendía haciendo eso, al parecer le causaba satisfacción, ya que note su bulto marcado en sus pantalones.

Este me levantó del suelo con su fuerza y bajó mi vestido hasta mis caderas, mis pechos quedaron libres y por instinto los cubrí. Aiden me sujetó de los brazos y me tiró sobre el colchón, poniéndose encima de mí.

Su largo cabello blanco caía sobre mis mejillas produciéndome pequeñas cosquillas, abrió mis piernas con brusquedad y comenzó a quitarse el pantalón. ¡No! ¡No! El pánico me invadió y comencé a llorar.

Iba a hacer violada, abusada sin derecho a quejarme ni reclamar. La ansiedad, miedo y nervios se fusionaron para hacerse una sola.

—¡Por favor! —supliqué— ¡No lo hagas! ¡No me violes!

Este me mostraba su semblante serio.

—No es lo que tú decidas, soy tu amo y debes de obedecer a todo lo que te diga —

¿Con qué así era su lógica? Bueno, entonces usaría la mía.

—Sí, sé que eres mi dueño. Pero como tal, no deberías esperar el momento oportuno para disfrutar de mi cuerpo —

—¡Que crees que estoy haciendo! —protestó.

—No, no entiendes mi señor —me atreví a decir— Es que, en estos momentos no puedo hacerlo con usted... Acaba de pasar de que estoy en mis días de período y sería muy incómodo para usted hacerlo de esa manera.

Sonrió y alzo una ceja.

—Eso no es problema, ya lo he hecho antes así —

¡Qué asco! Piensa Charlotte exagera las cosas.

—Lo entiendo, es que, yo no soy como las demás. Lo mío es abundante y no creo que le guste de esa manera —recalqué.

Se cruzó de brazos y se levantó para gritar: ¡Abed!

De inmediato su sirvienta entró y aproveché de cubrirme.

—Si mi señor —

—Ponle unas compresas a la Bestia y esas cosas que usan las chicas —comentó.

—¿Cuáles cosas mi señor? –

—Esa porquería de algodón que usan para la sangre ¡Joder! —dijo perdiendo la paciencia.

Tenía tantas ganas de reír, no solo por lo que acababa de decir, también porque mi plan había funcionado.

—De acuerdo —afirmó Abed—Venga señorita.

Me levanté rápidamente y seguí a Abed hasta el baño.

—Espera aquí —pidió.

Asentí y al mismo tiempo que salía; sin embargo, escuché murmullos afuera, Aiden hablaba con ella. Lo único que logré escuchar fue: «Asegúrate» «Cierto»

¿Asegúrate de que sea cierto? ¡Rayos! ¡Rayos! ¡Ahora que hago! ¡De dónde saco sangre! Camine de un lado a otro pensando en una solución que no llegaba y mi tiempo se acabó cuando Abed entró al baño con lo que le pidió Aiden. No me quedó de otra que idear otro plan descabellado.

—¡Abed por favor ayúdame! —dije susurrándole— La verdad es que no tengo mi periodo.

—¡Le mentiste al amo! —dijo alarmada.

—Si, lo siento. Lo que pasa es que...es que estoy ¡Ovulando! —exclame— Y no creo que tu señor quiera tener un hijo conmigo.

—¡Oh! ¡Con que era eso! —dijo con sorpresa— Mi señor no puede procrear niños, así que no hay problema.

—¡Oh! ¡Qué torpe soy! —solté fingidamente—Abed, puedes fingir conmigo que tengo mi periodo, es que... No quiero defraudar a mi amo. Estoy dispuesta a todo, quiero ser buena esclava.

Esta me miró con ternura y deposito un beso en mi frente.

—Eso es encantador... Mi señor se merece todo—aludió— Por supuesto, este secreto queda entre las dos.

Di un suspiro de alivio, ahora me daba cuenta de que fingir un poco, si daba buenos resultados.

Luego de unos minutos ambas salimos. Aiden se hallaba en su cama con un libro entre sus manos, no obstante, alzó la mirada directamente hacia nosotras.

Ella afirmó y el respiro indignado.

—Vuelve a tu jaula Bestia —

Obedecí y rápidamente me sumergí en lo más profundo de mi celda, actúe como si tuviera dolor y me recosté un poco. Por cosa mía metí la mano debajo de la almohada para acomodarla un poco y me percaté que había algo debajo de ella.

Se sentía como un papel, pero no lo saque hasta que Aiden estuviese dormido.

A la media hora, este se despojó de su ropa y se metió bajo sus sábanas y fue ahí que aproveche en sacar lo que tenía escondido

Estaba muy doblada, y me costó bastante llevarla a su forma original. Al lograrlo me di cuenta de que era una nota la cual decía:

«Tranquila, no estas sola... Vamos ayudarte»

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