Atrapados

Trague grueso, ya no sé que daba más miedo, si este viejo o lo que estaba sucediendo.

—Lo sabemos, solo necesitamos un refugió —dijo Luther cortando su paranoia.

—Pero se irán en la mañana, los de la ciudad no me caen bien y ustedes tampoco —aclaró Benson.

—Deberíamos ir a otro lugar —murmuro Vanessa.

—Oscurecera pronto, ya no podremos andar libremente por el bosque —recalcó Luther.

Tenía razón, esta era la única alternativa que teníamos, ya pensaríamos que hacer mañana.

—Como usted diga —proclamó nuestro amigo.

El hombre caminó hasta la puerta y la abrió para darnos paso.

—Como ustedes retoños, existen más que han pedido mi ayuda —dijo este al pasar por su lado.

Y tenía razón, en su pequeña sala se encontraban más personas e iguales de asustados que nosotros.

Los conté rápidamente dando un total de cinco personas. Tres mujeres y dos hombres.

Me senté en un sofá desgastado junto a Vanessa, mientras Luther se dejó caer en el piso sucio.

Una de las sobrevivientes cargaba un viejo radio, en el que se escucha a claramente la voz de un hombre: “Hemos sido invadidos por terroristas vienen de un lugar desconocido cuyo propósito es matar y esclavizar”

—¿Esclavizar? —dije de repente.

—Si —comentó una mujer que se hallaba acurrucada entre los brazos de un sujeto —Vi cuando montaban a personas encadenadas en un carro inmenso.

—A Cristin le llevaron a sus hermanos —dijo la de tez morena a su lado. Hizo un movimiento con la cabeza señalando una parte del rincón. Justo ahí se ubicaba la mujer mencionada, tenía la mirada perdida y su boca temblaba. De seguro presenció más horrores que todos aquí.

Gire mi cabeza y vi que Luther ya no estaba. A los pocos minutos apareció con una caja de hierro la cual abrió para sacar algunas vendas y alcohol.

—Déjame curarte —propuso.

Accedí. Este procedió a desinfectar la herida de la pierna, al mismo tiempo que escuchábamos los relatos de cada quién.

—¡Un tanque! Un enorme tanque que apareció de pronto —dijo Vanessa narrando Lo sucedido— Jamás habíamos visto tal cosa.

—Yo me encontraba en el centro, cuando uno de sus aviones cayó —dijo un hombre Moreno cerca de la ventana— El avión no era común, tenía como una especie de escudo que lo protegía.

—¿Osea que usan vehículos más avanzados? —preguntó Luther cuando pasó a curarle el brazo herido a nuestra amiga.

—No sólo eso —mencionó el chico que abrazaba a la mujer —Los vi matar a una familia completa con un artefacto luminiscente. Con solo un movimiento de esa cosa les hizo estallar el cerebro.

Hubo un momento de silencio, no sé si fue por lo que acababa de contar el hombre o porque simplemente analizábamos cada uno de las anécdotas para llegar a una conclusión.

—Son demonios —dijo el señor Benson cortando el silencio— Son demonios, que vienen a acabar con el mundo. Este es el juicio final y nadie va a sobrevivir a este apocalipsis.

Todos lo miramos este sacudió su mano en su franelilla grasienta y desapareció del cuarto.

— Ya he perdido cuenta cuántas veces ha venido a proclamar el fin de los tiempos — dijo el hombre moreno— No creo que sean demonios, pero sí sé que no deben ser de este mundo. Esa tecnología ni los chinos la tienen.

El silencio volvió a gobernar entre nosotros, solo escuchábamos atentamente la voz en la radio que ya comenzaba a sonar nerviosa e intermitente.

«Parece ser que están en todos los países... Es... Tan... Invadiendo...todo...mierda...estan arriba... Ya llegaron»

Enseguida se escuchó un ruido de desgarro y la transmisión se cortó. La chica apago la radio colocándola sobre la pequeña mesa de enfrente. Eso último que comentó de "Qué estaban en todas los países" me tenía la cabeza hecha un lío. Si habían invadido todo el mundo quería decir que ya no existía ningún gobierno que nos defendiera y nos ofreciera asilo.

—Ya no hay escapatoria —susurro la castaña del rincón —Así como se llevaron mis dos hermanitos nos llevarán a nosotros ¡Vamos a morir!

Aunque muy amargo se escuchara eso, tenía razón, íbamos a morir y nada lo evitaría. Me levanté como pude y camine hasta el final del pasillo de esa vieja casa. El miedo parecía comerme por dentro, esa misma sensación la tuve en aquel accidente en donde mis padres murieron. Hubiera deseado Morir con ellos y no aquí, y de esta manera.

La silueta de Luther frente a mí me sobresalto. Lo mire detenidamente, me hubiese gustado decirle lo que siento y haber pasado más tiempo con él, tomar su mano e ir al cine, o quizás ser su esposa, tener a sus hijos y formar nuestra propia familia.

Una lágrima rodó por mi mejilla, la cual él se apresuró en secar.

—¿Qué tienes? —

—¡Vamos a morir! Esa chica tiene razón ¡No existe escapatoria! —solloce.

Luther corto nuestra distancia acercándose lo suficiente como para colocar sus manos en mi cara.

—No dejaré que te pase nada, voy a proteger a ambas, así tengamos que sobrevivir huyendo ¡voy a salvarte! —

Sus palabras me reconfortaban, pero aún temía por Vanessa, por la familia de cada uno, y por él pues no quería perderlo.

Me aproxime a sus labios y deposite un beso. Quería que supiera que lo amaba, ya no tenía nada que perder.

Él quedó perplejo, sin embargo, unió su boca con la mía dándome a entender que sentía lo mismo. Enredé mi mano es su cabello negro y alborotado mientras él me tomaba por la cintura haciendo nuestro beso más intenso.

Nos separamos para tomar aire, no hablábamos de lo que acabamos de hacer, para que explicar en esta situación podría ser la última vez que lo haríamos.

De repente sentimos que alguien nos observaba desde las escaleras. Era el señor Benson, este masticaba una zanahoria y parecía que se entretenía con nosotros.

—No quiero orgias aquí ¡Si van a coger háganlo fuera de mi casa! — informo con tono carrasposo subiendo de nuevo las escaleras.

Luther comenzó a reír y también hice lo mismo.

—Ese viejo sí que está loco — dijo Luther cuándo Benson ya no estaba.

— Al menos su locura persiste aunque estemos en el fin del mundo—añadí.

El tomo mi mano y me miro directo a los ojos.

—Vamos a sobrevivir, esto pasará... Tendremos una cita y reflexionaré porque no me atreví a confesarte lo que siento hasta ahora —recalcó— No te tortures aquí sola ¿Bien?

Sonreí

—De acuerdo —dije afirmando levemente con la cabeza.

Volvimos junto a los demás y más tarde nos acomodamos para dormir un poco.

Cómo se esperaba el señor Benson no amabilidad alguna en hospedarnos cómo es apropiado, así que tuvimos que resolvernos entre nosotros.

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Comments

Mustelier

Mustelier

Muy interesante

2023-12-30

4

Jesus Castro Montero

Jesus Castro Montero

Ese sr Benson si que tiene mucha imaginaciones esos chicos estan nas asustados ya me atrapo esta novela

2023-11-30

4

Gloria Rodríguez raya

Gloria Rodríguez raya

ya casi me imagino gue a lo mejor nosotros vamos a morir así pero les digo yo lo gue siento por los niños van a pagar justos x pecadores y eso no se vale

2023-11-19

1

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