Surgimiento

Trate de luchar, de pelear de hacer lo imposible para que no lo hiciera, pero aun así lo logro. Su rabia, su maldad era mucho más fuerte que su compasión.

Mi mano dio en su cuello, quería que se alejara, que dejara de hacer lo que hacía en mí; sin embargo, no conseguí nada. Sus embestidas cada vez se volvían más salvajes y rudas. Dolía muchísimo, se lo decía, le decía que me lastimaba, que parara, que ya no aguantaba y este se ensordecía.

Acababa de robar mi inocencia, lo más preciado que reservaba para una noche especial con velas, flores, un novio que me amara y me tratara como una reina. Ahora me sentía sucia, usada, y lo peor es que no se detenía.

Me giro poniéndome de espaldas y siguió con sus movimientos, llegó un momento en que deje de quejarme. Estaba completamente ida como si mi alma se hubiese salido de mi cuerpo, él ni siquiera gemía, ni siquiera decía una sola palabra, únicamente me penetraba para castigarme por mí falta de fidelidad, por no obedecer sus órdenes.

De un momento a otro, sus movimientos fueron cesando hasta que al fin se salió, llenándome de un líquido pegajoso. Se levantó y me quedé ahí, sin ganas de vivir, sin ganas de seguir luchando.

Se metió al baño y comencé a llorar, no únicamente por el dolor sino por todo. La poca esperanza que aún conservaba él me la había arrebatado, y todo por su crueldad.

Escuché en pocos minutos, como agarro ropa de su closet, se vistió y salió. Al rato de él marcharse fue que me pare con cuidado. Mire las sábanas y vi la mancha de sangre que delataba el arrebato de mi virginidad.

Camine a paso lento al baño, llene la bañera y me sumergí en ella, quitando la sangre que aún tenía pegada en la pierna y lo demás que este me había dejado. Pasaba la esponja con furia sobre mi piel mientras sollozaba con fuerza.

Deje mi cuerpo hundirse hasta el fondo y permanecí así un buen rato con la intención de ahogarme. No obstante en medio del intento, me di cuenta de que suicidándome no lograría nada, la tortura seguiría, ya que vendrían más esclavas y él les haría lo mismo. Luther estaba luchando y Vanessa probablemente estaría aún con vida, ellos me necesitaban, los míos me necesitaban.

Si Aiden quería a una esclava perfecta, se la daría, me ganaría su confianza así como con Abed, ya no trataría de huir de sus garras al contrario le daría todo lo que me pidiese y con eso conseguiría que creyera en mí. De ese modo obtendría más información sobre el mismo, y con eso su punto débil, porque se ha demostrado de que todo tiene un punto débil y este ser a simple vista posee cualidades de un humano, lo que da a entender que posiblemente lo tenga.

—Acabaré contigo Aiden, voy a matarte —Susurre cuando salí de lo profundo del agua—¡Querías una Bestia! Pues me convertiré en una.

Luego de un largo baño y quitarme la suciedad de encima, volví a la jaula y yo misma me encerré.

Al día siguiente para mi gran sorpresa el peli blanco se aparecio junto Abed, esta tenía varias vendas en su cara la cual también tenía hinchada.

—No es necesario mi señor —decía ella cuando este la aproximaba hacia mí.

—Por supuesto que lo es, es su culpa —protesto Aiden— Creo que le debes una disculpa ¿No es así Bestia?

Los mire con aire de vulnerabilidad y afirme.

—Si Abed, el amo tiene razón. Es mi culpa que te hayan golpeado —recalque—Por lo tanto, haré todo lo que mi señor me pida para compensártelo. Después de todo ya aprendí mi lección.

Abed me miró perpleja, mientras Aiden me observaba fastidiado parecía que mi gesto de amabilidad no causaba la misma impresión en él.

—No te preocupes, lo importante es que volviste con el amo —halago ella.

Seguido a esto Aiden le ordenó que saliera y se acercó a la jaula poniendo ambas manos sobre los barrotes.

—Pareces domada —comento—O eso estás tratando de aparentar.

—No me queda otra alternativa —solté de inmediato—Sé que ya no hay esperanza para mí, sé que después de que la entrada de esta enorme mansión, ya no hay nada, únicamente dolor y muerte

Me aproximé también a los barrotes, y lo miré fijamente.

—Felicidades, tienes el control de mí ¿Eso era lo que querías? ¿No es así amo? —le susurré.

Este me jalo de la correa y quedamos de cerca.

—¡No juegues conmigo! —protesto.

—No estoy jugando con usted —dije en tono relajado— Ya obtuviste lo que tanto protegía y a la fuerza, que más puedo perder ¿Mi vida? Ok si quieres matarme hazlo, ya me quitaste toda la esperanza y cuando no hay esperanza, el motivo de lucha se esfuma ¿No es así?

Y ahí si obtuve una mirada perpleja de su parte, se le notaba confuso. Hasta noté como trago grueso ante mi confesión, de seguro todas sus esclavas habían optado por la muerte, pero ninguna le había dado tal reflexión ni se había ofrecido voluntariamente a sus caprichos. ¡Pronto te tendría en la palma de mi mano Aiden! ¡Te haré sufrir el doble!

Este me soltó, y se alejó con rapidez, reí por dentro. Una nueva Charlotte Jensen había renacido y estaba dispuesta en conseguir su propia justicia.

Los días pasaron, después de ese evento Aiden no volvió a tocarme. Sin embargo, una de esas noches luego de volver de una ardua reunión regresó con la intención de tomarme a la fuerza, pero no le di el gusto. Recuerdo todas las instrucciones que me dijo Abed de cómo tratarlo para que no fuese agresivo. No obstante si lo quería besando mis pies debía romper todas esas reglas.

Me tiro en la cama y lo mire a los ojos, este iba a quitarme la ropa pero yo me adelante quitando los tirantes del vestido. Me observó incrédulo y puso ambas manos encima de mi cabeza, así que, envolvi mis piernas alrededor de su cintura. ¿Quería ser dominante? ¡Pues yo lo seria más!

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