Después del ajetreado día Elaine por fin pudo deshacerse de todos sus atavíos, se desvistió por completo, soltó su cabello y se hundió en su bañera, el agua ya estaba fría como la había pedido, y el olor característico a vainilla que nunca faltaba porque era su favorito, estaba expandido por todo el cuarto de baño; Entonces comenzó a pensar, pensaba en lo que pasó y en lo que pasaría después, su mente parecía un laberinto sin salida.
Elaine amaba a su madre más que a cualquier persona en el mundo, pero esas semanas en Londres le permitieron conocer una perspectiva diferente de su vida, aquellos ojos azules habían alumbrado su oscuridad y su sentimiento de ira combinado con odio de a poco desapareció convirtiéndose en un mal recuerdo, y eso era lo que la quemaba por dentro, se encontraba entre la espada y la pared, no sabía si debía poner en primer lugar su promesa como hija o sus sentimientos por Edward.
Ella se imaginó todo tan distinto, hace un par de meses cuando la marquesa Rania dio su último respiro, su alma fue invadida por el rencor, cuando Elaine planeó su venganza creyó encontrarse con un hombre de corazón frío, alguien desalmado que no veía por nadie más que por él, pero Edward era todo lo contrario a eso, era un hombre apasionado que luchaba día a día por obtener una mejor versión de sí mismo, que amaba y respetaba a sus padres, un joven con ambiciones claro, pero él jamás pensaría pasar por encima de alguien más para beneficiarse, ejemplo claro de aquellas características antes mencionadas era el haber perdonado la alevosía de su mejor amigo al tomar por esposa a quién él amaba, claro que su alma estaba herida por tal traición pero incluso con el poder que poseía no hizo nada para vengarse.
La marquesa imaginó a los reyes con personalidades diferentes, pero al convivir con la reina Adara no imaginó que podía estar más equivocada, era una mujer de corazón puro y de temple distinguido, y el rey era muy querido por su pueblo, en todo el tiempo que vivió en Londres no escuchó más que cosas buenas de ellos, y aunque al principio se mostraba reacia a creer en aquellas afirmaciones comprobó que eran ciertas y eso le generaba aún más dudas internas en cuanto al rumbo que debía tomar su vida.
Pero de algo estaba segura, y era del amor que estaba sintiendo por Edward, cuando estaba con él no importaba nada más, solo el roce de sus pieles electrificaba su alma, y aquella mirada profunda hacía que sus piernas tambaleen, Edward tenía ese poder de desboronar la coraza de piedra con la que ella intentaba protegerse de los demás.
Aquellos sentimientos eran buenos para su corazón, pero no para su mente que no dejaba de torturarse con cuestionamientos, y cuando parecía que lograba dar respuesta a algo, la respuesta generaba otras dudas.
Después de horas y horas pensando en aquella pequeña habitación, hasta que su piel comenzó a arrugarse por el contacto con el agua, por fin ella estaba consciente de algo, y era que si elegía el amor del príncipe debía decirle la verdad para por fin sentirse liberada, debía deshacerse por completo de la idea de vengar la muerte de su madre, aunque claro seguiría buscando la forma de limpiar su nombre, con otros métodos menos perversos y más sensatos.
Ahora el gran cuestionamiento era ¿Cómo iba a lograr todo eso?
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Patrick entró a la habitación de su abuelo con lágrimas en sus ojos, ahí estaba Adara sentada a lado de la cama y con las manos en el rostro por el cansancio.
-. Hijo estás aquí, ven siéntate por favor, tu abuelo está durmiendo gracias a los calmantes que le dio el médico.
- Creo que vendré en otro momento. – Le respondió él con la voz y las manos temblorosas.
- No\, si deseas quedarte a solas con él\, yo me retiro\, aún no he cenado. – Adara miró la aflicción de su hijo en sus ojos y sintió una punzada en el corazón\, pero no quería desmoronarse delante de su hijo.
- Yo me quedaré aquí durante toda la noche\, descansa madre. – Se mantuvo estático en la puerta esperando que ella saliese. La reina entendió\, así que se dirigió a la puerta y antes de salir le tocó el hombro a su hijo esbozando una sonrisa melancólica.
- Sé lo mucho que significa para ti\, pero recuerda que no debes torturarte con esta situación.
Él asintió sin mirarla, aunque por dentro deseaba un abrazo de ella, no tenía el valor de mostrarse aún más vulnerable. Desde siempre pensó que haciéndose el fuerte los demás lo respetarían y eso también incluyó a sus padres.
Cuando escuchó cerrarse la puerta cayó de rodillas y las lágrimas salieron de sus ojos sin cesar, su vista estaba fija hacia la cama en donde yacía la persona que le brindó aquel amor que sus padres no pudieron dárselo, su abuela ya partió de este mundo hace tiempo y aquello le dolió en el alma, pero se aferró a la idea que aún tenía a su abuelo y que sería feliz por él, y a ahora que sentía que también lo perdería su corazón se llenó de tristeza.
La difunta reina y el rey dimitido estuvieron en muchos momentos importantes para él y para Arthur, como la primera vez que montaron un caballo de guerra, o cuando Patrick por fin le dio al blanco con una flecha, todos esos momentos los atesoraba en su corazón y antes nunca pensó en la idea de que podía perderlos.
Después de tranquilizarse un poco se sentó a lado de Azriel, tomó su delgada mano de piel arrugada y pecosa para después brindarle una sonrisa llena de tristeza como un gesto de agradecimiento.
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Giselle regresó al palacio muy feliz después de visitar a sus padres, necesitaba un respiro y fue lo mejor que pudo haber hecho. Cuando llegó a la puerta se dispuso a bajar del coche, el lacayo extendió su brazo para ayudarle y ella agradeció muy contenta, después caminó por los pasillos y mientras más se adentraba en el palacio más extraña le parecía la situación, los sirvientes murmuraban e iban de un lado a otro como si estuviesen desesperados por alguna causa.
-. ¿Alguien me podría decir qué sucede? – Le preguntó ella a su doncella personal.
- Mi señorita\, se trata del rey dimitido\, al parecer su salud a empeorado.
- Oh mi Dios\, debo ir a ver a Patrick. – Aquella frase le salió sin pensar demasiado\, fue algo genuino\, se estaba preocupando por él como si fuesen un par de enamorados\, aunque parecía que ella era la única que lo estaba.
- Él se encuentra en los aposentos del rey dimitido.
- Entonces guíame hasta ahí.
Se apresuró caminando hasta la habitación del antiguo rey y cuando estaba en la puerta su corazón estaba muy agitado, tal vez era por la caminata rápida que hizo, o más bien era porque iba a ver a Patrick.
Le pidió a su doncella que la espere fuera, y abrió la puerta lentamente, podía escuchar sus propios latidos, pensó en que debía tocar antes de entrar y se sintió torpe por no hacerlo, pero ya estaba adentro.
-. ¡Patrick! – Dijo en voz baja, aunque con un tono de desesperación intentando despertarlo, pues después de un par de horas el sueño le ganó y su cabeza quedó asentada a un lado de la cama.
- ¿Qué haces aquí Giselle? Te sugiero que salgas\, no es un momento adecuado para verte.
- Por favor no me eches… - Cuando él levantó su mirada, ella pudo notar que había llorado y eso le estrujó el corazón. Giselle sabía que el rey dimitido era importante para Patrick por los rumores que escuchaba, pero solo hasta ese momento se dio cuenta que lo era mucho más de lo que imaginaba.
- No me permitas pedírtelo otra vez\, no estoy de humor. – Patrick se levantó de golpe y la miró fijamente con algo de ira en sus ojos.
- Estoy preocupada por ti… - Le respondió al instante\, y se acercó más a él arriesgándose la vida en aquel par de pasos que dio.
- ¿Preocupada por mí? – Respondió él\, poniendo su cuerpo rígido.
- Por supuesto\, cuando supe del estado de salud del antiguo rey en la primera persona que pensé fue en ti. – Le dijo ella con una voz suave.
A él le conmovió lo que escuchó por unos instantes, pero de repente se escuchó un quejido del hombre que yacía en la cama y una fuerza ajena a él se apoderó de su cuerpo, tomó bruscamente el brazo de la doncella. – He dicho que no es un buen momento para que estés aquí. – Después la haló del brazo y la condujo fuera de la habitación, no la dejó en el pasillo, sino que siguió caminando ante la mirada curiosa de los sirvientes, la arrastró hasta la habitación de él y cuando ambos estuvieron dentro cerró la habitación de golpe.
-. ¿Q… Qué haces? – Tartamudeó ella, sorprendida por lo que acababa de suceder.
- ¿Por qué sigues aferrándote a mí? La reina te dio la opción de que me ignores y que finalmente nuestro compromiso se rompa ¿No te he demostrado ya que no valgo la pena? ¿¡Por qué demonios sigues acercándote a mí!? – Dijo él mientras le acorralaba lentamente contra la pared con una mirada llena de furia que terminó asustándola.
- Patrick… - Ella ya había comenzado a temblar\, desconocía totalmente al Patrick que tenía en frente\, y con esfuerzo un par de palabras salieron de su boca. - No sé porque lo hago. – Después de decir eso bajó su mirada.
- ¿No sabes? – Lo dijo él con los ojos rojos por la furia\, no podía controlarse y sin darse cuenta estaba desfogando toda su ira en ese instante\, y lo que era peor delante de alguien que no tenía la culpa de nada.
- P… Perdón Patrick. – Tartamudeó Giselle otra vez y sus lágrimas comenzaron a salir\, se sentía tan frustrada y humillada en ese instante\, no hallaba respuesta a nada. – Perdón por buscarte\, no lo volveré a hacer si te molesta\, solo quería ser amable contigo.
- ¿Por qué? – Preguntó otra vez él cortante como si no le afectara la situación en la que se encontraba Giselle en ese momento\, ella ya estaba contra la pared y sus fuertes brazos también acorralándola como un lobo a su presa. Hubo un silencio que pareció infinito después de esa pregunta y a ella le estaba costando tomar el valor de responder.
- Por que te amo. – Y aquello fue lo único que logró salir de su boca\, no dijo más\, volvió a bajar su mirada\, y continuó llorando con impotencia. Esas cuatro palabras retumbaron en el corazón de Patrick\, y entonces abrió los ojos de verdad\, se dio cuenta de lo estúpido que fue con ella\, se sintió el ser más asqueroso de la tierra por haber sido la causa de sus lágrimas\, y se alejó de ella rápidamente llegando en unos instantes al otro lado de la habitación.
- Vete de aquí\, vete por favor\, este que ves aquí no soy yo\, por favor vete\, no quiero hacerte más daño. – Él le dio la espalda\, y sabía que estaba siendo un cobarde\, escuchó los pasos de Giselle saliendo y después el sonido de la puerta.
Entonces se quedó ahí paralizado, y el de Giselle seguía retumbando en sus oídos una y otra vez, quería que cayera algo del cielo que lo desintegrase en ese instante para dejar de existir, era un cobarde, era un maldito cobarde, y era un maldito orgulloso también.
Él jamás imaginó que podría encontrar a alguien que lo amara genuinamente con quien podría formar una familia, por eso escogió a Giselle para comprometerse, no había sentimientos de por medio o al menos no de su parte, era bonita, no, más bien le parecía la mujer más hermosa, pero no la amaba, o eso creía él hasta ese instante.
Después de sentirse el hombre más imbécil de la tierra continuó actuando como tal, comenzó a golpear la pared hasta que sus nudillos comenzaron a sangrar nuevamente (sangraron antes cuando golpeó a Edward), después arrancó su ropa, y desesperado buscó entre la ropa de su armario una botella de whisky.
¿Puede el alcohol sanar las heridas más profundas del corazón o solo es una hipérbole inventada por algún poeta sumido en las copas?
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Updated 62 Episodes
Comments
Herminia Cabrera
hay más capituloos x favor
2022-08-23
2
Clau Morita
otro capítulo
2022-08-13
1
Herminia Cabrera
hay Patrick deja de ser orgullosooo!!!!
otro otro otro.. otro capítulo maaas
2022-08-13
5