Capítulo I – Francesa en apuros

En la mansión del difunto marqués Antoine Dubois había un silencio absoluto, los sirivientes realizaban sus tareas en completo silencio, a penas se escuchaba el viento que soplaba fuerte contra los ventanales y el ladrido de los perros a lo lejos. El médico que atendía a la marquesa Rania, le dio aviso a Elaine acerca del estado crítico que había alcanzado su madre debido a la enfermedad, puesto que no había cura para el mal que ella padecía, dependía solo de su organismo el vivir o morir; el hombre intento de todas las maneras posibles estabilizar la salud de la marquesa, pero pese a eso no podía insistir en lo que él consideraba era prolongar un tratamiento que no iba a dar resultados, y siendo consciente no le quedaba más que anunciar que ya no le quedaba mucho tiempo de vida, y lo mejor era que su hija aliste los preparativos para el funeral pues difícilmente pasaría de esa noche.

- Creo que no hay salida Lady Elaine\, he hecho todo lo que estaba a mi alcance para ayudar a la marquesa\, pero como bien es conocido pocas personas han logrado sobrevivir a esta terrible enfermedad. – Dijo el médico tocando el hombro de Elaine en señal de condolencia. - Elaine que había visto los últimos días decaer la salud de su madre solo bajó su cabeza en señal de abatimiento\, su mente se estaba preparando para el momento\, claro que nunca es suficiente cuando quien se va es la una de las personas más importantes de su vida.

- Supongo que no puedo hacer nada más doctor... ¿Puedo al menos hablar con ella? - Preguntó la joven con una expresión de tristeza muy profunda\, que cualquiera que la veía podría ver el dolor tan grande en sus ojos.

-  Mi Lady, lo ideal sería que no se acerque a ella, puede contraer la enfermedad y sufrir las mismas consecuencias, es lamentable tener que decir esto pero lo mejor es prevenir.

- ¿Puedo hacerlo desde la puerta? - Preguntó ella casi suplicando.

- Entiendo su dolor Lady Elaine\, se que es difícil asimilar esto\, pero no quisiera que quien fue lo más importante para mi viejo amigo corra peligro. Pero no puedo detenerla y si lo hace es bajo su responsabilidad\, como le explico\, es muy riesgoso estar en contacto con los enfermos. Los médicos lo hacemos con extremas precauciones pues el mal es contagioso.

- Lo haré con cuidado\, lo prometo.

- Bien\, me retiro mi Lady\, si hay alguna novedad puede mandar a buscarme\, estaré unos días más en la ciudad antes de regresar a casa.

- Tenga una buena tarde doctor\, le agradezco en nombre de la casa del difunto marqués Antoine todo lo que ha hecho por mi madre\, no hay manera de pagar su esmero por cuidar de mi madre.

- Yo solo quiero lo mejor para mis pacientes mi Lady\, por favor no se martirice demasiado\, la marquesa dejará de sufrir\, ya ha luchado mucho.

- Mi madre es una guerrera\, ha luchado con todas sus fuerzas.

El médico le brindó una mirada de tristeza y apoyo, golpeó el costado de su brazo levemente con su modo y procedió a salir de la residencia.

Elaine recordó las palabras del doctor, entró despacio a la habitación y contuvo las lágrimas, sus ojos tenían un aspecto cristalizado al verla postrada en aquella cama y con un aspecto tan desgastado, pero no quería preocupar a su madre así que respiró profundo, y la saludó con gracia.

- Madre\, buenas tardes. – Miró a su alrededor y pudo ver la ropa e implementos del médico quemándose en la chimenea del cuarto\, ya que después de usarse estas se debían prender fuego para no propagar la enfermedad. Rania se despertó al escucharla\, y temió que su hija se acerque a ella.

- Hija\, por favor vete\, no quiero pasarte este mal\, no me podría perdonar si algo malo te llegase a suceder.

- No te preocupes mamá\, me quedaré aquí\, solo quiero hablar contigo un poco\, me quedaré cerca de la puerta.

Hubo un silencio en la habitación, pues a Rania le costaba hablar por el dolor que sentía en su cuerpo. - Hija, pronto moriré, mi cuerpo y mi alma están desconectando poco a poco, pero antes de partir quiero que sepas que mi mayor deseo es que seas una mujer feliz, no dejes que nadie pisotee tu nombre, nunca, eres una mujer bella, inteligente eso bastará para que tengas un futuro brillante a lado de un hombre bueno y exitoso.

- Antes de casarme limpiaré tu nombre mamá\, nunca más nadie podrá hablar de ti con desdén o juzgarte.

- Hija. – Rania interrumpió. - No quiero que pongas en riesgo tu vida\, tienes el poder y confianza del mismo rey de Francia\, puedes lograr grandes cosas\, cuando no esté aquí quiero que el mundo conozca tu nombre por tu grandeza.

- No puedo alcanzar la grandeza\, si el nombre de mi madre es pisoteado por todos.

- Estos últimos días me he arrepentido tanto por pasar mi odio a tu corazón\, y creo que no deberías cometer ninguna locura\, nada de lo que me han hecho vale más que tu vida y bienestar.

- Mamá no hablemos de eso\, sabes que esas personas no tienen el perdón de Dios\, nunca debieron arruinarte la vida… Pero yo me encargaré de ese asunto\, ahora solo quiero que sepas que eres la mujer que más amo en la tierra\, y te doy gracias por hacer de mí una mujer valiente capaz de todo.

- Daría mi vida entera por poderte abrazar una vez más hija.

Cuando Elaine escuchó eso, no pudo contener sus emociones y comenzó a llorar en silencio, tenía tanta rabia y tristeza acumuladas en su corazón.

- Hija necesito que me hagas un favor. – Le dijo Rania con lágrimas en sus ojos\, Elaine solo asintió. - Ve a la tienda de Carlota y pídele que te entregue un encargo que dejé hace tiempo ahí.

- Pero\, madre\, la casa de madame Carlota está a dos horas de aquí\, no quiero dejarte sola tanto tiempo.

- Hija\, es urgente.

- Está bien\, iré\, les diré a los sirvientes que estén pendientes de ti\, por favor espera por mí.

Rania vio a su hija salir apresurada y unas cuantas lágrimas rodaron por sus mejillas, ella sabía que el ángel de la muerte había venido por ella, cuando la enfermedad avanzó, cada espacio de su cuerpo dolía como si hubiese caído un tronco sobre ella, pero desde hace algunos días le dolía más el corazón que el cuerpo, y cuando sintió su ánimo decaer a tal punto en que le costaba respirar supo que su tiempo en el mundo terrenal había acabado, así que cerró los ojos y comenzó a suspirar despacio, las respiraciones se volvieron más lentas con el paso de los minutos, igual los latidos de su corazón, hasta que murió.

Cuando Elaine regresó a casa vio a todos los sirvientes reunidos junto al sacerdote del pueblo, y una gran hoguera se prendió para posteriormente cremar el cuerpo de su madre, ya que cualquier persona que muriese con aquella enfermedad desconocida no podía recibir la santa sepultura.

Fue inevitable que sus piernas flaquearan y que su piel se erizara ante tal escena, su madre había partido y ella no estuvo ahí cuando ella dio su último suspiro, su doncella de compañía corrió a su encuentro, y al darse cuenta de que Elaine estaba a punto de desmayarse la sostuvo, y pidió ayuda.

[No descansaré]

Después de tirar las cenizas de su madre en el mar, volvió a su alcoba. Elaine enterró a su madre, guardó luto un par de meses, después encargó sus bienes con un gran amigo de su padre y tomó uno de los barcos, propiedad del marqués para emprender un viaje junto a algunos de sus sirvientes hacia Inglaterra, específicamente a Londres, donde residía la familia real. La intención de la hija del marqués era quedarse allí un tiempo hasta cumplir con su objetivo, o al menos no regresaría hasta intentarlo pues se lo prometió a su madre.

Llegó a Dover y pasó la noche ahí, su mente estaba cegada de odio, cada día crecía más aquel sentimiento negativo, no dejaba de pensar en su madre y en toda la infelicidad que tuvo que vivir después del exilio, en su pecho latía un sentimiento venganza… Basil y Adara, ellos tenían que sufrir, y su objetivo era acabar de alguna forma con su heredero, Edward.

- Nunca más tendrás paz. – Dijo Elaine mientras quemaba un volante con la cara del príncipe Edward\, uno que encontró en la pared de anuncios de Dover.

Después de aquella noche siguió su camino y gracias al buen estado de los caminos, en un par de días ya estaba muy cerca de Londres.

*

Edward estaba de cacería cerca de la capital, dos veces al año iba con su amigo Gabriel a los bosques para cazar venados, siempre llevaba consigo a su lobezno, de nombre Ares, el príncipe desde pequeño se encariñó con el animal, y pese a que ya estaba viejo no dejaba de ser una buena compañía. El príncipe tenía algunos pasatiempos entre ellos estaban el coleccionar trofeos de caza, las apuestas en el hipódromo, y las mujeres (como casi cualquier hombre de alta alcurnia) se debe destacar que nunca descuidó sus obligaciones reales, y como hijo era un hombre excepcional que no hacía más que llenar de orgullo a los príncipes herederos de Inglaterra.

Cuando regresaba a casa después de un par de semanas en los densos y fríos bosques, decidió quedarse a pasar la noche en una posada faltando poco para llegar a la ciudad, pues sus caballos estaban cansados y el frío de la madrugada era agobiante, ya había comenzado el otoño y el viento azotaba cada vez más fuerte.

No se podían dar el lujo de elegir una posada con todas las comodidades pues en ese tramo del camino eran escasas y tocaba conformarse con un lugar decente para dormir, así que a penas vieron una bajaron de sus caballos para preguntar por la disponibilidad de habitaciones.

- Buenas noches\, si desean un lugar para descansar\, sean bienvenidos\, tenemos dos recámaras libres. – Dijo la dueña de casa a penas los vio llegar\, no reconoció a Edward\, así que fue algo descortés al saludar.

- Así es señora\, nos quedaremos hasta antes del amanecer. Pagaremos por una buena comida también. - Respondió con un tono amable el joven y apuesto Gabriel.

- Bien\, pasen por aquí.

- ¿Esperan a más personas? – Preguntó Edward al ver llegar un carruaje elegante y al menos tres carretas haladas por caballos con algunos sirvientes a bordo\, y por la apariencia de la caravana parecía que llegaba alguien importante.

- No\, solamente tenemos cuatro habitaciones en la posada\, dos ya fueron pagadas en la tarde y ustedes ocuparán las restantes… Pero no se preocupen no vamos a incomodarlos\, le diré a esa gente que todo está ocupado.

- Bien\, muchas gracias. – Respondió Edward y comenzó a desmontar a su caballo para llevarlo al establo.

El mayordomo y hombre de confianza de Elaine bajó de uno de los carruajes y fue a hablar con la dueña de la posada.

- Buenas noches señora\, necesito que alquile una habitación para mi señorita.

- Lo siento señor\, he de decirle que todas las habitaciones en el mesón están ocupadas.

- Mi Lady viene desde Francia y ha tenido un viaje agotador\, por favor.

- Yo le brindaría hospedaje con todo gusto\, pero le repito todo está ocupado.

Edward escuchaba todo y sintió un poco de pena por la persona que necesitaba una habitación, otra posada estaba a dos horas de camino, el camino hasta ese tramo era algo peligroso, y ya el frío hacía de las suyas.

Elaine no aguantaba más el dolor de piernas y el frío del carruaje, notó que algo no iba bien así que se bajó del carruaje y fue a hablar personalmente con la dueña.

- Buenas noches señora\, soy Elaine Dubois\, marquesa de Evreux.

- Buenas noches mi lady\, lamento incomodarla\, pero como le expliqué al señor no tenemos habitaciones disponibles.

- ¿Hay alguna posada cerca? - Preguntó Elaine con un tono de decepción\, claro sin ser déspota.

- La más cercana está a dos horas de aquí mi Lady. - Respondió amablemente la dueña de casa.

- Le pagaré el triple de lo que vale una noche aquí\, pero bríndeme algún espacio en donde pueda descansar y lavarme\, mi sirvientes también necesitan algo de comer\, y si no es mucho pedir también bríndele agua a los caballos.

- Me pone en una situación difícil Lady Dubois... Tengo una pequeña habitación que uso como depósito\, es lo único que puedo ofrecerle.

Elaine lo pensó por unos segundos, mientras tanto Edward observó todo con su amigo desde atrás bajo el cobertizo del establo que estaba a lado de la casa, Gabriel sintió lástima por la mujer, así que se adelantó y saludó a Elaine.

- Buenas noches señorita\, perdón por ser entrometido\, he escuchado la conversación sin querer\, soy uno de los huéspedes de la posada\, le puedo ceder mi habitación\, por algo de dinero a cambio.

Elaine se sorprendió al verlo, y no supo que responder. Edward no pudo contener la risa al ver a su amigo, tan “caritativo”, y además aprovechó la situación para obtener dinero, sin duda era un soldado con alma de comerciante.

- Bien… Le pagaré el doble de lo que cuesta la noche en la posada\, claro sigue en pie mi ofrecimiento con usted señora. - Escuchar las palabras de Elaine alegró tanto a Gabriel como a la dueña de casa.

- Es un trato entonces. Señora indíqueme el camino hasta el depósito\, tomaré mis cosas y las llevaré hasta ahí.

- ¿De verdad estará bien ahí? Es un lugar pequeño.

- Como soldado del ejército real he dormido en peores lugares.

- Bien\, entonces vamos.

Elaine suspiró con gran alivio, aquel hombre 'cayó del cielo' para ayudarle, siempre estaría agradecida por eso. Después de unos minutos ella se instaló en la habitación, que estaba a lado de la de Edward, y con la ayuda de su sirvienta personal se bañó y vistió con ropa cómoda.

Después de dar de comer y beber a los caballos Edward y Gabriel fueron a comer, saciaron su hambre comiendo como si no hubiese un mañana, y el nieto del rey aprovechó para molestar un poco a su amigo.

- ¿De verdad te vas a quedar en esa habitación?

- Claro que sí\, la doncella me va a pagar\, además\, el sueldo que gano como soldado no me alcanza para mantenerme. Edward esto se llama sobrevivir\, algo que tú no conoces porque tienes todo el oro del mundo para gastar. - Dijo Gabriel con evidente sarcasmo.

- Siempre exageras todo Gabriel\, si tanto te afecta ser soldado\, le diré a mi padre que te suba el sueldo\, pero antes él hablará con el general para saber qué opina de tus palabras.

- Mi padre no tiene que saber eso. – Dijo el chico con una mueca\, y le dio un golpe en el brazo; Gabriel era hijo de Abel y Trista\, grandes amigos de los príncipes herederos.

- Yo creo más bien... - Hizo una pausa. - Que te gustó la señorita de Francia\, por eso de repente nació tanta amabilidad de tu ser.

- De hecho es bastante atractiva\, tienes que verla de cerca\, es una mujer muy bella; pero\, aunque no lo creas no hay segundas intenciones\, solo quise ser amable.

- Bien\, creeré lo que dices.

- No tienes otra opción querido amigo\, además\, ¿Cuándo te he mentido? - Gabriel alzó los hombros como respondiendo a su propia pregunta\, ya que jamás lo había hecho. - Voy a dormir\, no olvides darle de comer a Ares\, o tu pierna puede volverse su merienda.

- Ya vete\, vete\, por supuesto que le daré de comer a Ares\, el sueño te provoca decir sandeces.

Gabriel salió del comedor y se fue a dormir en la pequeña habitación, y Edward esperó a que regrese la dueña de casa para agradecerle por la comida.

- Joven\, sigue aquí.

- Si\, deseaba agradecerle por las atenciones que hemos recibido\, nos iremos temprano antes de que el sol salga\, tal vez no nos podamos despedir.

- Siempre será un placer para mi esposo y para mí recibirlos en casa.

- Creo que regresaremos en algún momento\, por cierto\, deseaba pedirle carne para mi lobo\, debe estar hambriento\, no ha comido todo el día.

- Sabía que necesitaría carne para su 'pequeño'\, aquí hay un poco de cordero crudo.

- Dejaré el dinero del pago por sus servicios en mi recámara.

Después de decir eso, comenzó a caminar por el pasillo de la casa, cuando de repente escuchó un grito femenino, él se alarmó y enseguida corrió, cuando llegó al pasillo que lo dirigía a su habitación vio a una mujer en el piso y a su lobo ladrándole ferozmente.

- ¡Ares!

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Comments

Fedra Paublott

Fedra Paublott

me encantó Adara espero que está sea tan buena como la anterior

2023-07-06

1

Vero Pina

Vero Pina

O sea entiendo que por el castigo que le impusieron tenga odio y resentimiento. Pero definitivamente debió contar toda la historia. no solo como padeció las consecuencias de sus malos actos.

2022-06-21

2

Total
Capítulos
1 Prólogo
2 Capítulo I – Francesa en apuros
3 Capítulo 2 – Una extraña
4 Capítulo 3 – La primera oportunidad
5 Capítulo 4 – No arruines mis planes
6 Capítulo 5 – Recordar es volver a vivir
7 Capítulo 6 – La espía
8 Capítulo 7 – No me mires así
9 Capítulo 8 – Cómplice en el palacio
10 Capítulo 9 – A solas
11 Capítulo 10 – No la toques
12 Capítulo 11 – Una noche con mi prometida
13 Capítulo 12 - Un camisón transparente y una visita inesperada
14 Capítulo 13 – La mujer de ojos verdes
15 Capítulo 14 – Llegó el momento
16 Capítulo 15 – Pasé la noche con el príncipe
17 Capítulo 16 – Entre sábanas
18 Capítulo 17 – Pillada
19 Capítulo 18 – Un golpe por cada lágrima
20 Capítulo 19 – Cuatro palabras
21 Capítulo 20 – El duelo de una nación
22 Capítulo 21 – Traición
23 Capítulo 22 - Vete
24 Capítulo 23 – La traeré de vuelta
25 Capítulo 24 – Voy por ella
26 Capítulo 25 – No te esperaba
27 Capítulo 26 – La carta que leí
28 Capítulo 27 – Volverás conmigo ​
29 Capítulo 28 – No me vuelvas a besar
30 Capítulo 29 – De vuelta
31 Capítulo 30 – Mi castigo es amarte
32 Capítulo 31 – Repentino
33 Capítulo 32 – Un nuevo Patrick
34 Capítulo 33 – Explicaciones y apuros
35 Capítulo 34 - Una boda apresurada
36 Capítulo 35 - Mis ojos en otro hombre
37 Capítulo 36 - La distancia que nos separa
38 Capítulo 37 - Un disparo
39 Capítulo 38 - Un beso de sanador
40 Capítulo 39 - Difícil
41 Capítulo 40 - Un juicio lleno de sorpresas
42 Capítulo 41 - La bañera
43 Capítulo 42 - Un caballero ansioso
44 Capítulo 43 - No es tan difícil perdonar
45 Capítulo 44 - Buscaré una esposa
46 Capítulo 45 - El momento está cerca
47 Capítulo 46 - Mi alma y la tuya
48 Capítulo 47 - Esperaba a otra persona
49 Capítulo 48 - Por un te amo
50 Capítulo 49 - Gran idea
51 Capítulo 50 - El plan perfecto
52 Capitulo 51 - Plan imperfecto
53 Capítulo 52 - Mi debilidad secreta
54 Capítulo 53 - No puedo mirarlo con otros ojos
55 Capítulo 54 - Un pequeño desliz
56 Capítulo 55 - Dos desconocidos
57 Capítulo 56 - Ese no es hombre para ti
58 Capítulo 57 - Nuestro secreto
59 Capítulo 58 - Niña
60 Capítulo 59 - Un hasta luego, no un adiós
61 Capítulo 60 - Mi noche favorita, nuestra
62 Capítulo 61 - Mía para siempre
Capítulos

Updated 62 Episodes

1
Prólogo
2
Capítulo I – Francesa en apuros
3
Capítulo 2 – Una extraña
4
Capítulo 3 – La primera oportunidad
5
Capítulo 4 – No arruines mis planes
6
Capítulo 5 – Recordar es volver a vivir
7
Capítulo 6 – La espía
8
Capítulo 7 – No me mires así
9
Capítulo 8 – Cómplice en el palacio
10
Capítulo 9 – A solas
11
Capítulo 10 – No la toques
12
Capítulo 11 – Una noche con mi prometida
13
Capítulo 12 - Un camisón transparente y una visita inesperada
14
Capítulo 13 – La mujer de ojos verdes
15
Capítulo 14 – Llegó el momento
16
Capítulo 15 – Pasé la noche con el príncipe
17
Capítulo 16 – Entre sábanas
18
Capítulo 17 – Pillada
19
Capítulo 18 – Un golpe por cada lágrima
20
Capítulo 19 – Cuatro palabras
21
Capítulo 20 – El duelo de una nación
22
Capítulo 21 – Traición
23
Capítulo 22 - Vete
24
Capítulo 23 – La traeré de vuelta
25
Capítulo 24 – Voy por ella
26
Capítulo 25 – No te esperaba
27
Capítulo 26 – La carta que leí
28
Capítulo 27 – Volverás conmigo ​
29
Capítulo 28 – No me vuelvas a besar
30
Capítulo 29 – De vuelta
31
Capítulo 30 – Mi castigo es amarte
32
Capítulo 31 – Repentino
33
Capítulo 32 – Un nuevo Patrick
34
Capítulo 33 – Explicaciones y apuros
35
Capítulo 34 - Una boda apresurada
36
Capítulo 35 - Mis ojos en otro hombre
37
Capítulo 36 - La distancia que nos separa
38
Capítulo 37 - Un disparo
39
Capítulo 38 - Un beso de sanador
40
Capítulo 39 - Difícil
41
Capítulo 40 - Un juicio lleno de sorpresas
42
Capítulo 41 - La bañera
43
Capítulo 42 - Un caballero ansioso
44
Capítulo 43 - No es tan difícil perdonar
45
Capítulo 44 - Buscaré una esposa
46
Capítulo 45 - El momento está cerca
47
Capítulo 46 - Mi alma y la tuya
48
Capítulo 47 - Esperaba a otra persona
49
Capítulo 48 - Por un te amo
50
Capítulo 49 - Gran idea
51
Capítulo 50 - El plan perfecto
52
Capitulo 51 - Plan imperfecto
53
Capítulo 52 - Mi debilidad secreta
54
Capítulo 53 - No puedo mirarlo con otros ojos
55
Capítulo 54 - Un pequeño desliz
56
Capítulo 55 - Dos desconocidos
57
Capítulo 56 - Ese no es hombre para ti
58
Capítulo 57 - Nuestro secreto
59
Capítulo 58 - Niña
60
Capítulo 59 - Un hasta luego, no un adiós
61
Capítulo 60 - Mi noche favorita, nuestra
62
Capítulo 61 - Mía para siempre

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