Elaine se llenó de valor y entró junto a su mayordomo, cuando llegó a la sala de espera miró al hombre que tomaba té con las piernas cruzadas.
- Lady Elaine.
- Sir. Daniel.
- He venido desde hasta aquí\, porque hay temas serios que necesito hablar con usted.
- Es un poco tarde para hablar\, podríamos reunirnos mañana.
- Mi lady\, yo creo que podemos hablar hoy ya que seré breve en mis palabras.
Elaine se sentó, y con la mano le señalo que podía continuar. – Si no hay otra opción, le escucho.
- Por favor déjennos solos\, es un tema familiar. – Dijo Daniel\, señalando a la servidumbre que se fueran del lugar\, el mayordomo miró a Elaine buscando su aprobación y ella asintió.
- ¿Qué tema es tan urgente como para venir a irrumpir en mi casa sin previo aviso y a altas horas de la noche?
- Como sabe señorita\, soy el hermano menor del marqués Antoine\, su difunto padre… y después de la muerte de sus padres\, es mi obligación hacerme cargo de usted y de los bienes.
- No necesito a nadie que me proteja\, y puedo hacerme cargo de mis bienes.
- Le recuerdo que como hermano tengo derecho a recibir una parte\, después de los años de servicio que presté para el marqués es justo que también tenga una parte\, además...
- Creo que usted está equivocado Sir. Daniel\, yo soy la única heredera\, desde que mi madre contrajo matrimonio con el marqués\, nos convertimos en su núcleo familiar\, por ende\, usted dejó de tener derecho alguno sobre los bienes de mi padre.
- Ja\, ja\, ja. Escuche Lady Elaine\, sé que usted está muy segura en su zona de confort\, pero le recuerdo que las leyes de Francia dictan que una mujer es heredera cuando sus padres mueren solo en caso de que esté casada o comprometida\, caso contrario estos son cedidos y manejados por un integrante masculino de lazos sanguíneos directos con el difunto\, hasta que la mujer cumpla con el requisito que ya le mencioné\, y dado que era el único hermano varón del marqués esos bienes también me corresponden…
- Usted lo ha dicho\, en Francia\, estamos en Inglaterra\, y con respecto a la herencia menciona que la recibiré hasta que me comprometa\, ¿usted cómo está seguro de que yo no estoy comprometida? – Elaine pensó que era una buena idea mentirle acerca de su estado civil.
- ¿Y lo está?
- Aún no\, pero en un par de semanas será anunciado\, entonces usted no tendrá excusas para querer apoderarse de algo que no le corresponde\, ni de mi vida\, ni de mis bienes.
Él sonrió maliciosamente, y buscó en el rostro de Elaine alguna señal de nerviosismo, pero ella fue muy firme, aunque Elaine por dentro no sabía como anunciaría un compromiso tan repentino. – Supongo que debo esperar hasta entonces, pero no crea que seré tan paciente, si en dos meses usted no presenta a su prometido ante la sociedad, entonces iremos de regreso a Francia, además, me instalaré en la mansión de mi hermano, y comenzaré a dirigirla… Si eso sucede dudo que pueda recuperarla.
- Pues yo creo que no hará falta que se preocupe por nada con lo que respecta a mí o los bienes que poseo\, ya que sé muy bien como dirigirlos.
- Yo estoy seguro de que no es así\, pero en todo caso\, si usted se va a comprometer con un inglés\, porque supongo que su “prometido” no es francés\, no hará falta que regrese a Evreux\, ya que no necesitará más el oro
de su padre, claro a parte del ajuar, y la dote que hay que dar a la familia del novio.
- No soportaré más su falta de respeto Sir. Daniel\, usted viene a mi casa a intentar intimidarme\, e incluso alega que por ser mujer debo cederle todos mis bienes a usted. Escúcheme con atención\, no quiero que intente controlar mi vida con chantajes tan bajos\, ni tampoco recibirá un centavo de mis bienes… y para que sepa\, no dejaré que se salga con la suya.
- Quería que hagamos esto por las buenas\, pero ya veo que no será fácil\, entonces buscaré mis métodos\, usted no se va a librar de mí tan fácil. – Daniel pensó que sería fácil persuadir a Elaine\, y se llevó una gran decepción\, al menos por ahora no podría llevar a cabo sus planes\, pero ya vería la forma\, porque era un hombre que no se daría por vencido solo por las advertencias de su sobrina\, él sabía que en Francia había muchas leyes que beneficiaban a los hombres y sacaría provecho de ello.
-
Elaine se acostó después de tomar un baño, el día fue un sube y baja de emociones, solo quería dormir y no pensar en nada, pero su mente la torturó por varias horas con el recuerdo de Edward, no podía dejar de imaginar el roce de sus pieles y la agitación de sus respiraciones.
Dicen que pensar demasiado en una persona es el primer signo del enamoramiento, ¿acaso era eso lo que estaba sucediendo con Elaine? Ella estaba convencida que no, y tal vez en el jardín solo se dejó llevar por la emoción, fue su primer beso y admitió que esa sensación desconocida era la que había quedado marcada en su mente, se negaba rotundamente a imaginar que el plan por el que estaba en Londres se volvía una utopía tan rápido.
-
Algunos días pasaron, y en ese tiempo Edward había olvidado el tema de Elaine y todo lo que sucedió con ella, incluso parecía que para él no fue más que un desliz pasajero; él estaba concentrado en otras cosas, especialmente en la ceremonia de coronación de su padre; dos días después del banquete que ofrecieron en honor al rey, este dimitió de su poder al sentirse incapacitado por su avanzada edad, entonces enseguida todos los preparativos de coronación comenzaron, y aunque había gente que creía que Basil y Adara no eran aptos para ocupar el lugar de su padre, las personas que lo admiraban y respetaban eran más. Además, Edward, Patrick, y Arthur, serían nombrados oficialmente príncipes.
Elaine por su parte se dio cuenta que enamorar al príncipe no sería tan fácil, ella estaba segura que con su belleza y su coraje llamaría la atención de Edward, según la información que ella obtuvo al investigar a la familia real, parecía que el hijo mayor de Basil, tenía una debilidad por las mujeres, pero eso estuvo lejos de ser verdad, y pese a que ella tenía una belleza excepcional el comienzo de su historia había sido extraño, nada como ella lo planeó, y ahora él no daba señales de interés.
Era hora de poner en marcha un plan alterno, pensó que estar cerca de él el mayor tiempo posible sería la solución, y para ello debía pensar en una mentira que le ayudase a sostener su plan, tendría que aprovechar su título como marquesa de Francia, ya se le ocurriría algo.
Fue de visita a la casa de Giselle, ella sería su aliada en su venganza, claro ella no lo sabría.
_ Buenas tardes Lady Elaine, es un honor recibirla. – Dijo el mayordomo, de nombre Eliecer, al verla bajar de su carruaje.
_ ¿Se encuentra Giselle?
_ Sí, la señorita se encuentra desayunando en el jardín, puedo guiarla hasta allí.
_ Gracias.
Ahí estaba Giselle sentada, mirando el sobre de una carta que aún no abría, venía de Palacio, la escribió su prometido; La joven después del baile quedó muy pensativa, lo que le dijo Patrick había herido su orgullo, y es
que ciertas palabras duelen y más cuando quien las dice es alguien que admiramos. Después de descubrir la verdadera cara de su prometido, estaba pensando seriamente en como sería su vida si llegase a casarse con él, pensó que viviría un infierno, nada se parecería a lo que había soñado para su matrimonio.
- Giselle\, querida.
- Oh\, eres tú Elaine\, que gusto tenerte en casa. – Giselle se exalto al escucharla\, y guardó la carta debajo de la manga de su vestido\, luego se levantó a saludarla con un gran abrazo.
- Perdón por venir sin avisar\, pero es que necesito hablar contigo\, eres mi única amiga en esta ciudad.
- Oh\, no debes disculparte\, siempre eres bienvenida\, mis padres no están\, así que podemos hablar tranquilamente\, además yo también quiero hablar contigo de algo muy importante.
- No me asuste señorita. – Dijo ella moviéndose para que Giselle deje de abrazarla.
- Ja\, ja\, disculpa\, mi madre siempre me abraza\, y a veces también lo hago inconsciente con otras personas.
- Está bien. ¿Nos sentamos?
- Sí… Eliecer\, por favor que nadie nos interrumpa\, hay suficiente comida aquí.
- Como diga señorita\, me retiro. – El mayordomo hizo una reverencia y se retiró con toda la servidumbre.
- Ahora que estamos solas puedes hablar ¿Qué es eso tan importante que debes contarme? ¿Tiene que ver con la noche del baile? – Preguntó Giselle.
- No sé por donde empezar\, pero\, bien… Aquella noche\, que salí a tomar aire\, me encontré con alguien en el jardín\, y…
- ¿Y? ¿Quién era?
- Bien\, primero debo confesarte que… me parece atractivo el hijo del príncipe Basil\, Edward. – Dijo tímidamente Elaine\, y a Giselle se le abrieron los ojos como platos al escuchar semejante confesión.
- Lo sabía. – Dijo Giselle muy emocionada. – Es que era más que evidente\, esas miradas tan profundas que se cruzaron entre ustedes las delataron\, y él no quitó su vista de ti en toda la noche\, así que creo que también le gustas.
- Espera\, te contaré todo.
- Aaay\, que emoción\, no interrumpiré más.
- Salí del salón\, y en el jardín estaba maldiciendo porque el bailó con Victoria\, no me juzgues\, pero me sentí una idiota\, era inevitable decir unas palabrotas\, ja\, ja\, de repente escucho su voz\, la sangre se me heló ya que no sabía cuánto tiempo escuchó\, no quería humillarme más así que decidí hacerme la fuerte y salir de ahí\, pero el me detuvo y comenzamos a discutir… por algo trivial. – No quería decirle a Giselle la verdadera razón de su discusión. – Después de decirle unas cuantas verdades\, me disponía a regresar al salón\, pero mi pie quedó atascado en una zanja\, para mi sorpresa él corrió hacia mí\, y amablemente se ofreció a ayudarme\, y… - Recordó lo que sucedió después\, y la piel se le erizó\, no sabía si era prudente hablar de eso con Giselle\, pero necesitaba desahogarse.
- Continúa\, que me he quedado atónita\, ahora quiero saber todo. – Le dijo Giselle apoyando sus codos sobre la mesa para escuchar más cómoda toda la historia.
- Dios\, es que fue tan emocionante\, tal vez puede sonarte vulgar\, pero cuando sus manos tocaron mi pantorrilla la piel de todo mi cuerpo se erizó\, y mi corazón latía tan fuerte que parecía que se iba a salir de mi pecho\, no pude quitar mis ojos de él.
Giselle se emocionó tanto con el relato, que necesitó sacar su abanico para sacudirlo cerca de su rostro. – ¿Todo pasó tan rápido?
- Sí\, y eso no es todo\, después cometí una locura\, yo… lo besé.
La chica se levantó de golpe y comenzó a dar pequeños saltitos de emoción. – No puedo creerlo, ¿Y él que hizo?
- Siguió con el beso\, y acarició mi piel suavemente hasta llegar a mis muslos\, en ese instante la razón se me nubló por completo\, y me sentía embriagada\, solo quería que ese momento no se acabe.
Elaine estaba contando esta historia como una chiquilla enamorada, aunque detrás hay una fuerte venganza en contra de la familia real.
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