Con aquella cercanía entre ellos fue inevitable una sacudida de emociones en sus cuerpos apareciera, sobre todo en Edward que estaba sintiendo los pechos de Elaine apretados sobre él, eso hizo que en sus adentros quiera volver a sentir el tacto suave de la piel de la doncella, como aquella noche en la que las yemas de sus dedos fueron bendecidas al tocar sus pantorrillas, logrando subir hasta sus muslos.
Elaine sentía que le faltaba el aire, además el cuerpo de Edward rodeándola hacía que su piel queme, ansiaba besarlo de nuevo, esa mirada tan penetrante provocaba que ella caiga en sus encantos, pero no quería ser quien tomara sus labios primero, ya la primera vez ella dio ese primer paso, con su mirada pedía a gritos que ahí mismo él la besara.
Él la empujo contra la pared, colocó una de sus palmas sobre esta y acorraló a Elaine, con el otro brazo sostuvo su cintura, juntó su frente con la de ella, cerró sus ojos hasta calmar los latidos agitados de su corazón, y luego le dijo al oído. – No besaré sus labios de nuevo, porque la respeto, y si usted no va a ser mi esposa entonces lo mejor será que no nos encontremos en situaciones similares otra vez. – Luego se alejó de ella y caminó por el pasillo a grandes pasos.
Elaine quedó muy confundida, él acababa de apagar un incendio entre ambos con un par de palabras en tan solo un par de segundos, y después de suspirar pensó que tal vez ella debía hacer más trabajo si quería que él caiga, corrió detrás de él, tomó su brazo y le dijo sin tapujos. – Entonces casémonos.
Él dio media vuelta extrañado, y rio al escucharla. - ¿Es una broma?
- No – Respondió ella muy segura.
- Olvidaré esto que acaba de suceder, y usted haga lo mismo… Por ahora sígame mi Lady, que no soporto mirarla temblar con esa ropa mojada.
Sus palabras fueron como un flechazo, su forma de actuar estaba hiriendo su orgullo, pensó que no era buena idea seguir insistiendo, ya que se vería como una mujer rogona, así que lo siguió en silencio; estaba confundida, por un segundo pensó que la oportunidad de cumplir con su plan había llegado, pero luego él le dijo eso fríamente.
Llegaron a una habitación y él llamó a la sirvienta de confianza, una señora algo mayor que estaba encargada de la servidumbre desde que sus padres se habían casado.
- Traiga por favor un cambio de ropa para Lady Elaine, y un té caliente.
- Vuelvo enseguida su excelencia.
Elaine no había quitado sus ojos de Edward. - ¿Por qué no ha dejado de mirarme mi Lady? – Él le entregó una manta para que se cubriera.
- Quiero hacerle una propuesta su excelencia.
- No me casaré con usted, ¿No cree que es extraño que una mujer me esté pidiendo algo así?, aun sabiendo que seré rey de esta nación, no se pueden tomar decisiones como esta a la ligera, se supone que soy yo quien debe pedir matrimonio, pero para su mala suerte eso no pasará. – Dijo eso mientras abría las cortinas para que la habitación se iluminara.
- Su ego no le deja ver más allá de sus narices, escuche lo que tengo que proponerle y luego juzga mis intenciones su excelencia.
- Usted siempre está hablando de mi ego como si de verdad me conociera, pero le diré algo, yo sé que no tengo valor… porque ni todo el oro del mundo podría comprarme, soy el hijo del príncipe heredero y segundo en la línea de sucesión al trono. – Le guiñó un ojo, y continuó. – Ahora bien, la escucho mi Lady, pero sea breve. – Edward se sentó en una silla cerca de la ventana y cruzó las piernas.
Elaine mostró una sonrisa fingida, y comenzó a hablar. – Iré al grano, necesito un favor especial, y creo que su excelencia es la persona indicada. – Al escucharla él, enarcó una ceja y le hizo un gesto de interrogación. – Quiero que finja que es mi prometido, solo por un par de semanas.
- ¿Qué? Esto debe ser un mal chiste. Mi Lady usted es muy creativa con las bromas.
- No es una broma, necesito un prometido.
- ¿Necesita? ¿Y qué le hace pensar que el príncipe de Inglaterra puede ser su prometido?
- Nadie de su familia debe saberlo, solo debe saberlo un hombre en específico, y cuando me deshaga de ese hombre usted y yo seremos dos desconocidos de nuevo, si eso desea.
- Aparte debo esconderlo como si fuese un enamorado empedernido ja, ja, ja. Además no soy un juguete que usted puede usar a su antojo, debe saberlo. Pero... tengo tres preguntas, porque necesito entenderla, porque sino enloqueceré. ¿Por qué yo? ¿A quién quiere engañar con esa mentira? ¿Y yo qué ganaría con todo esto?
- Porque… usted es el único hombre que yo… que yo conozco en Londres. – Edward levantó una ceja haciendo un gesto desaprobatorio, sin embargo, ella continuó. - Y bueno en cuánto a los beneficios, creo que a usted le vendría muy bien que yo hable bien de la familia real inglesa cuando regrese a Francia y me reúna con la reina.
- Ja, ja, ja, la reina de Francia, pero si las dos naciones tienen relaciones diplomáticas muy buenas desde que mi padre asumió las responsabilidades como heredero al trono, es decir antes de que yo naciera. No me convence, su “propuesta”, y... mejor me voy, tengo asuntos que atender, llamaré a su amiga para que la venga a ver, porque supongo que ella también está aquí.
Él tomó su saco, y cuando se disponía a salir ella lo detuvo parándose en la puerta frente a él, luego con la mirada más seductora que podía Elaine lo miró, colocó la mano en su pecho, lo acarició dirigiéndose a su abdomen, y le dijo en voz baja casi gimiendo. – Piénselo Edward, tal vez no sea mala idea como piensa.
- Que gracioso, a veces siento que me odia, y otras siento que me desea. Mi lady, el odio y el deseo juntos son peligrosos. - Dijo él acercándose a su oído, mientras acariciaba su mentón, luego se alejó y le habló de manera firme. – Pero como le dije, no voy a pensar nada, yo tomé mi decisión el mismo día que la encontré en el jardín, no voy a tocarla de nuevo, y no pienso ser su falso prometido. Que tenga buena tarde mi Lady.
Elaine lo miró alejarse, y no tuvo más remedio que pensar en algo más, no pensaba volver a Francia con las manos vacías - Pronto caerás Edward, no sé cómo, pero caerás a mis pies y me rogarás por un beso.
- Mi lady, aquí está la ropa, y el té. – Dijo la señora entrando a la habitación con otras sirvientas que traían consigo no un vestido, sino varios.
- Muchas gracias.
^^^ En uno de los pasillos, lejos de la habitación en la que se quedó Elaine…^^^
Edward caminó rápido, y cuando se alejó lo suficiente, se detuvo para tomar aire, aquella mujer que dejó en esa habitación estaba despertando emociones que él creía que no podría volver a sentir, le había costado tanto contenerse de besarla y hacerla suya ahí mismo. - ¿Qué demonios me sucede con esa mujer? Este no soy yo. - Él fue por un vaso de agua fría, o bueno tal vez bebió varios, y después de hacerlo sintiéndose más calmado salió en busca de Giselle.
Y es que durante años él no tuvo ningún tipo de acercamiento romántico con mujeres, rechazó a casi todas aquellas doncellas que se acercaron a él con ese fin, a la única que soportaba era a Victoria, porque le servía de fachada para alejar a otras mujeres en los bailes, pero con Elaine era diferente, aunque él se contenía, su cuerpo lo delataba pues perdía el juicio cerca de ella y era diferente a lo que sentía en situaciones similares con otras mujeres.
Elaine por su parte cayó en su propio juego, aunque de su boca seguía saliendo que todo lo que hacía era por venganza, en realidad ella lo buscaba porque Edward lograba hacerle sentir emociones indescriptibles, que nunca antes pudo sentir con ningún joven, claro que el sentimiento de cumplir con la promesa que le hizo a su madre iba primero, pero cada vez las probabilidades de que pueda hacerlo eran menores.
¿Cómo saber que dos personas se están enamorando? Hay muchas maneras, pero en el caso de Elaine y Edward, cada uno estaba saliendo de su rutina, y deseando más del otro, sus palabras no concordaban con sus pensamientos, y de alguna manera terminaban cerca del otro, cayendo en las redes de la pasión, el deseo y porque no decir también… del amor.
Edward fue hacia donde estaba su madre con Giselle, y les saludó. – Buenas tardes su excelencia, y señorita Giselle. – Él besó las manos de su madre, e hizo una leve reverencia para saludar a la hija del conde.
- Hijo, es bueno verte. ¿Qué te trae por aquí?
- Recién terminé de entrenar, y en mi camino me encontré a Lady Elaine, ella tuvo un pequeño accidente.
- ¿Accidente? ¿Ella está bien? – Interrumpió Giselle con gran preocupación.
- Si, pero no es nada grave señorita, ahora ella está en una de las habitaciones de huéspedes, pedí un cambio de ropa para ella.
- Su majestad, disculpe por levantarme de la mesa de esta manera.
- No hija, está bien, ve a ver a Lady Elaine, tal vez necesite tu ayuda.
- Gracias por la comida, y pensaré en lo que hablamos hoy su gracia. – Se levantó y se acercó a Edward. – Su excelencia, puede llevarme con ella. – Él asintió.
Caminaron junto y él la dejó cerca de la puerta y se retiró, Giselle entró a la habitación y se cercioró de que todo esté bien. – Dios, no puede ser, no puedo dejarte sola. ¿Estás bien?
- Deja de tocarme así, que me haces cosquillas, además, modérate que nos están viendo.
Giselle miró a su alrededor y efectivamente todos estaban mirando, no era común que haya ese tipo de confianza en público entre amigas. – Ah, perdón, estaba preocupada.
- Estoy bien, mi vestido se mojó y tuve que cambiarlo.
- Su excelencia, me dijo que estabas aquí, vine corriendo.
- ¿Él mencionó algo?
- No, no me dijo nada, me dejó en la puerta y se retiró. ¿Hay algo que deba saber?
- No.
- ¿No? – Giselle entrecerró los ojos, y le dio un leve empujón, causando que Elaine riera y se delatara. –Cuéntame.
- Este no es un buen lugar, vamos a casa. - Le dijo la marquesa al oído en voz baja.
- Entonces vamos mi Lady, que yo también tengo mucho que contarte.
Ambas salieron del palacio, en la entrada se encontraron con Gabriel que iba llegando, él hizo una reverencia y ellas respondieron, luego siguieron de largo.
Gabriel llegó a la habitación de Edward, y tocó la puerta. Él escuchó, y le permitió pasar.
- ¿Por qué sigue aquí su excelencia? Vine a ver personalmente el porqué de la demora ¿Sucedió algo?
- Lo siento, sé que ya debería estar en el cuartel contigo, pero sucedió un pequeño problema, así que tuve que venir por un cambio de ropa. – Edward hizo una seña para que todos los sirvientes salieran de la habitación.
Cuando salieron todos, Gabriel decidió burlarse un poco de él - ¿El problema usa vestido?
- ¿De qué hablas?
- Vi a Lady Elaine salir del palacio con la señorita Giselle.
- Mi vida no gira alrededor de Lady Elaine.
- ¿Seguro?
- Si. Ahora deja de preguntar tonterías, y ve a decir que alisten mi caballo.
- Como diga su majestad. – Gabriel hizo un gesto gracioso y salió de la habitación, Edward rio en sus adentros, y pensó en cuan evidente era que últimamente parecía que todo estaba relacionado con Elaine, de un momento a otro ella apareció y desde entonces siempre estaba cerca de él por alguna razón, incluso la situación podría llegar a sonar extraña.
Después salió de su habitación y se dirigió a donde estaba Gabriel con su caballo y partió al cuartel.
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Comments
Keydis Santana
me encantaaaaaaaaasaaaaaa
2022-06-19
1
Isa Zevách
desde abril público y hasta ahora sólo 8 capítulos??? que mala 😖😒
2022-06-17
1
Isa Zevách
bueno........... la guardaré en favoritos para leer cuando esté completa
2022-06-17
1