Elaine sintió mucha sed, no quería molestar a su sirvienta, así que decidió dejar la cálida habitación para ir a buscar un poco por su cuenta. Cuando salió vio a lo que parecía ser un perro lobo durmiendo en la puerta de lado, sintió mucha ternura al verlo, así que quiso acercarse para acariciarle, nunca tuvo uno en casa y la curiosidad la invadió, pero en su intento, lo asustó y el lobo por instinto se tiró encima de ella y comenzó a ladrarle con un aspecto feroz. Edward llegó a tiempo, y le gritó, el perro a penas lo escuchó, se sentó y se volvió un dulce cachorrito de mirada tierna.
- Lo siento señorita\, mi lobo no es agresivo\, no entiendo que ha sucedido ¿Se encuentra bien? - El lobo permaneció sentado moviendo la cola\, mientras él intentaba ayudarla.
Ella ni siquiera lo miró bien y se aferró fuerte a su torso con ambos brazos, no pudo soltarlo hasta calmarse. Edward la contuvo hasta que se tranquilizó, y sin tener intención puso sus ojos en sus piernas estilizadas que quedaron a la vista debido al vestido levantado por encima de las rodillas. - ¿Se encuentra herida?
Cuando el sobresalto pasó, ella se alejó rápidamente y respondió. – No, estoy bien, solo me asusté… - Su impacto fue el doble al ver de quien se trataba, de repente su temor se volvió odio, el hombre que tenía en frente era Edward, lo sabía porque vio aquel volante con su retrato, la expresión de su rostro era hostil y Edward lo notó.
- ¿Puedo ayudarle en algo? - Dijo Edward confundido por su actitud sin entenderla.
- No\, dije que estoy bien.
Dio media vuelta y a grandes pasos entró de nuevo a su habitación. Edward la vio irse y en sus adentros creyó que era una mujer 'bastante extraña', después se puso en cuclillas para acariciar al lobo, que seguía con las orejas abajo después de aquel grito que pegó el príncipe.
- ¿Qué sucedió Ares? ¿Esa loca mujer te hizo algo? No vuelvas a asustar a la gente\, ven te daré de comer.
- ¿Sucedió algo mi señor? Escuché un grito. – Preguntó la señora de casa\, con tono de preocupación en su voz.
- No\, nada de qué preocuparse.
- ¿Y el grito?
- Al parecer la señorita de la habitación de a lado se asustó al ver a mi lobo.
- Bien\, entonces iré a ver si se le ofrece algo.
Cuando Edward entró a su habitación, se desvistió por completo y se acostó a dormir, pero su mente no dejaba de cuestionarse acerca de la mujer que dormía en la habitación de al lado.
- ¿Por qué una marquesa de Francia viene a Inglaterra? No sabía que mis padres iban a recibir a alguien de esa nación. – Cuando una persona extranjera con título noble llagaba a Inglaterra\, eran la familia real quien la recibía\, formaba parte de un protocolo de amistad con los países vecinos.
Después de unos minutos de pensar el sueño lo invadió y se quedó dormido; después de descansar plácidamente, se levantó y con los primeros destellos de luz cabalgaría hasta el palacio para llegar temprano y poder saludar a sus padres antes de ir a entrenar con los soldados, era el único de sus hermanos que se interesó por los temas bélicos, aunque parecía que más que un interés lo hacía por obligación, ya que además de ser el segundo en línea de sucesión al trono quería ser un buen soldado.
[El preferido]
Cuando Edward llegó al palacio, su madre casi corrió a abrazarlo, todos estaban reunidos en el comedor, era la hora del desayuno y la familia real comía junta por primera vez en meses.
- Llegó el hijo pródigo. – Bromeó su hermano\, Patrick era un joven de apariencia dominante que había heredado los ojos oscuros de su padre; ellos no tenían una buena relación\, porque sus personalidades chocaban mucho. Así que no era de extrañarse que él hable con desdén de Edward.
- Hijo\, estaba preocupada\, que bueno que estás de regreso. – Su madre Adara le abrazó cariñosamente mientras le tocaba el rostro con gran alegría.
- Buenos días sus majestades. – Saludó Edward\, mientras abrazaba a su madre.
- ¿Gabriel viene contigo? – Preguntó el príncipe Basil.
- No\, él fue a casa de sus padres para saludarlos también.
- Hizo bien\, Lady Trista debe estar preocupada por él.
- Iré a vestirme adecuadamente\, y desayunaré con ustedes… - Antes de retirarse se acordó de su abuelo. – Por cierto\, ¿Dónde está el abuelo?
- Se siente indispuesto\, está en su habitación. – Respondió su madre.
- Bien\, entonces iré a saludarle primero.
Cuando salió del comedor, sus hermanos se miraron el uno al otro e hicieron muecas imitando su forma de actuar.
- Ustedes dos\, nunca se cansan de molestar a Edward. – Dijo Basil enarcando una ceja.
- Perdón padre\, olvidamos que es tu hijo preferido. – Le respondió Arthur con sarcasmo.
- Me retiro padre\, he terminado de comer. - Dijo Patrick con enojo\, y Arthur que era como su cola\, también se levantó y fue tras él\, por actitudes como esas era que cualquiera se daba cuenta que eran mellizos pese a que no se parecían físicamente\, pues Patrick tenía el cabello y ojos negros como la noche\, mientras que Arthur era rubio de ojos verdes.
Después de que ambos se retiraran Basil no respondió nada, pero se sentía hervir su sangre cada vez que sus hijos se rebelaban o hacían comentarios imprudentes.
- Tranquilo cariño\, ellos lo dicen de broma\, en el fondo quieren mucho a su hermano\, eso tenlo por seguro. – Adara acarició su mano y le brindó una cálida sonrisa.
- No debí permitir que mi madre los criara con tantos mimos\, ahora los desconozco\, no respetan ni siquiera a su padre.
- Ellos son buenos chicos Basil\, solo les falta madurez\, y eso se soluciona con el tiempo.
- Eso espero princesa\, eso espero.
Adara siguió acariciando su mano sobre la mesa y no dejaba de sonreír, a Basil enseguida se le pasó el enojo, la miró con ternura, tomó su mano y la besó; pese a que los años pasaron para ambos el amor que sentían solo se volvió más fuerte, pasaron de ser dos jóvenes pasionales a ser dos príncipes responsables de tres hijos a los que criaron con amor, sobre todo a Edward, pues no querían que sienta demasiado el peso de ser el heredero.
*
Después de vestirse, Edward fue a la habitación de su abuelo, pero apenas abrió la puerta escuchó que él hablaba con alguien en la habitación así que con algo de indiscreción se quedó estático mientras escuchaba detrás de la puerta entreabierta.
- Así es\, quiero que el decreto sea publicado lo más pronto posible\, siento que mis últimos días han llegado\, y antes de morir quiero ver a mi hijo coronado como rey.
- Su majestad\, si se salta el protocolo\, el consejo real puede tomar medidas que perjudiquen al príncipe Basil.
- Por favor secretario real\, mi poder como rey está por encima del deber del consejo real\, además el papa vendrá pronto\, y él no se opondría a mi decisión pues le tiene gran aprecio a Basil\, ante eso el consejo ni siquiera podría discutir mi decisión.
Edward escuchó aquello con gran asombro, pensó que no era un buen momento para interrumpir, así que cerró la puerta y volvió al comedor con sus padres.
- Perdón por la demora.
- Por favor hijo\, siéntate. - Le dijo su madre.
- ¿Saludaste al rey?
- No su excelencia\, él parecía ocupado\, decidí no interrumpir su reunión con el secretario real.
Basil se sorprendió, pero no dijo nada al respecto.
- Padre\, debo hacerte una pregunta…
- Te escucho hijo.
- ¿Esperas la visita de una marquesa de Francia?
- ¿Una marquesa? No\, no tengo idea de quién me hablas. ¿Cuál es su nombre?
- Alana, ese es su nombre.
- ¿Alana? – Preguntó su madre.
- No\, ya recordé\, su nombre era Elaine\, dijo que era la marquesa de Evreux.
- No tengo idea de quién se trata.
- ¿Es una jovencita? – Preguntó Adara.
- Sí\, se veía joven para ser una marquesa.
- Bueno si te pareció linda\, tal vez la vuelvas a ver en unos días\, en el baile que se celebrará en honor al rey. - Su madre le guiñó un ojo.
- Mamá\, por favor\, no tengo ningún interés en esa mujer\, era simple curiosidad porque me pareció extraño\, además es bien sabido que si ella tiene el título de marquesa es porque seguramente está casada con un marqués\, no me fijaría en ella ante ninguna circunstancia.
Basil mostró una risa burlona, pues recordó cuando él conoció a Adara y le preguntó al rey Azriel por ella.
- De verdad no se puede con ustedes\, creo que iré a hablar con el general\, las nuevas armas llegan hoy desde el imperio oriental.
- Cuídate hijo\, y si ves a tus hermanos\, por favor diles que no se alejen de palacio sin avisar.
- Está bien madre. – Se despidió con una reverencia y salió de ahí.
- ¿Crees que tenga algún interés en esa señorita? – Preguntó Adara.
- Tal vez sí\, o tal vez no. Hace tiempo que no nos hablaba de una mujer\, pero tiene razón si la doncella es marquesa seguramente debe estar ya casada.
- O podría ser viuda... Parece que a Edward le afectó mucho ser rechazado por aquella doncella\, pues nunca más se fijó en nadie.
- Después de lo que sucedió\, él nunca quiso hablar de eso\, pero creo que sí… Cuando el rey se enteró quiso ejecutarla\, de verdad fue un lío\, pero sería bueno que él se relacione con señoritas de buena familia\, debe comprometerse pronto pasa afianzarse como heredero al trono.
- Nuestros hijos se casarán con buenas mujeres\, ellos tienen mi ejemplo\, no pudo haber mejor madre que tú.
- Te amo Basil.
- Yo te amo más mi princesa\, y nunca bastarán las palabras para demostrarte.
*
Elaine alquiló una gran casa en el centro de Londres, la gente que vivía cerca la miraban curiosos. No era común que una señorita de buena familia se mude y viva sin sus padres, y menos con tantas personas a su servicio. Los rumores no demoraron en surgir, decían que ella era una fugitiva de la justicia francesa, otros decían que era una prostituta que hizo suficiente dinero para hacer su vida lejos de su tierra natal, nadie se imaginaba el poder que tenía.
- La gente no deja de mirarme con ojos de horror\, debo parecer una criminal peligrosa o algo así. Aunque una de las sirvientas dijo que escuchó decir que parezco una mujer de la mala vida.
- No tome en cuenta esos detalles\, después de un tiempo los rumores\, serán solo eso\, rumores. - Le dijo su doncella.
- Espero que no me hagan enfadar\, no quiero cometer una locura tan pronto\, a penas hoy llegué aquí.
Elaine entró a una cafetería con su doncella de confianza, se sentó en una mesita cerca de la ventana y llamó a la mesera.
- Por favor\, una tarta de naranja\, y un té verde sin endulzar.
La mesera tomó la orden y se retiró. Elaine se dio cuenta que unas mujeres que estaban en la mesa del frente la miraban extraño, ellas tal vez pensaron que mirándole con desprecio iban a intimidarle, pero ella contrario a bajar su mirada, se llenó de orgullo y las miró fijamente con un rostro desafiante.
Las mujeres al final cedieron, y se sintieron ofendidas, tomaron sus pertenencias y salieron del lugar, haciendo gestos desagradables.
- Creo que vivir en Londres será interesante. – Dijo Elaine mientras jugaba con sus dedos sobre la mesa.
La sirvienta, rogaba en su interior que la señorita Elaine no se enfade, porque sabía que su Lady no dudaría ni un segundo en demostrar que nadie podía amedrentarla.
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