invasión rosa

Si creí que sería fácil, bueno creo que me caí a una pileta sin agua de un noveno piso, tipo Charly García, pero sin la gracia de él.

Hace una semana que está viviendo conmigo en mi pent-house. Una semana que ya me quiero morir. Vivir con una mujer nunca fue mi idea y el hecho está en que entro a Mi baño y encuentro cosas que no deberían estas, como paquetes a montones de cosas como protectores diarios, toallas femeninas, tampones, maquillaje, medias finas, cepillo de dientes ROSA, cremas, perfumes y un montón de afeites que me sacan de quicio.

También hubo un cambio drástico en mis toallas ahora hay ROSAS, también he notado dispersos por el departamento cosas con flores y un aroma a ROSAS que me hace picar la nariz. También me he encontrado con marcos de fotos que ni quiero imaginar de donde salieron.

En la sala de estar donde había una alfombra turca regalo de no recuerdo quien ahora hay una de pelo ROSA, en los muebles que estaban limpios ahora hay adornos de diferentes tipos, pero lo que más me molesta es encontrar todo tipo de ropa repartida por todos lados. No más entro y sus tacones están por cualquier lado desperdigados en el suelo, ¡Que le costara mantener el orden?

¡Hasta invadió mi cocina! ¡MI COCINA! Es sagrada para mí y me encuentro con cajas de pizza frisada en el refrigerador, un insulto a mi profesión. Trato de calmarme y busco el mando de música y cuando le doy play escucho el colmo de los colmos, ¡Quien carajo desprogramo mi música para poner esa cosa? Me acerco al aparato y veo una nueva lista de reproducción, Ed. Sheeran, LP, Queen, GNR y una mescla tremenda de artista que no pegan ni con cola vinílica.

Quiero matarla, sí, creo que será la mejor opción. Dejar que mi padre se encargue de ese escultural cuerpo digno de una noche de lujuria desenfrenada. ¡CARAJO! Ya me perdí de nuevo. Apago el aparato y arrojo el control bufando. Mejor me dirijo a MI baño y tratare de relajarme con un baño reparador.

Coloco el tapón en la tina y dejo que se llene, miro el armario donde guardo mis jabones y nuevamente bufo al ver todas las chucherías de mi mujer, ¿Por qué nadie me advirtió que vivir con una mujer sería una tortura?

Tomo mi jabón favorito y vierto un poco en la tina. Vuelvo a mi cuarto y entro a mi armario busco unos bóxeres, porque si, ahora no puedo andar como Dios me trajo al mundo porque esa mujer lo toma como una ofensa.

Estoy en mi casa y ni así me siento, el primer día que durmió en MI cama, me saco cagando de mi preciosa cama. ¿Y saben por qué? Pues porque me gusta dormir desnudo, desde entonces debo mantener mis atributos apretados en mi ropa interior por más tiempo y encima al no poder satisfacer mis necesidades mi amigo se la pasa mirando al norte. Por lo menos en algo debo agradecer que mis bóxeres sean ajustados y disimulen algo mi falta de desahogo.

Ahora debo dormir en el sofá de la sala, junto con los hediondos cojines que MI MUJER decidió que serían lindos para la decoración, por su puesto color ROSA. Es que no existe otro color. Maldito color que rompe con la armonía de mi hogar.

Por suerte ahora está en el despacho y no vuelve hasta tarde. Espero que sea lo que sea que hace en el bufet de mi traicionero padrino la lleve todo el día así puedo, aunque sea por cinco minutos bajar hasta la recepción, buscar a esa chica que sé que cuando necesito un desahogo rápido ella siempre está dispuesta.

Lo malo de todo esto que cuando pienso en el desahogo, en mi mente aparece esa chinita del demonio, mmm... ¿Cómo se vería vestida de diablilla? Sacudo mi cabeza para tratar de borrar esa imagen de mi mente y concentrarme en lo que busco.

Llego al cajón de mi ropa interior y saco un bóxer, sierro y al voltear puedo ver el lado que le cedí a MI MUJER, cosa que me costó horrores, uno de sus cajones está abierto y me acerco para cerrarlo. Mala idea. Porque no me quede en el molde y me fui al maldito baño. Del dichoso cajón se asoma una tanga de encaje negro que para mí indignación, ya la visualizo con ella, y con eso mi amigo responde con un brinco dentro de mi bóxer.

Un ruido fuera de la habitación y luego una risa llama mi atención. Carajo, se terminó mi paz. Dejo la prenda donde estaba y me dirijo casi corriendo al baño. Entro y me coloco los audífonos una vez que me metí a la tina. Por suerte la intromisión de esa diablilla no llega a la lista de reproducción de mi celular. Me acomodo para pasar un momento de relajación en MI baño.

Un rato más tarde la cortina se mueve y un grito despavorido hacen que mis ojos se habrán. Y cuando se abren creo que casi se salen de mis orbitas. Nunca me sorprendí al ver una mujer desnuda, pero nunca había visto a ELLA desnuda.

Claro, me la imagine muchas veces, pero mi imaginación no le hace justica a lo que tengo en frente. Si antes mi miembro me dolía de solo pensarla, en serio, creo que ahora será la peor de las torturas por la que tendré que pasar en mi corta existencia.

Sus pechos, mierda la boca se me llana de saliva al divisarlos. Su cuerpo tiene forma de reloj de arena, su ombligo es perfecto y su monte de venus pequeño y rojizo, sus caderas mmm...

La veo tratar de cubrirse, pero necesitaría como un par de brazos más para poder contener sus pechos que desbordan por sus flacuchos brazos.

Sus finas manos tratan de cubrir su entre pierna, pero ya vi lo suficiente como para saber que el latido que siento no solamente es el de mi corazón al bombear sangre.

—Eres lo más hermoso que mis ojos han tenido la dicha de ver —le digo y mi voz suena tan ronca que parece que alguien más hubiera hablado por mí.

—Aaa....  mierda... —sale corriendo del baño y ver su trasero respingado bailotear en su andar hace sacudir mi cuerpo en un placentero estremecimiento.

Ahora quien me quitara esa imagen de mi mente, quien saciara mi sed. Si, si la deseo con tanto ahincó que creo que me voy a derretir dentro de esta tina. Miro a mi miembro y creo que hasta lo veo llorar. Mi mano se aferra a su alrededor y sin más que hacer, desahogo un poco la presión que siento en este momento.

Diez minutos más tarde salgo del baño con mi bóxer puesto, pero no la encuentro por ningún lado. Busco mi celular y la llamo, pero me corta la llamada. Le mandó un mensaje.

—No seas cobarde.

Escribo y espero su respuesta la cual no llega. Me meto a mi armario y me pongo un pantalón de chándal. Salgo y la única otra forma que conozco de distraer mi mente es cocinando. Sin más que hacer me pongo manos a la obra y hago lo que más me gusta y en cierta forma me causa placer, cocinar.

Termino preparando diversos platillos, que deseo incluir en mi menú. Quisiera poder invitar a mi madre para que pruebe mi comida, cuando era más joven ella siempre probaba mis platillos.

En el catillo siempre que podía preparaba la cena, a escondida de mi padre, claro. Ella siempre me apoyo, pero mi padre es otro tema. Y yo al ser el primogénito me caga la existencia. Por eso me recluí aquí, con la ayuda de mi padrino pude salir de mi país, pero las influencias del Rey llegan a fronteras inimaginables.

Carlos me ayudo a perfeccionarme en mi profesión y en mis estudios aparecía con su apellido, como si fuera su hijo. Así pude pasar desapercibido. Cosa que para mi padre solo tuvo que sumar dos más dos y ahí tubo el resultado de quien era el pupilo de mi padrino.

Fue en ese momento donde decidí que debía casarme para poder tener totalmente independencia de mi familia y que el Rey desista de su loca idea de que yo formara parte del parlamento y me casara con una chica tan sumisa que hasta parecía inanimada. No definitivamente eso no es para mí.

Lo que nunca indague como fue que selecciono a mi futura y posterior esposa, solo sé que una semana después de hablarlo con él ya tenía a mi candidata que no lo pensé mucho y confirme mi unión con ella.

Siempre creí que con los años se volvería una cualquiera y despilfarraría los millones que invertí en ella, pero grande fue mi sorpresa al saber que había invertido y no solo había estudiado derecho, sino que también se especializó en distintas ramas de su profesión.

Todo eso lo se ahora, ahora que Carlos accedió a contarme todo lo que sabía de mi esposa. Cosa que es mucho. Lo que si no me dijo fue como la selecciono. Le pregunte, claro, pero solo respondió con evasivas.

Escucho que se abren las puertas de mi ascensor privado y escucho un taconeo, me dirijo hacia donde es la procedencia de dicho fastidioso ruido para encontrarme a Zafiro reclinada en el sofá sacando sus tacones, trago fuerte. Es sexy de cualquier manera.

—¿Tienes hambre? —pregunto y ella se sobresalta—. Estuve probando nuevas ideas y me gustaría escuchar tu opinión.

Me mira y sus mejillas se sonrojan, desvía la mirada y se levanta. Acomoda su falda pasa por mi lado rumbo a la cocina. La sigo con la vista fija en su trasero y recuerdo el bailoteo en su huida y debo desviar la mirada si no quiero terminar encerrado en el baño jalándomela como un adolescente descubriendo la paja.

—¿Todo eso estuviste preparando? —la escucho decir con voz de asombro.

—Bueno, tenía que distraer mi imaginación en algo productivo —digo y la veo ponerse más roja que su cabello.

—Con respecto a lo de hace rato, lo siento —dice concentrando su mirada en la comida—. No sabía que estabas en el baño, por eso me metí así.

—Descuida, nada que una buena paja no arregle —digo raspándole importancia.

—Podrías ser más...

—¿Mas qué? —digo haciendo que me enfrente— ¿Qué esperabas? Que luego de verte tan... apetecible no me causarías ninguna cosquilla —termino de decir y me cruzo de brazos.

—Es que no creo que este acostumbrado a ver una mujer como yo y bueno me dio vergüenza.

—¿Vergüenza? ¿De qué? Ya te dije, eres hermosa y no tienes idea de lo que daría por poder hacerte mía —hablo con toda la sinceridad de la que soy capaz.

—Por favor, cambiemos de tema que me incomodas.

—¿Qué te incomoda? ¿Qué te deseo o que haya visto desnuda? —pregunto—. Aunque deberías verme tu a mi para quedar iguales, ¿Qué te parece?

—Que eres muy seguro de ti, ahora déjame probar la comida que de veras tengo hambre.

—Ok —ya encontrare otra oportunidad para ver hasta dónde puedo llegar con ella y su tentador cuerpo—. Comienza probando este.

Le tiendo uno a uno los platillos que prepare que en verdad son diferentes pero iguales en ciertas cosas ya que los ingredientes son casi todos los mismo solo que cambio las preparaciones.

Uno a uno va probando y me encuentro fascinado viendo su cara y como expresa todo solo con sus gestos.

Nuevamente mi amigo se entusiasma cuando su lengua juega con la cuchara de manera inconsciente mientras yo le explicó como prepare el platillo.

—Deja de hacer eso —digo sin poder contenerme y frenando su intención.

—¿Que? —y encima tiene la desfachatez de preguntar.

—Si no quieres tener la noche de bodas que nunca tuvimos, te recomiendo que guardes tu lengüita dentro de tu boca —le digo serio.

—¿Qué? Te molesta que haga esto —nuevamente pasa su lengua sin dejar de mirarme por la hendidura de la cuchara, un gruñido sale de mi garganta y ella solo atina a reírse.

Lo que no sabe que escucharla reír y ver como su cuerpo se agita en el proceso me pone todavía más, Dios esta mujer es erotismo en carne y hueso.

—Si, eso, justamente así —otra vez la vos me sale tan cargada de deseó que hasta a mí me asusta.

Paso de lado, tomándola de la cara para besar sus labios, un gemido enseguida desborda mi cuerpo y me pone a mil. Mis manos se funden en su cuerpo y un fuego abrasador me recorre entero. Me apoyo en ella y ella se mueve al sentir mi dureza. Si nena así me tienes. Me alejo de ella.

—Ojo con lo haces —hare que me supliques, pienso—. No me tientes, que te puede gustar —le digo alejándome de ella.

—¿Quién dice que no termines tu suplicando por más? —dice mordiendo sus labios, carajo espero que no tenga razón.

—Ya veremos —digo y saco la última carta de mi movimiento maestro—. Acá están las letras pequeñas, para que las estudies bien.

Espero que no me quiera castrar cuando vea que uno de los puntos para poder darle el divorcio es dándome un hijo y cederme su custodia total. Una jugada que ni yo sabía y que creo que me va a costar mucho más de lo que puedo llegar a imaginar.

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