Jess

–Hola,  cariño. –Es lo primero que escucho y si mi corazón latió deprisa cuando vi su nombre en la llamada entrante, ahora siento como se derrite. Sé que decidí dejar todo en una relación fingida, pero eso no me impide sentir algo cálido en el pecho.

–Christopher, ¿cómo estás? –me obligo a preguntar.

–Estoy bien ahora –dice con una voz ronca y seductora que estoy segura será material de mis fantasías nocturnas–. ¿Cómo dormiste? –pregunta y enrojezco pidiendo que no sea capaz de leer mentes.

–Dormí muy bien, gracias –respondo.

Cuando estoy por hablar de nuevo soy interrumpida por la puerta al abrirse, levanto la mirada, asustada, porque estoy segura de que nadie tocó. Dejo salir un sonido involuntario y casi al instante escucho a Guerrero alerta, preguntar qué pasa.

–No pasa nada –lo tranquilizo y saludo con la mano a mi primo, quien se sienta en frente de mi escritorio con un entusiasmo palpable. Casi puedo verlo revotar. De hecho, está revotando una de sus piernas–. Es sólo mi primo, quien todavía no aprende a llamar a las puertas –digo a Guerrero, mientras que envío una mirada medio

molesta en dirección de mi primo. Sin embargo, su sonrisa no hace más que crecer.

Renuncio a eso y le pongo atención a Christopher que con una voz un poco cortante me dice que lo salude de su parte.

–Guerrero te manda sus saludos –le transmito.

–Ah, genial, estás hablando con él. Déjame el celular un momento, necesito decirle algo –dice mi primo e instantáneamente estoy cautelosa, no se me ocurre ningún motivo para que tengan una conversación, pero sin una razón para negarme le paso el teléfono, no sin antes informar a Guerrero.

–Hey, amigo, tengo una propuesta que te va a interesar. –Escucho decir a David, quien espera un poco y empiezo a sentir frustración por no poder escuchar la respuesta de Christopher y estoy segura de que esta sensación sólo va a empeorar.

–No te preocupes, no es nada malo –responde, luego lo piensa por un momento y sonríe antes de continuar–. En realidad puede llegar a ser malo, pero es un malo del tipo bueno para nosotros. Ya sabes que tengo un problema con Los Toros y yo sé que tú tienes un problema también, así que me dije, ¿por qué no podemos ayudarnos? Sobre todo ahora que prácticamente somos familia.

Me sonrojo al recordar que David piensa que Guerrero y yo estamos en realidad juntos.

–Claro, primo –responde después de escuchar–. Mira, tú me ayudas a librarme de ellos y yo te doy información valiosa sobre esos tipos que te quieren muerto. –Se levanta y empieza a pasearse a lo largo de la oficina–. Sí que vale la pena. Con suerte te ayudará a librarte de ellos para siempre –baja la voz y pone la mano contra su boca como para amortiguar su voz, sin embargo, todavía puedo escuchar todo y por su guiño en mi dirección él lo sabe, y su gesto es puro teatro–. Eso si estás dispuesto a ejecutar unos cuantos –termina.

Se me revuelve el estómago de inmediato. No quiero imaginar a Christopher ejecutando personas o peor, que la situación se vuelva peligrosa y no logre sobrevivir.

–Sácame a Los Toros de encima y prometo darte la oportunidad perfecta para saldar cuentas. Dentro de un mes probablemente. –Lo escucho decir–. No lo sé, si supiera cómo hacerlo no te estaría ofreciendo un trato. –Se detiene y luego me tiende el teléfono–. Quiere hablarte.

Tomo el teléfono y lo levanto.

–¿Si? –pregunto un poco insegura después de lo que escuché. Quizá me dirá que mi familia está loca y no podría discutirlo.

–¿Qué crees que deberíamos hacer? ¿Podemos confiar en él? –pregunta, sorprendiéndome. Después de la manera en que se comportó anoche, que pregunte mi opinión, es un gran cambio.

Estudio a David, quien está haciendo un avión de papel con algo que estoy segura es importante, y no me queda más remedio que encogerme de hombros antes de responder.

–Creo que deberíamos hacer el trato, no tenemos muchas opciones y mucho menos tiempo, sin embargo, voy a negociar los términos un poco más –respondo y escucho a mi primo murmurar: –Suenas igual a Tío Carlos.

Su comentario me hace estremecer.

–Bien, trata de sacarle toda la información que puedas. Pensaré en una manera de sacar a los Toros, de preferencia sin derramamiento de sangre –dice de acuerdo conmigo, sorprendiéndome una vez más–. Te llamaré más tarde y hablamos de ello. Y antes de que lo olvide, ¿crees que tu amiga quiera ser la enfermera de Christian? Por supuesto sería muy bien pagado –pregunta haciéndome resoplar porque por supuesto que va a querer y porque es ridículo el tiempo que le tomó encontrar otro trabajo.

–Hablaré con ella y te doy la respuesta después –respondo ya que no puedo decidir por Alex.

Después de despedirnos y que me llame cariño otra vez, haciéndome derretir una vez más, cuelgo el teléfono y me preparo para lidiar con David, quien al darse cuenta de que lo miro se llena de entusiasmo otra vez.

–Me enteré de tus clases y, ¿adivina qué? Voy con ustedes –me informa y sólo puedo pensar como todos siempre logran saber lo que hago. No es justo. Necesito igualar las apuestas.

Miro a mi primo, quién sigue con el avión de papel en la mano. Se lo quito y le doy mi mirada más seria.

–No toques mis cosas, tienen información importante.

David me mira y ríe.

–Eres quisquillosa con la documentación, igual que mi tío. Tienen que aprender a relajarse un poco –dice y de nuevo me estremezco al escuchar que me compara con mi padre–. Estás entusiasmada de tener clases conmigo, ¿cierto? Yo sé que lo estás –termina con una sonrisa contagiosa.

La verdad es que estoy entusiasmada con las clases, espero que Christopher no se entere. Sé qué hará una montaña de un grano de arena.

Lo miro y asiento.

–David, necesitamos conversar del trato que le ofreciste a Christopher.

Me devuelve la mirada y se encoge de hombros.

–Prima, es una excelente idea, ya sabes, colaboración. Además, mi tío sigue molesto, sobre todo ahora que sabe dónde estoy. Me dijo que soy irresponsable por ir a la casa de mi tía con el problema de Los Toros y bla bla bla, dejé de escucharlo después de un rato. Así que me dije; David, necesitas buscar aliados, y pensé en el enamorado de mi prima. Brillante, ¿cierto? –termina y se nota que está muy orgulloso de su idea.

–De todas formas, no me parece que le pidas a Christopher que mate personas, ¿estás loco? Eso no va a pasar –digo firmemente.

–Prima, por favor, esto para los Guerrero no es nada. Es pan de cada día, ya sabes. Tú lo conoces, el hombre tiene talento. Además, es un trueque, él me ayuda y yo lo ayudo. Después de todo, somos familia.

Guiña un ojo en mi dirección desde su asiento, con los pies arriba de mi escritorio. Trato de no parecer sorprendida. No me gusta lo que acabo de oír, ¿Christopher un asesino? No es el hombre que creo conocer. Pero supongo que eso es un día de trabajo para esta gente. Me detengo un momento luego de ese último pensamiento y me reprendo, ¡Jess, estás definitivamente loca! Estás normalizando el peor crimen. Luego me siento y trato de

concentrarme.

–Lo siento, primo, pero no. Eso lo habrá hecho antes de estar conmigo, yo no quiero que cometa un delito, menos por tu desliz con una mujer casada –mascullo y lo miro con mi mirada acusadora. David hace un mohín, pero veo en sus ojos que se está divirtiendo–. Dicho eso, nos interesa el trato y conseguiremos sacar a Los Toros de tu vida sin matar a nadie. Pero primero necesito saber qué clase de información tienes.

Me mira algo más serio ahora.

–Verás, prima, me encantaría decirte, pero puedo perder este trato si te adelanto algo. –Se encoge de hombros, como disculpándose por no poder decirme.

–No habrá trato a menos que sepa que la información que darás servirá a la familia Guerrero para librarse de los Rodríguez. Me dices o es todo, no hay más que hablar, y tendrás que solucionar tus problemas solo –digo cruzándome de piernas mientras me recuesto hacia atrás en mi silla–. Creo que en este momento necesitas más su ayuda que ellos la tuya, después de todo, Christopher está conmigo, y me aseguraré que nada le pase.

Mi primo me observa, y creo ver un destello de admiración en su mirada, pero qué sé yo, probablemente me equivoco como siempre.

–Guau, prima, mi tío estaría fascinado en este momento. Podrías trabajar con él, creo que le ganas en la negociación. Aunque, no lo sé, él usa otras técnicas para convencer.

Trato de no pensar en las técnicas que usa mi padre para cerrar sus negocios y me concentro en David. Sigo mirándolo fijamente, sin apartar la mirada. No daré mi brazo a torcer, no cuando se trata de la seguridad de Guerrero.

Luego de unos momentos más, se derrumba.

–Ok, te diré. Verás, tengo un contacto que trabaja con ellos, digamos que empezó hace poco y conoce algunos datos que podrán ayudar.

–¿Cuáles datos? –pregunto, ya que la información es muy ambigua, necesito asegurarme que lo que sabe es importante.

–Diablos, prima, eres buena. Conoce su ubicación, además se reúnen todos en un mismo sitio cada mes, para tener reuniones y coordinar sus operaciones, ya sabes. Si me preguntas a mí, es una idiotez. Es como poner a todas las gallinas en un gallinero con varios pumas dando vuelta. Yo hablé con mi contacto, le ofrecí…–Noto

que titubea–. Digamos que está dispuesto a ayudarme. Claro que tendría que informarle para avisarle del peligro.

Lo miro tratando de descubrir si me oculta algo, aparte de lo que ofreció por esa información. La verdad no me interesa, me refiero a que después de este último tiempo pocas cosas me sorprenderían. Supongo que serán drogas, armas u otras cosas peores que prefiero no pensar.

–¿Cómo sabemos que tu contacto no te traicionará y llevaremos a Christopher a una trampa? –pregunto preocupada. Sólo pensar en que le pueda pasar algo, dificulta mi respiración.

–Confío en esta persona. Le confiaría hasta mi vida. Además, mi contacto está muy entusiasmado con nuestro trato. Verás, prima, en estos negocios siempre existe un riesgo –dice parándose de la silla para luego acercarse a mí. Una vez en mi espalda pone sus manos en mis hombros–. La idea es minimizarlos al máximo, y estar atentos al factor sorpresa. Tu chico lo sabrá manejar, créeme. Si es verdad las historias que he escuchado de él, no tendrá problemas. Hasta mi tío se sorprende de las habilidades que tiene. Digamos que es muy conocido en nuestro mundo.

Trato no parecer sorprendida. No quiero saber las habilidades que tiene Guerrero, no podría manejar esa información ahora mismo.

–¿Tenemos un trato? –pregunta con una emoción casi infantil.

–Tendré que comunicarle a Christopher, después de todo puede que esa información no les sea de ayuda. Él sabrá si lo que tienes es importante. Te lo haré saber.

–¡Me encanta negociar contigo! –exclama David, entusiasmado.

Sonríe de manera cómplice y yo me rio, con este chico no se puede hacer otra cosa. Unos golpes en la puerta nos interrumpen.

–Pase –digo.

La puerta se abre y entra Alex.

–¿Y este quién es? –pregunta mi amiga.

–Es mi primo. David. Te acostumbrarás a él. Va a entrenar con nosotras.

Alex asiente mientras mi primo la mira descaradamente, veo que le gusta lo que ve hasta que se fija que su mano no tiene argolla. Es como si perdiera el interés. Tendré que hablar con él porque claramente tiene un problema.

–Les encantará pasar tiempo conmigo. Soy buena compañía, ¿verdad, prima? –pregunta mientras le pasa un brazo por los hombros a mi amiga.

–Sólo cuando no traes problemas contigo –replico.

–Pero lo hago más emocionante, ¿a qué no?

Rio, definitivamente no puedo con él.

Después de un rato conversando en la oficina se gana a Alex, tan rápido como lo hizo con mi hermana. Definitivamente es un buen orador. Estamos riendo por una tontería que dijo, cuando entra Guillermo.

–¿Están listos? –pregunta y todos asentimos entusiasmados.

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