Jess

Camino hacia la casa, detrás de mamá, sorprendida como nunca lo he estado antes. Tengo tantas preguntas, pero estoy paralizada, no creo que salgan palabras de mis labios. David se acerca a mí y pone su mano en mi hombro, en un gesto de apoyo, creo. Pero qué se yo, apenas lo conozco.

Entramos a la casa y veo a mi hermana sentada a la mesa cenando. Nos mira sorprendida cuando entramos con David.

–Hola –dice extrañada–. Las quería esperar, pero no almorcé hoy en la Universidad. ¿Quién es él? –pregunta.

Los tres nos miramos unos segundos.

–Hija, es tu primo David. Por parte de padre. Sé que no lo conocen, pero yo sí. Se va a quedar un tiempo con nosotras –le dice mi mamá.

Alicia me mira sorprendida con el tenedor en el aire, paralizada por la sorpresa de saber que tenemos un primo por parte de padre. Y que mi mamá lo haya dicho, ella nunca conversa con nosotras de mi padre, mucho menos de la familia de él.

–No entiendo –susurra mi hermana.

De alguna manera, verla tan desconcertada,  con su cara pálida y los ojos aún más grandes, me hace sentir agradecida. Por lo menos sé que ella no sabe nada. Si todos supieran la verdad menos yo, me sentiría muy mal, más confundida de lo que estoy ahora.

–No importa, ya te enterarás –le dice mi mamá–. Alicia, por qué no ayudas a David a instalarse –le pide a mi hermana, quien continúa mirándome con cara de no entender nada.

–Claro –murmura ella titubeante. David se acerca a mi hermana y la abraza.

–Desde hoy seré tu primo favorito, ya lo verás –le dice a una desconcertada Alicia.

Mientras sus voces desaparecen mi mamá me mira, preocupada, antes de sentarse en el sofá. Yo me siento frente y ella y la observo con otros ojos ahora.

–No me voy a disculpar. Todo lo que hice, las mentiras, el engaño, todo, fue por protegerlas. –Yo no sé qué decir a eso. Ella continúa: –Cuando quedé embarazada de ti, tu papá y yo trabajábamos para Fidel, quién comenzó este negocio, no es como ahora, claro está. Al principio fue difícil, y extremadamente peligroso, por ese motivo tu

papá decidió que yo me alejara. La competencia trataba de atacarme a mí para lastimarlo a él, y así enviar un mensaje. Carlos me escondió para protegerme. El tiempo pasó, ustedes nacieron y crecieron. Tu padre logró lo que es hoy con esfuerzo. Ahora estamos protegidas, nadie les haría daño. Lamentablemente pasaron muchos años, ustedes estaban grandes y decidimos que no era bueno involucrarlas en esto. Queríamos que tuvieran una vida tranquila. Y lo hemos logrado, por lo menos hasta hoy. –Me mira seria–. Ya sé que uno de los chicos Guerrero te contó la verdad. Me siento muy mal por haberte defraudado… debes pensar lo peor de mí ahora –termina con un hilo de voz.

Mi mamá empieza a llorar y todo mi cuerpo se tensa. No soporto verla sufrir.  Me acerco y la abrazo.

–Tranquila, mamá. Nunca me defraudarías. Te quiero mucho. No llores –le pido mientras seco sus lágrimas.

–Gracias, mi pequeña bailarina –dice abrazándome. Sonrío, como siempre lo hago, cuando me llama así.

–Mamá, necesito más respuestas, ¿por qué todos actuaron así? Hasta Christopher se fue… No quiero estar más en la oscuridad.

–Jess, no me gusta que te juntes con los Guerrero. Ellos corren un grave peligro en este momento. Tu padre está molesto y terriblemente preocupado. Cariño, si tú estás con ellos, estás en peligro también. Hemos trabajado muy duro para que ustedes estén a salvo –dice suavemente, sin embargo sus palabras me molestan. Guerrero fue el único que me dijo la verdad, si no hubiese aparecido yo seguiría siendo engañada como una tonta.

–Mamá, lo siento, pero no me importa que mi padre esté enojado. No tiene derecho, no lo conozco. –Mamá jadea, angustiada, pero continúo de todas maneras: –No puede venir a poner reglas a esta altura. Yo no me voy a alejar de Guerrero, me necesita. Tú ayudaste a mi padre hasta que no pudiste por cuidarnos a nosotras. Lo ayudaste a pesar de todo. Por lo mismo no me voy a alejar de él. No puedo. –Me observa con una mirada inquisidora, sospechando. Miro hacia otro lado de inmediato. Mamá me puede leer como a un libro abierto. Siempre lo ha hecho–. ¿Me puedes explicar por qué todos se fueron, como si te temieran? –pregunto para desviar el tema.

–Creo que debemos hablar de Guerrero primero –me devuelve.

Justo en ese momento escucho las risas de Alicia y David, acercándose al comedor. ¡Ya se ganó a mi hermana, increíble!

–¿Qué vamos a comer? – pregunta David sobándose las manos.

Todos reímos y nos preparamos para comer.

La cena es muy animosa con nuestro primo. Este chico no para, y se lleva de maravilla con Alicia. Lo sospeché, los dos hablan mucho. Es agradable tener compañía, siempre estamos las tres. Antes teníamos la compañía de la señora Carmen, quien fue prácticamente una abuela para nosotras y una madre para mamá, quien quedó huérfana cuando era una niña, pero hace unos años jubiló y aunque algunas veces nos visitamos ya no es lo mismo.

Suspiro cuando la melancolía me asedia.

Siento la mirada de mi mamá, estudiándome. Me levanto con la excusa de que me duele la cabeza. Me despido de todos y me voy a mi habitación.

Escucho las risas de los tres desde mi cuarto. Sonrío y me siento en mi cama. Tengo unas ganas terribles de hablar con Guerrero, pero recuerdo que no tengo su número de celular. Jess, ¿cómo eres tan idiota?

Me tiro en mi cama, furiosa por mi error. ¿Cómo podré localizarlo?, ¿y si no me vuelve a llamar?

El ruido de mi celular interrumpe mis deprimentes pensamientos. Contesto al ver que se trata de un número desconocido, con suerte puede tratarse de un nuevo cliente.

–Aló –digo a modo de saludo.

–Jess, ¿estás bien? –La voz de Guerrero inunda mi celular. El sólo escucharlo me hace sentir mejor–. Me había quedado dormido, desperté y quería saber cómo estás –sigue.

Sonrío. Le preocupa como estoy. Bueno… al menos eso parece.

–Estoy bien, confundida, pero bien. También quería llamarte, pero recordé que no tengo tu número de teléfono.

Ríe despacio.

–¿Hablaste con tu mamá? –pregunta.

–Sí. Debido a mi hermana no me contó gran cosa. Me tienes que contar todo lo que sabes. Por favor –le pido.

–Te contaré lo que necesites saber, cariño. –Mi corazón comienza a latir más rápido cuando dice la última palabra. Esto es vergonzoso, parezco una adolescente–. Disculpa, me está llamando mi hermano, tengo que contestar. Te llamo más tarde –dice deprisa antes de colgar.

Absolutamente genial, tendré que esperar para aclarar mis dudas. Mi celular vuelve a sonar. Mi primer pensamiento es que se trata de Christopher, pero mis esperanzas caen al ver la pantalla, es Alex.

Sonrío de todos modos, ya que es justo lo que necesito en este momento, una distracción. Siempre que hablo con mi amiga, me relajo.

Contesto, y de inmediato sé que algo no va bien. La respiración de Alex es pesada, como si estuviera aterrada por algo.

–Jess, por favor ayúdanos. Ven rápido.

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