Capítulo 6

- Hola\, me llamó Marisa. ¿Puedo acompañarlos? – la voz de Marisa desvió su atención y Danna pudo escapar sin problemas.

Danna corrió al baño, esperando que nadie la persiguiera; cuando entró al cubículo podía sentir el corazón en su garganta, jamás imaginó que algo como eso pudiera pasarle, observa sus manos, no puede dejar de temblar; a los pocos minutos entra Marisa son una sonrisa y su bamboleo de caderas, justo como una reina.

- No sé de qué clase de roca saliste, pero tenerle miedo a unos alfa mediocres como esos, solo porque te pudieron reconocer… – Marisa se pinta los labios de un color rojo carmesí; su principal tarea está por terminar, su padre le pidió que encontrará un alfa con el cual emparejarse; Marisa tuvo suerte y no encontró uno, si no tres y parecen estar encantados con ella.

- … Es patético.

- Gracias por ayudarme.

- ¿Yo? ¿Ayudarte a ti? No te creas tan importante\, estoy cumpliendo con mi misión.  Si me disculpas\, tengo una cita con tres chicos allá afuera\, tú solo siéntate y observa cómo se hace.

La música había cambiado de la misma manera que el ambiente que tenían sus compañeros, los bailes se volvieron más eróticos mientras más bebidas tomaban sus compañeros.  Inclusive Tania y Sonia están en el mismo estado, mostrando no solamente la parte superior de su ropa interior sino mostrando los muslos y parte de los glúteos.

Marisa está con los chicos bebiendo animadamente mientras sonríe y muestra sus piernas, sus pies enmarcados en esos finos tacones de color plata.  A diferencia de sus contrapartes, Marisa no bebe, simplemente sostiene la copa entre sus finos y delicados dedos; hablan de sus compañeros, los chicos parecen bastante interesados en ciertos compañeros de clase, pero, Marisa no es tonta, sabe lo que desean y no les va a dar esa información tan fácil.

- El que pierda debe darse un trago\, hasta el fondo.

- ¡Hasta el fondo!

Los chicos por supuesto, también tenían sus propios planes, sabían lo que la chica estaba planeando, por lo que, en un momento de distracción, aprovecharon para colocarle una pastilla a su bebida, la misma animaría un poco las cosas; estaban cansados de esperar a que la música hiciera efecto.

Danna buscó a Tania y Sonia para sacarlas del lugar, no sabía con exactitud lo que había ocurrido, pero su comportamiento no era normal; está segura de que si permanecen mucho tiempo en ese lugar algo horrible podría pasar.

Con sus amigas en los brazos, Danna se dio a la tarea de esquivar el mar de gente que se encuentra en el sitio; al llegar a la entrada las sorprendió una puerta cerrada, esto no era una muy buena noticia.

- Queremos salir. – le dijo al hombre grande que custodia la puerta.

- Nadie sale hasta que el jefe diga.

- Lléveme con él.

Danna dejó a Sonia y Tania junto con Marco a quien parecía la música no le afectaba demasiado, esperaba poder sacar a su grupo sin muchos inconvenientes del sitio; la cantidad de alfas estaba incrementando considerablemente en los últimos minutos y temía que las cosas comenzaran a subir de tono, no quería pensar en lo que ocurriría si se quedan más tiempo.

Tuvo que caminar por un pasillo muy largo tras ese hombre, quien ocasionalmente dirigía su mirada para atrás, corroborando que todavía estuviera detrás de él. Al llegar al final del corredor, una puerta grande de color caoba los esperaba.

- Espera aquí… - dijo el hombre\, entró con cuidado\, Danna no sabía por qué se comportaba de esa manera\, pocos segundos después se escuchó un fuerte golpe\, acto seguido el sonido de un cristal al romperse se escuchó con estruendo.

Las súplicas del hombre no se hicieron esperar; Danna supo en ese momento que ir a esa parte fue una mala idea, pero si desea salir ilesa con sus compañeros debía de arriesgarse.  Sus pies se plantaron afuera de la oficina, no por deseo propio, sino porque sentía tanto miedo que no pudo moverse ni un ápice.

La puerta se abrió suavemente, revelando a un joven no mayor a treinta años, con una mirada fría y un semblante serio, murmuraba de manera molesta algo que Danna no pudo entender; limpia sus manos manchadas de rojo con un pañuelo finamente bordado; mismo que tira con desprecio una vez terminó su tarea.

- Así que… ¿Querías verme? Pasa\, ignora el desastre… últimamente no hay buenos empleados. – da media vuelta de vuelta a la oficina\, Danna sigue adelante por instinto; aunque después de dar un paso dentro del sitio se arrepintió rotundamente.

Del lado derecho el gran hombre se encuentra inconsciente en el piso, el joven se acomoda su traje impecable de color azul marino, gira su reloj y extiende sus manos sobre el escritorio, para prestarle total atención; muestra una sonrisa en su rostro intentando calmar los nervios de la chica, cosa que no tiene mucho éxito.

- ¿En qué puedo servirte? – se recarga en su silla mullida, Danna pasa saliva con dificultad, el hombre le presenta la silla frente al escritorio, ella se sienta mira alrededor antes de poder darse el valor para decirle sus peticiones; comenzó a jugar con sus manos, nerviosa.

- La cosa es que no podemos salir…

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