Semiología

A la mañana siguiente, llegaron nuestros reemplazos, dos compañeros de curso a relevarnos en la guardia. No pudieron ocultar su cara de preocupación por lo que les venía cuando vieron nuestras caras largas y ojerosas, si dormimos 2 horas estoy exagerando y de seguro no fueron seguidas...

Diego me trajo un café, siempre tan atento, era un latte vainilla, mi favorito y con mucha azúcar.

- Anda vamos a clases, semiología empieza en 5 minutos, dijo Diego mientras quitaba un mechón de pelo de mi cara.

- Que haría sin tí? le dije cansada y bostezando. En eso, un amargado Miguel nos pasó de largo tropezando a Diego casi tumbándole la carpeta con hojas que llevaba. Diego, que no era hombre de alzar la voz ni de pelear le dijo furioso.

- Y entonces, cuál es tu problema amigo?

- Miguel se devolvió como un huracán. Amigo???? Tu y tú noviecita son mi problema, amigo, que me los tengo que calar en todas las guardias de un mes. Dió media vuelta y se fué por el pasillo de la emergencia hacia el ascensor.

Agité mi cabeza en desaprobación, volvió la mirada glacial. A todos nos pega la postguardia pero éste o es bipolar o le pega la luna, dije.

- Vámonos, Karen ya vamos tarde y por aquí hay muchos locos sueltos.

La clase fue eterna, la semiología es el estudio de los signos y síntomas de las enfermedades, pueden imaginar que si el examen físico de los pacientes se hace de la cabeza a los pies, me dormí cuando iban por el cabello, no fue propio de mí, pero después de la guardiecita de ayer, ya no pude más. Me quede dormida soñando con una mirada oscura y poderosa que ayer me puso la piel de gallina, no sé si dormí 2 minutos o 2 horas. Fue la voz de Diego la que me despertó, mientras me tocaba el brazo.

- Vamos bella durmiente que hay tarea para mañana, tenemos que hacer la historia clínica de un paciente y hay que pasar por la biblioteca del segundo piso para buscar en unos libros algunos diagnósticos diferenciales.

Recogiendo mi bolso y mi espíritu del suelo, veo los mejores zapatos de diseñador que alguien del hospital pudiera tener pasando enfrente de mí, casi me pisa la mano. Son de July Lee, la más guapa del salón, quizás de toda la promoción, su padre es un cirujano plástico muy conocido y su madre es modelo y actriz. La muchacha parece una abeja reina, todas las del grupo la siguen, mujeres y hombres, por igual. Yo soy más del tipo de tener dos amigos, Diego y Amanda, pero ella está en otro grupo y ahorita está rotando por pediatría. July se acerca y como si yo fuese invisible le dice a Diego:

- Diego, podríamos trabajar juntos en el siguiente trabajo si quieres, creo podríamos conocernos mejor si pasáramos más tiempo juntos. Abro los ojos con asombro, este Diego si tiene suerte y para no estorbar me quito de en medio, lo miro, le lanzo un guiño en aprobación y salgo a buscar al paciente más cercano para poder irme a casa a dormir.

- Llego sin pensar al 8vo piso, es medicina interna, no conozco el área y me acerco al estar de enfermería que queda en medio del estéril pasillo, tras presentarme como estudiante con una enfermera mayor y aspecto regio con su impoluto traje blanco, que preparaba unos medicamentos, me dice que las gráficas las tienen en revista los residentes y que ahorita están haciendo un procedimiento en la habitación 32. Le agradezco y me doy vuelta a la habitación 7 que está justo en frente, ella ni siquiera me devuelve la mirada. Toco la puerta y veo un señor moreno en la cama y de ojos amables que inmediatamente me dieron confianza para empezar con mi interrogatorio.

Por lo que me dice, entiendo que le dió un infarto ayer y tienen que hacerle un cateterismo a la mañana siguiente, se llama Manuel, como suelo hablar demás, no solo me me contó de su enfermedad actual sino de sus gustos, su trabajo y su familia, me dice que tiene 5 hijos y es viudo. Está muy orgulloso de su hijo menor que trabaja en el hospital, y aunque él es solo un obrero, trabajó muy duro para ayudarlo a cumplir sus metas. Me suaviza el corazón pues yo no creo en eso del Status Quo que tanto presumen en la facultad de medicina, creo que la gente se merece lo que trabaja y no solo lo que recibe por lo que sus padres son.

Mientras hablamos muy ameno, me doy cuenta que me faltan los datos de identificación completos.

- Señor Manuel, por último, me gustaría saber su nombre completo, edad y dirección, que van en la parte superior de la historia que estoy haciendo.

- Soy Manuel A.. y no oí terminar la frase que decía por los gritos alarmantes de una mujer en la habitación de al lado, salí inmediatamente y pregunté que pasaba, la mujer no paraba de gritar

- Está muerto, está muerto, ayúdenme, es mi padre. Y me llevo casi arrastrada al cuarto de junto, al ver a un hombre mayor que yacía en la cama, y al chequear que no respiraba, le pregunto que pasó? Mientras la enfermera entra al escuchar el bullicio.

- Estábamos discutiendo y sintió dolor en el pecho se agarró la camisa con su mano como una gran garra y no respondió más.

- Él Sr Rojas está aquí ingresado por enfermedad coronaria dice la enfermera mientras trae el carrito de paro.

Sabe que soy solo una estudiante, pero hice el curso de paramédicos y se de reanimación cardiopulmonar. Así que enderezo al paciente boca arriba, bajo la cama e inicio las compresiones toráxicas, empiezo a contar y pido la bolsa autoinflable conectada al oxígeno para ventilarlo. Cuando estoy terminando las primeras 30 compresiones, me doy cuenta de lo cansada que estoy, hay que deprimir al menos 5 centímetros del tórax y el señor es bastante gordo, pero no me detengo hasta que veo que el paciente hace una respiración espontánea. En eso, alguien prácticamente me carga y me pone a un lado, levanto la mirada y sorpresa, veo que es Miguel.

Le pide el estetoscopio al residente de medicina interna que entró no sé en que momento y lo pone en el pecho del señor, confirma que hay latido y pide una cánula de oxígeno.

Doy dos pasos atrás, me siento mareada, realmente mareada y salgo corriendo del cuarto a vomitar en la papelera más cercana. A los minutos Miguel llega a dónde estoy

- Lo hiciste bien, muy bien, me dice Miguel, mientras me da palmaditas en el hombro, Me asombra que ayer en la cirugía no vomitaste, no pensé que lo hicieras ahora.

- Lo siento, ayer estaba más preocupada por aguantar que ni ví que hacían. Hoy alguien se murió y revivió en mis manos, dije temblando y mirándome las palmas. Estudiar algo y hacerlo en la vida real son cosas muy diferentes, le dije poniendo las manos en mis muslos y respirando hondo de espaldas a la pared.

- Ya te acostumbraras Karen, lo hiciste muy bien hoy, y ayer también aunque me duela admitirlo.

Lo miré extrañada.

- No sabía que sabías mi nombre, ayer solo fui "oye tú" "estudiante" "doctorcita".... y ya no me acuerdo que más... ah sí, incluso me dijiste "ey niña, sutura" dije poniendo los ojos en blanco.

- Disculpa por eso, estaba cansado, preocupado y muy ocupado. Además, se lo oí decir a tu noviecito ayer.

- Y además tenías hambre, me reí, recordando el incidente del bocadillo, mientras me enderezaba. Y para aclarar, Diego no es mi novio, es solo un buen amigo.

Ya para irme, entro al cuarto del Sr Manuel para buscar la carpeta con la historia que estaba haciendo y dejé allí cuando gritaron antes. Miguel me sigue.

- Me persigues es la cosa? dije desafiante. Pensé que eras de cirugía que haces en este piso por cierto? El tuyo no es el 3ro?

En eso oigo una voz contenta detrás de mí.

- Miguel hijo, viniste, dijo el Sr. Manuel parándose de la cama y dirigiéndose a él. Como una estatua de nuevo, me petrifiqué en ese momento, una estatua colorada de la vergüenza por lo que acaba de decirle, cabe acotar.

- Estaba haciendo una curas papá y al entrar al piso había un paciente en parada cardíaca, aunque la Dra. Martínez ya lo tenía resuelto cuando entré al cuarto.

- Conoces a Karen? le dijo el papá con tono juguetón de fingido asombro, lo llevó junto a mí, es una jovencita muy dulce e inteligente, deberías enseñarle, porque es nueva aquí.

- Karen? y tú porque la conoces papá? dijo extrañando.

- Eso lo respondo yo, dije agarrando mis cosas de la mesita, el Sr Manuel es mi paciente para la historia clínica que debo presentar mañana, puedo decir que ya somos amigos de tanto que hablamos. Levante mi mano en señal de despedida. Ahora me voy porque aun debo ir a la biblioteca. Un gusto Sr. Manuel, suerte mañana, adiós doctor.

Salgo del cuarto, y al llegar al ascensor, llega Miguel corriendo, pone firmes sus manos en la pared a cada lado de mi cara y me mira con intensidad, sin darme cuenta contengo el aliento, está muy cerca de mí.

- Vamos, te acompaño, después de todo mi papá me pidió que te enseñara. Dice el mirando mi boca.

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Comments

omilsia guerra

omilsia guerra

bien por Karen otra punto más

2022-02-07

1

Mila

Mila

Su papá y todos tus instintos

2022-01-07

1

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