Capítulo 7

Salí al pasillo para poder hablar con Maikel lejos de Renee. Esto era un desastre, ahora también caía en cuenta que necesitaba pedir que nos situaran en una habitación con dos recamaras. No podía estar utilizando su espacio todo el tiempo.

—La estación no pagara más por otro lugar —Contesto Maikel —Solo comparte el ba…

—No haré eso.

—Querías que cualquier otro lo hiciera.

Cerré los ojos.

—No, de hecho no lo pensé hasta ahorita.

—Andrick, puedes hablar con el jefe y si el concede la asignación de una nueva recamara, entonces hazlo.

—No lo concederá.

—Bien, entonces duerme en el puto sillón. Punto. Ahora si me permites, debo ir por una maleta para ti.

—Vete al carajo.

—Te voy siguiendo —Me colgó.

Me quedé mirando el teléfono intentando que me diera una solución. Me recargué en la pared y al sentir mis piernas tan cansadas me deje caer hasta el suelo. Parecía que éramos los únicos en el maldito piso, pues no había visto a nadie más. Una idea estúpida cruzo por mi mente; mi departamento tenía dos recamaras y cada una con su propio baño, así como mi cocina, mi gran sala, mi estudio… Dios necesitaba alejar eso de mi cabeza.

—Puede dormir en la habitación —Escuche la linda voz a mi lado, por lo que levante rápidamente mi rostro y encontré a Renee parada a un metro de distancia, en el umbral de la puerta —Dormiré en el sillón —Me miro un segundo y después a sus manos —Sé que es incomoda esta estuación, pero… estás aquí cuidándome, así que puedes tener la…

—No, eso no —Me levanté rápidamente y puse mi celular en mi bolsillo —No te quitaré la cama, ni la recamara. Dormiré en el sillón, no tengo problema alguno con eso.

Me contemplo por varios segundos.

—Pero dijiste que necesitabas tu propia recámara con un baño.

Carajo, ¿Por qué no me percate de hablar en voz más baja? No necesitaba una puta recamara para mí, solo necesitaba un lugar que no me mantuviera en su espacio personal todo el tiempo.

Me reí y empecé a caminar hacia ella.

—No es eso, es solo que… No quiero incomodarte mientras duermo, en ocasiones hablo dormido y la estancia está demasiado cerca de la recámara, es eso.

*¿Hablar dormido? Genial Andrick, eres inteligente*

Me contemplo un segundo y después se rio.

—No importa si habla dormido. Estaré bien —Se hizo a un lado para dejarme entrar.

Me di cuenta que siempre tendía a estar con la cabeza agachada, como si eso la hiciera pasar desapercibida. Era un hábito, pero la verdad era que… no podía lograr pasar sin que nadie la notara, pero no pensaba decirlo en voz alta.

La seguí hasta la estancia, entonces después de unos segundos de silencio alcancé el control remoto.

— ¿Deseas mirar televisión?

Se giró hacia mí y miro mi brazo extendido ofreciéndole el control, entonces me miró a los ojos.

—También… suelo hablar dormida —Trago duro, así que bajé mi mano a mi pierna —La señora Amelia me ha dicho que en ocasiones he gritado tanto que hasta ella puede escucharme —Sonrió nerviosa —Ha tenido que venir a abrazarme, dice que eso me calma. Tiene una llave de mi departamento —Movió sus manos levemente sobre sus rodillas —Por eso no me importa que tú hables, ya que yo… bueno tal vez pueda despertarte con un grito —Se rio sin humor —Tal vez tú deberías estar preparado para eso, lo siento.

—No pidas perdón por algo como eso. Está bien, no tengo problema —Busqué algo más para decir, pero no sabía qué —Supongo que… tenemos algo en común —Sonreí, así que lo hizo de vuelta mientras asentía. Apreté mi puño y miré la televisión de nuevo —Entonces… ¿Quieres ver algo?

—Puede poner algo… lo que quiera está bien.

—Oh, de acuerdo —Me apresuré a buscar alguna película, cualquiera, solo que me sacara del martirio de buscar una conversación. Yo no era bueno hablando y ella estaba extremadamente nerviosa. Eso me incomodaba aún más, pues pocas veces lograba tener tacto y no quería arruinar la poca confianza que me tenía.

Al final terminé poniendo el anime de Naruto, pues Renee dijo que ese canal estaba bien. Sonreí en secreto cuando la miré concentrarse en la pantalla, eran demasiado tiernas sus expresiones y cuando murmuraba algún dialogo que se supiera de memoria.

— ¿Te gusta Naruto? —Fue una pregunta estúpida, eso era más que obvio, pero necesitaba de la pregunta estúpida para empezar una charla neutral con ella.

—Sí, me gusta bastante —Creí notar sus mejillas volverse rosadas, pero no me quede observándola lo suficiente, ya que miré la pantalla — ¿Soy muy obvia, cierto?

—Un poco —Asentí sonriente — ¿Es tu anime favorito?

—No, ese es One Piece, pero Naruto también es muy bueno.

—Me gusta One Piece —Solté y la miré sonreír, su sonrojo había desaparecido y su nerviosismo lo olvidó cuando se giró por completo en el sillón junto a mí.

— ¿En verdad? ¿Cuál es su personaje favorito?

*¿Personaje favorito?*

—Zoro, ¿el tuyo?

—Definitivamente es Luffy —Sonrió.

—Bueno, es protagonista por algo, el chico es genial. Vamos, ¡Su cuerpo es de goma!

Sonrió y asintió.

— ¿Por qué le gusta Zoro?

—Bueno… —Miré la mesita de centro intentado buscar las palabras —Es demasiado bueno con la catana, se muestra duro siempre, pero es justo con sus decisiones —La miré —Además su cabello es verde. Eso me ganó.

Soltó una gran carcajada y me asombré. Hasta ahora la había visto sonreír, pero su risa en todo su esplendor era demasiado… luminosa.

— ¿Le gusta el verde? ¿Pero cómo eso es posible? —Intentó controlarse y volvió a enfocarse en mí.

— ¿Por qué es difícil de creer?

—Bueno, no sé. Viste todo de negro —Señaló mi atuendo.

—Es que si llego vistiendo en verde fosforescente nadie me tomara en serio.

Asintió mientras una sonrisa permanecía en su rostro.

—Eso posiblemente es verdad.

Nos observamos por varios segundos en los que no logré escuchar nada más allá de nosotros, entonces hubo un fuerte ruido proveniente de la televisión, así que Renee volvió a verla. Sentí algo extraño en mi pecho, por lo que tomé un gran respiro para tranquilizarme.

— ¿Qué edad tiene detective Andrick Wang? —Habló de nuevo ya con su voz neutral.

—Veinticinco —La miré — ¿Por qué? ¿Le incomoda que sea… un detective joven el que lleve este caso?

—No, jamás dije eso —Negó rápidamente —Es solo que… Me parece bastante centrado en su trabajo. Su rostro representa juventud, pero sus palabras muestran demasiada madurez.

—Gracias. Nunca he creído que la edad pueda representar un grado de madurez, pues… no todos tenemos una misma vida.

Me observó.

—No quería ofenderlo…

—No lo hizo, no se preocupe. Y… háblame de tú, por favor.

Sonrió.

—De acuerdo… Andrick.

*Bien, escuchar eso se escucha… bien*

—Dime algo Renee —Trague duro girándome por completo a ella —Espero no incomodarla con mi pregunta, pero me causa curiosidad.

—Dígame.

— ¿Por qué mi compañero la incomoda tanto? ¿Hizo algo mal? ¿Desearía que lo cambiaran?

Yo no quería que cambiaran a Maikel, pues era con el que mejor me llevaba, pero me causaba demasiada intriga.

Se movió un tanto incomoda como buscando la respuesta correcta para darme en alguna parte de la habitación, entonces cuando entendió que no la encontraría, se dio por vencida y agarro el cojín junto a ella y lo presionó contra su pecho.

—Hay algo en la mirada de las personas…—Guardo silencio unos segundos antes de continuar — Hace diez años cuando los policías me hacían pregunta tras pregunta sobre lo que sucedió, noté la misma mirada en todos ellos… lastima y compasión. Ellos sentían pena por mí, por la jovencita de 18 años que… —Una lágrima corrió por su mejilla así que la limpio —Odio esa mirada. No quiero pensar en lo que me pasó, y ver la lástima que sienten por mí… solo hace que el logro de sobrevivir se sienta como un sacrificio. No quiero que las personas ahí afuera sepan lo que ocurrió conmigo, yo… no quiero ser señalada, entonces cuando vine aquí nadie más volvió a tenerme lastima a menos que yo decidiera contarles mi historia, pero por más que intente acoplarme no lo logré. Lo podía sentir a solo metros de distancia… él me sigue todo el tiempo… —Cuando menos lo pensé intente alcanzar su mano, pero cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo baje la mano y me enfoque en mirarla. Si me centraba en ella tal vez no sería rebelde de nuevo —Su compañero… él al principio fue muy efusivo al hablar de mi pasado y me incomodo demasiado, pero después cuando entraron a mi casa él… él me miró como ellos lo hacían todo el tiempo —Se giró a mirarme y logré notar las lágrimas retenidas —En sus ojos puedo leer “Sé todo lo que te hizo. Sé lo rota que estás. No entiendo cómo es que te dejo vivir. ¿Qué te hace especial para un monstruo? Eres demasiado extraña, pobre de ti, tal vez que hubieses muerto hubiese sido más sencillo” Yo… pienso en eso todo el tiempo —Volvió a limpiar una lagrima rebelde —Si hubiese muerto tal vez no…

—No digas eso —Negué rápidamente —No pienses así. No hubiese sido más sencillo.

Me observó con las lágrimas corriendo por su rostro, ahora ellas estropearon el rostro que tan hermosamente antes sonreía.

—Tus ojos son distintos. Lo son desde que me miraste por primera vez —Me miró detalladamente sin ninguna vergüenza y me hizo sentir demasiado incomodo, pues sentía como podía leer a través de mi —No me miraste con lastima, ni con tristeza. Tú has sido comprensivo y puedo ver tu dolor… es como si todo lo que sabes… lo hubieses sentido en carne propia —Trague duro y baje la mirada —Lo siento… hable demasiado.

—No, está bien, yo pregunté —Intenté formar una sonrisa en mi rostro antes de mirarla de nuevo — Me gusta saber también lo que ves en mis ojos. Yo no logro verlo.

Parpadeo lentamente antes de limpiar una última vez sus lágrimas.

—Tus ojos son cristalinos… todas tus emociones se reflejan en ellos. A la señora Amelia le gustaron —Sonrió levemente —Dijo que eras un chico guapo.

Sentí mi rostro ponerse caliente.

—Yo… Creo que debo darle las gracias —Me reí.

—Eso le agradara mucho.

Me enfoqué en sus manos antes de mirar las mías.

—Eres valiente Renee, aunque las personas piensen que eres tímida o reservada… tú eres la persona más valiente que he conocido —La miré y noté el asombro en sus ojos —Voy a atraparlo, entonces… ya no volverás a sentir que te sigue todo el tiempo.

—Gracias —Murmuro después de varios segundos —En verdad muchas gracias.

—Está bien. Tenía que decírtelo.

Sonrió y se giró para ver de nuevo la televisión, y puede que me haya quedado observando su perfil en secreto por un tiempo.

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