Capítulo 20

Mientras continuamos caminando, me explican sobre este peligroso bosque y lo difícil que es cruzar, ya sea para Guardianes o civiles. Luego de eso me comentan cosas y entre caminar y descansar de vez en cuando, de seguro en consideración mía, pasan las horas.

-Espérenme aquí- nos indica Rod, de pronto en voz baja, deteniéndonos en una arboleda. –Max, cuídala – ordena mirando hacia atrás, a nosotros.

-No necesitas decirlo- alega Max, alerta. Rod da una cabezada en acuerdo y empieza a alejarse en una dirección diferente a la que nos dirigíamos.

-¿Qué pasa?- pregunto, susurrando. Mirando en todas direcciones, esperando que un ejército entero aparezca para declarar que no debería estar aquí.

-Ven- me llama y lo sigo hacia unos arbustos, donde nos escondemos detrás. Ocultándonos parcialmente. –No pasa nada, sólo es un puesto de avanzada. Un lugar donde vigilan un par de Guardianes, generalmente aquellos que ya no pueden pelear o caídos en desgracia. Se supone que su trabajo es hacer rondas por estos sectores, pero no creo que alguno de ellos lo haga. De todos modos, sería un problema si nos ven contigo, ya que difícilmente podríamos explicarlo.

-¿Entonces Rod fue a asegurarse de que no estén cerca?- pregunto, preocupada por todas las molestias que se están tomando por mi culpa.

-Eso pienso, generalmente iría allí y hablaría con ellos directamente, pero creo que piensa que es mejor no llamar la atención más de la cuenta- responde, luego se detiene un momento y me sonríe -al menos eso creo que es lo que está haciendo. Siempre bromeo con él diciendo que sé lo que piensa, pero en realidad no tengo idea la mitad del tiempo, aunque no se lo digas.

-No lo haré- prometo, sonriendo un poco también, un tanto más relajada. Es bueno en hacer sentir cómoda a la gente.

Después de que esperamos lo que creo son unos quince minutos, vemos reaparecer a Rod.

-En marcha- dice, ya partiendo. Nos ponemos al día rápidamente, antes de que nos deje atrás. –Cassandra ¿cómo están tus pies?-pregunta de pronto, sorprendiéndome. Miro hacia ellos y si soy sincera me molestan, sobre todo porque no me ajustan los zapatos y ya llevamos más de lo que he caminado nunca.

-Estoy bien- digo, sin embargo. Que me duelan un poco no es importante.

Rod mira sobre su hombro con expresión de desconfianza, -No me mientas. Quiero llegar antes de que anochezca y para eso debemos apurar el paso, así que debo saber si es posible.

-No lo hago- digo, mintiendo descaradamente. Entre antes lleguemos, antes podremos empezar a buscar una pista. Un poco de dolor no me matará.

Cuando empieza a bajar el sol, me maldigo por no haber dicho la verdad. Estoy caminando cada vez más lento y con dificultad, he estado ignorando el dolor por demasiado tiempo ya y estoy segura que tengo ampollas por todos lados.

-Sólo un poco más y ya llegamos- alienta Max, entusiasmado. –Espera a ver el lugar, es impresionante, aunque supongo que ya viste un poco en las visiones, pero no el…- su voz se apaga cuando vuelve la mirada y ve mi patético caminar – ¡Rod!

-¿Qué pasa?- pregunta, deteniéndose también y mirando en nuestra dirección. Su cara alerta cambia inmediatamente a una de fastidio, -odio que me mientan- dice, con los dientes apretados.

-Lo siento, de verdad creí que llegaría- me disculpo, finalmente dándome por vencida y sentándome.

Pobre de mi hermana si depende de alguien como yo para salvarla… pienso, sintiendo pena por mi misma y con unas ganas inmensas de llorar. Patético.

-No pasa nada, es un camino largo para recorrer con unos zapatos que no son los adecuados ¿verdad Rod?- Max trata de calmarme, mientras ambos caminan hacia donde estoy sentada.

Rod simplemente lo ignora, se arrodilla ante mí y saca uno de mis zapatos haciéndome gemir, dejando a la vista lo destrozados que están mis pies, luego suspira y saca el otro.

-Tienes que ser consciente que en este lado, no contamos con el nivel de salud con el que disponen ustedes, es fácil conseguir una infección y no tendremos como tratarla- me reprende.

-Lo siento- repito, sintiéndome como si fuera una niña regañada por su profesor.

-Tú lleva estos- le pide a Max, pasándole mis zapatos, su bolso y su funda con armas. Luego se da vuelta apoyando una rodilla en el suelo, -sube- dice, ofreciéndome su espalda.

-¿Qué? No, por supuesto que no…- empiezo a protestar. Soy pesada y quién sabe cuánto camino queda por delante, no podría.

Una mirada sobre su hombro y me callo de inmediato.

-Ahí está- se jacta, Max –la mirada asesina del Guardián, hasta los demonios son intimidados con ella. Sólo sube Cassandra, no quieres saber lo que viene después de esa mirada.

-Cállate- responde, Rod.

-Sí, señor.

Lentamente rodeo su cuello con mis brazos y él agarra mis piernas, un segundo después está de pie conmigo como carga. Puede que no sepa lo que les espera a los que desobedecen su mirada, pero me hago una idea y no quiero comprobarlo.

-Quedan sólo unos tres kilómetros para llegar- dice Max, partiendo delante nuestro.

Rod empieza a caminar nuevamente en silencio y aunque es un poco raro ser cargada y me siento mal por él, de verdad es un alivio poder descansar mis adoloridos pies.

Me acomodo mejor en su espalda y siento la calidez de su cuerpo pasar al mío, lo que de algún modo me reconforta.

Es un buen hombre. No cualquiera se tomaría el esfuerzo de llevarme. Me pregunto por qué ni esa cosa negra ni las visiones se activan ahora. Supongo que fue cosa de una sola vez.

-No me mientas otra vez- escucho a Rod decir en voz baja, sólo para que yo lo escuche.

Estoy a punto de disculparme de nuevo, pero algo en su tono me detiene. Esta vez es una petición.

-No lo haré- le prometo, dándome cuenta de que no estaba molesto por habernos retrasado o tener que cargarme, sino simplemente por la mentira.

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